Si supiéramos que es la última noche de nuestra vida, ¿seguiríamos liderando? Si supiéramos que hay traición y deserción entre las filas de las personas que amamos, ¿lideraríamos hasta al final mismo y terminaríamos fuertes? El liderazgo de siervo es terminar bien en la última noche de nuestra vida. El liderazgo de siervo es para los valientes, no para los pusilánimes. Los líderes siervos son iniciadores acérrimos, no reaccionarios. El liderazgo de siervo requiere de los líderes más fuertes, no de los más débiles. Los líderes siervos son líderes audaces que sirven, no servidores que lideran. Jesús fue el líder más confiado, deliberado y sacrificado en la última noche de su vida. Produjo los hombres que lideraron los movimientos en Hechos.
Era la última noche de la vida de Jesús en la tierra en Lucas 22 (el mismo evento de Juan 13). Quería pasar sus últimas horas con sus doce amigos más queridos. Eran sus hermanos, «los que han estado siempre a mi lado en mis pruebas» (Lucas 22:28). Estaba ansioso por compartir esta última comida con ellos (v.15). Esa noche, mientras cenaba con sus amigos más cercanos, derramó su corazón: estaba angustiado profundamente (Juan 13:21). Divulgó sus luchas internas: que sería traicionado, sufriría, moriría y que ésta sería su última comida con ellos (Lucas 22:15-16, 22). Jesús estaba en su momento más vulnerable. Pero, en lugar de afligirse, sus amigos más cercanos comenzaron a discutir sobre quién sería el más importante (Lucas 22:24). En lugar de sentir empatía y comprensión, promovían sus propios planes y ambiciones.
Estas son seis características extraídas de los eventos de la última noche de la vida de Jesús para guiarnos sobre qué tipo de líderes siervos debemos ser hasta el final mismo.
1. Los líderes siervos sirven no solo a los amigos que más esperan que se preocupen por ellos, los entiendan y empaticen con ellos, sino también a quienes no lo hacen, o incluso los decepcionan
Los líderes siervos sirven a quienes aparentemente se promueven a sí mismos en lugar de cubrirles la espalda. Jesús corrigió a sus amigos: “Los reyes de las naciones oprimen a sus súbditos y los que ejercen autoridad sobre ellos se llaman a sí mismos benefactores. No sea así entre ustedes. Al contrario, el mayor debe comportarse como el menor y el que manda como el que sirve… yo estoy entre ustedes como uno que sirve” (Lucas 22:25-27).
En la Palestina de la época de Jesús, la gente caminaba en sandalias por caminos desérticos y polvorientos. Sus pies se cubrían de tierra cuando hacía buen tiempo y de barro cuando hacía mal tiempo. Cuando llegaban a la casa de un anfitrión, solía haber un esclavo junto a la puerta con una jarra y una toalla, listo para lavar los pies de los invitados. Pero esa noche no había ningún esclavo allí. Los discípulos que servían personalmente a Jesús deberían haberle lavado los pies, pero nadie lo hizo. Cuando había comenzado la comida, Jesús hizo lo que ninguno de ellos estaba dispuesto a hacer. Quizás lo hizo porque los discípulos empezaron a discutir sobre quién era el más importante (Lucas 22:24).
Jesús simplemente los amaba. Cuando se arrodilló para lavarles los pies, no estaba enseñando una lección objetiva sobre el servicio. Los amaba genuinamente: “… habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin” (Juan 13:1). Lavar los pies de los discípulos era prodigar todo su amor.
2. Los líderes siervos deben amar genuinamente a las personas que lideran desde el corazón
Es mucho más fácil servir por obligación. Pero nuestro servicio debe expresar cuidado y amor genuinos por las personas.
Jesús pudo condescender a la tarea de un esclavo porque sabía que descendía de Dios y estaba ascendiendo a Dios. Estaba seguro de su identidad y autoridad: “Sabía Jesús que el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de Dios y a él volvía” (Juan 13:3). Sabía que, antes de ascender, la tarea que Dios le había encomendado era 3 sufrir y redimir a la humanidad. Jesús conocía tanto su tarea como la autoridad que tenía para cumplirla.
3. Los líderes siervos conocen su identidad, tarea y autoridad en Cristo
No venimos simplemente de nuestras historias y trasfondos terrenales destruidos. Más bien, sabemos que venimos como hijos de Dios y coherederos con Cristo. Sabemos que en el camino de nuestra vida vamos al Padre. Sabemos que nuestra autoridad no está limitada a nuestros cuerpos débiles, nuestros yos heridos o nuestros pasados desvalidos. Por el contrario, tenemos plena autoridad en Cristo porque estamos sentados con Cristo, por encima de todas las demás autoridades (Efesios 1:20-21).
Jesús también conocía su temporada y sus tiempos. Tenía que terminar su tarea y sabía que su tiempo se acababa: “Jesús sabía que le había llegado la hora de abandonar este mundo para volver al Padre” (Juan 13:1).
4. Los líderes siervos conocen los tiempos y las temporadas de su vida
Los líderes siervos no prolongan en exceso su liderazgo. Saben que su designación para el liderazgo viene de Jesús, pero también saben cuándo la temporada está llegando a su fin, para poder liderar y terminar hasta el final mismo
A la hora de comer, los judíos se reclinaban en una mesa en forma de U con el anfitrión sentado en el medio. Se apoyaban sobre el codo izquierdo y comían con la mano derecha, con la cabeza apoyada en el pecho de la persona a su izquierda. Juan, el discípulo amado, estaba a la derecha de Jesús, apoyado en el pecho de Jesús (Juan 13:23). Es probable que Pedro estuviera a la derecha de Juan para estar al alcance del oído (Juan 13:24). Por lo general, un anfitrión reservaba el asiento a su izquierda como el mayor honor para su amigo más querido. ¿Quién ocupó ese lugar? Fue Judas, porque queda claro que Jesús hablaba y le daba pan en privado. Jesús otorgó a Judas el asiento de mayor honor y amistad más íntima. Esa noche, mientras la cabeza de Juan descansaba en el pecho de Jesús, la cabeza de Jesús descansaba sobre el pecho de Judas.
Pero mientras Jesús apoyaba su cabeza sobre Judas, sabía la cruel traición que estaba tramando esa noche. Juan 13:18 cita Salmos 41:9: “Aun mi íntimo amigo en quien yo confiaba, el que de mi pan comía, contra mí ha levantado su talón”. En hebreo, la frase describe una violencia brutal. Jesús compartió pan con un querido amigo que sabía que estaba a punto de traicionarlo brutalmente (Juan 13:21).
Cuando la comida con sus amigos llegaba a su fin, Jesús le dijo a Judas que fuera rápidamente a hacer lo que estaba a punto de hacer (Juan 13:27). Incluso hasta el final mismo, Jesús mostró a Judas un profundo afecto mojando y dándole pan. En esa cultura, un anfitrión que ofrecía personalmente un bocado de un cuenco simbolizaba una amistad especial, como cuando cuando Booz demostró su amor dándole a Rut pan mojado en vino (Rut 2:14). Jesús mostró a Judas un signo especial de amor, como diciendo: “Sé lo que estás haciendo, pero te amo hasta el fin”.
5. Los líderes siervos y aman y sirven a quienes los traicionan y lastiman
¿Tenemos “enemigos” que necesitamos perdonar una y otra vez para poder amarlos apropiadamente? Esa noche, Jesús lavó los pies de sus amigos más cercanos que competían por un puesto, y los pies de Judas que lo traicionó. También lavó los pies de uno de sus amigos más cercanos, Simón Pedro, quien juró que daría su vida por Jesús (Juan 13:37). A cambio, Pedro lo negó y lo abandonó esa noche. La diferencia entre Judas y Pedro fue que Judas conspiró sistemáticamente para matar a Jesús. Para Pedro, fue un momento de debilidad. Jesús conocía las debilidades de Pedro, pero podía ver su amor por él y su potencial para convertirse en un líder valiente. Jesús le dijo: “Yo he orado por ti, para que no falle tu fe. Y tú, cuando te hayas vuelto a mí, fortalece a tus hermanos” (Lucas 22:31-32). Pedro pasó a ser el líder clave de la iglesia primitiva en Hechos (Hechos 1:15).
6. Los líderes siervos tienen los ojos de Jesús para ver el potencial divino de quienes los han decepcionado, negado y abandonado, y oran por ellos
Jesús nos invita a liderar y servir como lo hizo él en esa última noche de su vida. Nos llama a servir no solo a quienes nos aman, sino también a quienes promueven sus propios planes, quienes nos decepcionan, nos niegan y nos abandonan, y quienes nos traicionan y lastiman. Dijo: “Si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes” (Juan 13:13-15). No nos llama a amar a los demás solo como nos amamos a nosotros mismos. No. Nos llama a amar a los demás como él los ama: “Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros. Así como yo los he amado, también ustedes deben amarse los unos a los otros” (Juan 13:34).
La última noche de la vida de Jesús fue la más dura y dolorosa. No obstante, hizo un nuevo pacto e instituyó la cena del Señor con aquellos que le fallaron, aquellos que se convertirían en los líderes siervos en Hechos (Lucas 22:17-21). El llamado a liderar como Jesús hasta el final mismo viene con una promesa: “¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en práctica” (Juan 13:17). Que seamos grandemente bendecidos al liderar y terminar bien hasta la última noche de nuestra vida.