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Salud Mental

Karen Bomilcar, Esther Malm & Edmund Ng

El deseo de Dios por el shalom

Siempre estamos rodeados de necesidades, pero si vamos a proclamar el evangelio de la manera en que Jesús lo ejemplificó, entonces es sensato que identifiquemos las necesidades más importantes del mundo de hoy, tanto las obvias como las ocultas, y las atendamos para cumplir el propósito de la Gran Comisión. Uno de los mayores desafíos que enfrenta la Iglesia es abordar las necesidades de las personas de todas partes en relación con la salud y a la integridad (shalom). Cuando Jesús proclamó el reino de Dios, recorrió la comunidad para atender las necesidades personales de la gente (Mateo 14, 15:29-39; Lucas 19; etc.).

Esta era una parte central del ministerio de Jesús en la tierra, como lo demuestra su integración de la predicación, la enseñanza y el discipulado, que complementaba con sus obras de sanidad y liberación. Jesús practicó el cuidado de la persona en su totalidad —cuerpo, alma y espíritu— en el contexto social de los individuos. Él invita a sus discípulos a continuar con esta forma de ministerio. 

 Uno de los mayores desafíos que enfrenta la Iglesia es abordar las necesidades de las personas de todas partes en relación con la salud y a la integridad (shalom).

La atención de la salud mental es una de las necesidades más apremiantes en todos los continentes. El estado de nuestra salud mental se relaciona con muchos aspectos de lo que nos hace humanos y con la manera en que lidiamos con los desafíos de la vida diaria. Ante el aumento de los problemas ambientales, sociales, políticos, profesionales y espirituales, el número de personas que enfrentan problemas emocionales ha crecido a nivel mundial. Estos problemas claramente afectan la espiritualidad de una persona, así como su percepción de sí misma y de los demás. Así que, en esencia, el campo de la salud mental tiene amplias implicaciones en todas las esferas de la sociedad.

En este informe, definimos la salud mental como el estado y la calidad de nuestro bienestar emocional, mental (psicológico) y social.1 Como tal, la mala salud mental se refiere al mal estado o calidad de una o todas las áreas de nuestro bienestar. De hecho, las frases salud mental y enfermedad mental generan un gran estigma e inquietud tanto en las naciones como en la iglesia. La mala salud mental no es lo mismo que la enfermedad mental. La mala salud mental crónica puede conducir a una enfermedad mental. Un término más favorable para las enfermedades mentales es «trastorno psicológico», que otorga más valor al ser humano. La frase «desafíos de salud mental» en este artículo se utiliza para describir una amplia gama de síntomas y afecciones que se experimentan como resultado de la tensión emocional y mental aguda y crónica debido a factores estresantes y experiencias incontrolables en nuestras vidas. Tales desafíos pueden variar desde experiencias comunes y cotidianas, como conflictos en las relaciones, agotamiento, soledad, ansiedad, síntomas depresivos o tristeza generalizada, hasta trastornos diagnosticados profesionalmente que son formas graves y crónicas de desafíos de salud mental, como la depresión clínica y los trastornos bipolares.

Los desafíos de salud mental son desafíos humanos. Todos los seres humanos experimentan cierto grado de problemas de salud mental en algún momento de la vida. En determinadas situaciones, la tensión de la vida y/o los trastornos diagnosticados pueden llevar a algunas personas a pedir ayuda a través de mecanismos de afrontamiento deficientes, como conductas adictivas, autolesiones y, a veces, intentos de poner fin al sufrimiento mediante el suicidio. La mala salud mental no discrimina por credo, nivel de espiritualidad, nivel educativo, color de la piel, nivel socioeconómico o criterios demográficos.

Prevalencia en todo el mundo

Un metaanálisis de salud mental de 174 encuestas en 63 países entre 1980 y 2013 reveló que, a nivel mundial, aproximadamente uno de cada cinco adultos experimentó una dificultad o trastorno de salud mental durante un período de 12 meses, mientras que el 30 por ciento de todas las personas sufrirán un trastorno mental en algún momento de su vida adulta.2 Un informe de la OMS de 2022 sobre la salud mental en el trabajo3 estimó que, a nivel mundial, cada año se pierden 12.000 millones de días de trabajo debido a la depresión y la ansiedad, con un costo de 1 billón de dólares al año en pérdida de productividad.

Del mismo modo, surgen informes sobre el aumento de los desafíos de salud mental en todas las demás partes del hemisferio sur, particularmente en África subsahariana y América Latina, en todos los grupos etarios. En un metaanálisis de 36 encuestas realizadas en 12 países africanos en los que se realizaron estudios sobre la prevalencia de trastornos psicológicos entre 1984 y 2020, se informó que los desafíos de salud mental relacionados con la ansiedad, el trastorno de estrés postraumático (TEPT) y las afecciones asociadas con el consumo de sustancias eran los más prevalentes en esos países en comparación con los trastornos clínicos más graves.4

El número de personas que luchan con su salud mental ha aumentado en los últimos años en todas las regiones del mundo.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS) de 48 países y de todas las regiones de las Américas muestra que América del Sur generalmente tiene mayores proporciones de discapacidad debido a enfermedades mentales comunes, mientras que América Central tiene una mayor proporción de discapacidad debido al trastorno bipolar, trastornos que aparecen durante la infancia y epilepsia.5 Además, los Estados Unidos y Canadá presentan un alto número de discapacidades por esquizofrenia y demencia, así como por tasas devastadoras de trastorno por consumo de opioides. En otro estudio mundial (1990-2019) en el que se examinaron las tasas de prevalencia de 12 trastornos de salud mental y los índices que reflejan la carga general de morbilidad, se observó un patrón coherente de aumento de la prevalencia y la carga mundial de los trastornos de salud mental a lo largo de la década, con tasas variables dentro de las regiones. Por ejemplo, en Europa, Europa Occidental notificó tasas más altas de trastornos reportados en comparación con otras regiones europeas. Además, Australasia reportó las tasas de prevalencia más altas de trastornos mentales en los 204 países y territorios estudiados.6

A medida que los informes de problemas de salud mental continúan aumentando en todo el mundo, las causas pueden ser similares en todas las regiones, aunque varían en tipo cuando se compara el hemisferio sur con el hemisferio norte. Por ejemplo, en el hemisferio sur, el aumento de los informes se ha debido en parte a una mayor concienciación pública, aunque siguen existiendo muchas barreras para la atención de la salud mental, como el estigma, el acceso limitado, los altos costos y la insuficiente financiación gubernamental.7 Además, si bien muchos países en desarrollo en la última década se han unido a las iniciativas de la Organización Mundial de la Salud a través del Programa de Acción para Superar las Brechas en Salud Mental (mhGAP, por sus siglas en inglés) a fin de incrementar la educación, la concienciación, la defensa y la atención de la salud mental,8 el progreso hacia estos objetivos aún ha sido lento en comparación con el progreso en el hemisferio norte.

Si bien los problemas mencionados anteriormente todavía perduran en el hemisferio norte (por ejemplo, entre los grupos de pueblos indígenas), al parecer no están presentes allí en la misma medida que en los países de todo el hemisferio sur. En general, las desigualdades, incluidos los recursos y el acceso a la atención médica, la educación limitada, los abusos de poder y las disparidades financieras, siguen siendo las raíces comunes de la mala salud mental y los desafíos de salud mental que se experimentan en todo el mundo.

El número de personas que luchan con su salud mental ha aumentado en los últimos años en todas las regiones del mundo. En los últimos tres años, hemos visto un aumento extraordinario en los desafíos de salud mental reportados en todo el mundo debido al impacto directo e indirecto del COVID-19. Un metaanálisis más reciente de 35 estudios en el sur de Asia9 durante la pandemia de COVID-19 muestra una alta prevalencia del 34% para la depresión y del 41% para la ansiedad. Si se toma el sur de Asia como representativo de Asia, más de 1500 millones de personas del total de la población asiática de 4700 millones han estado luchando contra la depresión o la ansiedad. En África, Oriente Medio, Oceanía y las Américas, la ansiedad y la depresión también aumentaron durante la pandemia de COVID-19 debido a la soledad, las tasas de desempleo y una prolongada sensación de incertidumbre.10

Además de estas repercusiones pospandémicas, las dificultades económicas, las hambrunas, los desastres naturales, los conflictos geopolíticos y los disturbios civiles siguen provocando una mayor avalancha de problemas de salud mental en nuestro mundo, incluida una tasa más alta de suicidios. Los problemas sociales sistémicos como la negligencia infantil, el abuso sexual o el abandono, también continúan generando más trauma y vergüenza,11 lo que a su vez se manifestará en una mayor prevalencia de depresión, ansiedad y otros problemas emocionales.

Los desafíos de salud mental de todo tipo pueden volverse crónicos si no se toma conciencia ni se interviene temprano. Además, el mayor estrés, la mayor tensión por la necesidad de atención y la carga financiera, emocional y relacional general que derivan de la mala salud seguirán en aumento. Más allá de la atención de personas con desafíos de salud mental, la atención prolongada de personas con dolencias físicas (incluidas las enfermedades neurológicas, transmisibles y no transmisibles) también aumentará la probabilidad de desafíos de salud mental.

Brechas actuales y futuras a nivel regional

Figura 1: Número de trabajadores de salud mental por cada 100.000 personas

La falta de recursos materiales y humanos sigue siendo un obstáculo en muchas partes del mundo. El Atlas de salud mental de la OMS de 2020 afirma que el número de trabajadores de la salud mental por cada 100.000 personas en Asia Sudoriental es de solo 2.8, en comparación con la media mundial de 13.0.

Además, en 2020 solo se registraron unos escasos 0.10 dólares per cápita de gasto público en salud mental en estos países, en comparación con la media mundial de 7.49 dólares.12 La región mediterránea oriental (8.8 por cada 100.000 personas) y África (1.6 por cada 100.000 personas) también se situaron por debajo de la media mundial de trabajadores de la salud mental. En estas regiones, el gasto público en salud mental per cápita en 2020 fue de 12.08 dólares y 0.46 dólares, respectivamente.

Este desajuste entre los crecientes desafíos de salud mental y la falta de personal y recursos para enfrentarlos creará enormes necesidades sociales en todas partes, pero particularmente en las regiones de Asia, África, América del Sur, Oceanía y los países mediterráneos. Esto también implica que atender tales necesidades puede ser una manera simple y efectiva para que los cristianos impacten las vidas de las personas en nuestras comunidades.

La Iglesia no es inmune

Desafortunadamente, la influencia de separar nuestra fe del resto de nuestras vidas, así como la simplificación excesiva de situaciones y fenómenos complejos, ha permeado las ideologías y prácticas de nuestra iglesia, y esto a su vez ha influido en la forma en que percibimos y tratamos los desafíos de salud mental.13

A pesar de la escasez de investigaciones sobre la salud mental de los pastores, misioneros y personal ministerial, reconocemos que muchos pastores luchan con diversos desafíos de salud mental y necesitan apoyo para lograr el bienestar general con el fin de cuidar y servir eficazmente a sus congregaciones. Un estudio de 2020 realizado por Lifeway Research14 mostró que el 23% de los pastores en Estados Unidos reconocen haber lidiado personalmente con un desafío de salud mental.

Además, una encuesta de Gallup de 202015 reveló que el 19% de los feligreses en Estados Unidos informaron que su salud mental no era excelente, lo que significa que experimentaban algunos desafíos de salud mental. Esto expone una necesidad significativa de apoyo, pero lamentablemente, el estudio de Lifeway también mostró que el 49% de los pastores dicen que rara vez o nunca hablan con su congregación sobre las enfermedades mentales o la salud mental en general.

Globalmente, la iglesia todavía experimenta mucha incertidumbre cuando se trata de problemas de salud mental, y el estigma que azota la salud mental en la sociedad en su conjunto todavía se alimenta dentro de los círculos cristianos. Si la iglesia estuviera equipada con una visión bíblica sólida de la salud y de lo que significa ser humano, podría ser protagonista en ofrecer atención vital para la salud mental frente a esta gran necesidad mundial.

El papel de la Iglesia

Una comprensión bíblica de lo que significa ser humano requiere una visión holística de la salud donde las cuestiones mentales, físicas y espirituales estén unidas. Esta unidad de las partes afecta cada aspecto de nuestras vidas y nuestra misión en el mundo. La reflexión teológica es muy necesaria para esta integración. Debemos analizar cuidadosamente nuestra visión de la iglesia, el liderazgo, el discipulado y la vida cristiana.

En lugares donde los sistemas de salud son débiles o están sobrecargados, la iglesia puede ser el primer sitio donde la gente acuda en busca de ayuda. Pero si el estigma religioso, la comprensión limitada y la falta de voluntad para intentar comprender las enfermedades mentales nos separan de las personas necesitadas, la oportunidad se pierde, y fallamos en cumplir con la Gran Comisión. También desperdiciamos la oportunidad de servirles como lo haría Jesús. Si hacemos la vista ciega ante el sufrimiento de las personas que enfrentan desafíos de salud mental, ellas harán oídos sordos a nuestro mensaje de esperanza.

La forma en que la iglesia recibe a las personas con desafíos de salud mental también es importante para la Gran Comisión. Diversas formas de abusos de poder y de personas en la iglesia continúan amenazando la credibilidad del trabajo de los ministros, misioneros y ministerios auténticos. Es posible que nunca sepamos la magnitud del impacto negativo que tales descubrimientos vergonzosos tienen sobre la Gran Comisión. Sin embargo, muchas víctimas de este tipo de abuso experimentan trastornos psicológicos de por vida que afectan su sustento diario, sus relaciones sociales y su fe en Dios. Si bien Dios y su obra siguen siendo soberanos, el abuso de cualquier tipo asesta un golpe crítico a la unidad del cuerpo, el alma y el espíritu. Las noticias de estos abusos también pueden producir desilusión hacia Dios, la iglesia y la Gran Comisión.

Dentro de la iglesia, la teología deficiente en estas áreas puede afectar seriamente la salud mental de las personas. Como seres humanos, fuimos creados por Dios para la comunión (para vivir en una comunidad interdependiente mientras reconocemos nuestras limitaciones y posibilidades). Las culturas eclesiásticas que fomentan la productividad y el activismo, pero niegan la importancia del descanso, las prácticas espirituales y el autocuidado, también descuidan el cuidado holístico de la persona y contribuyen al deterioro de la salud mental en lugar de promover el bienestar integral. El estigma que rodea a la salud mental de los pastores, ministros, misioneros y personal eclesiástico continúa interponiéndose entre estos obreros y la atención que ellos y sus familias necesitan de manera crucial. La consiguiente falta de tales recursos y apoyo limitará su propia capacidad para ayudar a los feligreses que lo necesitan.

Desafíos y oportunidades para los esfuerzos de la Gran Comisión

Desde 2023, la población mundial es de 8000 millones, lo que sugiere que alrededor de 1600 millones de personas están luchando con problemas de salud mental. La inmensa necesidad de cuidado de la salud mental nos ofrece campos maduros para la cosecha y una oportunidad eficaz para servir a las personas de la comunidad mientras presentamos las buenas nuevas. Para satisfacer esta necesidad, debemos atender tres áreas principales de crecimiento en nuestras iglesias.

  1. Capacitación y competencia en salud mental: incluso si una iglesia reconoce que el cuidado de la salud mental es parte de nuestra Comisión, muchas veces no está preparada para dar respuesta. A pesar de la enorme necesidad de sanación emocional y psicológica, muy pocos obreros cristianos están capacitados con el conocimiento y las habilidades necesarias para tal tarea. Debemos equiparnos con conocimientos y habilidades básicas de consejería cristiana e invertir en educación continua para mantenernos al día con las necesidades de las personas. Con una mayor capacitación en salud mental, podremos comprender mejor nuestra naturaleza humana respecto de cómo pensamos, sentimos y nos comportamos. Esto nos beneficiará tanto en nuestro cuidado personal de la salud mental como en el ministerio a los demás. Varios pasos prácticos pueden ser de gran ayuda en este esfuerzo:
    • Programar una semana anual de concientización sobre la salud mental en nuestras iglesias.
    • Ofrecer cursos cortos frecuentes sobre salud mental.
    • Motivar a los miembros a aprender más sobre la salud mental a través de la enseñanza cristiana gratuita en línea.16
    • Adoptar un enfoque multidisciplinario en el cuidado de la salud física y mental, como ya lo hacemos en nuestro enfoque del cuidado y la formación espiritual.
  1. Servicios de salud mental: debemos incorporar sabiamente nuevos ministerios en nuestras iglesias para poder abordar la prevención y el cuidado de los problemas de salud mental. A continuación, se presentan ejemplos prácticos de cómo las iglesias pueden ofrecer servicios de salud mental en sus comunidades:
    • Establecer programas de recuperación/rehabilitación que apoyen a las personas necesitadas en lugar de rechazarlas.
    • Llevar a cabo asesoramiento y ministración individual para ayudar a las personas con problemas emocionales y desafíos de salud mental tanto en la iglesia como en la comunidad. Además, debemos entender cuándo derivar a las personas a los profesionales de la salud mental adecuados, como ya lo hacemos con los problemas de salud físicos.
    • Ofrecer grupos de apoyo centrados en el duelo, las relaciones matrimoniales eficientes, la soltería, los conflictos, el divorcio, las adicciones, la crianza de los hijos, etc.
    • Realizar charlas comunitarias gratuitas sobre temas de salud mental y hacer un seguimiento de las personas con necesidades específicas.
    • Ofrecer sesiones de reflexión sobre eventos traumáticos (debriefing) y servicios de intervención para superar el trauma y el duelo en programas de ayuda y recuperación ante catástrofes.
    • Incrementar el número de proveedores de servicios de salud y/o asociarse con ellos para proveer intervención en la primera infancia y demás ayuda comunitaria, ya que esto reducirá el estrés (así como las eventuales afecciones de salud mental) y la carga que supone la enfermedad.
  1. Renovación de la cultura eclesiástica: Sin una comprensión sólida y holística de lo que una persona es y necesita —es decir, la antropología cristiana—, la educación y los recursos serán de uso limitado. Incluso podemos sabotear nuestros propios esfuerzos a través de las culturas eclesiásticas que fomentan la productividad y el activismo mientras niegan la importancia del descanso, las prácticas espirituales y el cuidado personal. La forma de corregir esto incluye lo siguiente:
    • Reflexionar sobre cómo las Escrituras interactúan con nuestras emociones y cómo la comunidad de fe puede compartir esta fuente de riqueza mediante la lectura, la enseñanza, la adoración, las conversaciones y las relaciones para fortalecer emocionalmente a las personas.
    • Adoptar el bienestar mental como un hábito de estilo de vida entre los cristianos de todo el mundo, promoviendo la apertura y la honestidad respecto de nuestras necesidades.
    • Incrementar las oportunidades de mentoreo y rendición de cuentas para los ministros fuera de las comunidades a las que sirven. Esto les proporciona espacios en los que pueden salir de sus roles de cuidadores para recibir la atención y la conexión que necesitan. Esta oportunidad adicional de rendir cuentas también puede reducir la probabilidad de abuso y comportamientos abusivos.
    • Honrar los testimonios y la sabiduría personal de aquellos que ministran desde su propio quebrantamiento. Si bien nuestro objetivo es el bienestar mental, también reconocemos que, en nuestra condición caída, no todos se recuperarán por completo. La gracia peculiar que estas personas experimentan al seguir a Cristo en medio de su dolor, a menudo las hace especialmente adecuadas para llevar a cabo la Gran Comisión en lugares de quebrantamiento.

Esperanza para nuestros esfuerzos en aras de la Gran Comisión

A pesar de los diversos desafíos globales en el campo de la salud mental, hay muchas razones para tener esperanza en los próximos 30 años, incluidas las siguientes:

  1. Una gran cantidad de recursos de libre acceso ahora están disponibles en línea para capacitar a los cristianos en cuestiones de salud mental como una habilidad ministerial adicional para el evangelismo mundial.
  2. Muchos cristianos se están dando cuenta de que la teología y la psicología no son necesariamente campos opuestos. Muchas de las perspectivas de la psicología están arraigadas en la Biblia. Cuando estamos firmemente anclados en la verdad bíblica, las reflexiones del estudio psicológico pueden mejorar nuestro evangelismo y discipulado en todo el mundo.
  3. Los cristianos están invirtiendo en la formación de muchos profesionales cristianos de la salud mental en todo el mundo. Esto continuará mejorando la atención de la salud mental holística y adaptada a la cultura.
  4. La palabra de Dios para la salud integral es efectiva incluso en medio de la actual crisis de salud mental. Nuestra salud mental es importante para Dios, por lo que nos concederá sabiduría para crecer y apoyarnos unos a otros.

Recursos recomendados

  • Cook, C. C. H., & Hamley, I. (Eds.). (2020). The Bible and Mental Health: Towards a Biblical Theology of Mental Health[La Biblia y la salud mental: hacia una teología bíblica de la salud mental]. Londres: SCM Press.
  • McMinn, R. Mark. (1996). Psychology, Theology, and Spirituality in Christian Counseling [Psicología, teología y espiritualidad en la consejería cristiana]. Wheaton: Tyndale House Publishers.
  • McMinn, R. Mark, & Campbell, D. Clark. (2007). Integrative Psychotherapy: Toward a Comprehensive Christian Approach [Psicoterapia integrativa: hacia un enfoque cristiano integral]. Downers Grove: IVP Academic Press.
  • Ng, Edmund. (2018). Discovering God’s Word Psychologically: Eastern and Western Perspectives [Descubriendo la Palabra de Dios psicológicamente: perspectivas orientales y occidentales]. KL: GGP Publishing.
  • Swinton, John. (2020). Finding Jesus in the Storm: The Spiritual Lives of Christians with Mental Health Challenges[Encontrar a Jesús en la tormenta: la vida espiritual de los cristianos con problemas de salud mental]. Grand Rapids: Eerdmans Publishing.
  • Organización Mundial de la Salud. (2021). Comprehensive Mental Health Action Plan 2013-2030 [Plan de Acción Integral de Salud Mental 2013-2030]. Ginebra: OMS.

Notas finales

  1. Centers for Disease Control and Prevention. (s. f.). «About Mental Health» [Acerca de la salud mental]. Recuperado de https://www.cdc.gov/mentalhealth/learn/index.htm.
  2. Steel, Z., Marnane, C., Iranpour, C., Chey, T., Jackson, J. W., Patel, V., & Silove, D. (2014). The Global Prevalence of Common Mental Disorders: A Systematic Review and Meta-analysis 1980-2013 [La prevalencia global de trastornos mentales comunes: una revisión sistemática y metaanálisis 1980-2013]. International Journal of Epidemiology, 43(2), 476-93. Recuperado de https://doi.org/10.1093/ije/dyu038.
  3. World Health Organization. (2022, 28 de septiembre). Mental Health at Work [Salud mental en el trabajo]. Recuperado de https://www.who.int/news-room/fact-sheets/detail/mental-health-at-work.
  4. Greene, M. C., Tenzen Yangchen, Thomas Lehner, Patrick F. Sullivan, Carlos N. Pato, Andrew McIntosh, James Walters et al. (2021). *The Epidemiology of Psychiatric Disorders in Africa: A Scoping Review* [La Epidemiología de Trastornos Psiquiátricos en África: Una Revisión Exploratoria]. *The Lancet Psychiatry, 8*(8), 717-731. Recuperado de https://doi.org/10.1016/S2215-0366(21)00009-2.
  5. Pan American Health Organization. (2018). The Burden of Mental Disorders in the Region of the Americas, 2018 [La Carga de Trastornos Mentales en la Región de las Américas, 2018]. Washington, D.C.: PAHO.
  6. GBD 2019 Mental Disorders Collaborators. (2022). «Global, regional, and national burden of 12 mental disorders in 204 countries and territories, 1990–2019: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2019» [Carga global, regional y nacional de 12 trastornos mentales en 204 países y territorios, 1990–2019: un análisis sistemático para el Estudio de la Carga Global de Enfermedad 2019]. The Lancet Psychiatry, 9(2), 137-150.
  7. World Health Organization. (2022, October 12). “Barriers to Mental Health Care in Africa, 2022” [Barreras para la Atención de la Salud Mental en África, 2022]. Recuperado de https://www.afro.who.int/news/barriers-mental-health-care-africa.
  8. World Health Organization. (2008). mhGAP: Mental Health Gap Action Program: Scaling up care for mental, neurological and substance use disorders [mhGAP: Programa de Acción para la Brecha en Salud Mental: Ampliando la atención para trastornos mentales, neurológicos y por consumo de sustancias]. Geneva: WHO Press.
  9. Hossain, Md Mahbub, Mariya Rahman, Nusrat Fahmida Trisha, Samia Tasnim, Tasmiah Nuzhath, Nishat Tasnim Hasan, Heather Clark, Arindam Das, E Lisako J McKyer, Helal Uddin Ahmed, Ping Ma. (2021). «Prevalence of anxiety and depression in South Asia during COVID-19: A systematic review and meta-analysis» [Prevalencia de ansiedad y depresión en Asia Meridional durante COVID-19: una revisión sistemática y metaanálisis]. Heliyon, 7(4). Recuperado de https://doi.org/10.1016/j.heliyon.2021.e06677.
  10. Dragioti, Elena, Han Li, George Tsitsas, Keum Hwa Lee, Jiwoo Choi, Jiwon Kim, Young Jo Choi et al. (2022). «A large-scale meta-analytic atlas of mental health problems prevalence during the COVID-19 early pandemic» [Un atlas metaanalítico a gran escala de la prevalencia de problemas de salud mental durante la pandemia temprana de COVID-19]. Journal of Medical Virology, 94(5), 1935-1949. 
  11. Ng, Edmund. (2021). Shame-Informed Counseling and Psychotherapy, Eastern and Western Perspectives [Asesoramiento y Psicoterapia Informados por la Vergüenza, Perspectivas Orientales y Occidentales]. New York: Routledge, páginas 77-82.
  12. World Health Organization. (2020). Mental Health Atlas 2020 [Atlas de Salud Mental 2020], p. 52.
  13. Movimiento de Lausana. “Salud para todas las naciones”. Recuperado de https://lausanne.org/es/network/la-salud-en-la-mision.
  14. Earls, A. (2020, 11 de diciembre). Mental Health Declines Among Americans, Except Weekly Churchgoers [Declive de la salud mental entre los estadounidenses, excepto los asistentes a la iglesia semanalmente]. Recuperado de https://research.lifeway.com/2020/12/11/mental-health-declines-among-americans-except-weekly-churchgoers/.
  15. Brenan, M. (2020, 7 de diciembre). Americans’ mental health ratings sink to new low [Las calificaciones de salud mental de los estadounidenses caen a un nuevo mínimo]. Recuperado de https://news.gallup.com/poll/327311/americans-mental-health-ratings-sink-new-low.aspx.
  16. Uno de estos recursos es la Comunidad de Espacio Seguro. https://www.safespacecom.org.

Biografía del autor

Karen Bomilcar

Karen Bomilcar es licenciada en Psicología de Universidad Mackenzie (São Paulo), especializada en Psicología Clínica y de la Salud (Universidad de São Paulo), y tiene una maestría en Teología y Estudios Interdisciplinarios de Regent College (Vancouver, Canadá). Actualmente vive en São Paulo, Brasil, y trabaja como psicóloga sanitaria en el área de Salud Pública y como profesora estacional en Seminário Teológico Servo de Cristo y en Centro Cristão de Estudos, donde enseña en las áreas de asesoramiento, espiritualidad cristiana y salud. Karen es co-catalizadora de la Red Temática Salud para Todas las Naciones del Movimiento de Lausana.

Esther Malm

La Dra. Esther es profesora asociada de psicología y terapeuta matrimonial y familiar licenciada. Fue miembro de la conferencia YL 2008 en Abuja, Nigeria. Esther busca inspirar y empoderar a los seguidores de Cristo para que logren la excelencia en todas las áreas, sirvan a su familia como el primer campo ministerial y promuevan el cuidado de la salud mental

Edmund Ng

El Dr. Edmund Ng es director ejecutivo empresarial y psicoterapeuta licenciado en servicio comunitario. Busca capacitar a los cristianos asiáticos sobre salud mental a través de la Comunidad de Espacio Seguro para Asiáticos . Durante 12 años, Edmund se desempeñó como presidente fundador de las Asociaciones de Consejeros Cristianos de Malasia y Asia. Es autor de Shame-informed Counseling and Psychotherapy [Consejería y psicoterapia basadas en la vergüenza] (Routledge, 2021) y de varios otros libros y artículos de revistas cristianas.

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