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SALUD GLOBAL

Martha Mwendafilumba, Michael Soderling & Annelies Wilder-Smith

En pos de una salud integral

Los cambios culturales han llevado al mundo a un momento crucial de la historia. Un ejemplo de estos cambios revolucionarios ocurrió en 1978 en una reunión celebrada en lo que hoy es Almatý (Kazajistán). De los principios propuestos durante este encuentro, en el que participaron delegados de 134 gobiernos y representantes de 67 organizaciones de las Naciones Unidas surgió una declaración titulada: «Salud para todos con vistas al año 2000».1 La palabra «salud» en este contexto se basó en la siguiente definición utilizada por la Organización Mundial de la Salud: «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no simplemente la ausencia de afecciones o enfermedades».2 Esta declaración fue elaborada para combatir la creencia común de aquella época (y posiblemente de todavía hoy) de que salud solo significaba que uno no estaba enfermo.

Se han logrado grandes avances hacia este objetivo, aunque aún queda mucho por hacer. Solo nos limitaremos a decir que la situación puede ser incluso más compleja que antes debido a los efectos del cambio climático, la creciente crisis de las personas desplazadas, las divisiones geopolíticas, la politización de la salud y las continuas consecuencias socioeconómicas de la pandemia de COVID-19.

En la actualidad, el sistema occidental de atención sanitaria (descrito de forma más precisa como un sistema de gestión de enfermedades) es la forma dominante de tratar a los seres humanos «enfermos». Es el sistema que se aplica (o, se podría decir, se impone) en casi todo el mundo. Es un sistema que desintegra el cuerpo humano y reduce al mínimo los problemas de salud del paciente mediante la comprensión y el tratamiento de los síntomas. Se basa en un diagnóstico rápido (que, por supuesto, a veces es necesario) y la aplicación de una terapia, para que el médico pueda pasar al siguiente caso de la manera más eficiente posible. El motor que impulsa este sistema se basa en un modelo de negocio que casi no deja espacio para un verdadero cuidado de la persona en su totalidad. Es un sistema costoso que la mayoría de los países no pueden pagar. Incluso en los países más desarrollados, como Estados Unidos, a muchas personas les resulta muy difícil recibir atención sanitaria de alta calidad.

«¿Sigue estando vigente el llamado de la Iglesia a los ministerios de salud, sanación y plenitud?». La respuesta fue un contundente ¡sí!

Este gran encuentro en Almatý en 1978 fue precedido, de hecho, por otro de exiguo tamaño en 1964. Unos dieciocho participantes de nueve nacionalidades, en su mayoría médicos misioneros, se reunieron para tratar la sanación en un contexto cristiano y responder a la pregunta: «¿Sigue estando vigente el llamado de la Iglesia a los ministerios de salud, sanación y plenitud?». La respuesta fue un contundente ¡sí!  Numerosas consultas globales siguieron en diversos contextos, y esas consultas condujeron a la formación de la Comisión Médica Cristiana (CMC) en 1968 dentro del Consejo Mundial de Iglesias (CMI).3 Desde sus oficinas ubicadas en Ginebra, los miembros de la CMC se reunieron periódicamente con miembros de la Organización Mundial de la Salud y tuvieron un papel destacado en el desarrollo de lo que se conoció como atención primaria de salud (APS). La explicación detallada y la promoción de la APS fueron el tema central del encuentro de Almatý. La adopción e implementación de los principios de la APS ha tenido una aceptación variada en todo el mundo. A pesar de todo lo que se ha hablado sobre la importancia de la APS en Estados Unidos, por ejemplo, la realidad es que el sistema allí se centra sobre todo en el tratamiento de enfermedades, no en la prevención y promoción de la salud. Más que un sistema de atención sanitaria, es un sistema de gestión de enfermedades.

Aunque se han logrado avances significativos en el tratamiento de las enfermedades, sigue habiendo un déficit importante en el tratamiento de la persona en su totalidad. Las tecnologías emergentes hacen que sea más probable encontrar una cura para el cáncer, mientras que, al mismo tiempo, los niveles de depresión y las tasas de suicidio alcanzan máximos históricos en algunas partes del mundo. Existe mucha confusión sobre lo que significa ser humano e identificarse como tal. Si bien la tecnología ha avanzado mucho en el tratamiento de las enfermedades contagiosas, también puede ser un agente de aislamiento y soledad, pues muchos buscan conexión y relación en el mundo virtual. La pandemia de COVID-19 no hizo más que acelerar este problema que ya estaba en desarrollo.

Curiosamente, y más a propósito de este artículo, entre esos dos encuentros antes mencionados de 1964 y 1978, tuvo lugar otra reunión en Lausana (Suiza), en 1974. Como la mayoría de los lectores saben, esta reunión tuvo como enfoque la evangelización mundial. Sin duda, este fue un punto crucial en la historia de la Iglesia global. Si bien muchos de los asistentes se sentían cómodos creyendo que la gran comisión se había logrado, ya que se podía considerar que todos los Estados nación tenían una iglesia, fue el doctor Ralph Winter quien señaló que no eran los Estados nación a los que debíamos prestar nuestra atención, sino a los ethnos («grupos étnicos» en griego) del mundo, de los cuales se estimaba que había unos trece mil. Este hecho tuvo grandes repercusiones en todo el mundo cristiano y dio lugar a numerosos y continuos proyectos cuyo objetivo puede describirse como concluir la tarea de la evangelización mundial. El Movimiento de Lausana es descendiente directo de esa reunión. A partir de allí, se han logrado grandes avances para llegar a los ethnos del mundo. En la actualidad, se estima que unos siete mil de estos grupos siguen sin recibir un testimonio de Jesús.4 Esto representa más del 40 % de los ocho mil millones de personas en este planeta. Se ha recogido la fruta más fácil, y la fruta restante parece estar fuera de alcance. Uno se podría preguntar: ¿qué tiene que ver esto con nuestro tema de la salud global? El resto de este artículo aclarará la conexión.

La salud global y la Gran Comisión

«Salud global» es un término que la mayoría no entiende bien. No es un tema que se suela discutir en muchas de nuestras iglesias. Puede ser de interés dentro de las agencias misioneras, aunque incluso en esas instituciones por lo general no hay una explicación de lo que significa el término. Puede que haya una vaga comprensión de que tiene algo que ver con la atención médica en los países en desarrollo (por ejemplo, el tratamiento de pacientes en clínicas y hospitales dirigidos por dedicados profesionales cristianos de la salud). Puede que algunos tengan conocimiento de los esfuerzos de salud comunitaria que se están llevando a cabo en todo el mundo. Otros pueden vincularlo más con la disciplina de la salud pública. Algunos incluso pueden entenderlo como un término relacionado con la salud del planeta. Por lo tanto, sostenemos que «salud global» es un término poco comprendido que requiere una definición clara, al menos para la Iglesia global.

Procuramos establecer dentro de la Iglesia el vínculo entre la salud y la rica palabra hebrea shalom, cuyo equivalente griego sería eirene. Ambas palabras suelen traducirse como «paz», lo que comúnmente interpretamos como una ausencia de conflicto. El antiguo concepto hebreo de paz, arraigado en la palabra shalom, significa plenitud, completitud, solidez, salud, seguridad y prosperidad, y equilibrio, lo que implica permanencia.5 En otras palabras, es una plenitud de mente, cuerpo y espíritu en el contexto social de cada individuo. El doctor Daniel Fountain lo explica mejor: «La salud no se puede definir. No es simplemente un objeto de análisis. Hacerlo así es pensar la salud de forma secular. La salud es vida, un regalo que recibimos, un don que debemos desarrollar y un camino que debemos recorrer. Podemos observar y analizar mucho a lo largo del camino. Podemos manipular y mejorar ciertos aspectos de la salud y la vida, pero nunca podremos comprender el todo».6 En ese mismo trabajo, el doctor Fountain desarrolla lo que puede verse como una comprensión de lo que es la salud desde una perspectiva bíblica.7

Aquí un ejemplo bíblico nos ayudará a agregar a nuestro conocimiento una comprensión que amplíe nuestro modelo intelectual sobre qué es la salud y cómo la Iglesia está llamada al ministerio de la salud, la sanación y la plenitud. Durante doce años, la mujer de Lucas 8:43-48 (también en Mateo 9:20-22 y Marcos 5:25-34) había tenido una hemorragia. Había gastado todo lo que tenía en médicos que no pudieron curarla. En aquel momento, la marginaban tanto como a cualquier leproso. Aislada de su familia y comunidad, y muy posiblemente al borde de la muerte debido a una anemia extrema, estaba desesperada, hasta tal punto que arriesgó todo para tocar el borde del manto de Jesús, creyendo que eso le quitaría su enfermedad física. Y aunque lo que efectivamente sucedió fue la sanación física, no iba a ser el final de la historia. Jesús la llamó. Sin duda con mucho miedo y temblor, tal vez pensando que podrían apedrearla por su acción, se adelantó para explicarse. ¿Se imagina el alivio que sintió cuando Jesús simplemente le dijo: «Hija (restauración de su salud mental y de su posición social), tu fe te ha sanado (sanación física). Vete en paz (eirene o shalom)»? Esto es atención sanitaria. Esto es cuidar de la persona en su totalidad, tal como lo hizo Jesús en su ministerio terrenal.

El modelo que Jesús nos muestra es lo que llamamos Cuidado Integral de la Persona (CIP), una forma integrada de cuidado que tiene en cuenta todos los aspectos de lo que significa ser humano; es decir, que existimos en forma corporal con una mente y un espíritu eterno. Tratar un aspecto de la «enfermedad» humana ignorando el conjunto es un enfoque reduccionista que en muchos casos puede no sanar verdaderamente al individuo. ¿Acaso en algún lugar del mundo se está implementando un modelo holístico de atención como el CIP?

A lo largo de la historia, se han construido cientos —sino miles— de hospitales misioneros en las regiones más difíciles del mundo, muchos de los cuales continúan su misión en la actualidad. No podemos estar seguros de las cifras, pero muchos cientos de estos hospitales han cerrado, se han alejado de su misión original o incluso han pasado a manos de gobiernos que no están interesados en la intención original para la cual se construyó el hospital.

Hay un número creciente de esfuerzos cristianos de salud comunitaria como nunca antes (aunque, nuevamente, no se conocen estadísticas al respecto). Además, hay muchas personas dedicadas a llevar la Palabra a muchos de los pueblos menos alcanzados del planeta a través de la atención sanitaria. Muchas de las agencias misioneras más grandes cuentan con numerosos profesionales de la salud en el campo. Sin embargo, aún no hemos encontrado ninguna que comprenda plenamente el potencial del CIP para llegar a los grupos étnicos no alcanzados.

Desafíos de la salud global

Hasta ahora este artículo ha dado una imagen muy breve de la realidad actual. El mundo está gastando enormes recursos en la consecución de su visión de la salud universal, utilizando una comprensión incompleta de la salud y adoptando un enfoque reduccionista en el cuidado de las personas. Cada vez se presta más atención a los determinantes sociales de la salud (DSS) e incluso se reconoce la importancia de la religión como determinante de la salud. Estas son tendencias positivas que debemos celebrar, pero aún no son suficientes. La Iglesia y sus representantes continúan preocupándose por los pueblos más marginados y menos alcanzados, aunque sus esfuerzos también pueden verse limitados por un enfoque reduccionista. Con demasiada frecuencia, la Iglesia ha tratado de amoldarse a los esfuerzos del mundo (por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible), en lugar de ser el estándar con el que todos los demás miden sus esfuerzos.

Con demasiada frecuencia, la Iglesia ha tratado de amoldarse a los esfuerzos del mundo (por ejemplo, los Objetivos de Desarrollo Sostenible), en lugar de ser el estándar con el que todos los demás miden sus esfuerzos.

Llegamos ahora al punto clave de este artículo que plantea la pregunta: ¿cuál creemos que es el desafío de salud global más complejo que enfrenta la Iglesia? ¿Es la persistente falta de acceso a una atención sanitaria de calidad por parte de los más marginados del mundo? ¿Es el hecho de que las enfermedades prevenibles siguen matando a millones de personas cada año? Si creemos que la salud está relacionada con la integridad de todo nuestro ser (mente, cuerpo y espíritu) funcionando bien en nuestro contexto, entonces el mayor desafío que enfrenta la Iglesia es el hecho de que alrededor del 40% de la población mundial no tiene la oportunidad de lograr la salud de toda la persona. ¿Por qué el 40%? Esa es la porción del mundo que no tiene acceso a las buenas nuevas de Jesús el Mesías.8 El aspecto más importante de la salud humana es el estado de nuestro espíritu eterno. Si más de 3000 millones de personas no tienen acceso al shalom de Dios a través de una relación con su Hijo Jesús y con la morada del Espíritu Santo, entonces no pueden experimentar la salud verdadera.

Rogamos pues que se produzca una gran convergencia dentro de la Iglesia, una convergencia de los esfuerzos que buscan cumplir la gran comisión con los que se centran en el más grande mandamiento. Los primeros, como el CIP, tienden a evitar las buenas obras, ya que se consideran una distracción del objetivo principal de ver una iglesia entre todos los grupos étnicos. Los segundos a veces solo se centran en la prestación de asistencia sanitaria a la manera del mundo, desprovisto del deseo último de que todos lleguen a un conocimiento salvador de Jesús el Mesías. No afirmamos que esta convergencia no esté ocurriendo, pero sí afirmamos que no es el enfoque dominante utilizado por la mayoría de aquellos que buscan llegar a los ethnos no alcanzados con las buenas nuevas. Rogamos que haya una respuesta tanto al más grande mandamiento (amar) como a la Gran Comisión (ir al mundo entero).

Oportunidades para la salud global

Imaginemos el impacto radical que podría estar teniendo el cuerpo de Cristo si tuviera una teología de la salud bien desarrollada que luego se pusiera en práctica en la forma de un verdadero cuidado integral de la persona. Imaginemos el impacto radical que nuestras iglesias podrían tener si se vieran a sí mismas como comunidades sanadoras no solo dentro de su propia estructura, sino también en las comunidades vecinas. Si solo el 10 % de nuestras iglesias funcionaran como verdaderos centros de CIP (o podríamos usar el término Centros de Atención Primaria Médica Centrados en Cristo) y utilizaran un enfoque basado en el trabajo en equipos, el impacto sería transformador no solo para las comunidades a las que sirven, sino también para las personas implicadas. Las siguientes son otras posibilidades de cara al futuro:

  • Los seminarios tienen una teología de la salud integrada en sus planes de estudios, que forman a los líderes de la Iglesia que son ejemplo de una vida sana y ayudan a sus miembros a hacer lo mismo.
  • Las escuelas cristianas de ciencias de la salud tienen una sólida teología de la salud totalmente integrada en su plan de estudios, brindando al mundo profesionales del CIP.
  • Las iglesias sirven como organizaciones líderes en su comunidad con respecto a la atención de las necesidades actuales de salud mental.
  • Los servicios de salud cristianos tienen una comprensión correcta de lo que es más importante para ayudar a las personas a vivir una vida sana; es decir, que el bienestar espiritual de la persona es de primordial importancia.
  • El testimonio de la Iglesia al brindar el CIP influye en los modelos seculares de gestión de enfermedades y los guía hacia un enfoque más holístico.
  • La Iglesia se compromete más plenamente en la implementación del CIP a medida que trabaja entre grupos étnicos no alcanzados, lo que lleva a un mayor número de movimientos hacia Jesús.
  • Las entidades centradas en Cristo en todo el mundo (por ejemplo, hospitales, clínicas y organizaciones de desarrollo comunitario) que prestan servicios en las regiones más necesitadas están equipadas con una estrategia para construir sostenibilidad y evitar la dependencia nociva de los recursos externos.
  • Los esfuerzos de asistencia sanitaria a corto plazo tienen como objetivo lograr prescindir de su propio trabajo.

Desde hoy hasta el año 2050

Los desafíos para ver la formación de esta gran convergencia serán formidables, pero las oportunidades abundan y no necesariamente requerirán el desarrollo de nuevas organizaciones. Los siguientes son algunos de los posibles desafíos:

  • La complacencia de la Iglesia obstaculiza el impulso y fomenta el abandono continuo de su llamado esencial a cuidar verdaderamente de la persona en su totalidad.
  • Los seminarios y las universidades bíblicas no pueden ver más allá de sus identidades pasadas y no pueden comprender lo que necesitan llegar a ser en el futuro.
  • Los programas de ciencias de la salud son reacios a desarrollar e implementar verdaderamente el CIP en su formación, a menudo por temor a los organismos de acreditación.
  • La Iglesia global en general no reconoce el valor de la investigación y no invierte en ella.
  • Las poderosas fuerzas de la occidentalización y la globalización promueven un estilo de vida y una dieta poco saludables, y buscan ampliar el predominio de una forma de atención sanitaria que no es más que la gestión de enfermedades.
  • Será difícil enfrentar el poder y la influencia de un movimiento de salud y atención sanitaria dominado por Occidente en todo el mundo.
  • Los desafíos económicos actuales de los países de ingresos bajos y medianos bajos impiden el progreso en los parámetros de salud.
  • Los contextos hostiles (a escala local, nacional y mundial) apagan las esperanzas de crecimiento y transformación hacia el CIP.

Las oportunidades son numerosas:

  • Las redes cristianas tienen alcance global para hacer realidad la misión del CIP.
  • Se pueden formar asociaciones entre programas de estudios bíblicos y teológicos y programas cristianos de ciencias de la salud para ayudarse mutuamente a integrar una comprensión completamente bíblica de la salud en el ADN de sus escuelas y programas.
  • Los hospitales cristianos pueden formar una asociación mundial para establecer contactos, conversar sobre dificultades y compartir prácticas emergentes y mejores para sus llamados.
  • Las mejores prácticas para los esfuerzos de atención sanitaria a corto plazo pueden adoptarse e implementarse a mayor escala, brindando un empoderamiento comunitario que restablezca la dignidad y el propósito de la comunidad más allá del alivio a corto plazo.
  • Las iglesias locales tienen la oportunidad de ser un importante proveedor de APS utilizando enfoques centrados en Cristo y basados en el trabajo en equipo para el CIP en sus comunidades.
  • Los trabajadores de BAM (Business as Mission [Negocios como misión]) pueden asociarse con hospitales, clínicas y otros proveedores de atención sanitaria para pensar de manera innovadora sobre servicios de atención médica sostenibles en las zonas más necesitadas.
  • Las personas que trabajan en el CIP pueden colaborar para lograr un mayor impacto.
  • En todo lo anterior, el avance del CIP puede hacer avanzar significativamente la causa del evangelio para cada persona, las iglesias que hacen discípulos para cada pueblo y lugar, los líderes cristianos para cada sector de la Iglesia y el impacto del reino en cada esfera de la sociedad.

Estos cambios radicales en tantos niveles requerirán recursos. ¿Qué hará falta para seguir pensando y luego hacer lo que se propone?

De los ingresos obtenidos por las familias cristianas, el 98,3% se destina a las necesidades del hogar (vivienda, comida, automóviles, etc.), mientras que el 1,7% se destina a cualquier causa cristiana. De este 1,7%, el 82% se destina a iglesias y organizaciones locales, el 12,2% a la ayuda local o nacional y el 5,8% a misiones globales en el extranjero. De este 5,8%, solo el 1,8% se gasta en llegar a grupos étnicos no alcanzados. En otras palabras, por cada cien mil dólares que ganan los cristianos, solo se donan 1,70 dólares para poder llegar a los pueblos no alcanzados.9 Esto debe cambiar.

La Iglesia ha realizado muy poca investigación relacionada con sus esfuerzos para ayudar a las personas a estar sanas. Hasta hace poco, no existía ninguna revista académica centrada en la salud global desde una cosmovisión bíblica. El Christian Journal for Global Health ha llenado este vacío.10 No tenemos conocimiento de un instituto de investigación de salud global fundado y funcionando desde una cosmovisión bíblica, aunque se está desarrollando uno en la Universidad Internacional William Carey.11

Los recursos para la movilización incluyen el curso Perspectivas del Movimiento Cristiano Mundial.12 Este curso ha tenido un tremendo impacto en la movilización de miles de personas para el trabajo intercultural, pero ha explorado muy poco el papel que ha desempeñado la atención sanitaria cristiana en la introducción del evangelio en grupos ethnos que de otra manera estarían cerrados. El curso Christian Global Health in Perspective ahora llena ese vacío.13

Existen numerosas organizaciones y redes cristianas en todo el mundo.14 Además, existe la Plataforma de Asociaciones Cristianas de Salud de África, que está compuesta por unos 44 miembros.15 En la India tenemos la Asociación del Hospital Emmanuel con más de veinte miembros.16 Christian Medical Fellowship (CMF) en el Reino Unido y, a nivel internacional, la Asociación Internacional Cristiana Médica y Dental (ICMDA, por sus siglas en inglés) e IHS Global capacitan a profesionales de la salud para que testifiquen a Cristo a los pacientes.17 Healthcare Christian Fellowship International tiene un propósito similar, con numerosas sucursales en todo el mundo.18

Dentro del Movimiento de Lausana, existen numerosos recursos en la página Salud para Todas las Naciones, incluida una excelente Aula Global sobre este tema.19

Alentamos la formación de varios programas piloto que buscan incorporar los principios que promovemos en este artículo. Estos programas podrían incluir el siguiente mandato:

  • Capacitar y empoderar a las agencias misioneras que estén dispuestas a equipar y enviar equipos de CIP a corto y largo plazo a lugares ethnos no alcanzados. Preferiríamos que al menos la mitad de ellas fueran agencias misioneras formadas y basadas en un contexto mundial mayoritario.
  • Reclutar iglesias que estén dispuestas a explorar los fundamentos bíblicos del CIP, cuyos miembros luego lo implementarán en sus iglesias utilizando un enfoque basado en el trabajo en equipo.
  • Construir asociaciones de manera proactiva entre seminarios y escuelas cristianas de ciencias de la salud, para que juntos exploren los fundamentos bíblicos de una teología de la salud y luego integren esa teología de la salud en el núcleo de sus programas.

En resumen, la visión de la salud global es la visión de ver el shalom de Cristo experimentado entre todas los ethnos. Amén, y que así sea.

Notas finales

  1. World Health Organization y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. (1978, 6-12 de septiembre). Primary Health Care: Report of the International Conference of Primary Health Care [Atención Primaria de Salud: Informe de la Conferencia Internacional de Atención Primaria de Salud]. Recuperado de https://www.unicef.org/media/85611/file/Alma-Ata-conference-1978-report.pdf.
  2. World Health Organization. (2019, 31 de mayo). Constitution [Constitución]. Recuperado de https://www.who.int/about/governance/constitution.
  3. El acceso a los informes de estas consultas está disponible previa solicitud a [email protected].
  4. https://joshuaproject.net/global/progress
  5. Perlman, S. (2018, 27 de agosto). What Is Shalom: The True Meaning [¿Qué es Shalom: El Verdadero Significado]. Inherit. Recuperado de https://jewsforjesus.org/publications/inherit/what-is-shalom-the-true-meaning (énfasis añadido).
  6. Fountain, D. (1989). Health, the Bible, and the Church [Salud, la Biblia y la Iglesia]. Wheaton, IL: The Billy Graham Center.
  7. Un resumen de diez puntos se puede encontrar en What Is Health? [¿Qué es Salud?]. Health for All Nations. Recuperado de https://www.healthforallnations.com/about-what-is-health.html.
  8. https://joshuaproject.net/people_groups/statistics
  9. https://www.missionfrontiers.org/issue/article/giving.
  10. https://journal.cjgh.org.
  11. https://www.wciu.edu/.
  12. https://www.perspectives.org/.
  13. https://www.cghiperspective.com/.
  14. https://www.healthforallnations.com/resources-links.html.
  15. https://africachap.org/.
  16. https://eha-health.org/.
  17. https://icmda.net/; https://www.ihsglobal.org/.
  18. https://www.hcfglobal.org/
  19. https://lausanne.org/networks/health-for-all-nations

Biografía del autor

Martha Mwendafilumba

Martha Mwendafilumba es cocatalizadora de la Red de Salud para Todas las Naciones del Movimiento de Lausana. Martha ha trabajado para el gobierno de Zambia, luego en el sector de las ONG con CARE International, la Red Global para la Salud de Mujeres y Niños, World Vision y, últimamente, en el Centro de Investigación de Infecciones y Enfermedades de Zambia. Martha colabora periódicamente con el gobierno de Zambia en comités técnicos y participa en la elaboración de directrices, políticas y manuales de capacitación para los trabajadores de la salud. También es miembro de la junta directiva y presidenta regional para África de Nurses Christian Fellowship International (NCFI).

Michael Soderling

Michael Soderling ejerció como obstetra y ginecólogo en la práctica privada durante 10 años antes de seguir el llamado de Dios para servir en América Central durante 11 años. A su regreso a los EE.UU. en 2012, Mike asumió el papel de Director de Salud para All Nations, un proyecto de Frontier Ventures. Su llamado es conectar, convocar y catalizar hacia la meta de salud (shalom) para todas las naciones (ethne). Ha sido co-catalizador de la Red de Salud para Todas las Naciones dentro del Movimiento de Lausana desde 2013. Mike vive con su esposa y su hija en Milwaukee, Wisconsin, EE.UU.

Annelies Wilder-Smith

La doctora Annelies Wilder-Smith es profesora de enfermedades infecciosas emergentes en la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres y profesora invitada de investigación de enfermedades infecciosas en la Escuela de medicina Lee Kong Chian. Es una experta de renombre mundial en viajes y medicina tropical. Fue presidenta de la Sociedad Internacional de Medicina del Viajero (ISTM, por sus siglas en inglés) y presidenta de la Sociedad de Medicina del Viajero de Asia y el Pacífico, así como también presidenta de la Conferencia Regional de la ISTM en Singapur.

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