Introducción
La promesa de Dios, «Derramaré mi Espíritu sobre todo ser humano», profetizada en Joel 2:28-29, se cumplió el Día de Pentecostés en Hechos 2 y sigue cumpliéndose en «los últimos días» en todo el mundo. Jesús declaró: «Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, hasta en los confines de la tierra» (Hch 1:8). El día de Pentecostés marca la venida del Espíritu Santo con poder sobre todos los creyentes y el cumplimiento de la promesa de Dios de derramar su Espíritu sobre toda carne (Joel 2 y Hechos 2). Los pentecostales a menudo relacionan este cumplimiento con «la promesa del Padre» en Lucas 24:49, y el derramamiento del Espíritu se asocia con el bautismo del Espíritu. Jesús instruyó a sus discípulos que esperaran la promesa del Padre en Jerusalén, ya que serían bautizados con el Espíritu Santo no muchos días después de la ascensión de Jesús (Lc 24:49; Hch 1:4-5, 8). Jesús es el bautizador en el Espíritu,[1] como proclamó Juan el Bautista: «Él los bautizará con el Espíritu Santo y fuego» (Mt 3:11).[2]
Este artículo explorará algunos de los principales avivamientos históricos, examinará sus características y determinará sus temas centrales junto con su impacto en la misión mundial.
Principales avivamientos a lo largo del siglo
A principios del siglo XX, muchos avivamientos simultáneos y significativos se extendieron por muchas partes del mundo, entre ellos el derramamiento de Topeka (1901), los avivamientos de China (1903, 1906-1909, 1927-1939), los avivamientos coreanos de Wonsan y Pyongyang (1903, 1907), el avivamiento de Gales (1904-1905), el avivamiento de Pittsburg (1904), los avivamientos de India (1904-1906), el avivamiento de la calle Azusa (1906-1909), el avivamiento de Noruega (1906), y posteriormente el avivamiento de Nueva Zelanda (1921), el avivamiento de África (1915, 1936, 1953, 1966, 1990), el avivamiento de Nagaland (1952-1997), el avivamiento de Argentina (1954, 1984), el movimiento carismático (1960), el avivamiento de Indonesia (1965, 2010) y muchos más.[3] Los principales avivamientos del siglo pasado dieron lugar a la evangelización mundial y se extendieron a todos los continentes a través de diversas corrientes. Las oleadas de avivamientos se conocen como movimiento pentecostal, renovación del Espíritu y movimiento carismático. También existen otros términos como «despertar» y «plenitud del Espíritu». La globalización del pentecostalismo durante el siglo pasado, con su rápido crecimiento hasta alcanzar más de 644 millones de cristianos empoderados por el Espíritu a través de renovaciones del Espíritu en todo el mundo, ha sido fenomenal. Un dato significativo: en 2020, el 86% de todos los pentecostales y carismáticos se encontraban en el Sur Global. El movimiento lleno del Espíritu representa el cristianismo de más rápido crecimiento en todo el mundo en el siglo XXI.[4]
Gary B. McGee escribe sobre el avivamiento de la calle Azusa (1906-1909):
Con el tiempo, los periódicos pentecostales publicarían miles de relatos de conversiones, sanidades, liberaciones de adicciones químicas y exorcismos. Los creyentes también contaban que eran guiados por visiones y sueños, como predijo el profeta del Antiguo Testamento Joel (2:28). De hecho, los pentecostales veían sus propias iniciativas de evangelización como una restauración de los «últimos días» del cristianismo del Nuevo Testamento, ¡Hechos 29![5]
Seymour estableció las misiones de la calle Azusa y, a partir de ahí, las misiones y avivamientos pentecostales se extendieron por todo el mundo.[6] Los estudiosos pentecostales, a saber, Harold D. Hunter, Cecil M. Robeck Jr, y Allan H. Anderson, afirman: “la centralidad de Joel 2-Hechos 2 ha sido el núcleo mismo del movimiento pentecostal desde el avivamiento de la calle Azusa,[7] con el bautismo del Espíritu como empoderamiento para las misiones y, en un siglo, se ha vuelto una parte importante del movimiento misionero mundial multidimensional».[8]
Las características de los principales avivamientos
La coherencia de los principales relatos de avivamiento del siglo pasado en muchas partes del mundo reveló varias características clave del avivamiento que son similares en muchos lugares. Chet y Phyllis Swearingen, misioneros y avivamentistas, registraron «512 relatos de avivamiento» desde los tiempos bíblicos hasta el presente. Si observamos los relatos del derramamiento del Espíritu Santo en el siglo pasado, todos ocurrieron durante tiempos de oración y espera de Dios. El Espíritu Santo descendió sobre la gente en el bautismo del Espíritu, y hubo poderosas manifestaciones de la presencia del Espíritu Santo que trajo una tremenda convicción de pecados, arrepentimiento y retribución por pecados cometidos. La gente devolvía lo que había robado, pagaba a quienes habían estafado y se perdonaba mutuamente. Hubo reconciliaciones, las personas dejaban y de beber alcohol y vivían vidas transformadas. Había conversiones cuando se predicaba y compartía el evangelio, y muchos recibieron a Jesucristo como su Señor y Salvador y fueron bautizados en el Espíritu. Hubo encuentros espirituales con Dios, sanidades y milagros, profecías, ejercían dones espirituales, hablaban en lenguas, tenían visiones, etc. También hubo un mayor amor a Dios y a la Palabra de Dios. El Espíritu Santo también une al cuerpo de Cristo. Hubo unidad entre cristianos de diferentes denominaciones al derribarse barreras. Los avivamientos se extendieron por todas partes a través de reuniones de avivamiento y encuentros de oración, ya que la gente estaba hambrienta de la presencia de Dios y del poder del Espíritu Santo. La predicación y difusión del evangelio —evangelización y misiones— eran iniciados entre creyentes que habían sido tocados por Dios.[9]
El corazón del avivamiento
El corazón del avivamiento es el amor de Dios, y el bautismo del Espíritu es un encuentro espiritual con Dios Padre, Jesucristo y el Espíritu Santo. Los creyentes son llenos del Espíritu e inmersos en la santa presencia de Dios, en su amor y en una relación íntima con Dios. El foco principal de ser lleno del Espíritu Santo no es solo en el poder y las manifestaciones de las obras del Espíritu Santo, dones espirituales, señales y maravillas, milagros y experiencias. Los teólogos pentecostales Simon Chan y Frank Macchia señalan que el bautismo del Espíritu Santo es una experiencia teofánica de ser llenados de la presencia de Dios, un encuentro espiritual y una relación con el Dios trino.[10] Por un lado, siempre ha existido el deseo y la emoción de tener un encuentro espiritual, y muchas personas acuden en masa a las reuniones de avivamiento. Por otro lado, ha habido escépticos y críticas en casi todos los avivamientos. Una cosa es segura sobre los auténticos avivamientos: el mover del Espíritu Santo siempre trae la presencia de Dios, un inmenso amor, santidad con convicciones y humildad, llevando a la gente a la salvación en Jesucristo. El bautismo del Espíritu Santo transforma vidas y enciende el amor, el celo y la pasión por Dios y por la gente. Steven J. Land subraya que «la espiritualidad pentecostal como comunión misionera» consiste en tener «pasión por el reino» mediante el bautismo del Espíritu y la glosolalia, la relación con Dios y la oración en el Espíritu, pero su núcleo es el amor.[11] El periódico pentecostal del avivamiento de la calle Azusa, The Apostolic Faith, de 1908, afirma:
El poder pentecostal, cuando se resume todo, es solo más del amor Dios. Si no trae más amor, es simplemente una falsificación. Pentecostés significa vivir de acuerdo con el capítulo 13 de Primera de Corintios, que es la norma […] Pentecostés nos hace amar más a Jesús y amar más a nuestros hermanos. Nos reúne a todos en una familia común.[12]
El amor de Dios llena los corazones de los creyentes con el latido de Dios y produce compasión por los pobres y necesitados, los oprimidos, los que sufren, las personas rotas y los que no conocen a Cristo. Graham McFarlane sugiere dos criterios claros para el avivamiento:
En primer lugar, que el «avivamiento» o «avivamentismo» produzca una transformación interna que lleve el sello de Jesucristo, es decir, una transformación producida por voluntad divina y no humana. En segundo lugar, que produzca una consideración externa hacia los más predispuestos al Reino de Dios, es decir, aquellos para los que actúa la gracia divina: los desempoderados, los privados de derechos, los marginados y los olvidados. Tales son las características, las virtudes, de quienes entran en el dominio de resonancia del Espíritu.[13]
El amor de Dios constriñe a los creyentes a llevar la esperanza de Dios a los desesperanzados y su luz al mundo en tinieblas. En el mundo posmoderno de hoy, muchos siguen sin conocer a Cristo, no solo entre los necesitados, sino también entre los acomodados, exitosos, educados, autosuficientes y no religiosos de la sociedad. Algunos están aferrados a otras creencias.
Impacto en la misión mundial
El avivamiento tiene un tremendo impacto en la misión mundial, y está centrado en el amor y el plan redentor de Dios. El empoderamiento del Espíritu para la vida y el servicio ha impulsado a muchos creyentes a dedicarse a la evangelización y la misión en muchas áreas. Fueron enviados misioneros desde los lugares de los avivamientos y, además de compartir el evangelio, se iniciaron otros ministerios, como escuelas de capacitación para la plantación de iglesias, institutos bíblicos, obras de transformación social y ministerios de interés social. Por ejemplo, la misión del avivamiento de la calle Azusa había llegado a 25 naciones en solo dos años y, para 1910, se habían enviado aproximadamente más de 200 misioneros pentecostales al extranjero.[14] La Iglesia del Evangelio Completo de Yoido (YFGC) de Corea ha sido clave en el involucramiento misionero. En Edinburgh Centenary Reader, Younghoon Lee afirma: «Los misioneros de YFGC han establecido escuelas bíblicas en todo el mundo para entrenar a obreros y líderes nacionales […] Hasta la fecha, nuestra iglesia ha enviado 727 misioneros a 65 países, entre ellos 152 misioneros nativos en 50 países».[15]
Bernardo Campos afirma que las iglesias necesitan el empoderamiento del Espíritu Santo para la misión mundial:
Para los pentecostales tradicionales, el poder del Espíritu Santo de Dios es el motor que mueve la tarea misionera. Sin ese poder, la evangelización, la enseñanza o la labor social resultan estériles e infructuosas. Sin la acción del Espíritu, la labor misionera se reduce a una mera actividad social y filantrópica. Solo el poder de Dios puede producir una verdadera transformación de vidas y sociedades.16
Hoy, el Espíritu Santo sigue trayendo unidad y un llamado común a la colaboración de la iglesia universal para cumplir la Gran Comisión (Mt 28:19-20).
Reflexiones finales: el futuro de la misión mundial
En este siglo XXI, oremos y busquemos a Dios para que se produzcan nuevos avivamientos, despertares y renovaciones de la iglesia universal. La iglesia necesita más que nunca el mover del Espíritu Santo para lograr una mayor unidad y colaboración de las iglesias y las organizaciones misioneras a fin de avanzar juntas en una sinergia más fuerte para cumplir la Gran Comisión.[17] La iglesia necesita el derramamiento del Espíritu para sentir un amor y una pasión más profundos por Dios y por el reino. La iglesia necesita el poder, la dirección y la orientación del Espíritu Santo en la misión. La iglesia necesita ser un testigo fiel, especialmente en contextos difíciles, con el firme apoyo de todo el cuerpo de Cristo. La oración de Jesús: «Permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos» (Jn 17:23). M. Robeck Jr. afirma: «La unidad y la misión pueden aportar la vitalidad del Espíritu Santo a toda la iglesia, restaurando la unidad por la que Cristo oró, una forma de unidad que convencerá al mundo del amor de Dios por ellos manifestado de la forma más completa en el envío de su Hijo».[18]
Notas
- Donald W. Dayton, Theological Roots of Pentecostalism (Peabody: Hendrickson, 1987), 21-22; Allan Anderson, Introduction to Pentecostalism: Global Charismatic Christianity, 2nd ed. (New York: Cambridge University Press, 2014), 29, 182-83.
- ‘Our Fundamental Beliefs’, Assemblies of God Malaysia, accessed 31 August 2024, https://ag.org.my/about-us/#beliefs; also see Simon Chan, Pentecostal Theology and the Christian Spiritual Tradition (Sheffield: Sheffield Academic, 2003), 55-56.
- Chet Swearingen and Phyllis Swearingen, ‘512 Accounts of Revival’, Beautiful Feet, accessed 31 August 2024, https://romans1015.com/tag/praying-for-revival/.
- Todd M. Johnson and Gina A. Zurlo, Introducing Spirit-Empowered Christianity: The Global Pentecostal and Charismatic Movement in the 21st Century (Tulsa, Oklahoma: ORU Press, 2023), 11-13.
- Gary B. McGee, ‘To the Regions Beyond: The Global Expansion of Pentecostalism’, in The Century of the Holy Spirit: 100 Years of Pentecostal and Charismatic Renewal, 1901-2001, ed. Vinson Synan (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 2001), 71.
- Robert Owens, ‘The Azusa Street Revival: The Pentecostal Movement Begins in America’, in The Century of the Holy Spirit: 100 Years of Pentecostal and Charismatic Renewal, 1901-2001, ed. Vinson Synan (Nashville: Thomas Nelson Publishers, 2001), 50-67.
- Harold D. Hunter and Cecil M. Robeck, Jr., ‘Introduction’ in The Azusa Street Revival and Its Legacy, eds. Harold Hunter and Cecil M. Robeck, Jr. (Eugene: Wipf & Stock, 2009), 22.
- Allan Heaton Anderson, ‘The Emergence of a Multidimensional Global Missionary Movement: A Historical Review,’ in Pentecostal Mission and Global Christianity, eds. Wonsuk Ma, Veli-Matti Kärkkäinen, and J. Kwabena Asamoah-Gyadu, Regnum Edinburgh Centenary Series, vol. 20 (Oxford: Regnum, 2014), 12, 23.
- Swearingen and Swearingen, ‘512 Accounts of Revival,’ accessed 31 August 2024, https://romans1015.com/tag/praying-for-revival/.
- Chan, Pentecostal Theology, 49; Frank D. Macchia, Baptized in the Spirit: A Global Pentecostal Theology (Grand Rapids: Zondervan, 2006).
- Steven J. Land, Pentecostal Spirituality: A Passion for the Kingdom (Cleveland: CPT Press, 2010), 163-75.
- ‘The Apostolic Faith Missions’, The Apostolic Faith, Volume 2, no. 13, May 1908, https://place.asburyseminary.edu/apostolicfaith/8/.
- Graham McFarlane, ‘The Role of the Holy Spirit in Revival’, in On Revival: A Critical Examination, ed. Andrew Walker and Kristin Aune (Carlisle, Cumbria: Paternoster Press, 2003), 54.
- Anderson, Introduction to Pentecostalism, 36, 42-43, 182; David W. Faupel, ‘The Everlasting Gospel: The Significance of Eschatology in the Development of Pentecostal Thought’, Journal of Pentecostal Theology Supplement Series, v. 10 (Sheffield: Sheffield Academic Press, 1996), 182-6, 208-9, 212-16; McGee, ‘To the Regions Beyond’, 73.
- Younghoon Lee, ‘Christian Spirituality and the Diakonic Mission of the Yoido Full Gospel Church’, in Pentecostal Mission and Global Christianity: An Edinburgh Centenary Reader, ed. Younghoon Lee and Wonsuk Ma (Oxford: Regnum, 2018), 276. Cited Yoido Full Gospel Church, The Fiftieth Anniversary of Yoido Full Gospel Church (Seoul, Korea: Yoido Full Gospel Church, 2008), 197.
- Bernardo Campos, ‘Neo-Pentecostal Paradigms in Latin American Mission: Microtrends in the Theologies of Mission and Missionary Practices among Neo-Pentecostals in Peru’, in Pentecostal Mission and Global Christianity: An Edinburgh Centenary Reader, ed. Younghoon Lee and Wonsuk Ma (Oxford: Regnum, 2018), 86.
- Nota del editor: Ver “Colaboración, no control” por Michael Prest, y “Afirmar nuestro llamado común” por Everton Jackson, en Análisis Mundial de Lausana, julio 2024, https://lausanne.org/es/global-analysis/colaboracion-no-control; https://lausanne.org/es/global-analysis/afirmar-nuestro-llamado-comun
- Cecil M. Robeck Jr., ‘Christian Unity and Pentecostal Mission: A Contradiction?’ in Pentecostal Mission and Global Christianity, eds. Wonsuk Ma, Veli-Matti Kärkkäinen, and J. Kwabena Asamoah-Gyadu, Regnum Edinburgh Centenary Series, vol. 20 (Oxford: Regnum, 2014), 201.