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¡Tenemos un problema de liderazgo! — ¡Pero hay esperanza! Resultados de una encuesta entre 1.000 líderes cristianos de todo el mundo

Jane Overstreet 10 Jun 2010

Editor's Note

“Nota del editor: El presente Texto Previo para Ciudad del Cabo 2010 fue escrito por Jane Overstreet como una reseña del tema a debatirse en la sesión Multiplex sobre “Cómo levantar una nueva generación de líderes similares a Cristo”. Los comentarios a este texto realizados a través de la Conversación Global de Lausana serán remitidos al autor y a otras personas para ayudar a dar forma a su presentación final en el Congreso”.

Introducción

¡Tenemos un problema de liderazgo! ¡Y éste es un problema que necesita ser resuelto para que prospere la evangelización mundial! Con demasiada frecuencia la evangelización se realiza exitosamente, se planta una iglesia y comienza a florecer, pero luego se designa un líder que lamentablemente destruye todo lo construido, y el fruto se pierde. Si bien la historia tiene muchas variaciones, el tema es demasiado familiar.

El Equipo de Trabajo de Desarrollo del Liderazgo de Lausana fue creado con el objetivo de responder a esta falta de líderes similares a Cristo. El grupo de trabajo está formado por una muestra representativa de líderes mundiales experimentados del cuerpo de Cristo, muchos de los cuales están involucrados específicamente en el desarrollo del liderazgo.

Comenzamos por una encuesta entre líderes cristianos. Les pedimos que nos hablaran de sus experiencias con líderes cristianos, cómo pensaban que debería ser el liderazgo a la manera Cristo, y cuál consideraban que era la forma más efectiva de levantar líderes centrados en Cristo.

Recogimos respuestas de 1.031 líderes de siete continentes. Los entrevistados incluían una amplia variedad de edades, tipos de experiencias de liderazgo y cantidades de experiencias de liderazgo. Aproximadamente un tercio de los entrevistados fueron mujeres. La encuesta se realizó en cinco idiomas diferentes para tratar de obtener una amplia variedad de opiniones.

Durante la realización de la encuesta, una cosa se hizo alarmantemente obvia: ¡tenemos un problema de liderazgo! Primero veremos cómo nuestros encuestados definieron el problema, luego cómo definieron el liderazgo a la manera de Cristo y finalmente cómo describieron los mejores métodos para desarrollar líderes como una solución parcial del problema.

 (Para ver los resultados de la encuesta a preguntas con respuestas no cortas, ver el documento titulado: “Apéndice: Encuesta sobre desarrollo del liderazgo”)

1.  ¡Tenemos un problema!

Si miramos a nuestro alrededor al clamor por un liderazgo centrado en Cristo, queda claro que algo está terriblemente mal en nuestro mundo. Las personas encuestadas identificaron fácilmente las características de un líder a la manera de Cristo, pero señalaron que muchos líderes para quienes habían trabajado estaban penosamente lejos de alcanzarlas.

Cuando se les pidió que describieran sus peores experiencias al trabajar bajo líderes y qué características tenían esos malos líderes, los 1000 líderes que respondieron la encuesta dijeron:

  • Orgullosos, siempre tenían razón y siempre eran los grandes jefes
  • Falta de integridad, no confiables
  • Duros, poco afectuosos, se rehusaban a escuchar, críticos

Un poco más abajo en la lista:

  • Incapacidad para manejar personas y permitirles trabajar juntas
  • Espiritualmente inmaduros, sin evidencia de santidad o vida de oración

Recuerde que estas descripciones no se usaron para describir a líderes no cristianos, sino más bien líderes “cristianos” o personas que decían serlo. Con demasiada frecuencia, parecería que la motivación detrás de la aspiración al liderazgo nace de la ambición y el orgullo. Creemos que podemos hacerlo mejor que “ellos”. Nos proponemos demostrar algo a alguien, o a nosotros mismos. Queremos estar en control de la situación para esconder nuestras propias inseguridades y fracasos. El resultado de este tipo de liderazgo es trágico.

También se les realizó a los líderes de la encuesta una pregunta similar, aunque formulada de otra forma, y los resultados fueron sorprendentemente similares. Se les preguntó: “De la siguiente lista, seleccione un máximo de cinco de las cuestiones más apremiantes que enfrentan los líderes cristianos en su país”.

La respuesta más frecuente a esta pregunta fue “orgullo personal”, seguida por “falta de integridad” y, con doscientos votos menos, “guerra espiritual”, “corrupción” y “falta de infraestructura”.

La única excepción a este ordenamiento fue el grupo de habla francesa, que mencionó “la pobreza”, “la falta de infraestructura”, “la corrupción” y luego “el orgullo personal” como las cuestiones más apremiantes.

El énfasis en la cuestión del “orgullo personal” podría ser sorprendente cuando se lo compara con temas que enfrentan los líderes como la pobreza y la corrupción. Pero, pensándolo mejor, esto señala el tremendo daño ocasionado por la enfermedad del liderazgo “del gran jefe” que es la antítesis total del estilo de liderazgo de siervo de Jesús.

El liderazgo a la manera de Cristo presenta un desafío porque es inherentemente contracultural en cada entorno. Se opone a la esencia misma de nuestra naturaleza egoísta. Es la antítesis de nuestra naturaleza pecaminosa.

Y parecería ser que demasiado pocos de nosotros hemos experimentado un liderazgo cristocéntrico. Rara vez hemos visto modelos del tipo de líder que aspiramos ser. Posiblemente por este motivo es tan elevada la necesidad del mentoreo.

2. Definición del liderazgo cristocéntrico

La tarea de definir el liderazgo cristocéntrico no es sencilla. Está potencialmente cargada de controversia teológica. Aun el término “liderazgo” puede ser difícil de definir. Sin embargo, a pesar de estos obvios desafíos, abordaremos esta tarea de la manera más sencilla y directa posible, con el objetivo de aclarar el término para su uso común.

En su definición más simple, el liderazgo ha sido definido frecuentemente como ‘influencia’. Si esta definición es aceptable, entonces podríamos decir que un liderazgo cristocéntrico equivale a “una influencia al estilo de Jesús”. Podríamos dejarlo aquí, pero la frase “influencia al estilo de Jesús” también pide una mayor definición.

Para describir cómo sería una “influencia al estilo de Jesús”, una posibilidad es tomar el ejemplo de Jesús y hacer una lista de las características que exhibió cuando lideró a sus discípulos aquí en la tierra. Cuando se encuestaron a 1.000 líderes de todo el mundo, las tres características que ocuparon el primer lugar para describir el liderazgo cristocéntrico fueron:

  • Integridad, autenticidad, carácter excelente
  • Corazón de siervo, humilde
  • Espiritualmente maduro, escucha la voz de Dios, santo y con una vida de oración

A continuación en la lista, mencionaron:

  • Excelentes habilidades de manejo de personas y capacidad para discernir y desarrollar los dones de los demás
  • Conocimiento bíblico, teológicamente sólido
  • Compasivo, buen oyente, más orientado hacia las personas que a la realización de la tarea

Podemos, pues, concluir que cualquier persona con influencia que posea estas cualidades y las use para promover las metas del Reino de Dios es, de hecho, un líder cristocéntrico.

Si bien todos nosotros nacemos con dones y rasgos de personalidad, si uno hace la famosa pregunta: “Los líderes, ¿nacen o se hacen?”, como evangélicos creemos que todos nacen con la necesidad de la gracia salvadora de Dios. Por lo tanto, es imposible “nacer” como líder cristocéntrico, independientemente de los dones que uno pueda tener.

El desafío último es que los líderes lideren siempre desde quienes son, desde lo que tienen adentro o, podríamos decir, desde un conjunto de valores fundamentales internalizados. La única manera posible de exhibir las características de un liderazgo cristocéntrico es, de hecho, siendo cristocéntrico. Por supuesto, que el primer paso para convertirse en cristocéntrico es invitar a Cristo a su vida. Sin embargo, como notamos por los resultados de las encuestas, ser un creyente en Cristo y ser un líder cristocéntrico no son sinónimos. Convertirse en un líder cristocéntrico es una tarea para la que no alcanza toda la vida.

Una conclusión a la que debemos arribar es que el liderazgo cristocéntrico no es una meta a lograr, sino un viaje a emprender de toda la vida. Entonces, la siguiente pregunta que surge es ¿dónde encontramos el mapa para este viaje, y cuál es el mejor medio de transporte?

3. Descripción de las mejores prácticas en el desarrollo del liderazgo

Si el liderazgo cristocéntrico es la meta, pero no es algo que resulta “natural” para nadie, y si es una tarea de toda la vida que no podemos hacer por nuestra cuenta, ¿cómo se produce el desarrollo del liderazgo? ¿Cómo se convierten los líderes cristianos en líderes que están realmente “centrados en Cristo” en su liderazgo? Éste es uno de los temas más desafiantes y confusos dentro de la iglesia global hoy.

¿Qué es el desarrollo del liderazgo?

Uno de los motivos por los cuales este tema es tan confuso es que prácticamente cualquier cosa que contribuya al crecimiento, discipulado, habilidades o conocimiento de una persona puede llamarse “desarrollo del liderazgo”. Desde un picnic de escuela dominical a la educación en un seminario puede entrar en esta categoría. El mentoreo, los grupos de rendición de cuentas, los talleres especiales, la capacitación bíblica básica, sesiones de alta gerencia, educación interactiva de adultos…; la lista parece interminable.

De acuerdo a la vieja historia popular del ciego y el elefante, si uno no puede ver todo el animal, entonces surgirá una imagen diferente dependiendo del lugar donde uno toque el elefante. Cuando toca la trompa, piensa que un elefante debe ser como una serpiente. Si toca el costado, cree que el elefante se parece más a un hipopótamo. Como consecuencia, es casi imposible obtener una imagen clara del verdadero liderazgo, especialmente con tantas iniciativas que dicen enfocarse en el “desarrollo del liderazgo”. Por lo tanto, el término casi ha perdido su significado.

Este dilema trae a colación otra expresión: “¿Cómo se come un elefante?”. De un bocado por vez, ¡por supuesto! Partir el elefante del “desarrollo del liderazgo” en bocados probablemente sea la mejor manera de abordar el tema y la más útil, y podría ayudarnos a ver el “animal” completo mejor. Esto lleva a dos preguntas relacionadas con el desarrollo del liderazgo: (1) ¿Qué está tratando de lograr? y (2) ¿Con quién está tratando de lograrlo?

Usando este enfoque, todos los esfuerzos de desarrollo de liderazgo pueden organizarse en una sencilla matriz de dos ejes: (1) Primer eje: la meta a alcanzar (es decir el contenido a aprender o las cualidades del carácter a desarrollar, y (2) Segundo eje: el público objetivo. Por un lado, ¿qué características de un líder cristocéntrico está tratando de desarrollar su programa, escuela o curso? ¿Cuál es el contenido que intenta enseñar? Por otro lado, ¿a quiénes busca desarrollar: adolescentes, estudiosos de la Biblia o directores de seminario? ¿Cuál sería el mejor método o medio de desarrollo para este grupo en este contexto?

Luego de obtener esta información, se puede comenzar a desarrollar el plan más adecuado para lograr este tipo de desarrollo del carácter en este grupo de personas. La forma de desarrollar la integridad en un joven de Mongolia sería bastante diferente a ayudar a un pastor a aprender griego en Kansas. Sin embargo, ambas formas son necesarias para el cuerpo de Cristo, ambas son válidas, y sí, ambas son “desarrollo del liderazgo.”.

¿Cuál es el tema más importante?

Hay continuos pedidos de más liderazgo y mejor desarrollo del liderazgo, pero ha habido poco acuerdo en cuanto a cuál debería ser su aspecto. En vez de abordar todo el campo, el grupo de trabajo estrechó el “objetivo” al desarrollo de “líderes cristocéntricos”.

Los resultados de las encuestas que completaron los líderes cristianos nos ayudaron a focalizarnos en el tema, los rasgos de carácter y el conocimiento necesario. A continuación señalamos los rasgos que priorizaron los líderes cristianos para describir a un líder a la manera de Cristo:

  • Integridad, autenticidad, carácter excelente
  • Corazón de siervo, humilde
  • Espiritualmente maduro, escucha la voz de Dios, santo y con una vida de oración
  • Excelentes habilidades de manejo de personas y capacidad para discernir y desarrollar los dones de los demás
  • Conocimiento bíblico, teológicamente sólido
  • Compasivo, buen oyente, más orientado hacia las personas que a la realización de la tarea

Si intentamos diferenciar las cualidades de carácter del conocimiento, las listas se volverían bastante largas y el proceso sería muy confuso. Tomemos, por ejemplo, sólo el primer ítem de la lista. Empezamos con “integridad”. La integridad es, por supuesto, una cualidad del carácter, así que implica que se requiere algo más que sólo conocimiento objetivo para desarrollar la integridad. El carácter no se desarrolla principalmente en el aula, sino a través de la experiencia de vida, con mentores, modelos y rendición de cuentas.

Pero entender y desarrollar la integridad completamente también requiere conocimiento. Por ejemplo, uno necesitaría estudiar lo que tiene que decir la Biblia acerca de la integridad. Si suponemos que un líder desea tener integridad en todos los aspectos de su vida, esto lo llevaría a estudiar muchos otros temas, como el matrimonio y la familia, la administración del dinero, y cómo detener la corrupción. Por esta razón, el desarrollo de líderes es un esfuerzo complejo y de toda la vida, y por esto requiere varios métodos.

¿Con qué temas comenzamos hoy?

Cuando se les preguntó a 1.000 líderes: “Si tuviera la oportunidad de tomar clases de desarrollo del liderazgo ahora, ¿qué temas le interesarían más?” respondieron:

  • Mentoreo/coaching
  • Oración y la vida personal del líder
  • Manejo de personas
  • Resolución de conflictos
  • Planeamiento estratégico

Uno de los primeros pasos en el desarrollo del liderazgo es comenzar por la “necesidad percibida”, o lo que los líderes sienten que falta y perciben que necesitan. Todos los adultos aprendices están más motivados para aprender lo que saben que necesitan y pueden aplicar inmediatamente. Para los líderes, esto probablemente sea aún más cierto, porque son personas tan ocupadas y su tiempo es tan limitado. Si el tema no es una necesidad desesperada o un interés profundo, probablemente no invertirán el tiempo necesario.

Para encarar esta cuestión de los temas críticos a enseñar a los líderes desde otro ángulo, hicimos otra pregunta: “¿Cuál diría que es la causa más frecuente por la que los líderes cristianos del país donde vive actualmente no “terminen bien” como líderes cristocéntricos?”. Los encuestados podían escoger tres respuestas. Cinco de las diez posibilidades recibieron la inmensa mayoría de los votos. Los primeros cinco fueron:

  • Agotamiento (360)
  • Abuso de poder (360)
  • Uso inapropiado del dinero (354)
  • Orgullo excesivo (353)
  • Falta de crecimiento en su vida espiritual (349)

La sexta causa en este ordenamiento fue “pecado sexual”, con 292 votos.

De nuevo, la dificultad para encontrar la mejor forma de hacer crecer a los líderes es evidente. Si el agotamiento es una de las mayores causas de fracaso en los líderes, ¿cuál es el antídoto? ¿Un mejor manejo del tiempo, mejores habilidades para delegar, una mejor teología del trabajo, una mejor comprensión de Dios, una mejor perspectiva de su propia cultura, un mejor concepto de sí mismo, una mayor comprensión del amor de Dios, o todos los temas anteriores? Una lista de las causas y las respuestas posibles se vuelve cada vez más larga, ¡y todas podrían ser críticas!

Para todo líder, hay una larga lista de temas críticos que deben considerarse pertinentes en este viaje hacia el liderazgo cristocéntrico. El conocimiento bíblico y la teología, la capacitación en liderazgo y administración, y la formación espiritual y el desarrollo del carácter son tres áreas que se superponen considerablemente dentro de las cuales la mayoría de estos temas podrían caer.

Determinar qué tema referente al desarrollo del liderazgo es más importante para un líder en cualquier situación dada es más un arte que una ciencia. Dependerá de la personalidad y dones de la persona, su experiencia y capacitación pasadas, y demandas de su contexto actual. Lo que es más fácil de discernir es que todos los líderes necesitan crecer en todas estas áreas a lo largo de sus vidas.

¿Cuáles son las mejores formas o métodos de desarrollo del liderazgo?

De acuerdo con los grupos de idiomas encuestados, uno de los pocos aspectos donde los resultados variaron en la encuesta de 1.000 líderes fue en respuesta a la pregunta: “¿A qué tipos o formas de oportunidades de desarrollo del liderazgo le gustaría tener acceso?”. Aparte de eso, los resultados de la encuesta apenas podían distinguirse entre un grupo de idiomas y otro.

Las opciones que se dieron en esta pregunta fueron mentoreo, clases, talleres, libros, realimentación del personal, charlas informales con pares, recursos de Internet, grupos de rendición de cuentas pequeños, observar a otros, ninguno en este momento, y otros.

En inglés, las principales respuestas fueron:

  • Mentoreo
  • Grupos de rendición de cuentas pequeños
  • Charlas informales con pares
  • Talleres

En español, las principales respuestas fueron:

  • Mentoreo
  • Realimentación del personal
  • Talleres
  • Charlas informales con pares

En francés, las respuestas cambiaron aún más:

  • Talleres
  • El mentoreo y las clases estuvieron parejos
  • Libros
  • Recursos de Internet

Quizás esto nos da un indicador de lo no está disponible en cada entorno. También puede decirnos más acerca de lo que las diferentes culturas valoran en el desarrollo del liderazgo o lo que creen que es crítico.

Tal vez lo más importante es quedarnos es este punto con que no debe darse a ningún tipo u oportunidad de desarrollo del liderazgo toda la atención en ningún entorno. Más bien, un criterioso conjunto de oportunidades es invalorable para que los líderes crezcan y sigan creciendo en las diferentes cualidades que los identifiquen como líderes a la manera de Cristo.

Educación formal o educación informal

Se ha malgastado demasiado tiempo en el pasado discutiendo si los seminarios y escuelas bíblicas son más importantes o mejores que el entrenamiento informal para desarrollar líderes. En realidad, esta discusión ha sido sobre la pregunta equivocada. La realidad es que todas las herramientas para el desarrollo del liderazgo son necesarias en todos los entornos posibles.

Algunas simplemente funcionan mejor en determinados contextos que otros, o logran diferentes resultados que otras.

Hay muchísima investigación realizada a nivel secular como así también alguna investigación en el mundo cristiano en cuanto a las metodologías que producen mayores resultados y más aprendizaje que permitan cambios de conducta. Este artículo es demasiado breve como para comentar estos temas extensamente.

Lo que queda relativamente claro desde una mirada demasiado simplista de este tema es que la enseñanza basada en exposiciones en aulas tradicionales puede ser muy útil para transmitir muchísimos temas. Además, el aprendizaje secuencial que otorga títulos resulta extremadamente útil para motivar al educando a completar el curso, para medir lo que sabe esa persona y para llevar registros y comunicar esta área de capacidad a otros. Los programas con títulos que giran principalmente alrededor de exposiciones son ciertamente útiles para lograr algunos de los resultados críticos relacionados con el campo del desarrollo del liderazgo entre algunos públicos.

Sin embargo, cuando se trata de crecer en áreas de desarrollo del carácter, del discipulado, de la cosmovisión y de modificar valores fundamentales, el aprendizaje experiencial tiene mucho para ofrecer. Pero no toda la educación adulta experiencial o interactiva es creada igual. Los factores que hacen que este tipo de aprendizaje sea más eficaz incluyen a un aprendiz motivado

  • que quiere y necesita cambiar
  • que llega a probar algo nuevo, o a aplicarlo a su vida y situación de trabajo
  • que recibe una realimentación sobre su desempeño cuando lo intentó
  • que luego tiene la oportunidad de encontrarle el sentido al ver los resultados

El líder/aprendiz que tiene la oportunidad de participar en este tipo de aprendizaje experiencial tiene, por lejos, la mayor probabilidad de cambiar realmente sus creencias y su conducta. El desarrollo del liderazgo excelente debe incluir la adquisición de información, pero debe ir más allá de esto para incluir este tipo de aprendizaje experiencial.

El entorno o ambiente de aprendizaje

El ambiente de aprendizaje es también un factor importante en el desarrollo del liderazgo. Un entorno residencial puede fomentar un aprendizaje más profundo o puede meramente aislar al líder de las personas que representa tanto tiempo que se vuelve irrelevante.

Puede haber formas apropiadas de aprendizaje interactivo en el aula del seminario tanto como debajo de un árbol. Se puede transferir conocimiento mediante excelentes exposiciones por Internet, o charlando durante una cena. El entorno puede favorecer o entorpecer el aprendizaje, pero a la larga es sólo un factor a considerar.

Lo más importante es comenzar con el final en mente. Determine qué contenidos son más importantes para lograr el resultado deseado con este público objetivo. Luego analice los métodos posibles y aquel o aquellos que serán más productivos para ayudar al líder a crecer hacia esta meta. Determine el mejor ambiente de aprendizaje disponible y aprovéchelo bien.

Concéntrese en su público objetivo y ofrezca los contenidos más pertinentes, usando los mejores métodos posibles para lograr el resultado deseado, en un entorno adecuado que aliente el aprendizaje. Cuando se combinan estos factores, el Espíritu Santo los usará para asegurarse de que los líderes cristianos crezcan en su semejanza a Cristo, si están dispuestos a hacerlo.

4. La mayordomía en el desarrollo del liderazgo

Nadie tiene recursos ilimitados. Por ejemplo, aun cuando alguien tuviera todos los recursos económicos del mundo, su tiempo es esencialmente limitado. Por lo tanto, si bien un criterioso conjunto de oportunidades para el crecimiento es ideal, ¿a cuál de estas oportunidades habría que dedicarle más tiempo, atención y recursos? ¿Cómo podemos ser buenos mayordomos de los recursos extremadamente limitados que tenemos disponibles? Nuevamente, las respuestas no son sencillas.

En nuestra encuesta preguntamos a los líderes “¿Cuál de las cinco respuestas se acerca más a la explicación de por qué faltan líderes cristocéntricos?” Su respuesta abrumadora fue:

1. Los denominados “Programas de capacitación para líderes” no preparan realmente a las personas para liderar en el mundo real. Las personas tienen credenciales, pero no pueden liderar. (316 entre 786 que respondieron esta pregunta)

Una respuesta que salió segunda, relativamente cerca, fue:

2. El líder actual no permite que se desarrollen los líderes nuevos. (212 entre 786 que respondieron esta pregunta)

Las respuestas que salieron tercera, cuarta y quinta, muy distantes, fueron:

3. Las situaciones de los líderes son tan complejas y exigentes que sencillamente no hay suficientes personas con múltiples talentos como para encararlas. (93)

4. Las personas que designan a un nuevo director prefieren a alguien que ya es director o presidente de tres o cuatro otros ministerios a alguien que podría darles su tiempo completo pero que es más joven y menos conocido. (92)

5. Las iglesias tienen pocos líderes buenos porque pagan tan poco en comparación con las ONG o empleos seculares. (74)

¡Una enorme cantidad de líderes actuales encuestados creen que estamos haciendo hoy un mal trabajo en cuanto al desarrollo del liderazgo a través de nuestros programas existentes! No piensan que la baja remuneración, la edad o la complejidad de la función sean los principales problemas, si bien los líderes que se rehúsan a alentar a los líderes más jóvenes son un factor contribuyente. Antes bien, nuestros actuales esfuerzos en el desarrollo del liderazgo necesitan cambiar y mejorar.

Este es un cargo serio que proviene de una amplia base de líderes cristianos. Debería ser para quienes trabajamos en el área del desarrollo del liderazgo un motivo de seria preocupación. Debemos mejorar en el futuro. Debemos detenernos y darnos cuenta de que ningún tipo u oportunidad de desarrollo del liderazgo individual debería recibir toda nuestra atención en ningún entorno. Más bien debemos trabajar para asegurarnos de que el más amplio rango posible de las oportunidades más necesarias para el desarrollo del liderazgo esté puesto a disposición de los líderes de cada entorno geográfico, para que puedan continuar creciendo como líderes a la imagen de Cristo.

Tener líderes como Cristo no es un lujo sino una necesidad. Proveer oportunidades de crecimiento para los líderes es absolutamente crítico para una iglesia sana, vibrante, que transforma y se multiplica. Debemos ser mayordomos más sabios de los recursos disponibles, porque en muchos lugares el futuro mismo de la iglesia está en juego.

A menos que encontremos, hagamos disponible, promocionemos y multipliquemos las mejores oportunidades de desarrollo del liderazgo en todo el mundo, los resultados serán trágicos. El apabullante peso del liderazgo deficiente frenará el avance del evangelio. Trabajemos juntos para asegurarnos de que cada líder tenga la oportunidad que necesita para continuar creciendo hacia un liderazgo a la manera de Cristo.

© The Lausanne Movement 2010