Las nominaciones de participantes para el Foro Mundial del Trabajo están en marcha. Durante este tiempo apasionante, me gusta recordar que el Movimiento de Lausana imagina un mundo donde el evangelio tiene el impacto del reino en cada esfera de la sociedad. Pero, ¿qué significa esto exactamente, y por qué es importante?
Cuando era un joven cristiano, me enseñaron en la iglesia a usar el diagrama del puente y las Cuatro Leyes Espirituales para explicar el evangelio. Después de los cultos dominicales y las concentraciones juveniles, siempre salía con un sentido de insignificancia y enorme gratitud por el precio y sacrificio infinitos de Cristo en la cruz, y por mi salvación del pecado y la muerte, de la condena eterna. Pero a menudo, también lo hacía con una enorme pregunta: “¿Qué haré entre ahora y cuando muera (o cuando regrese Cristo)?”. Jesús me había salvado del pecado y la muerte. Pero, ¿para qué me había salvado?
Pasaba la mayoría de mis días trabajando, y sabía en lo profundo, por el Espíritu, que había un propósito para mi trabajo en el mundo, pero esta verdad nunca me fue enseñada o comunicada en mi experiencia como un joven creyente. El evangelio que conocí había quedado definido de manera demasiado estrecha. Era un entendimiento de la salvación centrado solo en individuos, en vez de toda la creación, un evangelio que veía solo parte del cuadro.
Hoy, en muchas iglesias, sigue habiendo una priorización implícita del “trabajo ministerial”, y se habla de la primacía de la proclamación del evangelio por sobre la acción social. La acción social —en línea con la visión de Lausana del impacto del reino en cada esfera de la sociedad— siempre ha sido vista como algo secundario, porque se la percibe como un medio para proclamar el evangelio y para la evangelización. Así que, naturalmente, con recursos limitados, el foco se ha inclinado hacia la proclamación y la evangelización, mientras que todo lo demás, como la comunidad, la familia y el trabajo, han sido vistos como medios para un fin.
Dorothy Sayers lo expresa bien a través de estas palabras proféticas escritas hace más de sesenta años:
En ninguna otra área la iglesia ha perdido tanto su conexión con la realidad como en su incapacidad de entender y respetar la vocación secular. Ha permitido que el trabajo y la religión se conviertan en sectores separados, y se asombra al darse cuenta de que, como resultado, el trabajo secular del mundo se ha volcado a fines puramente egoístas y destructivos, y que la mayor parte de los trabajadores inteligentes del mundo se han vuelto irreligiosos o, al menos, han perdido interés en la religión. Pero, ¿es realmente asombroso? ¿Cómo puede alguien permanecer interesado en una religión que parece no tener ninguna preocupación con el noventa por ciento de su vida? La forma que tiene la iglesia de abordar a un carpintero inteligente se reduce por lo general a exhortarlo a no emborracharse y a ser ordenado en su tiempo de ocio, y a que venga a la iglesia los domingos.
“¿Cómo puede alguien permanecer interesado en una religión que parece no tener ninguna preocupación con el noventa por ciento de su vida?”, escribe Sayers. La pregunta de Sayers no es meramente teológica, sino también misiológica. El 99% de quienes no somos trabajadores pagados por la iglesia, pasamos la mayor parte de nuestras vidas en ámbitos laborales, escuelas, hogares y comunidades. Pero se ha dicho poco acerca de cómo debemos vivir y quiénes debemos ser en estos lugares. Un entendimiento correcto del trabajo, del trabajador y del lugar de trabajo (pago o impago), por lo tanto, tiene todo que ver con la cruz y el evangelio de Jesucristo, y la misión de su iglesia. Tiene todo que ver con la pregunta de para qué somos salvados en esta vida.
A través de la vida, muerte y resurrección de Cristo, él está reconciliando todas las cosas, sean las cosas en la tierra o las cosas en el cielo (Colosenses 1:20). El evangelio de la reconciliación, entonces, no es solo para reconciliar a las personas con Cristo, sino también todo lo que está caído y está arruinado por el pecado —las injusticias, los sistemas estropeados de este mundo— a través del cuidado de la creación, los negocios, los sistemas financieros, los diseños de productos y servicios, la educación, la formulación de políticas, etc. ¡A Dios le interesan todas estas cosas! ¡Él es Señor de todas estas cosas! No podemos ignorar el poder de la cruz en la restauración de todos estas áreas para alinearlas con el reino de Dios.
Esta es, precisamente, la razón por la que el inminente Foro Mundial del Trabajo de Lausana es tan importante. Debemos obtener un entendimiento más sólido del ministerio reconciliador de Dios, especialmente en el área del trabajo. ¿Consideraría usted nominar a personas cuyas vidas encarnan esta visión integral del trabajo y el ministerio?
Nota del editor:
Las nominaciones para el Foro Mundial del Trabajo cerrarán el 30 de abril de 2018. Todas las personas pueden nominar a candidatos calificados para la consideración a través de este proceso abierto.