Cuidado De La Creación
A veces hace falta un cambio importante en la sociedad humana para que la Iglesia de Dios redescubra verdades bíblicas que han sido pasadas por alto. Los cristianos de Occidente no recuperaron la comprensión de las misiones mundiales hasta la era de la exploración y el imperio. El comercio y la conquista eran sumamente problemáticos y a menudo subcristianos, pero abrieron los ojos de los cristianos en Europa y Norteamérica a los millones de personas de otros territorios que necesitaban a Jesús.
En la actualidad, nuestro contexto incluye un mundo en el que el consumo humano, la contaminación y los residuos son cada vez mayores. Los límites planetarios en los que Dios diseñó la vida para que floreciera se ven amenazados, lo que conlleva amenazas existenciales para la sociedad humana y la vida en la Tierra. Este artículo explicará a grandes rasgos algunas de estas amenazas a la vida sostenible, examinará las profundas interrogantes bíblicas que plantean y analizará algunos estudios de casos sobre la respuesta de los cristianos alrededor del mundo.
El contexto del gemido de la creación
El cambio climático provocado por el ser humano acapara la atención de los medios de comunicación y las iniciativas gubernamentales en materia de medio ambiente. Por ejemplo, el Sexto Informe de Evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés) de la ONU afirma que «las actividades humanas, principalmente mediante las emisiones de gases de efecto invernadero, son la causa indiscutible del calentamiento global».1 En un lenguaje sencillo, pero escalofriante, el informe exige «una reducción profunda, rápida y constante de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero» para evitar «cambios bruscos o irreversibles»2 en la capacidad de la Tierra para sustentar la vida humana y otras formas de vida. En palabras de la climatóloga y académica cristiana evangélica Katharine Hayhoe: «El cambio climático ya ha ocasionado pérdidas generalizadas y cuantiosas en casi todos los aspectos de la vida humana en este planeta. Las repercusiones en las generaciones futuras dependen de las decisiones que tomemos AHORA».3 Para los cristianos, se trata de una cuestión urgente de justicia que, además, plantea la siguiente pregunta: «¿Qué buena nueva proclamamos si a la vez estamos destruyendo la hermosa creación de Dios?».
Por desgracia, el cambio climático es solo uno de los múltiples desafíos medioambientales a los que nos enfrentamos en el siglo XXI. Los investigadores utilizan cada vez más el concepto de «límites planetarios»4,5 para describir nueve áreas en que el ser humano afecta a los sistemas naturales.6
Figura 1. Los nueve límites planetarios
Los límites utilizan un sistema tipo semáforo para indicar si el impacto humano en la actualidad es «verde» (zona de seguridad para la humanidad), «ámbar» (zona de incertidumbre y riesgo) o «rojo» (alto riesgo para la prosperidad humana). Se puede observar que el «cambio climático» se encuentra en estos momentos en la zona ámbar o de advertencia, mientras que los «flujos bioquímicos» y la «integridad de la biosfera» se encuentran sumidos en la zona roja o de peligro. En resumen, los «flujos bioquímicos» aluden al uso de nitrógeno y de fósforo en los fertilizantes agrícolas y a su impacto en la calidad del suelo y del agua. La «integridad de la biosfera» se refiere a la pérdida de especies y hábitats en todo el planeta (pérdida de la biodiversidad). Los sistemas de apoyo con los que se sustenta toda la vida, tales como el oxígeno de las plantas, la polinización de los insectos, los alimentos saludables, el agua limpia y un clima estable, se están deteriorando rápidamente debido al impacto acelerado de la humanidad. A modo de ejemplo, se calcula que, de todos los mamíferos de la Tierra, el 96 % está conformado por ganado y seres humanos y solo el 4 % son mamíferos salvajes.7,8 Esto plantea serias interrogantes teológicas y misionológicas sobre el futuro de la vida humana, la población y el consumo humanos y los propósitos de Dios en la creación y para ella.
El contenido de la gran comisión
Las amenazas medioambientales a las que nos enfrentamos en este siglo son importantes porque la creencia en Dios como Creador es un principio fundamental de la fe cristiana. Nos obligan a preguntarnos no solo «¿Cuál es el estado de la gran comisión?», sino «¿Qué es la gran comisión?». En pocas palabras, ¿es el mandato de Jesús de hacer discípulos en todas las naciones simplemente un llamamiento para rescatar a la gente de un mundo moribundo? En ese caso, el estado del planeta o bien carece de importancia o es un mero incentivo para evangelizar más deprisa. O, por el contrario, ¿incluye la gran comisión el cuidado de la creación como parte de la proclamación del evangelio y como un elemento indispensable para «hacer discípulos»?
El Movimiento de Lausana dio una respuesta clara a esta pregunta en el Tercer Congreso de Lausana en 2010. El Acuerdo de Ciudad del Cabo afirma que «no podemos separar nuestra relación con Cristo de la manera en que nos relacionamos con la tierra, porque proclamar el evangelio que dice «Jesús es el Señor» equivale a proclamar el evangelio que incluye la tierra, ya que el Señorío de Cristo recae sobre toda la creación. El cuidado de la creación es, por lo tanto, una cuestión evangelística dentro del Señorío de Cristo».9 La gran comisión siempre ha tratado de hacer discípulos, en lugar de adeptos, en tanto que discípulos son aquellos que permiten que Jesús sea el Señor en todas las dimensiones de sus vidas. El Acuerdo de Ciudad del Cabo deja claro que el evangelio, las buenas nuevas de Jesucristo, «incluye la tierra» que fue creada, es sustentada y será redimida por Cristo y a través de él. Por lo tanto, no cuidar de la creación equivale a no permitir que Jesús sea Señor.
Además, El Acuerdo de Ciudad del Cabo va más allá al ofrecer una definición sucinta de la misión bíblica en la que se incluye el cuidado de la creación: «La misión integral supone discernir, proclamar y vivir la verdad bíblica de que el evangelio es la buena nueva de Dios, a través de la cruz y la resurrección de Jesucristo, para las personas, para la sociedad y para la creación. Los tres están rotos y sufren a causa del pecado; los tres se hallan incluidos en el amor redentor y la misión de Dios; los tres deben formar parte de la misión integral del pueblo de Dios».10 Estas tres dimensiones para las misiones identificadas por el Movimiento de Lausana —la espiritual, la social y la creacional— proporcionan un marco útil para medir la eficacia de las misiones y, en consecuencia, «el estado de la gran comisión». Si nuestra tarea es hacer discípulos de Jesús, que es Señor de toda la creación (Efesios 1:20-23; Colosenses 1:15-20), y que nos enseña a orar por el reino de Dios «en la tierra como en el cielo» (Mateo 6:10), el cumplimiento de la gran comisión comprende la justicia para todas las personas y el florecimiento de toda la creación. Necesitamos indicadores adecuados para medir no solo los grupos de personas que han sido alcanzados, los idiomas a los que se ha traducido la Biblia y las iglesias que se han plantado, sino también para medir el impacto social y ecológico de nuestra actividad misional.
Por supuesto, incluir las dimensiones social y creacional de las misiones entraña el peligro de perder nuestro enfoque en el evangelismo. Este fue el error que cometió el movimiento del «evangelio social» a principios del siglo XX, y sigue presente entre quienes se centran solo en el clima y la pobreza sin predicar el mensaje de salvación de Jesucristo. Sin embargo, el error que los evangélicos a menudo hemos cometido ha sido reaccionar con tanta vehemencia contra este peligro que descuidamos el mandato bíblico de cuidar de los pobres y de la creación. Al hacerlo, rechazamos el pleno señorío de Cristo, porque decir «Jesús es el Señor» incluye su señorío sobre la sociedad y la creación. Como se ha señalado en otro lugar,11 la clave para no perder nuestro enfoque es garantizar que toda nuestra actividad misional —«espiritual», social y creacional— esté centrada en Jesucristo, fundamentada en las Escrituras y plenamente integrada en la demostración del evangelio completo para todo el mundo.
Los siguientes estudios de casos ilustran las maneras en que los cristianos de distintos contextos globales están integrando el cuidado de la creación para cumplir con la gran comisión.
Estudio de caso misional: Perspectiva indígena sobre las misiones y la creación
De acuerdo con la comprensión y las vivencias indígenas, hablar de la gran comisión y de la tarea misionera de la Iglesia equivale a pensar en la importancia de todas las relaciones, incluido el sentido de comunidad en, con y desde los entornos en los que vivimos. Todo está vinculado en esta conciencia de pertenencia a un territorio comunitario. El sentido de pertenencia que tenemos hacia la tierra nos brinda una dimensión y perspectiva holísticas con respecto a la salvación y a vivir el evangelio. Por consiguiente, no incluir esta perspectiva en la manera en que experimentamos la fe y la vida es reducir el alcance del evangelio, que incluye a toda la creación en la obra salvífica de Cristo. Entre estas relaciones se incluye la que existe entre toda la creación y su Creador, que para muchos pueblos indígenas es un gran misterio. Nuestra forma de vivir con el misterio, en medio de las ambigüedades de la vida, nos mantiene humildes, nos ayuda a reconocer que somos de la Tierra, que somos hermanos y hermanas menores de la creación y que esta tiene mucho que enseñarnos sobre cómo caminar bien en la Tierra para que todos podamos prosperar.
A partir de sus cosmovisiones, los pueblos indígenas proponen una vida de reciprocidad y complementariedad —perspectivas de vida que nos permiten nutrir nuestra experiencia de fe y nuestra labor misionológica y teológica—. Asimismo, es a través de nuestros territorios que vivimos e interpretamos el mundo (incluidas las misiones y la teología) y nuestras relaciones en la comunidad de la creación. La perspectiva indígena puede ayudarnos a recuperar las conexiones bíblicas profundas que vemos en las Escrituras entre el pueblo, la tierra y la fe. Los pueblos indígenas también ofrecen a la Iglesia eurocéntrica una forma de volver a una teología y misiones basadas en relaciones particulares con un espacio específico, lo que nos permite comprender cómo nuestra teología impacta en la tierra.
Estudio de caso misional: Desarrollo frente a medio ambiente
El bosque de Atewa se encuentra a 90 kilómetros al norte de Acra, la capital de Ghana. Posee una biodiversidad rica y única, con 1 100 especies de plantas, el 77 % de las mariposas y el 30% de las aves de Ghana, además de haber sido reconocida como Área de Biodiversidad de Importancia Global (GSBA, por sus siglas en inglés). También alberga las cabeceras de tres sistemas fluviales que suministran agua a millones de personas y a la industria. Así mismo, tiene un gran significado cultural, histórico y espiritual para las comunidades indígenas del reino tradicional de Akyem Abuakwa.
Al ser una economía emergente, Ghana necesita financiamiento para el desarrollo. En 2019, el gobierno ghanés firmó un acuerdo de préstamo de 2 000 millones de dólares con China para explotar Atewa en busca de bauxita (para la producción aluminio), lo que resultaría en la destrucción de gran parte del bosque a cambio de la construcción de ferrocarriles y carreteras. Esto supuso un reto para A Rocha Ghana, una organización cristiana que trabaja para proteger la biodiversidad y crear medios de vida sostenibles. ¿Cómo debemos responder ante acciones que tendrán consecuencias devastadoras en ecosistemas cruciales y que repercutirán negativamente en los medios de vida de las comunidades? ¿Guardar silencio mancilla nuestra confesión de fe como cristianos que trabajan en la conservación? ¿Deberían triunfar los beneficios rápidos, que apenas beneficiarán a las comunidades locales, sobre el desarrollo ecológico a largo plazo?
A Rocha Ghana escuchó a la población local, a la que no se había consultado, llevó a cabo una minuciosa investigación científica para obtener pruebas e inició una campaña del tipo «David contra Goliat» contra la destrucción que se pretendía hacer del bosque de Atewa. Mediante campañas públicas, activismo político, presión internacional y, por último, medidas legales contra el gobierno de Ghana, una pequeña organización cristiana ha defendido a las personas y al planeta frente a poderosas fuerzas políticas y económicas, ha atraído la atención de todo el mundo hacia Atewa y, hasta el momento, ha retrasado la destrucción del bosque. Seth Appiah-Kubi, director de A Rocha Ghana, afirma: «Esta es una demostración práctica de nuestra fe en el Dios de la creación y de nuestro papel como mayordomos de su planeta».
Estudio de casos misional: Las agencias misioneras y el cuidado de la creación
A medida que el cuidado de la creación gana terreno tanto por su importancia como por su urgencia, las agencias misioneras están incorporando de forma activa el cuidado de la creación en su misiología y en su práctica. OMF International, por ejemplo, lleva tiempo explorando cómo el cuidado de la creación forma parte de la misión integral, y en 2014 formuló su propia declaración sobre la base teológica del cuidado de la creación. Para los miembros de la OMF, esto significa que «independientemente de nuestros ministerios y contextos, podemos cuidar de la creación no solo en lo que hacemos, sino como lo que somos».12
Las manifestaciones del cuidado de la creación varían dentro de la OMF debido a los ministerios y contextos únicos de cada persona. En Mongolia, hay quienes están aprovechando la oportunidad para responder al desafío de la contaminación atmosférica y su impacto en la salud humana y los medios de vida. En otra parte de Asia, algunos participan en investigaciones sobre la calidad del agua en zonas de pastos marinos y manglares. Esta investigación ha sido una puerta de entrada para que las comunidades locales experimenten la belleza de la creación de Dios en su entorno. En el Reino Unido, otros están integrando el cuidado de la creación no solo de forma práctica —como la reducción del consumo energético en edificios—, sino también en el modo en que movilizan a las personas para que participen en la misión de Dios. En definitiva, la OMF sigue esforzándose por vivir el cuidado de la creación como una postura, más que como un mero programa.
La OMF es solo una de las muchas agencias misioneras con un profundo deseo de integrar el cuidado de la creación. Así, varias de estas agencias, incluida la OMF, forman ahora parte de la recién formada Red de Agencias Misioneras y Cuidado de la Creación (MACC, por sus siglas en inglés), en el marco de la Red de Cuidado de la Creación de Lausana/AEM (LWCCN, por sus siglas en inglés). A pesar de que cada agencia se encuentra en un punto diferente en su camino hacia el cuidado de la creación, MACC es un espacio valioso para explorar temas específicos, compartir recursos y estrategias y orar unos por otros.
Conclusión
El llamamiento a responder de forma práctica y urgente a nuestra polifacética crisis ecológica no es una simple cuestión de actualidad. Es algo profundamente bíblico, fundamentado en Dios como Creador, en Jesús como Señor y Salvador de la creación y en el Espíritu Santo que sostiene y renueva la tierra. Por tanto, el cuidado de la creación no es solo un contexto apremiante para las misiones, sino también es esencial para el contenido de la gran comisión. Hemos sido llamados a hacer discípulos que vivan la verdad de que Jesús es Señor de toda la creación. Sin esto, corremos el riesgo de llevar a cabo un evangelismo poco eficaz al no responder a las preguntas más profundas de la actualidad. Sin esto, corremos el riesgo de que las empresas como misiones se limiten a bautizar un sistema que destruye el planeta. Sin esto, fracasamos en dar testimonio de que Jesús es Señor de todo. Pero, como los cristianos de todo el mundo lo están descubriendo de formas nuevas y apasionantes, cuando los cristianos toman en serio la Tierra, la gente hace lo mismo con el evangelio. En Romanos 8:19 leemos: «La creación aguarda con ansiedad la revelación de los hijos de Dios». La creación aguarda por nosotros, los que hemos sido adoptados como hijos de Dios, la Iglesia mundial. ¿Estamos preparados para responder a nuestra gran comisión de compartir las buenas nuevas de Dios con toda la creación?
Notas finales
- “AR6 Synthesis Report: Headline Statements, Intergovernmental Panel on Climate Change” (section A.1), accessed May 31, 2023, https://www.ipcc.ch/report/ar6/syr/resources/spm-headline-statements.
- ibid (section B.3), Accessed May 31, 2023.
- Katharine Hayhoe, March 20, 2023, https://twitter.com/KHayhoe/status/1637875896433385481?lang=en.
- Johan Rockström et al., “A Safe Operating Space for Humanity”, Nature 461, no. 7263 (2009): 472-75.
- Will Steffen et al., “Planetary Boundaries: Guiding Human Development on a Changing Planet,” Science 347, no. 6223 (2015): 736-46.
- “The Nine Planetary Boundaries,” Stockholm Resilience Centre, University of Stockholm, Accessed May 31, 2023, https://www.stockholmresilience.org/research/planetary-boundaries/the-nine-planetary-boundaries.html.
- Yinon M. Bar-On, Rob Phillips, Ron Milo, “The Biomass Distribution on Earth”, Proceedings of the National Academy of Science, (2018), Accessed June 1, 2023 https://www.pnas.org/doi/full/10.1073/pnas.1711842115
- 36% humans, 60% livestock, 4% wild mammals, accessed 1 June, 2023, https://www.theguardian.com/environment/2018/may/21/human-race-just-001-of-all-life-but-has-destroyed-over-80-of-wild-mammals-study.
- “The Cape Town Commitment”, Accessed June 2, 2023,https://lausanne.org/content/ctc/ctcommitment#p1-7
- ibid.
- Dave Bookless, “A Missional Theology of Creation Care”, Evangelical Missions Quarterly, Missio Nexus 59(2) (2023): 13-18
- Jasmine Kwong, “Posture Over Program: OMF’s Journey into Creation Care”, Evangelical Missions Quarterly, Missio Nexus 59(2) (2023): 24-28.