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Nathan se mudó aquí buscando el trabajo ideal después de sus estudios. Un psicólogo con una mente muy racional, se volcó a la espiritualidad para explicar lo que la ciencia no podía explicar y pronto se encontró explorando las afirmaciones de Jesús. Sima se mudó aquí para estudiar. Con un trasfondo profundamente religioso, ha abandonado la religión de su infancia. Irónicamente, su enojo con Dios la ha llevado a buscar aquí respuestas a las preguntas que la acosan. Sharon se mudó aquí al terminar sus estudios y empezó a buscar trabajo. Sin embargo, pronto perdió el rumbo y se encontró embarazada. Al principio no le interesaba la espiritualidad, pero desde que se convirtió en madre soltera ha empezado a plantearse preguntas sobre Dios.

 En los últimos quince años, miles de jóvenes nacidos en Israel han acudido a Berlín.

Una situación interesante

Las tres historias anteriores podrían pertenecer a cualquier persona, en cualquier parte del mundo. Sin embargo, sorprendentemente, son las historias de tres jóvenes israelíes que viven en Berlín. Sí, Berlín. En los últimos quince años, miles de jóvenes nacidos en Israel han acudido a Berlín. Pero ¿qué ha provocado este regreso de los hijos de los sobrevivientes del Holocausto a la tierra y la ciudad donde sus antepasados fueron tan odiados, maltratados y, finalmente, asesinados? Cada uno tiene su propia historia, como las tres anteriores. Algunos se sienten atraídos por un menor costo de vida, oportunidades de estudio más económicas o la posibilidad de conseguir un buen trabajo. Otros quieren huir del ambiente de mucha presión de Israel, o de la influencia de su familia, o quizás incluso de su rabino local. Y otros quieren vivir su independencia y tener una aventura.

Este increíble fenómeno de jóvenes judíos israelíes que regresan a Alemania, y específicamente a Berlín, es muy significativo. En primer lugar, permite el restablecimiento de la vida judía en Alemania y muestra que Dios es fiel a su pueblo. Pero, en segundo lugar, y quizás lo más importante, ofrece a los israelíes una exposición sin precedentes al evangelio. Aquí tienen la oportunidad de conocer a Jesús, muchos por primera vez, y pueden hacerlo sin la presión que experimentarían en Israel. Por cierto, muchos israelíes que vienen a Berlín son liberales y de mente abierta y están entusiasmados por escuchar algo que no es fácilmente accesible para ellos en Israel.

Los creyentes de Berlín se están preguntando: ¿Cómo alcanzar a todos estos jóvenes judíos con el evangelio? Se estima que hay unos 20.000 israelíes viviendo en Berlín, un número que aumenta dramáticamente durante el período turístico de verano.[1] Aunque la cosecha potencial es grande, los obreros son pocos. En el momento de escribir estas líneas, hay en total unas siete personas de cuatro organizaciones dedicadas a alcanzar a los israelíes a tiempo completo. En otras palabras, requiere que cada trabajador comparta el evangelio con unas 4.000 personas. No son suficientes trabajadores para tener un impacto significativo.

“Nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo”

Pero Dios tenía otras cosas en mente. Esta difícil situación ha hecho que estas cuatro organizaciones (Beit Sar Shalom, Missionary Church, Finnish Israel Mission y Jews for Jesus) y otras empiecen a trabajar juntas para alcanzar a los israelíes de Berlín. El apóstol Pablo escribe: “nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo en Cristo» (Ro 12:5). El deseo de Jesús es que trabajemos juntos, independientemente de nuestra afiliación organizativa, para alcanzar a estos jóvenes judíos con el evangelio. Hace unos cinco años, Dios puso el deseo en el corazón de algunos de nosotros de iniciar un evento mensual para alcanzar a jóvenes israelíes. Era un evento para personas que están en una búsqueda, en hebreo, ideado para proporcionar un espacio seguro en un país extranjero donde pudieran hablar de temas profundos en su lengua materna. Pronto llevó a un segundo evento, un estudio bíblico mensual, en el que muchos israelíes comenzaron a leer las palabras de Jesús por primera vez. Nos quedó claro que Dios nos había traído a Berlín para llegar a ellos y quería que trabajáramos juntos. ¡Y funcionó! La sinergia de nuestra cooperación nos permitió lograr algo mucho más grande de lo que yo podría haber logrado solo, o de lo que todos podríamos haber logrado por separado.

Tuvimos que invertir tiempo en nuestras relaciones interpersonales para poder trabajar mejor juntos.

Trabajar juntos no es fácil

Pero trabajar juntos no es fácil. Aunque sabemos lo que dice la Biblia sobre la colaboración, sabemos que es lo que el Señor quiere y sabemos que es la única forma lógica de llegar al mayor número posible de israelíes en Berlín, igual no es fácil. Nos llevó tiempo conocernos. Tuvimos que comunicarnos bien y establecer objetivos comunes. Tuvimos que invertir tiempo en nuestras relaciones interpersonales para poder trabajar mejor juntos. Nos reímos, bromeamos y nos divertimos juntos. Pero también hablamos francamente. Compartimos cómo nos sentíamos con relación al trabajo, las colaboraciones y nuestros contactos. Nos confrontamos cuando vimos cosas que nos desagradan. Como ejemplo concreto, al principio de nuestro trabajo conjunto, yo había dado, por error, la impresión a algunos pastores de Berlín de que las reuniones mensuales eran organizadas únicamente por nuestra organización. Por supuesto, esto fue muy doloroso para los demás y tuve que disculparme y corregir mi error. Estoy agradecido de que el Señor no dejara que mi torpeza arruinara nuestra colaboración.

En otra ocasión, una de las organizaciones informó que un israelí había llegado a la fe a través de uno de sus trabajadores, sin mencionar al resto de nosotros. Con el paso del tiempo, aprendimos cómo hacernos llegar nuestras quejas, cuándo pedir perdón y, en definitiva, aprendimos a perdonar. Como ocurre con todas las demás relaciones, la comunicación es clave. El tiempo y la energía que invertimos en nuestras relaciones durante los “buenos tiempos” nos ayudaron a reconciliarnos en los inevitables momentos de conflicto que hemos vivido y que, sin duda, volveremos a vivir en el futuro.

Algunos consejos prácticos

También debemos ser generosos y compartir nuestros recursos. Hicimos una rotación para pagar los eventos mensuales, de modo que nadie se viera sobrecargado injustamente. Tenemos un sistema similar para decidir quién dirigirá el devocional cada vez. Compartimos nuestros contactos israelíes y los invitamos a eventos comunes, y nos invitamos mutuamente a eventos de nuestras organizaciones, de modo que nuestros contactos escucharán el evangelio una y otra vez de diferentes personas y de diferentes maneras. Si me tomo vacaciones, estoy agradecido si mis compañeros se reúnen con “mis” contactos. Informamos honesta y abiertamente a nuestros donantes y suscriptores lo que hacemos conjuntamente con nuestros socios y no nos causa ningún escozor mencionarlos a ellos y a sus organizaciones por su nombre. De manera lenta pero segura, nos damos cuenta de que no somos siete personas trabajando para cuatro organizaciones. Somos siete personas trabajando juntas entre israelíes para el reino de Dios.

La única constante es el cambio

Desde entonces, la constelación de nuestro equipo intermisional se redujo y cambió con la gente que iba y venía de Berlín. Esto exige invertir en nuevas relaciones, lo que, por supuesto, puede ser agotador. Al fin y al cabo, es difícil invertir en personas, sobre todo cuando se marchan al cabo de unos años. Pero si tenemos a la vista el reino más amplio de Dios, ninguna inversión es desperdiciada. Estoy convencido de que la buena experiencia de colaboración aquí ayudará a los que se marchen a desarrollar una buena colaboración en la siguiente parada de su viaje, sea donde sea. Y, para las nuevas personas que llegan, es más fácil integrarlas en el equipo intermisional cuando saben que ya hemos estado invirtiendo tiempo y energía en construir relaciones para poder trabajar juntos.

Hay un camino largo por recorrer

Todavía tenemos mucho que aprender como equipo. Sería menos complicado tener una visión clara, establecer objetivos alcanzables y evaluar el éxito eficazmente si todos formáramos parte de una organización con un líder designado o un comité de liderazgo. Pero nuestra configuración actual nos impulsa a trabajar más duro al mirar el futuro y plantearnos preguntas clave, como: ¿Cómo queremos que sea este ministerio dentro de cinco años? ¿Ha sido eficaz nuestro trabajo hasta ahora? ¿Qué hace falta cambiar para mejorar o crecer? Al reflexionar juntos sobre estas cuestiones, debemos ser humildes y analizar primero nuestros propios recelos antes de, quizás, plantear nuestras quejas a nuestros socios. Si seguimos siendo abiertos y honestos entre nosotros sobre nuestras alegrías y penas en nuestra colaboración, podremos desarrollar la confianza. Creo sinceramente que un buen trabajo colaborativo no depende de evitar los conflictos, sino de la capacidad de canalizarlos para bien, lo que da lugar a relaciones de equipo más profundas y duraderas. Cuanto mejor nos conozcamos y confiemos los unos en los otros, más eficaces seremos a la hora de fijar visiones, establecer objetivos y evaluar.

“Si se aman los unos a los otros”

Espero que el escenario de Berlín que acabo de describir sea un estímulo y un ejemplo para usted, esté donde esté y sea cual sea el trabajo en el que esté involucrado. Aquí en Berlín, tenemos que llegar a los israelíes, ahora. No podemos alcanzarlos eficazmente si lo intentamos por separado. Nos necesitamos mutuamente. Pero nuestra colaboración no debería nacer solo de la necesidad. Es lo que nuestro Señor quiere. Sin embargo, solo funcionará si el Señor es el centro de nuestra colaboración, si somos honestos y abiertos unos con otros, y si somos humildes. Solo funcionará si realizamos el arduo trabajo de construir relaciones entre nosotros. Irónicamente, construir nuestras propias relaciones forma parte de nuestro trabajo. Después de todo, Jesús dijo: “De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” (Jn 13:35). Cuando uno de nuestros contactos israelíes se enteró de que éramos cuatro organizaciones distintas que trabajaban juntas, se sorprendió. “Nunca me habría dado cuenta si no me lo hubieras dicho”, comentó. ¡Ese es el mayor cumplido que podríamos esperar recibir jamás por nuestra colaboración![2]

Notas

  1. Editor’s note: ‘According to figures published by the Berlin-Brandenburg Statistics Office, the number of Israelis registered in Berlin between 1993 and 2014 more than doubled to 6,265. In the meantime, however, there is talk in the media of up to 30,000. The Israeli Embassy puts the number at just under half that total. Reliable figures are rare, in part because many Israelis use their second passport. In any event, it is certain that 5,319 Israeli citizens were officially registered in Berlin in 2018.’ Accessed 21 May 2021, https://www.deutschland.de/en/topiclife/israelis-in-berlin-young-confident-adventurous.
  2. Nota del editor: Ver los artículos de Phill Butler “¿Es efectiva nuestra colaboración para el reino?” en el número de enero 2017 del Análisis Mundial de Lausana, https://lausanne.org/es/contenido/aml/2017-01-es/es-efectiva-nuestra-colaboracion-para-el-reino y “¿Quién recibe el crédito en los esfuerzos conjuntos?” en el número de julio 2020 del Análisis Mundial de Lausana https://lausanne.org/es/contenido/aml/2020-07-es/quien-recibe-el-credito-en-los-esfuerzos-conjuntos

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Hero Image: Berlin Synagogue. Photo by Pavel Nekoranec on Unsplash

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Aaron Lewin es el director de Jews for Jesus Alemania. Nacido en Israel y criado en Inglaterra, actualmente vive con su esposa Rebekka y sus cuatro hijos en Berlín, Alemania.