Global Analysis

Un encuentro (bellamente) imperfecto de una familia (bellamente) imperfecta organizado por un movimiento (bellamente) imperfecto

Una carta abierta a quienes liderarán la iglesia mundial en 2050

Michael Oh Mar 2025

“¿Cuándo se realizará el Quinto Congreso de Lausana?”

Para ser perfectamente honesto, ¡se me viene el ánimo abajo un poco cuando escucho esta pregunta muy frecuente! Después de un viaje de casi cinco años que llevó al Cuarto Congreso de Lausana en Seúl-Incheon, Corea del Sur, ¡no estoy del todo listo para abordar otro reto increíblemente alegre pero increíblemente pesado!

Pero también estoy increíblemente agradecido de que tantos estén pidiendo y deseando otro Congreso de Lausana. ¡Eso ciertamente supera a la gente que dice que ni este ni otro es deseado o necesario!

La única afirmación que supera las veces que me han preguntado sobre un quinto Congreso de Lausana es la respuesta que las personas comparten para describir su experiencia en Seúl:

“¡Transformador!”’

Aunque estamos profundamente agradecidos por esto (ya que lo vemos como la respuesta a años de oración), al mismo tiempo nos reservamos el juicio. No puedo decirle cuántas veces David Bennett, que tan fielmente ha servido como Director del Congreso, y yo hemos hablado de nuestra determinación de que Seúl-Incheon 2024 no fuera “meramente” un encuentro histórico lleno de experiencias e historias que durarán toda la vida para todos los que se reunieran. Queríamos que el Cuarto Congreso hiciera historia.

La visión, la oración y la esperanza de este Congreso eran lograr un impacto y una bendición que cambiasen el mundo a través de una iglesia mundial que asumiera su llamado a abordar de forma estratégica y colaborativa las mayores brechas y oportunidades de la Gran Comisión.

En ese sentido, el Congreso en sí no era el centro de atención. Por otro lado, cada vez estamos reconociendo más después del Congreso que las verdaderas esperanzas y objetivos de “cambiar el mundo” podrían no alcanzarse tan fácilmente sin experiencias que “cambien la vida” en el propio Congreso. Así pues, estamos profundamente agradecidos al Señor por la poderosa obra de su Espíritu en los corazones de los 5.394 participantes en el Congreso, procedentes de 202 naciones.

Algunos están describiendo el Congreso como “el encuentro más global de la historia”. Yo prefiero y deseo que el Cuarto Congreso de Lausana sea conocido algún día como “el encuentro de mayor impacto global de la historia”. La reserva del juicio está esperando a ver cómo nosotros, que hemos tenido experiencias que “cambian la vida”, las dirigiremos hacia un amor que “cambie el mundo” para nuestro mundo perdido. Eso, sin embargo, solo ocurrirá por la gracia de Dios, y tardaremos años en ver ese fruto. Pero si lo vemos y cuando lo veamos, todo habrá valido la pena.

Por eso escribo esta carta especialmente a mis queridos hermanos y hermanas que son líderes jóvenes de la iglesia mundial. Más de 2.100 (alrededor del 40%) de los participantes en el Congreso tenían entre 20 y 50 años. Nosotros, como Movimiento, hablamos mucho de nuestro compromiso y deseo de ayudar a preparar e incluso ayudar a dar forma al mundo de 2050. Sin embargo, la realidad es que, aunque tenemos la oportunidad de influir en ese mundo, no somos nosotros quienes lo lideraremos. Son ustedes.

Yo tenía 41 años cuando me pidieron liderar este movimiento. Quizás no mucho mayor o incluso un poco más joven que muchos de ustedes. Han pasado casi 12 años desde que asumí un reto que era claramente mucho mayor que yo o que cualquier cosa que hubiera podido imaginar. Desde el primer día, las perspectivas y el peso de asumir finalmente el liderazgo del Cuarto Congreso de Lausana pesaron sobre mis hombros, pero el Señor lo permitió.

Mi esperanza es que todos ustedes puedan ser mejores y más fieles, eficaces y bellos que la generación que los precedió. Con ese fin, quiero compartir no solo algunas de las muchas razones para alabar a Dios por su mano sobre el Cuarto Congreso de Lausana, sino también algunos de los sinsabores y retos para el aliento y beneficio de ustedes. Al igual que lo que mi esposa y yo esperamos cuando oramos por nuestros cinco hijos, eso es lo que muchos de nosotros en mi generación de liderazgo humildemente esperamos y oramos para ustedes mientras dirigen el liderazgo en dirección al futuro.

Una encuentro imperfecto de una familia imperfecta organizada por un movimiento imperfecto

Como compartí en la noche de apertura del Congreso, mi esperanza era que todos pudiéramos tener la postura y el corazón que muchos ya me habían expresado: “No merezco estar aquí”. Con 35.000 nominaciones, entre las cuales discernimos en oración más de 5.500 invitaciones para reunir a 5.394 participantes de 202 países, muchos pudieron decir y creer sinceramente: “Estoy aquí solo porque Dios lo ha querido”.

Así que muchos llegaron a Seúl porque muchos en todo el mundo también quisieron que estuvieran allí. Se concedieron más de cuatro millones de dólares en becas para casi dos tercios de los participantes. Se patrocinaron 2.000 plazas hoteleras. Esto fue posible gracias a la obra de Dios, que movilizó los recursos que habían sido confiados al pueblo de Dios. Esta financiación llegó más como el “pan cotidiano” que como una “prima de fichaje” de un deportista profesional. Habiendo sentido el peso del hecho de que los tres Congresos de Lausana anteriores terminaron con una deuda que desafiaba el impulso y el movimiento, nuestra firme convicción y compromiso desde el principio fue: “¡no vamos a gastar dinero que no tenemos!”. Pero el dinero que el Señor nos proveyó lo compartimos amplia y generosamente. Sin embargo, después de una ronda tras otra de concesión de fondos para becas, muchos seguían sin saber si podrían participar en Seúl, incluso unas semanas antes del Congreso. Así que alabamos a Dios por la generosidad que se fue liberando día a día hasta el mismo comienzo del Congreso, que finalmente permitió que más personas de las que jamás hubiéramos imaginado pudieran llegar a Seúl. Lo percibimos como un verdadero milagro. ¡Y terminar sin ninguna deuda fue ciertamente otro!

Desde la noche de apertura hasta la clausura, los rostros de la gente mostraban un asombro total, y la obra activa del Espíritu Santo era muy evidente sesión tras sesión y conversación tras conversación. Para muchos, fue la experiencia más verdadera e inspiradora de formar parte de un cuerpo de Cristo eterno y mundial que jamás habían conocido.

Las historias de persecución en el mundo de hoy nos recordaron que la Gran Comisión fue dada poco después de la crucifixión y a una iglesia que nació en el fuego de la persecución. Se nos recordó que el sufrimiento no es algo que deba evitarse, sino que es, para muchos, una consecuencia inevitable, e incluso nos atreveríamos a decir, una bendición, de la fidelidad al testimonio del evangelio.

Se nos recordó que el evangelio es sencillo, pero poderoso. Y que ese evangelio sencillo habla y actúa poderosamente en las vidas de personas complicadas que viven en sociedades complejas en un mundo caído.

Y se nos recordó, quizás sobre todo, que hay un trabajo del evangelio por hacer. Es necesario comprender mejor los retos y la naturaleza de esa trabajo. Los planes y la colaboración para ese trabajo deben tener un involucramiento más estratégico. Y nuestro compromiso como cuerpo de Cristo con ese trabajo debe afirmarse y expresarse con más pasión. Por eso estamos tan entusiasmados con el “Informe Estado de la Gran Comisión”[1] y el ”Centro de Acción Colaborativa”[2] lanzados desde Seúl.

La esperanza del Cuarto Congreso de Lausana era, desde el principio, que el cuerpo de Cristo comprendiera con mayor claridad 1) qué debe hacerse en el mundo, 2) dónde debe hacerse, 3) quiénes deben hacerlo y 4) cómo puede hacerse realmente. El tema del Congreso debe seguir siendo un llamado a la acción: “¡Que la iglesia proclame y exhiba a Cristo juntos!”. El reto y la ambición que asumimos al planificar el Congreso, así como todas las iniciativas que surgieran del Congreso, debían ser bíblicos y proféticos. Y esta es una exhortación que les hago a ustedes, mis queridos hermanos y hermanas que liderarán la iglesia y la carga en 2050. Ser bíblicos y proféticos, como se compartió clara y poderosamente en el Congreso, llevará al sufrimiento y a la persecución por parte del mundo. Pero también provocará ataques y desánimo dentro de la Iglesia. Y esto será muchas veces un peso o un reto aún mayor para la misión y su liderazgo que la persecución. Puede ser que la sangre de los mártires sea la semilla de la iglesia, como dijo Tertuliano.

Pero las puñaladas por la espalda y las peleas mezquinas dentro de la familia de Dios pueden ser la mejor estrategia de Satanás para matar a la iglesia. 

La razón número uno para el desgaste misionero no es la persecución sino el conflicto relacional que se ve con más frecuencia dentro de los equipos misioneros y las comunidades cristianas.

Añádase a esto el efecto megáfono de las redes sociales, donde cualquiera puede decir cualquier cosa sobre cualquier persona con poca o ninguna consecuencia o rendición de cuentas. Cuanto más ruidosas y controvertidas y críticas sean las declaraciones, más se atrae la atención (que es el principal objetivo vacuo de las redes sociales). Tenemos que encontrar la mejor manera de poner nuestra casa en orden como la familia de Dios y también estar preparados para lo que el liderazgo puede y debe ser hoy y mirando al mundo en 2050.

Consejos finales: cuatro estrategias

Así que comparto con ustedes, mis queridos jóvenes amigos líderes, cuatro estrategias sobre cómo no responder a esta desagradable e inevitable realidad.


1. Guardando silencio

Ser bíblico y profético requiere una voz. Decir lo que se piensa. Tener convicciones. Y asumir una posición. Cuanto más claro y valiente sea, más fuerte y dura será la respuesta. Callarse o ser callado solo amplifica las voces de otros que no pueden ser tan bíblicos o proféticos como la iglesia necesita.

Mi mentor del seminario, el misiólogo Paul Hiebert, solía decir: “Escribe, luego agáchate”. En otras palabras, di lo que piensas. Pero prepárate para la crítica. 

Eso ciertamente se magnifica en una era de redes sociales. De hecho, alguien me dijo: “¡Felicitaciones por sobrevivir al primer Congreso de Lausana en una era de redes sociales!”. ¡Si reciben solo un puñado de críticas en aproximadamente la misma medida tanto de la derecha como de la izquierda, como el Cuarto Congreso, pueden sentirse alentados de que probablemente están en el camino correcto!


2. Tomando las cosas personalmente

Ante todo, ¡es maravilloso cuando la gente tiene altas expectativas de nosotros! ¡Es mucho mejor que lo contrario! El problema es cuando la crítica carece de gracia o amor. En ese caso, sus palabras críticas y su espíritu crítico dicen mucho más sobre ellos que de ustedes.

Segundo, crean en el evangelio que predican. Ustedes no están definidos ni son medidos por sus fracasos reales o las acusaciones justas o injustas de fracasos por sus hermanos en la familia de Dios.


3.Distrayéndose o siendo arrastrados al barro

No se preocupen por las voces que les tienen envidia o que están obsesionadas con competir con ustedes o golpeándolos o derribándolos. Concéntrense en la visión, el llamado y las convicciones que el Señor les ha dado. Escuchen su voz y ahoguen el ruido de las “moscas” que zumban en sus oídos.

Me reí al leer algunos artículos en respuesta a mi charla de clausura del Congreso[3] en la que animaba a los líderes a parecerse más a las abejas que ven la belleza que a las moscas que buscan la suciedad y el hedor. Me reí porque las moscas hicieron lo que hacen las moscas: actuar como moscas.

Examinen sus corazones cuando escriban y, desde luego, antes de publicar una crítica. Por favor, no digan nada en público sobre alguien que no hayan dicho de persona a persona. Oren sobre el impacto potencial de lo que escriban antes de hacer clic y publicar algo cáustico.

Cuando otros escriben y publican cosas que hacen que me venga el alma a los pies, me digo a mí mismo: “Más vale un poco de humillación que caer en un poco de orgullo”. Podemos estar agradecidos incluso por las palabras descorteses y mezquinas.

No pierdan de vista las flores y disfruten del jardín y del Jardinero.


4.No escuchando

De la mayoría de las críticas se puede aprender algo. Y escuchar siempre les será útil. Escuchar proviene del corazón de un aprendiz, y eso es lo que significa ser discípulo.

La Declaración de Seúl preparada por el Grupo de Trabajo de Teología de Lausana[4] es bellamente bíblica y profética. La interacción sobre su contenido ha sido vibrante y saludable. Es lo que necesitamos como familia de Dios. No necesitamos ni esperamos unanimidad. Necesitamos un compromiso amable, profundo y humilde al escuchar las críticas. Lo que yo y Lausana hicimos mal fue procesar esa interacción.

Cada tercer domingo tengo un tiempo de “verificación” con mi esposa Pearl. La única pregunta que nos hacemos es: “¿Cómo puedo quererte mejor?”. Es, en primer lugar, un reconocimiento de que queremos amar bien, pero no amamos o no hemos amado tan bien como queríamos. También es una expresión y un compromiso de que queremos cambiar y aprender a amar mejor. Nos exigimos mucho en nuestro amor mutuo, y confiamos en la gracia de Dios, sin la cual sería imposible avanzar hacia eso. También tratamos de hacer extensiva esa misma gracia el uno al otro. Este preguntar y escuchar nos ha servido bien durante nuestros 30 años de matrimonio.

Del manera similar, para el procesamiento de la Declaración de Seúl y las muchas imperfecciones del Cuarto Congreso de Lausana, respondamos con la gracia de Dios. Puede que usted conozcan algunas de ellas, ¡pero puedo decir con confianza que yo conozco muchas más! Por cada forma en que yo o Lausana no los amamos tan bien como deberíamos y queríamos, ¡por favor perdónennos!

El Cuarto Congreso de Lausana fue un encuentro imperfecto. Y estamos intentando aprender todo lo que podemos de tantas voces como podamos. Las lecciones aprendidas, sin embargo, serán muy importantes para todos ustedes cuando nos dirijan hacia el futuro. La única manera de que este Congreso podría haber sido un encuentro perfecto es que los que nos hemos reunido fuéramos la familia perfecta. Y no lo somos. Los desacuerdos y divisiones observados durante el Congreso no fueron causados por el encuentro. Sin embargo, el Congreso fue el contexto que los puso de manifiesto.

Si existe la posibilidad de que surjan desacuerdos y discusiones durante una reunión familiar, ¿es mejor no celebrarla? ¿O es precisamente por eso por lo que la familia necesita estar reunida… para resolver nuestras divisiones, desalientos, dudas y desunión? Por eso, amigos míos, el Cuarto Congreso de Lausana en Seúl-Incheon fue un encuentro bellamente imperfecto de una familia bellamente imperfecta organizado por un movimiento bellamente imperfecto. Fue más imperfecto de lo que creíamos siquiera. Y también más bello. Y eso es sólo porque nuestro Dios bellamente perfecto hace belleza de nuestras imperfecciones.

  1. ‘State of the Great Commission,’ Lausanne Movement, accessed January 6, 2025, https://lausanne.org/es/report.
  2. ‘Lausanne Action Hub,’ Lausanne Movement, accessed January 6, 2025, https://collaborate.lausanne.org/.
  3. Michael Oh, ‘Bees and Flies: A Call to See the Beauty in the Global Church,’ Lausanne Movement, accessed January 6, 2025, https://lausanne.org/accelerate-summary/c_5e18f0f73c.
  4. The Fourth Lausanne Congress: The Seoul Statement,’ Lausanne Movement, accessed January 6, 2025, https://lausanne.org/es/statement/la-declaracion-de-seul.