Hace poco tuve la oportunidad de asistir a un ensayo abierto de la Orquesta Sinfónica de Oregón. Me encanta escuchar música clásica y, como provengo de una familia de músicos, mi oído ha sido entrenado para escuchar los diferentes instrumentos, melodías y ritmos.
Pero lo que me sorprendió durante el ensayo fueron las cosas que el director podía oír y que yo no oía. Paró la orquesta una y otra vez para corregir sutilezas y matices que yo había pasado por alto. En muchos ámbitos, tenemos que estar entrenados para escuchar.
Luego, durante el fin de semana leí que dos neurocientíficos del MIT han descubierto que el canto evoca una respuesta única en el cerebro humano. Identificaron un grupo de neuronas previamente no descubierto en la corteza auditiva que responden específicamente a canciones, no al habla ni a otros sonidos, ni siquiera a la música instrumental. Solo al canto.
Dios nos ha programado para escuchar, de maneras sorprendentemente específicas. Y podemos ser entrenados para escuchar mejor.
Dios nos ha programado para escuchar, de maneras sorprendentemente específicas. Y podemos ser entrenados para escuchar mejor. Pero también necesitamos el deseo de escuchar.
La base bíblica de escuchar
Escuchar forma parte de la sabiduría divina. “Los oídos para oír y los ojos para ver: ¡hermosa pareja que el Señor ha creado!” dice Proverbios 20:12. Más precisamente aún, «El sabio escucha el consejo» (Pr 12:15) y «Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar» (Pr 18:13).
En su carta, Santiago aconseja: «Todos deben estar listos para escuchar” (Stg 1:19). La característica distintiva de sus seguidores, dice Jesús, el Buen Pastor, es que escuchan su voz (Jn 10:27).
Debemos adoptar la postura del joven Samuel: «Habla, que tu siervo te escucha» (1S 3:10). Tenemos que escuchar con el corazón abierto de un niño. La postura de escucha va de la mano de la fe bíblica.
Mi propia experiencia con la escucha
Cuando me invitaron a compartir algunas reflexiones sobre la escucha, mi reflejo inicial fue protestar porque otra persona debería asumir esta tarea, tal vez alguien con formación en psicología clínica, o un facilitador profesional con toda una caja de herramientas para la escucha.
La postura de escucha va de la mano de la fe bíblica.
Pero entonces recordé que en los últimos cincuenta años he realizado numerosos proyectos de investigación basados en entrevistas, incluidas dos disertaciones sobre el liderazgo eclesiástico y dos estudios por encargo en India. Y, después de haber estado casado 47 años, con dos hijos y ocho nietos, y de haber pastoreado congregaciones con múltiples miembros del personal en tres regiones diferentes de Estados Unidos, y después de haber pasado los últimos doce años sirviendo a la familia mundial de Lausana, me di cuenta de que he escuchado mucho.
Así que pensé que podría compartir algunas cosas que he aprendido sobre la escucha. Me gustaría compartir estos breves pensamientos como respuestas a tres preguntas.
1. ¿Qué comunica una postura de escucha?
escuchar es una postura de humildad. Cuando escucho, estoy admitiendo: “No lo sé todo sobre lo que piensas. Y no sé todo lo que has experimentado”
En primer lugar, escuchar es una postura de humildad. Cuando escucho, estoy admitiendo: “No lo sé todo sobre lo que piensas. Y no sé todo lo que has experimentado”. Lo que la gente cree, y cómo responde, tiene mucho más sentido una vez que conoces su historia, de dónde vienen, qué les ha dado forma. Mientras escucho, tengo que suspender el juicio y evitar sacar conclusiones.
Además, puedo ser ignorante, no solo sobre ti, sino sobre la situación de la que estamos hablando. Puedo estar equivocado. Puedo tener puntos ciegos. Y tus conocimientos, tu perspectiva, tus ideas, pueden iluminarme. Necesito aprender. Tú tienes algo para compartir que yo necesito. Se requiere humildad para admitirlo y escuchar.
En segundo lugar, escuchar es una postura de amor. Cuando escucho, estoy diciendo: «Tú importas. Lo que tienes que decir importa. Quiero conocerte mejor, comprenderte mejor. Vale la pena invertir mi tiempo en ti. Estoy dispuesto a participar de tus alegrías y penas cuando compartes tu historia». Cuando escucho, expreso amor.
Y, en tercer lugar, escuchar es una postura de esperanza. Cuando escucho a alguien, comunico que creo que, al escucharnos unos a otros, podemos encontrar un terreno común. Podemos vivir en paz unos con otros y avanzar juntos.
Cuando escucho a alguien, comunico que creo que, al escucharnos unos a otros, podemos encontrar un terreno común. Podemos vivir en paz unos con otros y avanzar juntos.
No importa cuán diferentes podamos ser unos de otros, en geografía, cultura, idioma, experiencia de vida, educación, posición social o edad, ambos fuimos creados a la imagen de Dios. Cristo murió para salvarnos a ambos, y ambos podemos ser transformados a la imagen de Cristo y participar en el avance del reino de Dios. Podemos ser mejores juntos. Podemos encontrar una base para la colaboración.
Escuchar expresa esperanza, así como humildad y amor.
2. ¿Qué debo escuchar?
Escuchar expresa esperanza, así como humildad y amor.
Pero ¿qué debo escuchar? Sugeriría tres cosas.
En primer lugar, escuchar no solo las palabras, sino también las emociones detrás de las palabras. Esté atento no solo a lo que piensan, sino también a lo que sienten.
En segundo lugar, escuchar no solo lo que se dice, sino también lo que no se dice. ¿Qué falta en la línea de tiempo? ¿Qué personas o qué circunstancias habría esperado que formaran parte de la narración, pero no aparecen? ¿A qué voces de sus vidas —incluida la de Dios— están tratando de prestar atención, y cuáles no mencionan? A veces puedo extraer lo que no se dice haciendo repreguntas.
Y, en tercer lugar, escuchar no solo lo que dicen, sino las razones que dan para lo que dicen. Por ejemplo, puede preguntar: «Dime por qué te sientes así. ¿Qué te hizo llegar a esa conclusión?”. Tal vez haya factores en su historia que lo ayuden a entender mejor cómo se formó su perspectiva.
3. ¿Cómo comunico a alguien que estoy escuchando?
Me gustaría enumerar brevemente ocho prácticas que he encontrado útiles para escuchar a los demás y que he apreciado cuando alguien me escucha.
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- Haga preguntas abiertas. Puedo comunicar que escucho haciendo preguntas que tienen varias respuestas posibles, preguntas para las que no puedo predecir su respuesta. Esto contrasta con hacer preguntas que sugieren la respuesta y que controlan la conversación, como un fiscal que ya conoce las respuestas antes de hacer la pregunta. Así, por ejemplo, como oyente atento, en lugar de preguntar: «¿Cuándo se convirtió en cristiana?», podría preguntar: «¿Puede contarme algunos de los pasos clave de su viaje espiritual?».
- No hable demasiado. Resista la tentación de llenar el silencio. Deje espacio para pausas en la conversación. Cuando realmente escucho, no me limito a asentir con la cabeza mientras me preparo mentalmente para espetar mi respuesta, o para compartir algún paralelismo de mi propia vida. Cuando escucho bien, no se trata de mi historia, sino de la otra persona. Hay un tiempo para callar (Ec 3:7) y para escuchar.
- No sea reactivo. Puedo comunicar que escucho si no reacciono a los disparadores intelectuales o emocionales que puedo encontrar en lo que están diciendo. Como buen oyente, mi primer trabajo no es argumentar puntos y contrapuntos. Como pastor, y como padre, aprendí que tenía que ser inconmovible, porque no hay manera más rápida de callar a alguien que explotar con ira, indignación, vergüenza o culpa, o decir: «¿Cómo pudiste hacer eso?» o «¿Cómo te atreves?».
Como pastor, y como padre, aprendí que tenía que ser inconmovible, porque no hay manera más rápida de callar a alguien que explotar con ira, indignación, vergüenza o culpa, o decir: «¿Cómo pudiste hacer eso?» o «¿Cómo te atreves?».
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- Muestre atención con su lenguaje corporal. Tal vez esto difiera de una cultura a otra, pero en la cultura estadounidense incluye una postura abierta, inclinarse hacia delante, establecer contacto visual, asentir con la cabeza, dar breves reconocimientos verbales.
- Enfóquese. Puedo comunicar que escucho si me enfoco, no enviando mensajes de texto, leyendo otro material, mirando televisión ni consultando el correo electrónico, mientras digo mecánicamente «Ajá». Cuando escuchamos no es el momento de hacer varias cosas a la vez. Es muy fácil decir: «Oh, no te preocupes, sigo escuchando». Pero el mero hecho de que la otra persona le pregunte si está escuchando, o de que sienta que necesita protestar porque realmente está escuchando, es una señal de alarma.
- Repita lo que dijo la otra persona. Una herramienta maravillosa que aprendí hace años fue el consejo de decir, antes de responder a la comunicación de otra persona, «Lo que te oigo decir es…», reafirmando su punto de vista, y luego permitir que afirme o corrija mi comprensión antes de dar mi respuesta.
- Invítelos a que le cuenten más. He descubierto que ésta es una forma engañosamente sencilla pero poderosa de comunicar que estoy escuchando. Basta con utilizar la frase «Cuéntame más» y esperar su respuesta. Es posible que tenga que repetirlo varias veces antes de que le digan lo que están pensando.
- Tome notas. Reconozco que esto depende del contexto. En algunos casos, tomar notas puede distraer. En algunos casos, puede levantar sospechas. Pero, durante la investigación en India, en la que participaron cientos de líderes en docenas de ciudades, expliqué por qué tomaba notas, que quería recordar con precisión y revisar lo que habían dicho, confesando la insuficiencia de mi memoria por sí sola. Y la mayoría lo entendió y apreció. Pero tuve que aprender a escribir rápidamente, manteniendo un buen contacto visual. ¡Así que a veces soy el único que puede descifrar mis notas después!
Es muy fácil decir: «Oh, no te preocupes, sigo escuchando». Pero el mero hecho de que la otra persona le pregunte si está escuchando, o de que sienta que necesita protestar porque realmente está escuchando, es una señal de alarma.
Permítame añadir una observación final que he aprendido, y sigo aprendiendo. Se trata de asegurarse de haber escuchado bien antes de responder, evaluar, concluir o actuar. Recuerde Proverbios 18:13: » Es necio y vergonzoso responder antes de escuchar». Esta sabiduría es necesaria en todos los rincones del mundo actual.
Nota del editor: En los últimos dos años, el Movimiento de Lausana ha celebrado extensas convocatorias con líderes evangélicos de todo el mundo para evaluar las prioridades clave de la misión mundial de cara al congreso de Seúl 2024. Steve Moon y Eiko Takamizawa dirigen un Equipo de Escucha Mundial que ha preparado un resumen y análisis de estas conversaciones en un informe completo. Este artículo ha sido adaptado de una charla que el autor dio al Equipo de Escucha Mundial sobre la importancia de escuchar.
Photo Credit
Original illustration by Sandy Swartzentruber