Introducción
Desde la clausura del Tercer Congreso de Evangelización Mundial de Lausana en 2010, América del Norte ha experimentado cambios tectónicos en materia de cultura y de religión. El próximo Cuarto Congreso de Lausana constituye una ocasión única no solo para escuchar, sino también para reflexionar sobre los actuales desafíos y oportunidades a los que nos enfrentamos en el contexto norteamericano.
Aunque hay numerosos asuntos de interés tanto en Canadá como en Estados Unidos, este informe se centra en la rápida y desigual secularización de la sociedad, la influencia de los nuevos y tradicionales ídolos culturales, las posibilidades que ofrecen los avances sin precedentes en el ministerio digital y la transformación que experimenta el pastorado como consecuencia de estos cambios sociales y políticos. Para cada tema, el presente informe se propone identificar las implicaciones de estos cambios, los desafíos que plantean a las iglesias y a la misión y las oportunidades que tienen los líderes para el cumplimiento de la gran comisión. De cara a 2050, aunque las complejidades y los desafíos a los que se enfrentan las iglesias en América del Norte son desalentadores, creemos que estas albergan un enorme potencial misionero.
¿Cuál es la influencia social del cristianismo?
La secularización de América del Norte
El principal asunto relacionado con el estado de la gran comisión en América del Norte es la transición de un cristianismo culturalmente dominante a una sociedad poscristiana o secular. En tan solo dos décadas, el porcentaje de personas que se identificaban como cristianas en Canadá ha disminuido en casi una cuarta parte hasta situarse en el 53,3 % en 2021. A pesar de ser un descenso menos drástico, la autoidentificación cristiana en EE. UU. también ha caído del 78 % en 2007 al 63 % en 2022. Estos cambios nacionales presentan variaciones significativas en función de la demografía, las regiones y las tradiciones religiosas, pero en conjunto reflejan una amplia tendencia a abandonar la identificación social con el cristianismo.1 Más allá de la identificación, se puede observar la secularización de forma más tangible en el descenso de la asistencia a la iglesia y de los miembros. En 2021, el número de miembros de las iglesias estadounidenses cayó por debajo del 50 % de la población por primera vez en los 80 años que Gallup lleva realizando este seguimiento.2
Este proceso de secularización en América del Norte representa un movimiento ya en marcha en muchas otras naciones occidentales hacia formas privatizadas de fe y el abandono de las tradiciones y normas cristianas en las que antes se basaban las creencias y las prácticas sociales.
El auge de los «nones»
Una de las principales consecuencias de la secularización en América del Norte ha sido el consiguiente alejamiento de las formas tradicionales o institucionales de religión en favor de una identidad espiritual individual e interiorizada. Los sociólogos y los responsables de ministerios identifican a este creciente grupo como los «nones» religiosos, aquellos que no se identifican con «nada en particular» en las encuestas de opinión pública. En las últimas décadas, el aumento de los «nones» religiosos ha sido una de las tendencias más significativas del panorama religioso de América del Norte. En Estados Unidos, el porcentaje de «nones» pasó del 16 % en 2007 al 28 % en 2023. Como se ha señalado anteriormente, en Canadá, el número de «nones» se ha más que duplicado, pasando del 16,5 % en 2001 al 34,6 % en 2021. Además, la generación Z tiene casi el doble de probabilidades que los baby boomers de identificarse como no afiliados a ninguna religión, lo que refuerza la urgencia de comprender los desafíos y oportunidades únicos de llegar a los «nones».
Aunque a menudo se incluye en la misma categoría que los ateos o los agnósticos, los «nones» se caracterizan por su ambivalencia ante las formas establecidas de religión y espiritualidad. Suelen creer en Dios o en otro poder superior, rechazan la idea de que la ciencia puede explicarlo todo, consideran que la espiritualidad es esencial en sus vidas, afirman que la religión es perjudicial pero también beneficiosa y no suelen asistir a servicios religiosos. Casi tres cuartas partes de los «nones» se criaron en hogares religiosos, lo que contribuye a una mayor tendencia social de cambio religioso.
El desafío del analfabetismo bíblico
Una consecuencia crucial de la secularización de América del Norte a la que se enfrentan los líderes eclesiásticos es la progresiva degradación de la alfabetización cultural en temas, lenguaje y narrativa bíblicos. Desde hace varias generaciones, los líderes eclesiásticos de América del Norte han disfrutado —y luchador— con un cristianismo nominal o cultural que a menudo presuponía un marco religioso común. Estas definiciones comunes proporcionaban un lenguaje religioso mediante el cual los cristianos podían comunicar el evangelio, dando forma a las prácticas misionológicas norteamericanas durante generaciones.
El desafío inmediato que plantea el aumento del analfabetismo bíblico cultural es la manera en que comunicamos el evangelio. Sin un conocimiento básico de la Biblia, los predicadores y los líderes se enfrentan a conceptos erróneos duraderos y a suposiciones del cristianismo propias de una sociedad poscristiana incipiente. Sin un conocimiento de primera mano de la Biblia, las personas son susceptibles a interpretaciones erróneas propagadas por la cultura popular o por fuentes sesgadas. El analfabetismo bíblico puede dar lugar a percepciones distorsionadas de las creencias y valores cristianos, obstaculizando los esfuerzos por salvar las diferencias culturales y fomentar el respeto mutuo.
A pesar de ser un desafío, el aumento del analfabetismo bíblico ofrece a las iglesias de América del Norte una oportunidad única para innovar y renovar su estrategia misionera. A medida que los modelos tradicionales de evangelización resultan menos eficaces, los líderes se ven obligados a incorporar enfoques misioneros y evangelísticos que tomen en cuenta las diversas comunidades y perspectivas.
Los norteamericanos tienen muchas oportunidades de volver a examinar la historia de Jesús, replanteándose cómo proclamar las verdades fundamentales de la fe cristiana a un público desconocido. Al retomar las cuestiones sobre Dios, el pecado, la salvación, la creación y el propósito, no solo descartamos los supuestos sobre la alfabetización bíblica de nuestros oyentes, sino que también optamos por recontextualizar la verdad bíblica a las nuevas cuestiones de significado y propósito que motivan a la sociedad norteamericana.
Además, al adoptar estrategias innovadoras —como los estudios bíblicos en línea, los pódcasts y los recursos multimedia—, las organizaciones y los líderes utilizan nuevos métodos que amplían la forma de educar a la cultura y a la Iglesia en la historia bíblica. Al escuchar a las comunidades marginadas —tanto en el país como en el extranjero— los líderes están desarrollando nuevas vías para enseñar, proclamar y relatar la verdad bíblica en un lenguaje que traspasa las barreras de la ignorancia y las suposiciones de una sociedad poscristiana.
De cara a 2050, si bien las iglesias norteamericanas siguen siendo influyentes, se enfrentan a una sociedad en la que su influencia se reduce a gran velocidad. El predominio del cristianismo en el pasado definió siglos de misionología en Canadá y Estados Unidos, y su continuo declive señala la necesidad de reorientar nuestro enfoque. El analfabetismo bíblico, la disminución y la incoherencia en la asistencia a la iglesia, y el aumento de los «nones» religiosos son elementos de este cambio tectónico que continuará dando forma a la manera en que llevamos a cabo la gran comisión.
¿En qué deposita su esperanza la sociedad?
La esperanza en la política como fuente de protección y victoria
La esperanza de la sociedad en la política no es ni exclusiva de América del Norte ni una tentación reciente. Sin embargo, la reciente radicalización de nuestro lenguaje y prácticas políticas refleja una sociedad que busca cada vez más en sus líderes y partidos políticos la salvación y, en muchos casos, la victoria. Esta promesa de poder sobre los supuestos enemigos prevalece en la política norteamericana y pesa sobre los líderes eclesiásticos que buscan permanecer fieles como testigos proféticos en medio del quebrantamiento.
Como un poderoso ídolo en toda la sociedad, la tentación de buscar esperanza en la política ha resultado atractiva para muchos cristianos como un medio de conservar el poder cultural y la influencia ante el aumento de la secularización. Esta tendencia se ha visto exacerbada por los políticos, los partidos y los medios de comunicación que, con entusiasmo, se aprovechan de las preocupaciones cristianas sobre la moralidad pública y el control institucional. En estos casos, la buena nueva de Jesús corre el peligro de ser cooptada por líderes e ideologías que ofrecen seguridad a la hegemonía cristiana. La consecuencia suele ser una mezcla de la prominencia cultural histórica del cristianismo con nuestro llamamiento a la gran comisión.
Inevitablemente, esta cooptación plantea dos desafíos en la labor de la gran comisión. El primero es que la degradación de nuestro testimonio público como cristianos puede aparecer ante la sociedad como una búsqueda de poder y pragmatismo. Si a esto añadimos el apoyo a políticos y a causas impías, la seguridad a corto plazo se convierte en una pérdida a largo plazo: la politización de nuestras iglesias. A la inversa, el miedo a la política puede conducir a una forma de quietismo que renuncia a ella como herramienta fundamental y parte de nuestro llamamiento a comprometernos con el mundo. Al ser dos democracias dinámicas, tanto Canadá como Estados Unidos ofrecen importantes oportunidades para que los cristianos tomen parte en el proceso político y defiendan la verdad bíblica en la arena pública de un modo que trascienda la afiliación partidista.
El segundo es la división interna, dado que el aumento de la fragmentación, la división y la desunión entre las iglesias norteamericanas suele obedecer a filiaciones políticas divergentes. Lejos de ser un testimonio profético, la división ideológica entre los miembros de las iglesias y las asociaciones ministeriales puede reflejar muchas veces las líneas partidistas más que las doctrinas y la misión. Por lo general, la intensidad de la división política puede resultar paralizante para las iglesias y los ministerios. El reto para estos líderes y comunidades consiste en perseverar tanto en la verdad como en el amor, siendo conscientes de que esto nunca apaciguará las voces disidentes de nuestro entorno.
Si bien esta esperanza cultural se encuentra plagada de desafíos, existen oportunidades significativas para que las iglesias y las comunidades de creyentes modelen una presencia profética. Un aspecto fundamental de este modelo profético es que los líderes de América del Norte sean capaces de perdurar como «personas moldeadas por la palabra de Dios, que comparten la misión de Dios y viven bajo la autoridad de su reino».3 Para ello, seguirá siendo necesario el diálogo, la gracia y el perdón entre los líderes eclesiásticos mientras nos esforzamos por contrarrestar la presión divisoria tanto en la cultura como en nuestros bancos y púlpitos.
La esperanza en la identidad como fuente de sentido y significado
La identidad personal en la sociedad norteamericana se ha convertido en una cuestión compleja y central, que se entrelaza con los valores tradicionales de individualismo y autonomía del continente. A medida que la autoexpresión, la autocreación y la autorrealización se han ido convirtiendo en elementos primordiales de la sociedad, la identidad se ha erigido como el principal depósito de falsas esperanzas. En el fondo, estos ídolos ofrecen soluciones simplistas a cuestiones complejas sobre el significado, el propósito y la pertenencia.
Hacerse camino entre los ídolos de la autocreación puede ser una tarea desalentadora para los líderes eclesiásticos. La sociedad norteamericana no solo aplaude, sino que exige la validación pública de los viajes de autodescubrimiento, especialmente en lo que respecta al género y la sexualidad. Como las críticas a estos temas suelen suscitar fuertes reacciones debido a su naturaleza intensamente personal, transitar por los límites de la identidad puede resultar tenso.
En América del Norte, un problema importante que surge de este desafío identitario es el vertiginoso aumento de las identidades sexuales y de género no tradicionales. El auge de las identidades LGBTQ a la vez que ha revolucionado la cultura secular ha provocado una importante división cultural. Esta división se observa sobre todo en la generación Z y en los jóvenes, para quienes la adopción de diversas identidades sexuales y de género forma parte de una búsqueda más amplia de sentido y pertenencia. Estudios recientes indican que la identidad LGBTQ está más extendida entre los adultos de las nuevas generaciones que entre los de las anteriores, lo que refleja la evolución del panorama moral y religioso en el que maduran.
A pesar de estos desafíos, existen respuestas misioneras que ofrecen tanto un testimonio profético como atención pastoral. Partiendo de la imago Dei, un renacimiento de la teología y la misionología cristianas aboga por la dignidad y el valor inherentes de la humanidad, ofreciendo un discurso alternativo a la ética cultural imperante. Además, apostar de nuevo por la Iglesia como lugar de pertenencia y misión puede ofrecer una alternativa a las comunidades que vagan por las innumerables identidades de la sociedad secular. Al ser un cuerpo unificado, fortalecido por el Espíritu y cimentado en la Palabra, la comunidad de creyentes ofrece una identidad comunitaria que trasciende las búsquedas individualistas y que ofrece una esperanza eterna en un mundo caído. Una comunidad de este tipo se convierte en un espacio en el que florece el evangelio y prospera el testimonio cristiano
La fe se desarrolla cuando nuestra identidad fluye de Cristo y de su misión, más que de cualquier otra identidad, incluida la orientación sexual o el contexto sociopolítico. Al replantear las cuestiones de identidad en el contexto de la misión, existen oportunidades para que las iglesias norteamericanas ofrezcan una identidad verdadera y plena arraigada en Cristo, equipando a las personas para un propósito eterno. La iglesia puede ofrecer una identidad en Cristo que aporte integridad y plenitud.
La esperanza en la tecnología como fuente de conexión y eficacia
Si bien las nuevas tecnologías y plataformas digitales ofrecen amplias oportunidades para la evangelización y la misión, este potencial a menudo puede ocultar las formas en que la sociedad norteamericana ha ido depositando en mayor grado su esperanza en la tecnología como ídolo. Con la promesa de eficiencia, de conectividad, de panaceas sociales y de felicidad, la tecnología se ha convertido en un atractivo salvador para muchos, alimentando un complejo ídolo en evolución que desafía y ofrece oportunidades para la gran comisión.
En primer lugar, la idolatría tecnológica ha reconfigurado los valores culturales de la autoridad y la comunicación, reduciéndolos a marcas o plataformas que ensalzan la fama y el tribalismo por encima de la sustancia. A medida que las herramientas digitales se centran en las plataformas, las voces de las redes sociales fomentan la división, la controversia y el absurdo, haciendo que el carácter y la experiencia sean secundarios, cuando no irrelevantes. Dentro de las iglesias y los ministerios, esta tentación también puede hacer que pastores famosos y líderes con plataformas prevalezcan sobre otros líderes cualificados por su piedad y madurez espiritual.
En segundo lugar, la idolatría tecnológica ha alimentado una obsesión cultural por el entretenimiento. Rebosante de contenido, la tecnología ha introducido los medios de comunicación en nuestra vida diaria, dando lugar a una sociedad siempre conectada y distraída. El resultado es una mentalidad consumista que antepone nuestra necesidad de entretenernos a la de servirnos los unos a los otros. Este ídolo se deja sentir especialmente en las iglesias y los ministerios, donde el consumismo puede dar lugar a congregaciones y comunidades orientadas en torno a preferencias personales más que a la misión.
En tercer lugar, la idolatría tecnológica ha acelerado nuestra búsqueda social de la productividad. En contraste con la concepción bíblica del sábado, la tecnología ha incrementado nuestras prioridades sociales de eficiencia y productividad al invadir nuestro descanso con trabajo y ocupaciones a una escala impensable hace tan solo una generación.
A pesar de estos desafíos, el aprecio cultural que tenemos por la tecnología presenta oportunidades únicas. Desde la radio hasta la televisión, los cristianos de América del Norte han reconocido a lo largo de la historia el poder redentor de la tecnología como herramienta fundamental para la misión evangélica. Los pioneros del cristianismo ya están sacando partido de los medios y plataformas en línea para contar la historia del evangelio de maneras novedosas y llegar a comunidades que quizá nunca se involucrarían con las instituciones cristianas tradicionales.
A medida que la tecnología sigue revolucionando la sociedad, la tarea fundamental para la próxima generación será resistirse a los peligros de perder lo que es esencial para el florecimiento humano y comunitario, aprovechando al mismo tiempo su gran potencial. Se trata de un desafío y una oportunidad para aprovechar las nuevas tecnologías y, a la vez, demostrar a la sociedad norteamericana que estas no son capaces de salvar, sino que son una mera herramienta para proclamar a Aquel que sí puede hacerlo.
¿En qué consiste el ministerio en la era digital?
Innovaciones y adaptaciones de la Iglesia en línea
Pocas innovaciones han desafiado y puesto a prueba nuestros supuestos y convicciones en torno a la iglesia más que el crecimiento del ministerio en línea. La pandemia aceleró lo que ya había sido una adopción rápida y generalizada de la iglesia en línea en todas las denominaciones, demografías y regiones de América del Norte. Cuando la pandemia se disipó, muchas iglesias norteamericanas siguieron utilizando las herramientas digitales para mantener sus congregaciones en línea mientras volvían a los formatos tradicionales presenciales.
En primer lugar, las iglesias han empezado a utilizar los espacios digitales para fomentar un sentimiento de pertenencia a la congregación y para llegar a las comunidades de su entorno. Lejos de ser una cuestión secundaria, las iglesias reconocen el papel esencial que desempeñan las redes sociales y los recursos en línea en la vida de sus fieles y como potenciales herramientas para el discipulado. Desde la creación de grupos de nuevos creyentes en Zoom hasta la publicación de videos de aliento en YouTube, son cada vez más las iglesias locales que adoptan las plataformas en línea como prácticas ministeriales fundamentales. Hoy en día, la «puerta de entrada» a la iglesia está pasando rápidamente de los sitios web a las redes sociales y otros recursos en línea.
En segundo lugar, las iglesias están experimentando —y a veces luchando— por integrar los servicios en línea y presenciales a fin de crear una comunidad de creyentes cohesionada. La expansión de la Iglesia en línea durante la pandemia liberó el potencial que tenían las iglesias locales para llegar y servir a los miembros de la comunidad que normalmente no podían o no querían asistir a los servicios. Sin embargo, mientras los líderes se enfrentan a las deficiencias inherentes a los servicios exclusivamente en línea, las iglesias están empezando a experimentar con comunidades híbridas que incorporan elementos presenciales y en línea. Gracias al uso de herramientas virtuales en grupos pequeños, en ministerios de evangelización y en estudios bíblicos, las iglesias han empezado a integrar los espacios virtuales como parte esencial de sus estrategias misioneras y de discipulado.
A medida que las iglesias siguen experimentando e innovando con la integración de espacios y recursos en línea y presenciales, los líderes se enfrentan al desafío fundamental de desarrollar una base sólida para la eclesiología y la misionología digitales. Es evidente que siguen existiendo lagunas en ambas, lo que limita su uso como herramientas prácticas que permitan a las iglesias participar eficazmente en los espacios digitales y como directrices reflexivas para una misión digital saludable.
El potencial de la misión y la evangelización digitales
Las plataformas digitales abren las puertas a comunidades a las que antes no llegaban los ministerios tradicionales. Su naturaleza descentralizada ofrece nuevas oportunidades para la innovación, que van desde las misiones a la evangelización y la formación espiritual. El aumento de los espacios digitales ofrece a los laicos la posibilidad de llegar a sus comunidades. Las plataformas digitales han hecho que el evangelio sea más accesible que en ningún otro momento de la historia de la Iglesia y han creado un espacio que permite a la totalidad de la Iglesia llegar a todo el mundo. Además, como muchos predican su propio «evangelio» por medio de estas plataformas, es esencial que también se proclame el (verdadero) evangelio.
En la última década, los ministerios evangelísticos han llevado el testimonio a internet a través de sitios web y redes sociales, creando eventos en vivo y planes de estudio en línea dirigidos a buscadores y exploradores espirituales. Aunque la llegada de los eventos en tiempo real fue una iteración de la radiodifusión, la interacción en vivo de los espectadores y el seguimiento intencional de los coordinadores del evento se esforzaron por llenar los vacíos entre la radiodifusión digital y el evangelismo personal, lo que abrió la puerta para que más cristianos participaran en la evangelización en línea.
El auge de plataformas de redes sociales en línea como TikTok e Instagram encierra un gran potencial para la innovación misionera más allá de la misión digital enfocada a la evangelización. En estas plataformas, los evangelistas presentan temas y tópicos que tratan sobre el significado, el propósito, la identidad, la salud mental y la apologética. El papel de evangelista-influyente, impulsado por la personalidad suele verse como el de una persona corriente que acompaña al buscador en su recorrido espiritual.
A medida que avanza la tecnología, los ministerios de evangelización siguen lidiando con la tensión existente entre la radiodifusión digital frente al evangelismo personal y la creación de contenidos frente a la proclamación del evangelio. Son muchos los ministerios que están utilizando plataformas de reuniones en línea como punto intermedio, lo que les permite reunirse fácilmente en línea y, al mismo tiempo, mantener la singularidad que suponen las conversaciones dinámicas y el desarrollo de vínculos.
¿Qué cambios están experimentando el pastorado y la iglesia?
El poder y el potencial de la emergente generación Z
La generación Z, la más diversa desde el punto de vista étnico y social, ha sido moldeada por profundos cambios sociales y avances tecnológicos. La consecuencia de ello es un grupo demográfico que suele rechazar las normas convencionales que definen la vida y los planteamientos religiosos tradicionales.
La generación Z tiende a ser más independiente y autosuficiente, lo que se pone de manifiesto en su firme convicción de «resolver los problemas» sin la dirección de las autoridades. La generación Z, los primeros y auténticos nativos digitales, desea participar activamente en el debate más que consumir o seguir un modelo ya establecido. Su escepticismo natural ante las jerarquías inherentes a las instituciones lleva a esta generación a buscar oportunidades que las desafíen y remodelen.
La colisión del deseo creativo y la reforma disruptiva da lugar al estimulante potencial que posee la generación Z para remodelar el cristianismo norteamericano. Los ministerios que han conseguido alcanzar y empoderar a la generación Z han dado prioridad a la autenticidad y a la comunicación abierta, al darles mayor protagonismo y equiparlos para que puedan liderar el diálogo.
Puesto que la generación Z lucha por reconciliar las creencias religiosas con su deseo de autenticidad y relevancia dentro de las cambiantes normas sociales, pueden ser vistos como rebeldes en lugar de como auténticos buscadores de la verdad. Es probable que la generación Z responda con desconexión o alienación cuando las iglesias eludan los temas controvertidos u ofrezcan respuestas autoritarias sin tener en cuenta sus dudas y complejidades. A medida que la generación Z continúa su búsqueda de significado e identidad, la Iglesia puede ayudarles a entender que encarnar las enseñanzas de Jesús de forma genuina y transformadora puede satisfacer estas necesidades y remodelar nuestro mundo.
La nueva realidad de la diversidad racial y étnica
La diversidad étnica en América del Norte está empezando a moldear y remodelar las instituciones religiosas tradicionales. De cara a 2050, la constante aparición de líderes de color en estas instituciones contribuirá decisivamente a su renovación y a una mayor eficacia en la evangelización y la misión.
Las iglesias de Estados Unidos y Canadá experimentan una rápida diversificación étnica a medida que la inmigración sigue influyendo en la composición demográfica de ambas naciones. Por ejemplo, el número de miembros de las Asambleas de Dios en Estados Unidos ha aumentado anualmente durante las últimas tres décadas, en contraste con otras denominaciones que han experimentado un descenso continuo. En el caso de muchas denominaciones, instituciones y redes, el crecimiento numérico suele ser consecuencia directa del aumento de miembros no blancos, como demuestra el crecimiento (hasta hace poco) de las Asambleas de Dios, donde las «minorías étnicas» representan ahora casi la mitad de sus miembros. Conforme las personas de color sigan ganando influencia y puestos de autoridad en estas instituciones, dispondrán de mejores recursos para liderar las reformas necesarias que permitan alcanzar una sociedad norteamericana diversa.
Gracias a la inmigración, la iglesia global influye de manera significativa en la imagen del evangelicalismo y la evangelización de cara al futuro. La plantación de iglesias multiétnicas se ha convertido en la corriente principal de la mayoría de las denominaciones y redes evangélicas en América del Norte. El liderazgo heterogéneo de los equipos de plantación de iglesias se considera una manifestación del evangelio y un testimonio para un mundo no creyente de que en Cristo se puede derribar la hostilidad entre los diversos grupos.
Entre las complejidades culturales actuales y los crecientes desafíos que afronta el testimonio de la Iglesia en América del Norte se encuentran la convergencia de problemas históricos que afectan a los pueblos indígenas, la crisis fronteriza entre Estados Unidos y México y las secuelas de las políticas de segregación y racismo institucional. Parte del testimonio evangelizador de la Iglesia consiste en ofrecer una voz profética en medio de estas cuestiones, admitiendo al mismo tiempo sus prejuicios y su complicidad, especialmente en su historia y sus estructuras sistémicas.
La evolución del pastorado en América del Norte
Del mismo modo que la sociedad norteamericana está evolucionando rápidamente, estos cambios se reflejan en un pastorado cambiante. Si analizamos las tendencias generales de un pastorado en reconfiguración, encontramos que existen cuatro evoluciones esenciales que los líderes deben comprender y abordar para impulsar el avance de la gran comisión.
La primera ha sido el notable aumento del liderazgo público y visible de las mujeres en diversos contextos ministeriales. Los datos más recientes sugieren que, entre los evangélicos de América del Norte, una amplia mayoría se siente cómoda con la presencia de mujeres en el clero, a pesar de que las cifras reales son muy inferiores.4 Aunque las denominaciones y redes evangélicas no se ponen de acuerdo sobre el papel de las mujeres en los cargos pastorales, este aumento de la percepción pública sugiere que las mujeres líderes en el ministerio y en el liderazgo pastoral se convertirán en una fuerza fundamental en la remodelación del panorama religioso en América del Norte.
La segunda es el auge de las iglesias no denominacionales, que han experimentado el mayor crecimiento en las últimas tres décadas, con más de 9000 nuevas iglesias en una década. Ryan Burge señala que «las dos grandes historias de la religión estadounidense es el auge de los nones y los nons».5 El número de miembros de las iglesias no denominacionales constituiría la mayor denominación si se tratara de una. Esta tendencia repercute en el liderazgo pastoral, desde la educación teológica hasta el desarrollo de una comunidad pastoral dinámica.
Así mismo, un cambio importante entre los pastores es el aumento del ministerio bivocacional. Esta tendencia es imprescindible, sobre todo en las comunidades que carecen de un apoyo económico significativo, como las rurales y las urbanas. Estos ministros y líderes eclesiásticos dependen de empleos a tiempo completo o parcial que complementan sus ingresos pastorales, pero a menudo deben compaginar con las responsabilidades de un ministerio a tiempo completo.
Al mismo tiempo que el ministerio bivocacional, se está produciendo una evolución en la formación y educación ministerial formal, ya que los líderes de las iglesias se están alejando de los programas tradicionales. La popularidad acelerada de la educación en línea ha reconfigurado y seguirá reconfigurando la formación ministerial, mientras los líderes eclesiásticos se mantienen muy divididos sobre su impacto a corto y largo plazo. Aunque la preocupación se centra en las consecuencias no deseadas de alejarse de la educación tradicional y presencial, como que los líderes estén mal preparados y carezcan de recursos suficientes para ejercer un ministerio eficaz, la educación en línea ofrece oportunidades únicas para la formación ministerial, incluida la posibilidad de que los líderes de las iglesias sigan sirviendo a las comunidades locales al tiempo que cursan estudios superiores.
La necesidad de futuros modelos de sostenibilidad
En todas las regiones, especializaciones ministeriales y culturas, son pocos los desafíos que se registran de manera tan constante y urgente como el agotamiento ministerial. No cabe duda de que la pandemia acentuó tanto su alcance como su gravedad, ya que los pastores y los líderes ministeriales con frecuencia debían llevar todo la carga de sus comunidades y organizaciones. Sin embargo, aunque la pandemia exacerbó la crisis, las raíces del agotamiento ministerial son generacionales y su resultado es un clero y una fuerza ministerial al borde del colapso.
Como descubrió hace poco el Hartford Institute, más de la mitad de los clérigos (el 53 %) manifiestan un agotamiento tan intenso que incluso llegan a abandonar la iglesia o el ministerio.6 Además de la necesidad de descansar, el grado y la urgencia de semejante agotamiento pone de manifiesto las deficiencias de nuestro sistema, que no consigue equipar, apoyar y sostener a los líderes ministeriales. A medida que esto empeora con la inminente «gran sucesión» de los Boomers a partir de 2030, las iglesias de América del Norte y los líderes ministeriales se enfrentan a un desafío complejo y urgente.7
La crisis del agotamiento abre dos nuevas oportunidades para la gran comisión de cara al futuro. En primer lugar, los líderes pueden por fin empezar a replantearse nuestra visión del pastorado sostenible, desafiando suposiciones arraigadas sobre lo que constituyen ministerios, organizaciones y comunidades saludables. Al invertir en modelos sostenibles de ministerio a corto plazo, se abren oportunidades de eficacia a largo plazo. Las iglesias ya están encontrando vías para poner esto en práctica mediante la inversión en centros de atención a pastores que los restauren y les proporcionen asesoramiento y descanso.
En segundo lugar, al desmantelar los sistemas abusivos y modelar sistemas y comunidades saludables, las iglesias y los ministerios pueden ofrecer una palabra profética a una cultura norteamericana basada en el agotamiento. Reformular nuestras conversaciones culturales y eclesiásticas sobre el agotamiento en torno a la salud espiritual, mental y física permite a la Iglesia liderar una conversación crucial en la sociedad norteamericana. Al aceptar nuestros defectos, la Iglesia puede aprender a empatizar mejor con las personas que sufren, en particular con las que padecen algún trauma. A medida que los líderes eclesiásticos de América del Norte adoptan una perspectiva basada en el trauma en lo que respecta al desarrollo del liderazgo, el cuidado de la congregación y la divulgación, los que sufren de agotamiento ministerial pueden tener esperanza.
Además de garantizar una fuerza pastoral y ministerial preparada para cumplir con la gran comisión, estas inversiones dan testimonio de la verdad de que solo con el poder de Dios podemos edificar su reino.
Conclusión
América del Norte sigue siendo un campo misionero dinámico y complejo, con un potencial considerable para la obra del reino en las próximas décadas. Aunque sus apremiantes desafíos requieren un liderazgo innovador y piadoso, estos no debe opacar las innumerables iglesias y ministerios que proclaman y presentan el evangelio en todo el continente.
Con motivo de la celebración en Seúl del Cuarto Congreso de Lausana, hemos elaborado el presente informe como un instrumento que nos permitirá identificar las principales áreas y lagunas de nuestra misión en las que podemos colaborar, alentarnos y proveernos mutuamente de recursos para mejorar nuestra eficacia. Sin ser exhaustivo, este informe se centra en los problemas más acuciantes de nuestra frontera misionera: la secularización, el ministerio digital, nuestro pastorado cambiante y los ídolos culturales que definen nuestra época. El resultado es una región en plena transición dramática, pero con un enorme potencial para la innovación, la colaboración y el impacto global en la labor de la gran comisión.
Notas finales
- ‘Religion Statistics In Canada’, Made in CA, Toronto, ON (March 2024), madeinca.ca/religion-statistics-canada; ‘Modeling the Future of Religion In America’. Pew Research Center, Washington, DC (13 September 2022), pewresearch.org/religion/2022/09/13/how-u-s-religious-composition-has-changed-in-recent-decades/.
- ‘8 in 10 Americans Say Religion Is Losing Influence in Public Life’, Pew Research Center, Washington, DC (15 March 2024), pewresearch.org/religion/2024/03/15/8-in-10-americans-say-religion-is-losing-influence-in-public-life; ‘Around 4 in 10 Americans have become more spiritual over time; fewer have become more religious’, Pew Research Center, Washington, DC (17 January 2024), https:// pewresearch.org/short-reads/2024/01/17/around-4-in-10-americans-have-become-more-spiritual-over-time-fewer-have-become-more-religious; Jeffrey M. Jones, ‘US Church Membership Falls Below Majority for First Time’, Gallup, 19 March 2021, https://news.gallup.com/poll/341963/church-membership-falls-below-majority-first-time.aspx.
- Christopher Wright, ‘Here are your Gods’: Faithful Discipleship in Idolatrous Times, Carol Stream, IL: IVP Academic, 2020), 111.
- Ryan Burge, ‘Researcher: Most Evangelicals Support Women in Church Leadership’, Christianity Today, 30 June 2020. https://www.christianitytoday.com/ct/2020/june-web-only/research-evangelicals-women-leaders-complementarian-preach.html
- Daniel Silliman, ‘’Nondenominational’ Is Now the Largest Segment of American Protestants, Christianity Today, 16 November 2022. https://www.christianitytoday.com/news/2022/november/religion-census-nondenominational-church-growth-nons.html
- ‘’I’m Exhausted All the Time’: Exploring the Factors Contributing to Growing Clergy Discontentment’. Exploring the Pandemic Impact on Congregations, a research project conducted by Hartford Institute for Religion Research and funded by Lilly Endowment Inc. https://www.covidreligionresearch.org/wp-content/uploads/2024/03/Clergy_Discontentment_Patterns_Report-compressed_2.pdf
- Richard Fry, ‘The pace of Boomer retirements has accelerated in the past year’, Pew Research Center, Washington, DC pewresearch.org/short-reads/2020/11/09/the-pace-of-boomer-retirements-has-accelerated-in-the-past-year/