¿Qué es una vida digital?

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Trabajo Virtual

David Doong, Ruth Elisabeth Kopf & Timothy Liu

El auge del trabajo virtual

El trabajo y los espacios de trabajo virtuales están en aumento desde hace varios años. Esta tendencia se ha acelerado a raíz de la pandemia del COVID-19, lo que ha dado lugar a una serie de cambios culturales y estructurales en el trabajo y los espacios de trabajo virtuales. En la actualidad, muchas empresas están reinventando sus modelos y procesos empresariales para seguir el ritmo de un panorama geopolítico en constante cambio.

En este artículo, estudiaremos las últimas tendencias en el trabajo y los espacios de trabajo vrituales, analizaremos las repercusiones que tendrán en futuro de ambos y analizaremos las oportunidades que este cambio ofrece para la obra del evangelio y la expansión del reino de Dios hasta su venida.

Tendencias del trabajo virtual

El trabajo virtual puede considerarse una extensión de lo que Meta denomina «realidad extendida» (RE), un mundo tridimensional inmersivo e interconectado en el que la realidad virtual, la realidad aumentada, la inteligencia artificial, la cadena de bloques y las criptomonedas redefinirán nuestra forma de vivir, trabajar y socializar.1

Siguiendo las tendencias del trabajo virtual y la incorporación de la inteligencia artificial, pedimos a ChatGPT que nos ayudara a entender cuáles podrían ser algunas de ellas.

  • Trabajo remoto: la pandemia ha obligado a muchas empresas a adoptar el trabajo remoto como medida temporal. Sin embargo, el teletrabajo ya era una tendencia en aumento antes de la pandemia, y es probable que se mantenga en el mundo postpandémico. Esto significa que los empleados pueden trabajar desde cualquier lugar del mundo, lo que puede dar lugar a una mayor flexibilidad y equilibrio entre la vida laboral y personal.
  • Colaboración virtual: a medida que aumenta el número de personas que trabajan de forma remota, herramientas de colaboración como las videoconferencias, las aplicaciones de chat y el software de gestión de proyectos se han vuelto esenciales. Estas permiten que los equipos se comuniquen y colaboren con eficacia, sin importar dónde se encuentren.
  • Transformación digital: la transición al trabajo virtual también ha dado lugar a una mayor transformación digital en muchos sectores. Las empresas están adoptando nuevas tecnologías para optimizar procesos, automatizar tareas y mejorar la eficiencia. Entre ellas se encuentran la computación en la nube, la inteligencia artificial y el internet de las cosas (IoT).
  • Nuevos modelos de negocio: el trabajo virtual ha creado nuevos modelos de negocio, como la economía gig, en la que los trabajadores independientes pueden prestar sus servicios a varios clientes al mismo tiempo. Esto ha dado lugar a nuevas plataformas, como Uber, Lyft y Airbnb, que conectan a las personas con los servicios y recursos que necesitan.
  • Ciberseguridad: como cada vez se trabaja más en línea, la ciberseguridad se ha convertido en una de las principales preocupaciones de las empresas. Los ciberataques son ahora más sofisticados, por lo que las compañías deben tomar medidas para proteger sus datos y sistemas de las brechas.2

El trabajo virtual como medio

Se puede considerar que el trabajo virtual es un medio que permite a las personas realizar tareas que antes requerían su presencia física. De este modo, los espacios de trabajo virtuales son a su vez extensiones de los espacios de trabajo físicos. A esto se refería Marshall McLuhan cuando acuñó la frase «el medio es el mensaje».3

Utilizando las «Cuatro leyes de los medios de comunicación» desarrolladas por McLuhan, se pueden estudiar los cuatro aspectos del trabajo y los espacios de trabajo virtuales como medio.

 ¿Qué mejora el medio?

Gracias a herramientas como las videoconferencias, la mensajería instantánea y el software de colaboración, las personas y los equipos pueden colaborar a grandes distancias, e incluso trabajar simultáneamente en un mismo documento. Esta tecnología ha reducido el espacio, la distancia y las zonas horarias al dispositivo y la pantalla de cada uno. Su aplicación es pertinente no solo para los espacios de trabajo, sino también para las iglesias virtuales y los grupos virtuales reducidos, que hicieron posible que los servicios de adoración y los grupos reducidos siguieran «reuniéndose» durante la pandemia del COVID-19.

¿Qué es lo que el medio hace obsoleto?

El trabajo virtual ha hecho disminuir la necesidad de desplazarse al trabajo y la demanda de espacio para oficinas. En las grandes ciudades, se han desocupado o reutilizado muchas oficinas. Algunos estiman que en la actualidad se utiliza el 50 %  de las oficinas que se utilizaba antes de la pandemia, algo que podría convertirse en el nuevo estándar.4 Es posible que este cambio no afecte a sectores como la salud, la manufactura, la agricultura y los servicios, que seguirán necesitando la presencia física.

La sencillas interacciones humanas que solíamos dar por sentadas —una palmadita en la espalda por un trabajo bien hecho, una mirada de aprobación en el pasillo, conversaciones junto a la máquina de café o en el comedor— quedan muy limitadas por el trabajo virtual. Esta falta de contacto físico también dificulta que los compañeros conozcan la cultura y el idioma de los demás.

Según un informe de investigación de PEW sobre Estados Unidos, la adopción de formas virtuales o híbridas para asistir al culto y a la iglesia a raíz del brote del COVID-19 no ha alterado la proporción de adultos que afirman ir a servicios religiosos en un mes dado, pero sí ha cambiado drásticamente la forma en que participan.5

¿Qué recupera el medio que había quedado obsoleto anteriormente?

Al no tener que desplazarse tanto para ir a trabajar a las ciudades, el trabajo virtual ayudó en algunos casos a lograr un mayor equilibrio entre el trabajo y la vida privada. En generaciones anteriores y en algunas partes del mundo en la actualidad, el hogar ha sido un espacio de trabajo para actividades como la agricultura, la carpintería, etc. La revolución industrial y el aumento de la especialización laboral sacaron a muchas de estas tareas de casa, pero el trabajo virtual ha vuelto a convertir el hogar en un espacio de trabajo, aunque con diferentes tipos de trabajo. Los confinamientos provocados por las pandemias obligaron a las familias a coexistir en casa realizando trabajos y estudiando juntos (con diferentes grados de éxito). Esto se tradujo en más tiempo de convivencia familiar y en un cambio de expectativas, que permitió medir la productividad por los resultados del trabajo y no por las horas trabajadas.

¿En qué se convierte el medio cuando se le lleva al extremo?

Puesto que la mayoría de trabajos virtuales son más intelectuales que físicos, llegará un momento en que la inteligencia artificial podrá sustituirlos. El tiempo que un ser humano puede pasar frente a un dispositivo sin fatigarse tiene un límite. Durante la pandemia del COVID-19, fueron muchos los casos de lo que se conoce como «fatiga de Zoom», después de pasar horas en videoconferencias y reuniones. Tras la pandemia, muchos se sintieron aliviados al volver a reunirse y colaborar con sus colegas presencialmente. Como seres sociales por naturaleza, anhelamos las interacciones en persona. El trabajo virtual o remoto presenta carencias fundamentales en este aspecto básico de la existencia humana.

¿Hay lugar para todos en los espacios virtuales?

Si bien el mundo virtual tiene el potencial de reunir a la gente de formas nuevas y emocionantes, es conveniente que consideremos detenidamente si los espacios digitales pueden albergarnos a todos, tanto en términos de población como de naturaleza.

El valor de la persona en su totalidad

Los seres humanos son seres corpóreos, que poseen lo que Jesús definió como corazón, mente, alma y fuerza (Marcos 12:30). Además de tener una presencia intelectual, las personas son también físicas, emocionales y espirituales. El trabajo y los espacios de trabajo virtuales disocian los aspectos físicos. Las conferencias virtuales y los programas informáticos de colaboración impiden o limitan enormemente la expresión de la afinidad, la apatía y otros aspectos emocionales y espirituales de un individuo.

Aunque existen diversas posturas al respecto en distintas tradiciones, todas coinciden en que el concepto teológico de imago Dei engloba a los seres humanos como seres corpóreos. Jesucristo, el Verbo hecho carne (Juan 1), demostró y confirmó esta corporeidad, echando por tierra la cosmovisión dualista griega, que consideraban el cuerpo físico como corrupto y como fuente de tentaciones. La persona humana es inseparablemente física y espiritual. Por esta razón, cuando los espacios de trabajo virtuales ignoran el cuerpo o lo consideran irrelevante, deshumanizan a la persona. El mundo virtual limita nuestros sentidos. Aunque los dispositivos nos permitan oír y ver, en el mejor de los casos solo podemos ver una parte de la persona a través de la cámara, mientras que los sonidos nos llegan a través de filtros tecnológicos. La tecnología actual no nos permite tocar ni oler, e incluso con los avances tecnológicos del futuro, lo único que podemos esperar son réplicas de la realidad.6

Dadas estas limitaciones, ¿qué ocurre con las relaciones y los vínculos entre personas? En el Génesis, los seres humanos fueron creados para adorar a Dios, pero también para relacionarse y vivir en comunidad. No es bueno que el hombre esté solo. Gracias a la antropología y las ciencias sociales, sabemos que los seres humanos son seres sociales que necesitan interactuar con otras personas. Por ejemplo, los niños que estaban aislados de la sociedad tendían a tener un menor nivel educativo en el futuro, pertenecer a una clase social menos privilegiada en la adultez, sufrir trastornos psicológicos a lo largo de su vida adulta, tener obesidad y fumar.7

¿Cómo pueden entonces las empresas, los colectivos sociales y las iglesias crear un sentido de comunidad mediante el medio virtual? Jonathan Sacks escribió que hay un «afiliación grupal» inherente que yace en el corazón de la identidad humana: soy quien soy gracias al grupo o a los grupos a los que pertenezco; soy porque somos. En oposición al liberalismo, según el cual el individuo no está vinculado a ningún grupo, la idea de un «yo no situado», en palabras de Michael Sandel, no se ajusta a la realidad.8 El trabajo virtual carece de las interacciones sociales que se producen de forma natural en un espacio de trabajo físico, lo que dificulta la creación de comunidades y aumenta el aislamiento.

El valor de todo trabajo

Durante la pandemia del COVID-19, muchos gobiernos impusieron restricciones de circulación para frenar la propagación del virus. La economía mundial estuvo a punto de detenerse, mientras que a aquellos que trabajaban en áreas consideradas como «no esenciales» se les dijo que cerraran sus negocios o se cambiaran a la modalidad en línea. Curiosamente, muchos trabajos mal remunerados, de carácter manual y de condiciones precarias, como la limpieza, la enfermería, el servicio y reparto de alimentos, la recolección de basura y la atención en supermercados, de repente fueron clasificados como «trabajos esenciales», aunque los sueldos apenas reflejaban esta valiosa condición.

Sería un grave error si, por aceptar el trabajo virtual, devaluáramos, directa o indirectamente, cualquier ocupación con la que los seres humanos puedan glorificar a Dios sirviendo a sus semejantes.

Nuestras sociedades (incluidas las iglesias y las comunidades cristianas) han recibido la influencia de la cosmovisión dualista griega, según la cual el trabajo intelectual prima sobre el trabajo manual. Este mismo dualismo crea en nuestras iglesias una división entre lo sagrado y lo secular. Sin embargo, la Escritura no admite dualidad alguna, ni entre lo antiguo y lo moderno, entre Oriente y Occidente, entre la fe y el trabajo o entre la caridad y la justicia.

El trabajo humano forma parte del diseño divino de la creación. Incluso Dios se representa a sí mismo como trabajador (Génesis 1–2; Juan 5:17; Apocalipsis 21:5), específicamente como pastor (Salmo 23), guerrero (Éxodo 15:3), maestro (Salmo 143:10; Proverbios 15:33), alfarero (Jeremías 18:6; Romanos 9:20-21) y labrador (Isaías 5:1-7; Juan 15:1-6).9 Dios ve con buenos ojos toda nuestra vida laboral dentro de la esfera ministerial, a medida que le servimos en diferentes llamamientos. Sería un grave error si, por aceptar el trabajo virtual, devaluáramos, directa o indirectamente, cualquier ocupación con la que los seres humanos puedan glorificar a Dios sirviendo a sus semejantes.

Cuidado de la salud mental

En una encuesta realizada por Gallup en 2022 sobre los lugares de trabajo de los empleados estadounidenses, casi el 49 % de los que podían trabajar a distancia lo hacían en modo híbrido. El trabajo completamente remoto descendió de un máximo del 70 % en el punto álgido del COVID-19 a cerca del 29 % en el segundo trimestre de 2022. Alrededor de un tercio prefería trabajar únicamente de manera remota y dos tercios de manera híbrida, mientras que solo el 6 % prefería trabajar in situ. Los trabajadores que no desempeñan su labor en un lugar de su preferencia tienen un compromiso bastante menor, además de un mayor agotamiento y deseo de renunciar. Sencillamente, no se sienten en condiciones de hacer su mejor trabajo ni de vivir su mejor vida.10

Los empresarios que buscan que los trabajadores regresen a sus puestos de trabajo afirman que el trabajo remoto y el híbrido provocan aislamiento social, sensación de falta de sentido y ausencia de límites entre lo laboral y lo personal. Citan diversos artículos importantes que afirman que el trabajo remoto puede conducir a la depresión, el abuso de drogas y el sedentarismo. Si bien esto puede ser cierto, pasa por alto los numerosos inconvenientes del trabajo en oficinas.11 

En última instancia, no es el formato del espacio de trabajo —ya sea virtual o físico— sino la cultura de la organización y el entorno que crea lo que promueve un sentido del trabajo y de la vida con propósito y sentido. Cualquier entorno laboral puede ser estresante, causar ansiedad e incluso ser tóxico, dando lugar a múltiples problemas de salud mental y de otro tipo. Pensemos en el acoso laboral, en la cultura del trabajo 996 (de 9 a. m. a 9 p. m. por seis días a la semana) o en fenómenos como el karoshi (muerte por exceso de trabajo) o el karojisatsu (suicidio por exceso de trabajo), que existen tanto en el trabajo virtual como en el de oficina.

Las culturas del trabajo vivificantes dejan espacio para la salud física y mental. Como ejemplo, Jesús se levantaba muy temprano por la mañana y se iba a un lugar solitario a orar (Marcos 1:35). Los creyentes deben dedicar tiempo y espacio a la vida activa y contemplative: ora et labora (ora y trabaja), un lema tradicional de los benedictinos. Esta práctica promueve el bienestar integral de la persona.

Cómo abordar la desigualdad de acceso

Por muy emocionante que parezca pensar en las posibilidades que ofrece el trabajo virtual, la realidad no es tan esperanzadora, sobre todo para quienes sufren las consecuencias de la brecha digital. También se ha bautizado al COVID-19 como el «virus de la desigualdad» por contribuir al aumento de la brecha entre ricos y pobres. Varios estudios internacionales han demostrado que los efectos globales del COVID-19 podrían agravar las desigualdades entre los países ricos y pobres, la población urbana y la rural, y entre las comunidades de distintos niveles socioeconómicos, edad, sexo y color.12 Existe en todo el mundo una marcada brecha digital socioeconómica, tanto en el acceso como en la fluidez.13 En Argentina, por ejemplo, el 32 % de los hogares no tiene acceso fijo a internet. En las provincias más alejadas, esa cifra alcanza el 68 %.14  

Las culturas del trabajo vivificantes dejan espacio para la salud física y mental.

Aunque el 93 % de los jóvenes tiene teléfono móvil con conexión a internet, solo el 55 % tiene computadora. Mientras que cinco de cada diez jóvenes de clase alta utilizan la tecnología casi siempre en el trabajo, en las clases bajas solo lo hace uno de cada diez. Si tenemos en cuenta que cada vez se necesitan más capacidades tecnológicas y científicas en los espacios de trabajo de casi todos los ámbitos, deben hacerse grandes esfuerzos para reducir esta brecha desde los primeros años de educación.

Cómo abordar la desigualdad de género

Además de la brecha digital, también debemos abordar la brecha de género. Según el informe de 2019 del Fondo Monetario Internacional, las trabajadoras mujeres corren un riesgo mucho mayor de ser sustituidas por la automatización que los hombres, con un 11 % de la mano de obra femenina en alto riesgo de ser automatizada en función del estado actual de la tecnología, si bien existe una importante heterogeneidad entre países. En el caso de las mujeres más jóvenes y de las que ocupan puestos directivos, la probabilidad de automatización es menor.15Es probable que el ritmo de este cambio haya aumentado desde la publicación del informe.

La crisis del COVID-19 y el rápido aumento del teletrabajo generaron un cambio de grandes repercusiones en la vida de las mujeres. Algunas se beneficiaron en los ámbitos del cuidado de los hijos y las responsabilidades domésticas, pero este cambio no generó necesariamente una mayor responsabilidad compartida en las tareas del hogar, ni tampoco espacios de trabajo más equitativos. Desde que se produjo la transición al trabajo remoto a causa de la pandemia, los problemas de salud mental de las mujeres parecen haber aumentado considerablemente con respecto a los de los hombres como consecuencia de la sobrecarga producida al compaginar el teletrabajo con el trabajo no remunerado, como cuidar a niños, ancianos, etc.16 Resulta sumamente necesario que las empresas se comprometan a evitar que el teletrabajo agrave la disparidad entre hombres y mujeres. Algunas medidas que pueden contribuir a ello son:

  • promover la igualdad salarial
  • ofrecer oportunidades de desarrollo profesional tanto a hombres como a mujeres
  • proporcionar ayuda a las familias para que contraten empleados domésticos o servicios vinculados al cuidado de los niños
  • establecer el derecho a la desconexión
  • generar espacios de networking que brinden oportunidades a los teletrabajadores que podrían verse significativamente afectados por el trabajo virtual, para que puedan avanzar y desarrollar su carrera profesional.

Los cristianos sabemos que la fe en Jesús nos hace a todos iguales (Gálatas 3:28). Reflexionar sobre los roles de género y sus repercusiones en las familias y en las entidades sociales puede ayudar a reducir la brecha de género en el trabajo y contribuir a una mejor calidad de vida.

El gran hermano nos vigila

Junto con el auge del teletrabajo se produjo otro fenómeno interesante. Los jefes que no estaban acostumbrados a que su personal estuviera fuera de las oficinas acabaron por controlar a sus trabajadores exigiéndoles que encendieran las cámaras de sus dispositivos, incluso cuando estaban en casa, para asegurarse de que estaban trabajando delante de sus terminales y dispositivos. Esto nos recuerda al clásico de George Orwell, 1984, en el que «el gran hermano siempre te vigila».17 Las tecnologías de seguimiento más sofisticadas hacen capturas de pantalla de las computadoras de los empleados y dan puntuaciones de actividad en función de las pulsaciones del teclado y los movimientos del ratón. Una encuesta realizada por el Congreso de Sindicatos en 2022 reveló que el 60 % de los empleados habían sido objeto de seguimiento en el último año. Los trabajadores sometidos a vigilancia afirman sentirse exhaustos por intentar alcanzar los objetivos de productividad de sus empleadores.18 La vigilancia en el trabajo no es algo nuevo, pero cuando se trabaja de forma virtual desde casa, esta práctica vulnera el espacio personal de los trabajadores y de sus familias, al tiempo que hace más difusa la línea divisoria entre el trabajo y el espacio personal.

Dirigir y gestionar una empresa de forma virtual requiere nuevas actitudes y aptitudes. Debemos rediseñar los puestos de trabajo y los mecanismos de rendición de cuentas para evaluar el trabajo más en función de los objetivos cumplidos que del tiempo empleado y las actividades realizadas. También debemos apostar por generar confianza entre los trabajadores y sus supervisores, al margen de que el trabajo se realice de manera presencial o virtual. Por lo general, cuando los empresarios se muestran desconfiados, la percepción que tienen de la motivación de las personas es negativa o sospechosa, dando lugar a un ambiente de trabajo nefasto. El apóstol Pablo nos da un ejemplo de cómo restablecer la confianza cuando reconcilia a Onésimo (un esclavo fugitivo que llegó a la fe gracias a Pablo) con su amo cristiano Filemón. También exhorta a los cristianos a «no hacer nada por egoísmo o vanidad; más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos. Cada uno debe velar no solo por sus propios intereses, sino también por los intereses de los demás» (Filipenses 2:2-4).

Oportunidades para el evangelio

¿Dónde queda entonces la labor del evangelio y de la Iglesia? En lugar de rechazar el trabajo virtual o el ciberespacio a causa de los males que pueden acarrear, podemos trabajar para crear entornos de trabajo —virtuales, presenciales e híbridos— que atiendan todas las necesidades de las personas. Estas incluyen:

  • Ayudar a los que han quedado excluidos por la brecha digital a desarrollar habilidades que les ayuden a encontrar trabajo y adaptarse a la nueva realidad. Los ministerios religiosos pueden llegar a las personas en desventaja digital para proporcionarles acceso, formación y oportunidades de trabajo. Además, las iglesias locales pueden funcionar como centros de formación profesional.
  • Crear comunidades en línea que animen a las personas víctimas del estrés, la ansiedad y el aislamiento a salir de sus casas y a formar parte de una comunidad, con el objetivo de fomentar amistades y proporcionar ayuda social y de salud mental.
  • Abogar por salarios justos para los «trabajos esenciales» y reducir las diferencias salariales entre hombres y mujeres en nuestra sociedad. Por desgracia, algunos empresarios cristianos explotan a sus empleados con bajos salarios y se aprovechan de las trabajadoras mujeres. Se puede defender un salario justo si hombres y mujeres de negocios prominentes —y no personas ajenas a las comunidades empresariales— plantean estos asuntos en sindicatos, asociaciones empresariales o cámaras de comercio.
  • Empezar a enseñar o seguir enseñando en nuestras iglesias una teología del trabajo con base bíblica y de carácter relevante, que proporcione orientación sobre la vocación profesional. Esto redunda en una espiritualidad cristiana que promueve la integración de la vida laboral y personal con un ritmo de compromiso activo y de reflexión contemplativa.
  • Construir comunidades que reflejen el reino de Dios. A medida que el mundo se aleja de esta necesidad social, las comunidades cristianas tienen una nueva oportunidad de reflejar el amor de Cristo mediante el amor que nos profesamos unos a otros (Juan 13:34-35).

Conclusión

¿Qué diría Jesús del trabajo virtual? Seguramente que, como seres humanos, nos centramos demasiado en la eficiencia y caemos en la tentación de suponer que podemos hacer mucho más de lo que es realista para un humano, teniendo en cuenta las limitaciones físicas y temporales de cada persona. El trabajo virtual no cambia forzosamente la naturaleza del trabajo, las tareas realizadas o la necesidad de colaborar y servir a otros. Sin embargo, sí cambia la forma y el contexto en que se realiza el trabajo con los nuevos medios de los espacios de trabajo virtuales. ¿Qué nuevas culturas surgirán con el aumento del trabajo y de los espacios de trabajo virtuales (y las formas híbridas)? El trabajo virtual puede resultar positivo. Los autores de este artículo han trabajado completamente a distancia, desde tres países y dos zonas horarias diferentes. Tal vez haya llegado el momento de que los cristianos y las iglesias de todo el mundo «reflexionen, reconsideren, reagrupen, replanteen, reorganicen y estén plenamente dispuestos a reincorporarse»19 a la nueva realidad del trabajo y los espacios de trabajo virtuales.

Notas finales

  1. “The future of the metaverse and Extended Reality.” KPMG. Accessed April 4, 2023. https://kpmg.com/xx/en/home/insights/2022/04/the-future-of-the-metaverse.html.
  2. Generado por ChatGPT a partir de la consulta: “Describir las tendencias en el trabajo y los espacios de trabajo virtuales”.
  3. Marshall McLuhan. Understanding Media: The Extension of Man (New York, NY: Signet Books, 1964).
  4. Annie Erling Gofus. “Companies Look to Downsize Office Space as Remote Work Continues.” Global Workforce. March 23, 2023. https://www.worldwideerc.org/news/global-workforce/companies-look-to-downsize-office-space-as-remote-work-continues.
  5. Justin Nortey and Michael Rotolo. “How the Pandemic Has Affected Attendance at U.S. Religious Services.” Pew Research Center. March 28, 2023. https://www.pewresearch.org/religion/2023/03/28/how-the-pandemic-has-affected-attendance-at-u-s-religious-services/.
  6. Timothy Liu. “COVID Pandemic and Implications on Ecclesiology.” IMPACT Magazine. https://www.impact.com.sg/post/covid-pandemic-and-implications-on-ecclesiology.
  7. Rebecca E. Lacey, Meena Kumari, and Mel Bartley. “Social Isolation in Childhood and Adult Inflammation: Evidence from the National Child Development Study.” Psychoneuroendocrinology, 50, 85–94. https://doi.org/10.1016/j.psyneuen.2014.08.0074.
  8. Jonathan Sacks. Morality: Restoring the Common Good in Divided Times (New York, NY: Basic Books, 2020).
  9. Gordon Preece, Timothy Liu and Wong Siew Li,(ed.). “Lausanne Occasional Paper: Marketplace Ministry.” Lausanne Movement. 2004. https://lausanne.org/content/lop/marketplace-ministry-lop-40.
  10. Ben Wigert and Sangeeta Agrawal, “Returning to the Office: The Current, Preferred and Future State of Remote Work.” Gallup. August 31, 2022. https://www.gallup.com/workplace/397751/returning-office-current-preferred-future-state-remote-work.aspx.
  11. Gleb Tsipursky. “Does Remote Work Hurt Wellbeing and Work-Life Balance?” Forbes. Nov 1, 2022. https://www.forbes.com/sites/glebtsipursky/2022/11/01/does-remote-work-hurt-wellbeing-and-work-life-balance/?sh=234600ff4b20.
  12. Ng Jun Sen and Natasha Meah. “The Big Read: How COVID-19, dubbed the ‘inequality virus’, has further widened the rich-poor gap.” Channel News Asia. August 23, 2021. https://www.channelnewsasia.com/singapore/covid-19-inequality-virus-further-widened-rich-poor-gap-2127951.
  13. Marita Carballo. “Ricos y pobres: las razones de la brecha digital entre los jóvenes argentinos.” Clarin. June 4, 2018. https://www.clarin.com/opinion/ricos-pobres-razones-brecha-digital-jovenes-argentinos_0_S16SZaflQ.html.
  14. “32% of Argentine households without fixed Internet connection, says report.” Buenos Aires Times. November 6, 2021. https://www.batimes.com.ar/news/argentina/32-of-argentine-households-do-not-have-a-fixed-internet-connection-says-national-report.phtml.
  15. Mariya Brussevich, Era Dabla-Norris, and Salma Khalid. “Is Technology Widening the Gender Gap? Automation and the Future of Female Employment.” IMF. May 6, 2019.
  16. David Fang, Sonia K. Kang, Sarah Kaplan. “We need to make sure telecommuting does not exacerbate gender disparity.” The Lancet. July 11, 2022. https://doi.org/10.1016/S0140-6736(22)01211-9.
  17. George Orwell. Nineteen Eighty-Four (New York, NY: Signet Classics, 1949).
  18. Clea Skopeliti. “‘I feel constantly watched’: the employees working under surveillance.” The Guardian. May, 30, 2023. https://www.theguardian.com/money/2023/may/30/i-feel-constantly-watched-employees-working-under-surveillance-monitorig-software-productivity.
  19. Timothy Liu. “COVID Pandemic and Implications on Ecclesiology.” IMPACT Magazine. https://www.impact.com.sg/post/covid-pandemic-and-implications-on-ecclesiology.

Biografía del autor

David Doong

El Dr. David Doong (Doctor en Teología, Seminario Fuller) es actualmente secretario general del CCCOWE (Centro Chino de Coordinación de la Evangelización Mundial). Antes de ocupar su cargo actual, fue pastor y profesor adjunto en varios seminarios. Además, conduce el podcast Missional discipleship, en donde entrevista semanalmente a líderes cristianos chinos de todo el mundo. Es autor de Practical theology as discipleship (La teología práctica como discipulado) y Missional discipleship (El discipulado misional).

Ruth Elisabeth Kopf

Ruth Elisabeth Kopf es consultora asociada en Akiel: consultora de gestión empresarial y organizativa. Es capacitadora y coordinadora en el área de la Experiencia Humana. Desarrolla y lleva a cabo programas virtuales y presenciales de formación de líderes y actividades de construcción de equipos en organizaciones con y sin fines de lucro. Asimismo, es consultora y capacitadora de líderes de equipos remotos en América Latina y es voluntaria en el departamento de formación y miembro de la comisión de la FBO Fortalecer (www.fortalecerfamilias.org). También es profesora de inglés como lengua extranjera. Posee un diplomado en Recursos Humanos y se encuentra finalizando una licenciatura en Psicología, con especialidad en el campo organizacional y laboral.

Timothy Liu

Timothy Liu es un Catalizador de Lausana para el Ministerio del Mercado y Presidente del Foro Mundial del Trabajo de Lausana. Es también el CEO de Dover Park Hospice. Previamente fue Director de Ventas Regionales, Comercialización y Desarrollo de Negocios para varias compañías multinacionales en los campos de la ingeniería y tecnología. Es el fundador de Marketplace Christian Network (Red Cristiana del Mercado) y su pasión es ayudar a creyentes a hacer la conexión entre la fe y el trabajo. Tiene una licenciatura en Ingeniería Eléctrica y una maestría.

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