Global Analysis

Autocuidado

¿una herramienta esencial para el cuidado de miembros o una moda pasajera?

Sarah Hay Mar 2024

Introducción

El cuidado de miembros y el autocuidado no son conceptos nuevos. Sin embargo, aunarlos ha sido un debate más reciente, que cobró impulso durante la pandemia del COVID. En este artículo, analizaremos qué son el cuidado de miembros y el autocuidado, algunas de las resistencias al autocuidado y cómo el cuidado de miembros puede buscar promover mejores prácticas de autocuidado entre misioneros.

Definición de cuidado de miembros

Dicho de manera simple, la Red Mundial de Cuidado de Miembros (GMCN) define el cuidado de miembros de la siguiente manera: “El cuidado de miembros es la preparación, equipamiento y capacitación continuos del personal de misiones para una vida, ministerio y trabajo eficaces y sostenibles».[1]  El debate sobre si el término logra captar la amplitud de la práctica está en desarrollo. Se reconoce que algunas organizaciones de misiones utilizan ahora el término «cuidado del personal», o incluso «cuidado y bienestar del personal», en lugar de cuidado de miembros. Una encuesta informal realizada en el grupo de Facebook de GMCN en 2021, que cuenta con más de 1.000 miembros, mostró que, aunque el término «cuidado de miembros» no es el ideal, no había consenso sobre una opción mejor. Sea cual sea la terminología que las organizaciones de misiones decidan utilizar, los elementos clave son el cuidado y los recursos que se proporcionan a un misionero para permitirle prosperar.

Definición de autocuidado

La Organización Mundial de la Salud define el autocuidado como «la capacidad de individuos, familias y comunidades para promover la salud, prevenir enfermedades, mantener la salud y hacer frente a las enfermedades y discapacidad con o sin el apoyo de un proveedor de atención médica». Consideraremos únicamente el autocuidado de un individuo. Es lo que una persona hace por sí misma para estar lo suficientemente sana de mente, cuerpo y espíritu como para desempeñar las funciones que se le exigen». Ohanian va más allá: «El autocuidado garantiza que una persona prospere y florezca, en lugar de limitarse a sobrevivir y salir adelante. El autocuidado es el sistema de raíces invisible, profundo, nutrido y en expansión de un árbol fuerte, resiliente y floreciente».[1]  Esta imagen es muy útil para considerar que el autocuidado no es una solución fácil, sino que requiere raíces, tiempo y una alimentación regular. Una vez definidos los términos, exploraremos ahora el aumento de la concienciación sobre la importancia del autocuidado observado durante y después de la pandemia del COVID.

El autocuidado y el legado de la pandemia

El autocuidado se convirtió en un concepto más comentado durante la reciente pandemia del COVID. Hubo muchos artículos sobre cómo las personas podían cuidarse a sí mismas y asegurarse de que los confinamientos y las malas noticias procedentes de todo el mundo no afectaran negativamente su salud física y mental.[1]

El aumento de la atención prestada al autocuidado durante la pandemia se debió en parte a la falta de disponibilidad de otras fuentes y lugares donde la gente normalmente podría recibir apoyo y cuidado, y también al tiempo extra liberado por la falta de desplazamientos y viajes. Un estudio realizado en 2021 descubrió que, aunque existió un riesgo significativo de ansiedad y depresión, el 39% de los participantes iniciaron o aumentaron su autocuidado y el 23% invirtió en autocuidado por primera vez.[1]

Por lo tanto, el debate sobre el autocuidado y las prácticas de autocuidado se ha consolidado en el lenguaje común. Veamos ahora la relación entre el autocuidado y el cuidado de miembros.

«El autocuidado garantiza que una persona prospere y florezca, en lugar de limitarse a sobrevivir y salir adelante. El autocuidado es el sistema de raíces invisible, profundo, nutrido y en expansión de un árbol fuerte, resiliente y floreciente»

Modelos de cuidado de miembros y la inclusión del autocuidado

Existen varios modelos de cuidado de miembros en la literatura, que incluyen el modelo SPARE-O de Dodds y Dodds[1] y la Pirámide de Cuidado de Harry Hoffmann[2] (desarrollada a partir del Marco de Integridad Cristiana de Warlow). Sin embargo, la mayoría de estos modelos no mencionan específicamente el autocuidado y ponen poco énfasis en las acciones del individuo, haciendo hincapié en cambio en el cuidado y el apoyo ofrecidos a individuos y los sistemas que lo rodean. Quizás el modelo más conocido que sí menciona el autocuidado es el de Kelly O’Donnell y Dave Pollock, como se ilustra en este diagrama.[3]

Cada una de las cinco esferas es permeable y el cuidado puede fluir entre ellas. Se incluyen las fuentes de cuidado a miembros, por ejemplo, emisores, como la iglesia emisora o la organización de misión, así como los tipos de cuidado, por ejemplo, la familia y los TCK (Niños de la Tercera Cultura). El núcleo del modelo es el Cuidado del Amo, en reconocimiento de que Dios es el amo, y es de él de quien recibimos la fuerza. Y es a él a quien servimos.

La segunda esfera incluye el cuidado mutuo (de las relaciones que nos rodean) y el autocuidado. De ahí la unión de ambos conceptos, el cuidado de miembros y el autocuidado. Después de haber enseñado sobre el tema del cuidado de miembros durante varios años, mi reflexión es que uno de los puntos débiles de este modelo es que el autocuidado no es una esfera en sí misma. Al unirlo con el cuidado mutuo, se diluye y no se le presta la atención que merece. En lugar de animar a los misioneros a asumir cierta responsabilidad sobre sí mismos y su propio bienestar, refuerza la mentalidad de que el cuidado de miembros es algo que se recibe. Tiende a centrarse en lo que otros pueden proporcionar. Esto nos lleva a considerar por qué el autocuidado en la misión puede tener una respuesta negativa.

Resistencia al autocuidado

Hace poco dirigí un retiro y seminarios web sobre el tema del autocuidado. Aunque muchos estaban deseosos de aprender cómo mejorar su propio autocuidado, surgieron una serie de preguntas y comentarios: ¿No es egoísta el autocuidado? Ya estoy demasiado ocupado; no tengo tiempo para el autocuidado. El autocuidado es lo contrario de vivir por fe. Estamos llamados a ser sacrificios vivos, por lo que el autocuidado no puede ser bíblico.

En Romanos 12:1 (NTV) Pablo dice: «Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes. Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo». Estos versículos se utilizan para argumentar que, en lugar de cuidarnos a nosotros mismos, deberíamos ofrecer nuestras vidas como sacrificio a Dios.

El tema del sacrificio y el modo en que los misioneros afrontan las difíciles cuestiones del riesgo y el sufrimiento están bien documentados[1] y, de hecho, en mi labor docente en la maestría en Cuidado de Miembros y la maestría en Cuidado y Bienestar del Personal en Redcliffe College y en All Nations Christian College, respectivamente, he hecho hincapié en la necesidad de que los nuevos misioneros desarrollen su propia teología del sufrimiento y el riesgo antes de llegar al terreno. Las historias y las imágenes de mártires cristianos desempeñan un papel importante en la misión cristiana, pero también pueden provocar una teología sesgada de “mejor agotarse que oxidarse». Junto a la consideración del riesgo, tenemos que reconocer que el llamado a aparecer constantemente en lo que Eugene Peterson llama «una larga obediencia en la misma dirección»[2] puede ser un llamado costoso.

La teología del autocuidado

En lugar de que el autocuidado sea egoísta y directamente opuesto a vivir como un sacrificio, creo que es una herramienta importante en el conjunto de herramientas del misionero. En Juan 7:37, Jesús invita a los que tienen sed a que vengan a él y beban. No se trata de una invitación pasiva, sino que requiere una acción de parte del sediento. En Juan 1, hay otra invitación cuando Jesús llama a los discípulos a «venir» para que puedan ver. Quizá el versículo más querido por el profesional del cuidado de miembros sea Mateo 11:28-30 (traducción de la versión The Message en inglés): “¿Estás cansado? ¿Desgastado? ¿Agotado por la religión? Ven a mí. Alejémonos juntos y recuperarás tu vida. Te mostraré cómo descansar de verdad. Camina conmigo y trabaja conmigo; observa cómo lo hago. Aprende los ritmos no forzados de la gracia. No te impondré nada pesado o que no se adecue a ti. Hazme compañía y aprenderás a vivir libre y livianamente”. Esto, para mí, es una invitación a cuidar de uno mismo acudiendo a Dios.

un servicio eficaz no puede ser realizado por un cuerpo, mente o alma agotados y consumidos.

La sinergia del cuidado de miembros y el autocuidado

Con demasiada frecuencia en el mundo de la misión, creo que confundimos el agotamiento con el punto supremo del servicio a Dios. Vemos el agotamiento como una insignia de honor. Sin embargo, un servicio eficaz no puede ser realizado por un cuerpo, mente o alma agotados y consumidos. Debemos esforzarnos por ayudar a un misionero a servir bien y a servir fielmente, y no servir hasta que no pueda servir más debido al agotamiento. Hay un camino de regreso del agotamiento al servicio, pero puede ser largo y difícil, y es mucho mejor prevenir el agotamiento que repararlo.

El cuidado de miembros es multifacético, y hay muchas formas preventivas y curativas en las que un profesional del cuidado de miembros puede apoyar a los misioneros de los que son responsables. Una herramienta preventiva esencial que debemos recomendar es que practiquen el autocuidado. Esto no debería ser negociable.

¿Cómo podemos facilitar el autocuidado en los demás? Hay aspectos espirituales, físicos, emocionales, cognitivos/creativos y sociales/sistémicos que podemos fomentar.[1]  Los ejemplos son numerosos y variados. Desde el punto de vista físico, podríamos animar a prestar atención a dormir lo suficiente y bien, comer de forma más sana, incrementar el ejercicio y consultar a un médico si los síntomas de estrés son evidentes, por ejemplo. El nuevo campo de la neurociencia medioambiental ya está demostrando que la exposición a la naturaleza es esencial para nuestro cerebro.[2]  Los entornos verdes (con vegetación) y azules (con agua en movimiento) pueden asociarse a una reducción del estrés, pero ahora parece que la exposición al aire libre también beneficia la función cognitiva. La naturaleza activa nuestro estado de «reposo», lo que favorece la calma y el bienestar. También se sabe que los patrones fractales (patrones naturales como las hojas de una planta suculenta o un copo de nieve) ayudan a nuestro cerebro. Así que animar a un misionero a dar un paseo por la naturaleza[3] sería una excelente manera de ayudarlo en su autocuidado.

Conclusión

El involucramiento generalizado con el autocuidado durante la pandemia ha puesto de relieve el poder y el potencial de la responsabilidad personal para el bienestar. Los profesionales del cuidado de miembros pueden aprovechar este aprendizaje repasando el equilibrio entre la responsabilidad personal y la intervención externa en el cuidado de misioneros. Reconocer que el autocuidado significativo no es una práctica egoísta sino una parte esencial de las herramientas del misionero que el profesional del cuidado de miembros debe fomentar, requiere tanto un elemento teológico como sociológico y práctico.

Notas

  1. ’The Global Member Care Network Member Care Definition,’ accessed 1 December 2023,https://globalmembercare.com/definitions
  2. ‘Self-care interventions for health,’ World Health Organization, accessed 29 November 2023,https://www.who.int/health-topics/self-care#tab=tab_1
  3. Nairy Ohanian, ‘Self-Care,’ unpublished paper, accessed 1 December 2023, https://drive.google.com/drive/folders/0BxkNxNdI_KSdZE1EOHRhdVhia0k.
  4. ‘Self-care tips during the COVID-19 pandemic,’ Mayo Clinic Health System, 7 April 2020, https://www.mayoclinichealthsystem.org/hometown-health/speaking-of-health/self-care-tips-during-the covid-19-pandemic.
  5. Amelia Fiske et al., ‘Impact of COVID-19 on patient health and self-care practices: a mixed-methods survey with German patients’, BMJ Open, Vol. 11 Issue 9, 2021, https://bmjopen.bmj.com/content/11/9/e051167.
  6. Lois Dodds & Lawrence Dodds, Selection, Training, Member Care and Professional Ethics: Choosing the Right People and Caring for Them with Integrity ( Liverpool, PA: Heartstream Resources, 1997).
  7. Harry Hoffmann, ‘Connecting and Resourcing Member Care Practitioners Worldwide: The Global Member Care Network’, Evangelical Missions Quarterly, 56(1), 2020.
  8. Kelly O’Donnell, ed., Doing member care well: Perspectives and Practices From Around the World (Pasadena:William Carey Library, 2002), https://www.worldevangelicals.org/resources/view.htm?id=61.
  9. Anna E. Hampton, Facing Danger: A Guide Through Risk (New Prague MN: Zendagi Press, 2016). Charles A. Schaeffer and Frauke C. Schaeffer, Trauma and Resilience, A Handbook (Chapel Hill, NC: Frauke C. Schaefer, MD, Inc: 2016).
  10. Eugene Peterson, A Long Obedience in the Same Direction (US: Inter-Varsity Press, 2000).
  11. Ohanian, ‘Self-Care,’ accessed 1 December 2023, https://drive.google.com/drive/folders/0BxkNxNdI_KSdZE1EOHRhdVhia0k.
  12. See the SPECS model outlined by Hawker and Horsfall in Tony Horsfall and Debbie Hawker, Resilience in Life and Faith: Finding your strength in God (Abingdon: The Bible Reading Fellowship, 2019).
  13. Sam Pyrah, ‘The nature cure: how time outdoors transforms our memory, imagination and logic’, The Guardian, 27 November 2023, https://www.theguardian.com/lifeandstyle/2023/nov/27/the-nature-cure-how time-outdoors-transforms-our-memory-imagination-and-logic.