¿Qué significa ser humano?

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Inteligencia Artificial

Angela Kim, Sharoon Sarfraz, Jason Thacker & Dan Whitenack

Las tecnologías que utilizan la inteligencia artificial (IA) están cambiando la forma en que las personas se conectan entre sí, tanto de manera positiva como preocupante. Los avances en la capacidad y las aplicaciones de la IA plantean nuevas preguntas sobre el control y el poder, la privacidad, los prejuicios y la discriminación, el bienestar económico, y nuestra concepción de lo que significa ser humano. Si bien es crucial que pensemos en las repercusiones morales y utilicemos la IA de manera responsable, creemos que ésta ofrece a la iglesia y a los ministerios cristianos una oportunidad especial para avanzar y mejorar nuestro trabajo. En este artículo, expondremos cómo creemos que el uso de la tecnología de IA puede mejorar nuestros esfuerzos en la Gran Comisión y discutiremos cómo podemos adoptarla de manera responsable.

Estado actual de la IA

Durante la última década, las tecnologías de IA se han abierto camino en casi todas las industrias, revolucionando sectores que van desde la manufactura hasta la producción de video. Si bien la adopción generalizada de la IA ha sido una tendencia constante, el lanzamiento público de ChatGPT por parte de OpenAI marcó un punto de inflexión significativo a partir del cual el público comprendió que la IA inevitablemente afectará todas las facetas de nuestras vidas en un futuro próximo.

Los cristianos de todo el mundo también han reconocido el inmenso potencial de la IA para avanzar en la difusión del evangelio y han empleado herramientas de IA de muchas maneras innovadoras:

  • Un ejemplo de esto es la mejora del discipulado y la capacitación a través del desarrollo de perfiles de aprendizaje. El discipulado se centra en la enseñanza, y la enseñanza en los alumnos. Al profundizar nuestra comprensión de los alumnos y ayudarnos a personalizar el material de aprendizaje, los sistemas de IA pueden ser una herramienta muy eficaz. GoTandem y los esfuerzos de Christian Vision proporcionan ejemplos de cómo esta tecnología ya se está utilizando. 
  • Las capacidades predictivas de la IA también pueden ayudarnos en la evangelización digital al sugerir el contenido, el momento y el modo adecuados de brindar respuestas basadas en una comprensión más profunda del alumno. Por ejemplo, un chatbot impulsado por IA puede responder a consultas sobre religión, citar pasajes bíblicos e incluso tener debates religiosos.
  • En el área del estudio bíblico, la IA puede ser capaz de examinar el texto de la Biblia, encontrar temas y patrones clave, y ofrecer sugerencias de interpretación para ciertos pasajes.1 La IA también se puede utilizar para crear herramientas que proporcionen más contexto o recursos para un pasaje en particular con el fin de ayudar a los lectores a comprender la Biblia.
  • También es fascinante ver cómo se utilizan las herramientas de IA para mejorar y acelerar la traducción bíblica, tanto en formato escrito como de audio y video.

Curiosamente, los desafíos presentados por la pandemia del COVID-19 obligaron a muchas iglesias e instituciones educativas cristianas a invertir en su capacidad para ofrecer cultos, comunión, capacitación y formación en línea. Como resultado, muchos líderes y miembros de iglesias de todo el mundo ahora se muestran bastante más receptivos a la adopción de nuevas tecnologías. La iglesia de realidad virtual (RV) en el metaverso es un ejemplo de este tipo de cambio, aunque no se ha adoptado ampliamente al momento de escribir este artículo.

Cómo abordar las preocupaciones comunes

Es comprensible que muchos cristianos tengan ciertas reservas sobre la integración de las tecnologías de IA a la vida de la iglesia. Algunas de sus preocupaciones derivan de conceptos erróneos comunes sobre la naturaleza de la IA, y otras se basan en importantes cuestiones éticas y teológicas. En cualquier caso, se deben abordar estas preocupaciones si queremos hacer el mejor uso de nuestros recursos para los fines de la Gran Comisión.

Una objeción común es el argumento de que debido a que las herramientas de IA son creadas por humanos e imitan la inteligencia humana, su uso viola la ética cristiana. Esta preocupación se abordará con mayor detalle más adelante en este artículo, pero en pocas palabras, es importante recordar que, al crear y utilizar la tecnología de IA, estamos desarrollando herramientas, no «seres». Aunque estas herramientas de IA pueden imitar ciertas capacidades o habilidades similares a las humanas, no son humanas y no tenemos la capacidad de concederles una condición humana. Por impresionantes que sean, las herramientas de IA solo pueden imitar la forma en que los seres humanos completan tareas, y por muy avanzada que sea su capacidad para analizar datos, esto no significa que puedan pensar y aprender como lo hacen los seres humanos.

la IA no representa una amenaza existencial para la humanidad, pero debemos ser conscientes de las preocupantes maneras en que influencia nuestra comprensión de Dios, de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.

Además, contrariamente a las creencias populares y exageradas, el principal desafío no radica en que un sistema de IA se vuelva sensible o desencadene un suceso de extinción masiva a través de agentes autónomos no controlados. Podemos encontrar consuelo en el hecho de que a Dios no lo toma por sorpresa la IA. Él ya conoce todos los resultados posibles dentro de su infinita sabiduría. Por lo tanto, la IA no representa una amenaza existencial para la humanidad, pero debemos ser conscientes de las preocupantes maneras en que influencia nuestra comprensión de Dios, de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.

Muchos tienen razón al preocuparse por la protección de datos y la privacidad, el consentimiento significativo, la prevención del abuso y la naturaleza e interacción humanas. De hecho, hay una gran posibilidad de que las herramientas de IA se usen para causar daño, por lo que debemos ser muy cuidadosos al utilizarlas. Es importante que los investigadores y los responsables de fijar las normas garanticen que las herramientas de IA se desarrollen y utilicen de manera responsable y ética. Pero al igual que con las nuevas tecnologías que la han precedido, el mejor curso de acción a seguir es tratar perfeccionarnos en su uso y aprovechar sus beneficios mientras nos esforzamos en ser sabios y cuidadosos para mitigar sus posibles efectos negativos. Tenemos ante nosotros la increíble oportunidad de que los cristianos de la industria de la IA colaboren y promuevan la importancia del uso ético y responsable de estas herramientas, y que asimismo se democratice la tecnología para que las herramientas de IA puedan distribuirse de una manera más diversa, equitativa e inclusiva.

Estado futuro de la IA

Para 2050, se prevé que la IA se extienda y se integre a todos los aspectos de nuestras vidas, desde los servicios de salud y la industria alimentaria hasta el transporte y el entretenimiento educativo (educación + entretenimiento), de hecho, ya tiene una fuerte presencia en estos y muchos otros campos. Las herramientas de IA podrían utilizarse para automatizar una amplia gama de tareas, lo que permitiría que las personas se centraran en trabajos más creativos y estratégicos.

Veremos avances significativos en las aplicaciones de IA que son capaces de exhibir un comportamiento más humano, como el análisis del contexto y la imitación de la empatía y la creatividad. Esto podría conducir a nuevos niveles de interacción y colaboración entre humanos y máquinas.

La tecnología de IA se integrará cada vez más en la robótica, lo que conducirá al desarrollo de robots más avanzados que puedan realizar tareas complejas e interactuar con los humanos de formas más sofisticadas no solo en la ciencia y la industria, sino también en tareas domésticas. Esto podría tener implicaciones significativas para ciertas industrias como la manufactura, la atención médica y el transporte, que necesitan volver a capacitar y mejorar las habilidades de su fuerza laboral para satisfacer las nuevas demandas.

Para 2050, las nuevas herramientas y técnicas de expresión creativa proporcionadas por la IA ofrecerán logros significativos en el arte, la música y el diseño. Ya hemos visto cómo los contenidos creados con herramientas de IA en música, vídeo, pintura, etc. son indistinguibles de las obras creadas por el hombre. Esto, por supuesto, suscita preocupación en torno a la propiedad intelectual, lo que pone de relieve la necesidad de una estrecha colaboración entre tecnólogos, especialistas en ética y profesionales del derecho.

En general, es probable que el estado de la IA en 2050 se caracterice por los rápidos avances tecnológicos, junto con una creciente conciencia de las implicaciones éticas y sociales de la tecnología de IA. Será importante que los investigadores, los responsables de fijar las normas y el público en general del sector cristiano trabajen juntos para garantizar que la IA se desarrolle y utilice de una manera centrada en la dignidad humana.

Cultura, humanidad y verosimilitud del Evangelio

La tecnología a menudo plantea más preguntas de las que responde. Si bien las preguntas de hoy pueden parecer novedosas debido a la naturaleza acelerada del avance tecnológico, el núcleo de estas preguntas es atemporal. La inteligencia artificial y la intriga popular en torno a la aplicación de estas herramientas plantean una pregunta central: ¿Qué significa ser humano? Esta es una pregunta que la iglesia debe estar lista para responder con verdad, claridad y gracia mientras buscamos acceder a la cultura y difundir el evangelio hasta los confines de la tierra. A medida que las herramientas de IA asumen muchas funciones y tareas que antes solo realizaban los humanos, esta pregunta se vuelve aún más perspicaz.

La pregunta recurrente sobre lo que significa ser humano se vuelve aún más importante en nuestra era de tecnologías emergentes. En el ensayo Artificial Intelligence: An Evangelical Statement of Principles [Inteligencia Artificial: una declaración de principios evangélicos], un grupo de más de 70 líderes evangélicos de América del Norte reafirmaron la naturaleza única de la humanidad y declararon «que ninguna parte de la creación — incluida cualquier forma de tecnología— debe usarse para usurpar o subvertir el dominio y la mayordomía que Dios ha confiado únicamente al ser humano; ni se debe asignar a la tecnología un nivel similar al humano en cuanto a identidad, valor, dignidad o albedrío moral».2 Esta concepción de la naturaleza excepcional de la humanidad tiene sus raíces en la comprensión cristiana del estatus único que Dios le otorgó cuando la creó según la imago Dei (Génesis 1, 26-28).

 Independientemente de las capacidades o atributos de cada uno, se es una persona por el simple hecho de ser un miembro de la especie humana.

Históricamente, la iglesia ha argumentado a favor de tres definiciones principales de la imago Dei que se han centrado en nuestra capacidad humana de pensar, crear y realizar ciertas tareas complejas. Si bien es cierto que la humanidad parece exhibir ciertas características como un alto nivel de razón/racionalidad (visión sustantiva), de gregarismo (visión relacional) y de capacidad/responsabilidad representativa (visión funcional), debemos preguntarnos si estos atributos o capacidades fundamentan ontológicamente la identidad humana. O si, más bien, en realidad demuestran un estatus fundamental que según los seres humanos se origina en la forma en que Dios nos separó del resto de la creación como aquellos hechos a su imagen. A lo largo de la historia de la Iglesia, los teólogos y filósofos han sostenido varias combinaciones de estas perspectivas mientras buscaban abordar los desafíos sociales y éticos de su época.

El filósofo católico alemán Robert Spaemann escribe que «los seres humanos tienen ciertas propiedades definidas que nos autorizan a llamarnos “personas”; pero no llamamos personas a las propiedades, sino a los seres humanos que poseen esas propiedades».3 En otras palabras, una persona es alguien, no algo. Independientemente de las capacidades o atributos de cada uno, se es una persona por el simple hecho de ser un miembro de la especie humana. Spaemann escribe que «solo puede y debe haber un único criterio para la personalidad; éste es la pertenencia biológica a la raza humana».4 Esta concepción de la naturaleza única de la humanidad puede ayudar a la iglesia a considerar cómo abordar las oportunidades y los desafíos que tenemos por delante, basados en el amor a Dios y al prójimo (Mateo 22:37-39).

Si bien los seres humanos son un tipo específico de criatura que a menudo exhibe ciertas características y atributos compartidos en diversos grados, no se debe considerar que la dignidad humana se basa únicamente en la presencia de esos atributos o capacidades particulares. La ausencia de estos rasgos —ya sea debido a las diferencias individuales o a los efectos perniciosos del pecado— no conduce a la pérdida de la dignidad o de la personalidad. El estatus único de la imago Dei es inalterable e inmutable; nos es otorgado de manera exclusiva por nuestro creador y se aplica a todos los miembros de la especie humana a través del tiempo y de la cultura

La forma en que definimos lo que significa ser humano tiene vastas implicaciones para toda la vida. Esto incluye la manera en que pensamos acerca de las tecnologías emergentes que están comenzando a imitar los mismos atributos que durante mucho tiempo hemos pensado que eran exclusivamente humanos. La ética cristiana nos recuerda que, incluso en una era de tecnologías emergentes como la IA, el valor y la dignidad de los seres humanos no están arraigados en lo que hacemos, sino en quiénes somos como portadores de la imagen única de nuestro creador, dotados de la capacidad de tener comunión personal con el Dios tripartito. Dios nos hizo a su imagen y semejanza y nada —ni siquiera los sistemas de IA más avanzados del futuro— podrá alterar ese estatus ontológico. Esta verdad debe ser fundamental para los debates en curso sobre el desarrollo y el uso de la IA en la actualidad, especialmente en la iglesia, mientras busca cumplir la Gran Comisión en respuesta al Gran Mandamiento.

La IA y la Gran Comisión: oportunidades y desafíos

Una teología adecuada sobre la humanidad también explica cómo la iglesia debe pensar sobre el papel de la IA en la Gran Comisión. La proclamación del evangelio no se trata simplemente de la transferencia de información, sino que es más bien la transformación total de una persona por el poder del Espíritu Santo. Como se señaló anteriormente, los cristianos de todo el mundo han adoptado durante mucho tiempo varios avances tecnológicos para ayudar a difundir el evangelio hasta los confines de la tierra. Hoy en día, muchos buscan aprovechar el inmenso potencial de las herramientas de IA para promover el mensaje del evangelio a todas las personas, tribus y naciones.

A medida que la Iglesia busca aprovechar estas herramientas, dos verdades deben seguir siendo centrales e impulsar nuestro uso de la IA hoy y en el futuro. En primer lugar, estas herramientas —al igual que toda la tecnología— pueden ser usadas y serán usadas por Dios para ayudar a la iglesia a proclamar la verdad a un mundo que nos observa. Los cristianos de todas las disciplinas pueden y deben aprovechar estas herramientas para ayudar a difundir el mensaje del evangelio a grupos de personas no alcanzados o poco alcanzados y para discipular a la próxima generación en los caminos del Señor. Pero el esfuerzo de emplear estas herramientas debe basarse en el entendimiento de la naturaleza única de la humanidad y el reconocimiento de que las máquinas son fundamentalmente diferentes de los humanos. En una era de eficiencia y conveniencia, la sabiduría nos convoca a detenernos a examinar cómo estas tecnologías nos moldean como seres humanos, incluida la forma en que entendemos a Dios, a nosotros mismos y al mundo que nos rodea. La tecnología, incluida la IA, no es una herramienta neutral que podamos usar simplemente para el bien o para el mal. Tiene el poder de determinar, a menudo sin que lo reconozcamos, la forma en que percibimos el mundo que nos rodea y nuestro papel en él.

En una era de eficiencia y conveniencia, la sabiduría nos convoca a detenernos a examinar cómo estas tecnologías nos moldean como seres humanos, incluida la forma en que entendemos a Dios, a nosotros mismos y al mundo que nos rodea.

En segundo lugar, en esencia, el testimonio cristiano y el evangelio no pueden reducirse simplemente a la transferencia de información o a la adquisición de más conocimiento. La misión cristiana nunca ha consistido simplemente en descargar información o en asentir mentalmente a ciertos hechos. Lo que importan son los aspectos personales y relacionales del ser humano. Siempre se ha tratado (y siempre se tratará) de un encuentro personal con el Dios vivo, mediado por la interacción personal con otros portadores de la imagen divina y la iglesia como la expresión local del cuerpo de Cristo.

Esta misión sagrada no puede simplemente automatizarse o reducirse a un producto de una máquina, incluso si las máquinas pueden ayudarnos a compartir el mensaje del evangelio en lugares de difícil acceso. El potencial misionológico de la IA y de otras herramientas tecnológicas emergentes es inmenso, pero el uso de estas herramientas como sustitutos de la conectividad humana y de la naturaleza encarnada de la misión cristiana puede conducir a resultados peligrosos. Por lo tanto, si bien una herramienta basada en la IA puede ser capaz de presentar los hechos del evangelio o realizar tareas complejas similares a las humanas, no puede realmente testificar, ni siquiera predicar, ya que no es capaz de experimentar la verdadera gracia o la redención del pecado que se encuentra en el centro del mensaje del evangelio; tampoco puede comunicarse con el Dios trino.

Como alinear nuestras expectativas

Explorar el ámbito de la IA en un contexto misional y eclesiástico nos presenta desafíos genuinos que debemos reconocer. Uno de estos desafíos gira en torno a cómo gestionamos nuestras expectativas. Es importante reconocer que las herramientas de IA, aunque increíblemente eficaces, no pueden resolver todos nuestros problemas misionales y eclesiásticos. Sin embargo, sería igualmente incorrecto descartar por completo el potencial de las herramientas de IA. Adoptar esta perspectiva matizada es similar a nuestro enfoque respecto de otras tecnologías.

Además, es esencial comprender las limitaciones inherentes a los propios sistemas de IA. Como se mencionó anteriormente, los sistemas de IA son incapaces de poseer una mente o un alma. Están compuestos por líneas de código, ejecutadas en computadoras y programadas por humanos. En consecuencia, estas líneas de código son incapaces de «comprender» verdaderamente la intención humana. Si bien las herramientas de IA como ChatGPT pueden generar resultados aparentemente coherentes, es vital reconocer que estos resultados derivan de patrones procesados por las herramientas sobre la base de probabilidades matemáticas. Carecen de conciencia de la realidad, de los hechos, de empatía y de otros aspectos fundamentales de la conciencia humana. Desarrollar una mejor comprensión de estas limitaciones permite a los cristianos acercarse a los sistemas basados en IA con un optimismo cauteloso, apreciando plenamente su potencial mientras permanecen atentos a las inevitables fallas del sistema.

Cómo aprovechar nuestras oportunidades

Al comprender estos desafíos y adoptar una perspectiva realista, los cristianos pueden explorar de manera efectiva las complejidades de la IA en un contexto misional y eclesiástico. Con este enfoque, podemos aprovechar la IA en su totalidad y, al mismo tiempo, garantizar que nuestros esfuerzos misionales permanezcan arraigados en la sabiduría, el discernimiento y la compasión propios de la participación humana.

Si abordamos el uso de las herramientas de IA para fines misionales con una mentalidad abierta y proactiva se abre un mundo de oportunidades emocionantes. Estas herramientas tienen el potencial de revolucionar la forma en que nos relacionamos con las personas, presentamos el evangelio, identificamos a quienes buscan información y distribuimos contenido cristiano personalizado. Imagínese poder explorar amplias bases de datos con comentarios, guías de estudio y sermones en tiempo real, todo dentro de una interfaz de chat o a través de interacciones de voz. Además, podemos aprovechar la tecnología de IA para traducir rápidamente el contenido y sintetizarlo en varios formatos —como de voz o vídeo— para su distribución selectiva a través de la publicidad controlada por IA. Estas metodologías ya han transformado nuestra capacidad de conectarnos con quienes buscan respuestas al proporcionar el contenido apropiado, en el momento y en el formato adecuados.

A medida que utilizamos responsablemente esta tecnología de una manera que honra a Dios, también tenemos una oportunidad extraordinaria para moldear el desarrollo de la IA. En lugar de limitarnos a subirnos a la ola o luchar por ponernos al día con los avances, podemos comprometernos activamente con las cuestiones morales, éticas y relacionadas con los valores que plantea la IA. Las empresas tecnológicas y los gobiernos están formando comités para abordar estas cuestiones y están buscando aportes activamente. Es nuestra oportunidad de animar y apoyar a las personas dentro de nuestras congregaciones y organizaciones para que den un paso adelante y muestren un rol de liderazgo en estas discusiones. Debemos respaldar el interés de nuestra generación joven en la tecnología y la codificación, y nutrirlos para que se conviertan en tecnólogos de clase mundial que incorporen su fe cristiana a su trabajo.

Imagínese reuniones vibrantes de creyentes donde se reúnan personas de todas las tribus y lenguas para adorar, escuchando contenido traducido automáticamente a su propio idioma. Imagínese orar como a una sola voz y presenciar la predicación de la Palabra de Dios en lenguaje de señas para asegurarse de que nadie se quede fuera. Además, imagine a las personas alcanzando los rincones más lejanos de la tierra, encontrando y conectándose rápidamente con aquellos en busca de respuestas, creando contenido diverso y multimodal que llegue a las personas adecuadas en el momento justo, y proclamando audazmente el nombre de Jesús donde nunca antes se había escuchado. Oremos fervientemente para que esta generación de cristianos adopte criteriosamente esta tecnología de una manera guiada por el Espíritu, permitiendo que el reino de Dios se manifieste de maneras nuevas y poderosas aquí en la tierra como en el cielo.

Notas finales

  1. Cabe señalar que estas sugerencias interpretativas estarán inevitablemente influenciadas por determinados valores e interpretaciones hermenéuticas, lo que debe recordar a los cristianos la gran necesidad de cultivar la sabiduría y el discernimiento al utilizar estas herramientas de tales maneras.
  2. «Artificial Intelligence: An Evangelical Statement of Principles» [Inteligencia Artificial: Una Declaración de Principios Evangélicos]. (11 de abril de 2019). Recuperado de https://erlc.com/resource-library/statements/artificial-intelligence-an-evangelical-statement-of-principles.
  3. Spaemann, R. (2017). Persons: The Difference Between «Someone» and «Something,» trad. O’Donovan, O. Oxford Studies in Theological Ethics. Oxford: Oxford University Press. (p. 236).
  4. Spaemann, 247.

Biografía del autor

Angela Kim

Angela Kim es una profesional de la IA especializada en la ética, el sesgo y la IA explicable y responsable. Angela es la directora global de educación de Women in AI [Mujeres en la IA] y forma parte del consejo editorial fundador de la nueva revista AI and Ethics Journal de Springer. Angela es una de las fundadoras de est.ai y el primer proyecto es la creación de un producto para detectar el acoso escolar, el consumo de drogas, el suicidio y el bienestar de la salud mental en las redes sociales.

Sharoon Sarfraz

Sharoon Sarfraz es empresario y director ejecutivo de la empresa de tecnología de la información 'Glee Technology'. Cuenta con 15 años de experiencia en el sector de TI y ha trabajado para IBM y otros titanes de Leading Cooperate. Sharoon desea servir al Señor con su trabajo ofreciendo soluciones de TI para alcanzar al mundo con el evangelio. Sharoon es miembro de la Comisión de TI de la Alianza Evangélica Mundial y miembro del grupo consultivo en tecnología del Movimiento de Lausana. Sharoon obtuvo un máster y una licenciatura en TI. Le gusta hablar y compartir sobre las nuevas innovaciones y tendencias de la IA.

Jason Thacker

Jason Thacker es profesor asistente de filosofía y ética en el Seminario Teológico Bautista del Sur y en Boyce College. También se desempeña como investigador en ética cristiana y director del instituto de investigación de la Comisión de Ética y Libertad Religiosa. Es autor o editor de varias publicaciones, entre ellas The Age of AI: Artificial Intelligence and the Future of Humanity [La era de la IA: la inteligencia artificial y el futuro de la humanidad], Following Jesus in a Digital Age [Seguir a Jesús en una época digital] y The Digital Public Square: Christian Ethics in a Technological Society [La plaza pública digital: ética cristiana en una sociedad tecnológica].

Dan Whitenack

Dan Whitenack es un científico de datos capacitado con un doctorado que trabaja con SIL International en el PNL y la tecnología del habla para idiomas locales en mercados emergentes. Cuenta con más de diez años de experiencia en el desarrollo e implementación de modelos de aprendizaje automático a escala. Daniel es copresentador del podcast Practical AI, ha hablado en conferencias en todo el mundo, incluyendo Applied Machine Learning Days, O'Reilly AI, QCon AI, GopherCon, KubeCon y más.

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