Comunidades Digitales
Las comunidades digitales como unidad social
Desde antes de la pandemia, el uso de los medios digitales se ha convertido en una actividad cotidiana para las personas de todo el mundo. Gracias a los avances tecnológicos, la distancia física no nos impide conectar con nuestros amigos, familiares, colegas y grupos religiosos. Aunque no seamos conscientes de ello, todos participamos en algún tipo de comunidad digital.
En este artículo, el término «comunidades digitales» se refiere a las comunidades en las que las interacciones se realizan principalmente a través de dispositivos digitales o medios digitales, aunque estas comunidades pueden tener interacciones presenciales que se alimentan y favorecen mediante las comunicaciones digitales. Somos testigos del florecimiento de las comunidades digitales que existen actualmente; por ejemplo, los servicios en línea por Zoom, los grupos de comunión, los estudios bíblicos en Facebook y las comunidades de videojuegos pueden fomentar la amistad y las relaciones con Jesús y sus seguidores.1
Por otra parte, la polarización y la manipulación que predominan en las redes sociales han dividido a las comunidades digitales.2 Debido a los algoritmos preestablecidos en estas redes, la mayoría de usuarios suele permanecer en sus burbujas sociales con aquellos que comparten una cosmovisión política, cultural y religiosa similar a la suya. Al no haber interacción fuera de estas burbujas, se intensifica la antipatía e incluso el odio hacia los que no son como ellos. Este fenómeno plantea la cuestión de cómo las comunidades cristianas pueden cultivar y fomentar las amistades, en lugar de rechazar a los demás por sus diferencias. Aunque, desde luego, los cristianos han tenido sus propias «burbujas sociales» dentro del mundo religioso desde los albores del tiempo.
No obstante, prevemos que, de aquí a 2050, las comunidades digitales se convertirán en la principal unidad social donde se desarrolle la comunicación humana. Muchos nativos digitales que han crecido en un entorno digital utilizan a diario el iPad para entretenerse, envían mensajes por Snapchat y procrastinan en TikTok. Aunque el mundo teológico cuestione a veces que la interacción digital no es tan auténtica como la física,3 este tipo de comunicación es inevitable en todos los ámbitos de la sociedad, incluyendo las iglesias. Por ello, cuando se habla del amor al prójimo (Mateo 22:39), el concepto de prójimo no solo incluye a las personas con las que tenemos una proximidad geográfica, sino también a aquellas con las que solemos reunimos en línea. Nuestro prójimo ya no está tan cerca, sino más lejos, gracias al avance tecnológico que amplía nuestra red social, donde nos enteramos de la alegría e incluso del dolor de nuestro prójimo por las noticias que nos llegan al instante a través de la internet.
En los años noventa, Benedict Anderson acuñó el término «comunidades imaginadas» para referirse al sentido de pertenencia desarrollado por los medios de comunicación.4 En 2020, el desarrollo de las comunidades imaginadas se vio acelerado por los medios digitales, sobre todo durante la pandemia del COVID-19. En cierto modo, las comunidades digitales no pueden clasificarse como «imaginadas» o «virtuales», ya que formar parte de ellas es una realidad en la vida cotidiana. Pese a ello, prevemos que las comunidades físicas seguirán existiendo en los próximos años, aunque la comunicación humana dentro de estas comunidades dependa en gran medida de los dispositivos o medios digitales. No es raro ver cómo los jóvenes se reúnen en un lugar físico mientras utilizan los servicios de redes sociales (SNS, por sus siglas en inglés) para comunicarse con las personas que tienen enfrente. El apego y la pertenencia a algunas comunidades ya no vienen determinados únicamente por las interacciones presenciales, sino más bien en línea. Algunos pueden hasta llegar a afirmar que las iglesias del futuro tendrán servicios dominicales, e incluso evangelismo, tanto en línea como presenciales.5
El efecto en el mundo, en la Iglesia y en la gran comisión
A la hora de interactuar con las comunidades digitales, el medio que transmite el mensaje es igual de importante que el propio mensaje.6 Por consiguiente, la forma de comunicarse dentro y fuera de las comunidades digitales se verá alterada por el desarrollo tecnológico de herramientas como los medios digitales, la inteligencia artificial y otros dispositivos digitales. En otras palabras, será crucial cómo se manifiesta la agencia humana en el ámbito digital, para que la comunicación de cada individuo no se vea restringida ni determinada por la tecnología digital.
La cuestión más apremiante en el mundo es cómo se pueden crear con ética dispositivos y medios digitales capaces de influir indirectamente en la formación de comunidades digitales. En los últimos años, científicos y especialistas en ética se han mostrado cautelosos ante la forma en que los dispositivos o medios digitales pueden repercutir en la producción de conocimiento, algo que puede marginar de manera inconsciente a determinados grupos en la esfera digital. Es posible que, debido a un sesgo inconsciente en el algoritmo de las redes sociales, las opiniones de las minorías étnicas no encabecen la lista en los motores de búsqueda.7 La principal preocupación del siglo XXI será cómo las comunidades digitales pueden unir a las personas y no separarlas. Por lo tanto, la prioridad de los líderes cristianos que desean forjar un mundo más justo para Dios debería ser equipar a los seguidores de Cristo en el desarrollo de productos y en la industria tecnológica. Esto no solo evitará el mal uso de la tecnología de inteligencia artificial que puede ser perjudicial para los seres humanos y los no humanos, sino que también ayudará a las empresas que dependen de la tecnología a construir un modelo de organización que conduzca al florecimiento de la sociedad.
El grado de materialismo de las comunidades digitales tendrá repercusiones en la frecuencia con la que los seres humanos interactúan entre sí en estas comunidades. Es decir, algunos pueden pensar que comunicarse en el mundo digital es menos auténtico, porque no interactúan con alguien que esté físicamente delante de ellos. Este tipo de ansiedad social queda validado, ya que la gente suele hacer comentarios hostiles en línea porque no puede ver físicamente a los demás en el espacio digital. No obstante, este problema parece centrarse más en la hostilidad que en el medio en sí. En otras palabras, para abordar eficazmente la agresión en línea, lo mejor es educar a todos sobre la actitud al utilizar este medio: crear respeto, generosidad y amabilidad, aunque no nos encontremos con la persona real en las comunidades digitales.
El auge de las comunidades digitales también implica que, de aquí a 2050, la Iglesia tendrá que formar a sus líderes pastorales para que puedan abordar la necesidad de fomentar las comunidades digitales tanto para los grupos de dentro como de fuera de la Iglesia. Esa formación no se limita al uso de la tecnología, sino que también incluye la etiqueta y el lenguaje necesarios para relacionarse con los miembros de las comunidades digitales. Por ejemplo, el uso de jerga y emojis en el mundo en línea no resulta tan familiar a quienes prefieren comunicarse en persona o mediante material impreso. No obstante, la formación no debe sustituir a la comunicación presencial; por el contrario, el ministerio pastoral del futuro debe desarrollar tanto las habilidades sociales presenciales como las digitales. En lugar de simplemente rechazar las actividades físicas, las comunidades digitales deberían tener el potencial de alimentar las interacciones presenciales, sobre todo cuando algunos grupos a los que servimos prefieran la comunicación presencial a causa de una discapacidad o de cualquier otro asunto personal.
Asimismo, esto plantea cuestiones sobre cómo concebimos todos la eclesiología en el mundo digital. Durante la pandemia, Heidi Campbell y otros eruditos de todo el mundo publicaron el libro Digital Ecclesiology (Eclesiología digital), que hace referencia a las situaciones en las que todo funciona en línea.8 En 2023, se levantó la cuarentena en la mayoría de países y todas las actividades eclesiásticas volvieron a funcionar en línea y presencialmente. Pero esto plantea la cuestión de si el cuadro descrito en Hechos 2 sobre la convivencia puede concretarse en el mundo digital. Para ello se requiere imaginación, tanto por parte de los líderes cristianos como de los expertos en tecnología, para trabajar unidos al concebir una vida eclesial inmersa en un mundo tecnológico.
Llevar a cabo la gran comisión también supondrá un reto en los países con mayores niveles de vigilancia a causa de las restricciones impuestas a las actividades religiosas. En China, por ejemplo, se aplican leyes mediáticas desde marzo de 2022 para evitar el terrorismo, incluidas las actividades religiosas.9 En cierto modo, las comunidades eclesiásticas se han visto restringidas tanto desde el punto de vista físico como digital. A pesar de ello, esto no afecta a la tenacidad de los cristianos para mantenerse como grupos muy unidos. China sigue teniendo un porcentaje considerable de cristianos: al menos el 7 % de su población, es decir, 106 millones de personas.10
Otra de las dimensiones que influyen en el mundo, en la Iglesia y en la gran comisión es hasta qué punto se implementa la inteligencia artificial en la comunicación diaria sobre todo en el evangelismo. Es cierto que la inteligencia artificial facilita y acelera el flujo de información. Sin embargo, ¿de qué manera deberíamos implementar la evangelización robótica en un mundo post COVID-19? Durante la pandemia, se hablaba de sacerdotes robot que ayudaban a que las actividades de la iglesia se desarrollaran con normalidad y que ayudaban a implementar el distanciamiento físico.11 No obstante, todavía está en fase de formación la concepción que tiene el cristianismo de la personalidad de los robots y de la información que proporcionan para ayudar a la misión cristiana. Aunque en la actualidad nadie considera que los robots sean equiparables a los seres humanos por ser menos relacionables en cuanto a su personalidad y a la exactitud de la información, cabe preguntarse si en la década de 2050 serán como «nosotros» gracias al avance de la tecnología de inteligencia artificial. También se plantea la interrogante de si los robots deberían ser incluidos como «nosotros» en las comunidades digitales, pero nos parece una cuestión bastante controvertida que requiere un estudio minucioso. La cadena de televisión británica Channel 4 lanzó una serie (aún disponible en internet) que trata estos temas: «Humans».12
Oportunidades y desafíos para la labor de la gran comisión
A pesar de la oportunidad de llegar a los no alcanzados sin restricciones geográficas, observamos que, debido a la manipulación de determinadas redes o grupos sociales, es posible que surjan problemas de salud mental o aislamiento social cuando las comunidades digitales se convierten en grupos que dominan la interacción social. Dado que los individuos pueden elegir participar o retirarse de los grupos sociales sin que tengan que inmiscuirse mucho en la vida de los demás, esto puede dar lugar al hikikomori (en japonés, una forma de retraimiento social grave), que puede repercutir en las relaciones interpersonales y desarrollar problemas de salud mental.13 Ya que el mandato de la gran comisión nos insta a hacer discípulos de todas las naciones, una de las necesidades apremiantes en el futuro será llegar a aquellos que puedan desvincularse de las comunidades o de la sociedad en general. Este alejamiento en sí no difiere del todo del que existía antes de la era digital. Sin embargo, la técnica para alcanzar a estas personas puede ser distinta pues combina habilidades sociales presenciales y en línea, además de habilidades de consejería que pueden ayudarlas a reconectarse con Dios y con otros seres humanos.
Otro desafío a la hora de incorporar la labor de la gran comisión a las comunidades digitales es el uso ético de los dispositivos o medios digitales en el ministerio pastoral, incluyendo los tipos de inteligencia artificial y las plataformas. En el entorno cristiano, a los líderes pastorales les preocupa que aplicaciones como ChatGPT se conviertan en una plataforma importante de consumo de conocimientos. Sin embargo, como bien señala Jason Watson: «la formación espiritual implica ir más allá del mero consumo de contenidos sobre el evangelio para permitir de manera intencionada que la verdad del evangelio cambie nuestra forma de vivir».14Mientras que muchos ven el avance de la inteligencia artificial como una amenaza para la humanidad, nosotros consideramos que la confianza en la providencia de Dios en la vida de cada cristiano será más importante que nunca, porque sencillamente no se puede sustituir la guía de Dios por la generación de información.
En este sentido, como discípulos de Cristo, somos responsables, de aquí a 2050, de educar a todos en el uso ético de la tecnología y de recorrer juntos el camino a fin de sentir al Espíritu Santo en todos los aspectos de nuestra vida, incluidas nuestras interacciones dentro de las comunidades digitales y nuestras decisiones de (des)conectarnos con los medios o dispositivos digitales, impulsados por la manera en que vemos a Dios en nuestra vida.
Indigitious, un grupo del sudeste asiático, constituye un buen ejemplo de cómo líderes expertos en tecnología hacen posible las misiones digitales y promueven el diálogo sobre cómo los cristianos glorifican a Dios en su contexto local. Como comenta su cofundador, Simon Seow: «Si Dios ha incluido lo digital en tu historia, lo ha hecho con un propósito.15 La Iglesia, con sus líderes pastorales y laicos, será el testigo de Dios el cual da testimonio de la Palabra, que se renueva a través de Jesucristo y que se refleja en sus seguidores, quienes llevan la imagen de Dios en cada aspecto de su vida, tanto en línea como en persona, en comunidades físicas y digitales.
Recursos
- Campbell, Heidi A.: Digital ecclesiology: a global conversation. (Eclesiología digital: un diálogo global). College Station, TX: Digital Religion Publications, 2020.
- Kurlberg, Jonas, Nam Vo y Afshari, Sara: «Estudio ocasional de Lausana: Cómo ser Iglesia en la era digital». Movimiento de Lausana, consultado el 1 de junio de 2023. <https://lausanne.org/content/lop/lausanne-occasional-paper-being-church-in-a-digital-age>.
- Phillips, Peter M.: «On Digital Being» (Acerca del ser digital). Crucible, febrero de 2023.
Notas finales
- Video Games Ministries, accessed May 22, 2023, https://videogameministries.com/.
- Carl T. Bergstrom and Joseph B. Bak-Coleman. ‘Information Gerrymandering in Social Networks Skews Collective Decision-Making’, Nature (September 4, 2019), https://www.nature.com/articles/d41586-019-02562-z.
- Peter M. Phillips, ‘On Digital Being’, Crucible, February 2023.
- Benedict R. Anderson, Imagined Communities: Reflections on the Origin and Spread of Nationalism (London: Verso, 2006).
- Peter M. Phillips, Hybrid Church: Blending Online and Offline Community (Cambridge: Grove Books, 2020).
- Marshall McLuhan, Understanding Media: The Extensions of Man (Berkeley: Gingko Press, 2013).
- Calida Chu, ‘Decolonisation/Recolonisation?: digital Theology in the Post-Covid-19 world’, GoNeDigital Conference, Online, Global Network for Digital Theology, July 14-16 , 2021.
- Heidi A. Campbell, Digital Ecclesiology: A Global Conversation (College Station: Digital Religion Publications, 2020).
- Sean Cheng, ‘Can China’s New Regulations Really Stop Evangelism on the Internet?’, Christianity Today, 3 March 2022, https://www.christianitytoday.com/ct/2022/march-web-only/internet-regulations-china-evangelism.html.
- Gina A. Zurlo, Global Christianity: A Guide to the World’s Largest Religion from Afghanistan to Zimbabwe (Grand Rapids: Zondervan Academic, 2022), 86.
- Sofia Bettiza, ‘God and Robots: Will Ai Transform Religion?’ BBC News, 21 October 2021, https://www.bbc.co.uk/news/av/technology-58983047.
- Channel 4, ‘Human’, accessed 15 August 2023, https://www.channel4.com/programmes/humans.
- Roseline Yong and Kyoko Nomura, ‘Hikikomori Is Most Associated With Interpersonal Relationships, Followed by Suicide Risks: A Secondary Analysis of a National Cross-Sectional Study’, Frontiers in Psychiatry 10 (2019): 247.
- Jason Watson, ‘Could ChatGPT Make Disciples? Rethinking Evangelical Discipleship in Light of AI’, Lausanne Movement, February 9, 2023, https://lausanne.org/about/blog/could-chatgpt-make-disciples.
- Indigitous, ‘If God has written digital into your story’, Instagram, November 5, 2020, https://www.instagram.com/p/CHM1YV8jX6C/?igshid=MzRlODBiNWFlZA==.