Todos los días nuestros teléfonos y televisores explotan con crisis en nuestras comunidades, países y el mundo. Como creyentes, ¿cómo procesar toda esta información? A medida que nuestra ventana al mundo crece, ¿cómo nos aseguramos de que nuestros corazones puedan seguir el ritmo?
Usha Reifsnider, codirectora regional de Lausana Europa, habla con Michael du Toit, director de estrategia de contenidos, sobre la sobrecarga de información, la guerra en Ucrania y cómo Usha ha visto al cuerpo de Cristo trabajar «de una manera que nunca había visto antes».
Vea la conversación completa o lea la transcripción editada a continuación.
Transcripción editada:
Recibimos mucha información todo el tiempo. Las noticias desbordan con la situación de Ucrania y todo lo que está pasando en Europa. Las noticias no paran de llegar. Vemos tantas cosas. ¿Cómo procesar toda esta información?
Uno de mis pensamientos tal vez sea algo extraño, ya que creo que cada invento que Dios permite tener a la humanidad es una forma de que encontremos maneras de utilizarlo para reconciliar a la humanidad con Dios. Así que toda esta información que tenemos, creo que Dios quiere que la utilicemos.
Si nosotros sabemos todo esto, seguramente Dios sabe muchísimo más. Él mira a la humanidad y todo el caos, y nosotros vemos solo una fracción diminuta. Cuando él vio este caos, hizo algo. Su corazón se identificó con la humanidad. Entonces, antes de que nos sintamos abrumados y tengamos noches de insomnio, hagamos y perdamos amigos, tomemos partido por esto y luego nos encontremos con que alguien tira de la alfombra bajo nuestros pies, creo que tenemos que volver al corazón de Dios.Y, como seguidores de Cristo, como personas que han tomado la decisión de seguir a Cristo, cuando miramos toda esta información que está ahí fuera, tenemos que pensar en esas personas en Ucrania, en Etiopía, en Oriente Medio, en Palestina, en India y en todo el mundo, y recordar que Jesús también murió por ellas. Y que Dios ve su dolor. Creo que no podemos procesar esto sin tomarnos un momento para procesar la inmensidad de la grandeza de Dios. Por un lado, él es personal; por otro, es enorme. Nada de esto, buenas o malas noticias, nada es una sorpresa para Dios.
Las Escrituras nos enseñan que, cuando una parte del cuerpo sufre, todo el cuerpo sufre con ella. ¿Cómo crees que debemos tomar medidas para que esa sea nuestra postura por defecto cuando vemos la información que sale a luz? ¿Cómo podemos cambiar nuestra postura natural de agobio, apatía y malestar para ver a esta gente como personas, portadoras de la imagen de Dios?
Sí, todos somos portadores de la imagen de Dios, ¿no es así? No quiero dar un patrón, pero sin duda tiene que empezar por la oración. La oración es como una confesión de fe. Tienes que hacer algo con ella. Simplemente decir una oración y pensar que es suficiente… podría ser suficiente para apaciguar tu conciencia. Yo no puedo ser tu conciencia, tu juez, y decir, bueno, deberías dar esto y hacer aquello. Creo que aquí es donde no solo nuestra llamado, sino nuestra relación con Dios, nuestra relación diaria con Dios, marca la verdadera diferencia.
Hay quienes han sido llamados a vivir con menos; yo me considero una de esas personas. Hay quienes se consideran capaces de enviar dinero, hay quienes tienen casas, recursos, capacidad intelectual. Así que, junto con tu oración, creo que necesitas un deseo sincero de decir: «Dios, muéstrame qué hacer», y a veces él te lo mostrará a través de personas. Creo que la sensación de estar abrumado necesita ser sostenida, contenida en oración. Necesita ser contenida en algo. Como parte de nuestra vida de fe, como parte de nuestra vida de fe activa, tiene que ser sostenida en algo. Porque Dios tiene un propósito al poder acceder a esta información.
Pero también es interesante que venimos de una cultura en la que tu generación todavía siente que tiene que preguntar a la nuestra lo que tiene que hacer. Dios está hablando a tu generación también. A mí me llama a hacer cosas, pero a ti y a tu generación, donde estás, los llama de forma especial. Sí, estoy feliz de dar ideas, pero también hay una riqueza de información dentro de ti. No tienes que esperar a que te den permiso. Vincúlate con personas que mayores y más sabias, pero también creo que tienes ideas dentro de ti que están listas para surgir.
No estoy tratando de entrar en una especie de modo profético o algo similar. Solo digo que hay dones que Dios nos ha dado, y hay dones para cada generación y cada lengua, tribu y nación. No tenemos que mirar necesariamente a Europa o a América o a África. No tenemos que mirar a ningún grupo de personas para que me digan exactamente lo que quieren que haga.
Si hay algo que he visto en esta crisis de Ucrania, es al cuerpo de Cristo trabajando junto de una manera que nunca había visto antes. Llevo 34 años en el ministerio. Nunca había visto al cuerpo de Cristo unirse en Europa. Me refiero a que, si has estado en alguna de los llamados de oración, verás pastores rusos orando por ucranianos. Vi a un joven maravilloso que tiene un ministerio juvenil en Polonia, y simplemente abrió sus puertas. Tenía 200 refugiados. Es un joven encantador. Con ojos grandes dijo: “Han llegado 200 personas. Y quiero ayudarlas”. Y pensé: ¡Qué maravilla! Todos pudimos orar y decir: “¿Sabes qué? Aquí hay dinero, autobuses. ¿Qué podemos hacer para ayudarte? ¿Cómo podemos sostenerte?”. No tuvimos que esperar a que nos dieran permiso aquí, allá y todas partes. Hicimos lo que sabíamos que era correcto. Sabíamos cómo ser un cuerpo. Y creo que eso es muy importante ahora.
Hablaste antes de cómo nuestra ventana al mundo ha crecido, pero nuestro corazón para el mundo no ha crecido al mismo ritmo. Además de tener tanta información abrumadora, también nos hemos insensibilizado a la realidad de la violencia. Vemos estas cosas en los teléfonos y en la televisión todo el tiempo, así que es casi demasiado común. ¿Cómo hacemos crecer nuestro corazón para el mundo?
Pienso en Dios, cuando contempló la tierra y vio el caos en el que se encontraba. No se insensibilizó, ¿verdad? Fue lo suficientemente sensible como para enviar a Jesús. Así que hoy, cuando veo cómo puedo volverme insensible, puedo dejar la pantalla y listo. No tengo que ver la BBC, la CNN. Puedo ver un video de gatos en YouTube si quiero. Puedo alejarme de la situación muy fácilmente. Porque a veces parece que tener conocimiento es tener suficiente. Pero una vez que tienes conocimiento, tienes la responsabilidad de lo que haces con ese conocimiento. Tenemos una responsabilidad. Lo que hablamos, lo que vemos, la forma en que actuamos, las decisiones que tomamos, tenemos una responsabilidad como seguidores de Cristo. Así que miro las bienaventuranzas, porque esa fue la respuesta de Jesús. Cuando vio el caos en el mundo, Jesús tuvo una respuesta.
«Bienaventurados los pobres en espíritu», dice, «porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación». ¿Quién va a consolarlos, Michael? ¿Quién va a consolarlos? «Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios». Quiero que me llamen hijo de Dios. Quiero ser una hija de Dios. ¿Dónde podemos ser pacificadores, Michael? ¿Dónde podemos tú y yo ser pacificadores? ¿Dónde podemos encontrar una sola persona con la cual conectarnos, porque no podemos lidiar con todo? ¿Dónde puedo ser una pacificadora hoy? Tiene que haber un punto de contacto con lo que decimos que somos, lo que decimos que creemos, y luego lo que hacemos con ello. Es mucho más fácil para mí ver una telenovela que un sermón. Me resulta mucho más fácil leer una novela que la palabra de Dios. Porque la palabra de Dios me obliga a cambiar.
Entonces, ¿cómo evitamos ser desensibilizados? Acudiendo a lo más sensible que conozco: el sacrificio de Jesús. Ese es el mundo al que me llama él, a tomar mi cruz y seguirlo. No puedo desensibilizar eso.
Creo que eso es muy útil a la hora de encontrar una buena manera de responder. Una respuesta puede incluir escuchar. Puede incluir llorar juntos, orar juntos, tener un espacio para procesar estos pensamientos juntos. ¿Tienes alguna idea de lo que Lausana Europa ha estado haciendo en este momento? ¿Alguna otra idea para las próximas semanas?
Vamos a darlo a conocer en breve, pero vamos a tener reuniones de oración el 24 de cada mes o alrededor de esa fecha, porque el 24 es la fecha en la que empezó la crisis de Ucrania. También tenemos una lista de organizaciones en el sitio web de Lausana Europa con las que las personas pueden conectarse.
Creo que más que querer ir a ver por nosotros mismos, tenemos acceso a la tecnología. Enviemos el dinero. Sé que por un par de miles de dólares uno puede ir a ver y recaudar dinero. Pero si en lugar de eso envías el par de miles de dólares, tenemos gente en el lugar. Tenemos ucranianos sobre el terreno. Así que apoyemos a la iglesia que está allí. Ucrania ha tenido un avivamiento. Los gitanos han estado haciendo cosas en Ucrania y es interesante, porque muchas veces la forma en que los gitanos hacen las cosas es bajo el radar. Son muy creativos en sus formas de ayudar a la gente, porque han tenido que serlo ellos mismos. Ahora han tenido que vivir con menos, y hacen cosas como ir a las fronteras para lavar la ropa para la gente.
A lo largo de los meses estoy seguro de que oiremos hablar de muchos momentos creativos y prácticos de cómo responder en estos momentos. Eso nos lleva a pensar en nuestros corazones y mentes: ¿Qué puedo hacer yo? La respuesta tal vez sea: «Probablemente lo sepas, o lo descubras».
Eso es lo bueno de Lausana. Se dice a menudo y por muchos, que la fruta de Lausana crece mejor en los árboles de los demás. Es hora de que esa fruta empiece a alimentar a la gente. Es hora de que la fruta empiece a extenderse y a nutrir a la gente. Y dentro de cada fruta está el potencial de más fruta, ¿no es así?
Estamos entrando en un período difícil en el que la esposa de Cristo tiene la oportunidad de plantarse como la luz del mundo y brillar. Pero ese es un llamado que necesitamos no solo para quedarnos de brazos cruzados y esperar a que algo suceda. Tenemos que hacer algo.