Para que todos oigan

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Nota del editor: El presente Texto Previo para Ciudad del Cabo 2010 fue escrito por Grant Lovejoy como una reseña del tema a debatirse en la sesión Multiplex sobre “Cómo comunicar la verdad a cuatro mil millones de aprendices orales”. Los comentarios a este texto realizados a través de la Conversación Global de Lausana serán remitidos al autor y a otras personas para ayudar a dar forma a su presentación final en el Congreso.

Y con muchas parábolas semejantes

les enseñaba Jesús la palabra

hasta donde podían entender.

(Marcos 4:33, NVI)

Jesús conocía el valor de las parábolas. Marcos dice que las usaba deliberadamente, teniendo en cuenta Su público y cuánto podía entender. Para enseñar, Jesús usó también otras clases de historias, lecciones prácticas, milagros y Su propio ejemplo. En éstas y otras formas, Jesús demostró ser un comunicador sensible al público. El hecho mismo de que Jesús se hiciera humano muestra cómo Dios está dispuesto a encontrarse con la humanidad en nuestro nivel. Jesús hablaba el idioma popular; usaba objetos, conceptos y formas de comunicación conocidas para revelar a Dios y Su mensaje. Jesús enseñaba de acuerdo con la capacidad de comprensión de Sus oyentes.

Después que Jesús volvió al cielo, gente común y corriente diseminó Sus enseñanzas y las historias de Su vida. Los seguidores de Jesús aún cuentan Su historia (y Sus historias) a las personas que necesitan el evangelio. Mostramos que somos como Jesús cuando tratamos de presentar la verdad de Dios en formas que las personas comunes y corrientes puedan entender. Con esta actitud, demostramos amor, humildad y servicio cristianos.

Las formas más entendibles de presentar el mensaje de Dios son aquellas que las personas ya conocen, los métodos que se han usado por generaciones. En muchos lugares del mundo, estos métodos favoritos son las formas artísticas orales tradicionales. Las artes orales incluyen la narración de cuentos, la música y el canto, la poesía, los dichos populares, el teatro y las ceremonias. Estas formas pueden ser extraordinariamente eficaces.

Los métodos orales aumentan la eficacia

Una investigación reciente (1) descubrió que las formas de comunicación oral están estrechamente relacionadas con la plantación eficaz de iglesias entre los musulmanes. Los cuestionarios y las entrevistas documentaron el impacto combinado de (1) usar el idioma local en vez de un idioma regional, (2) tener al menos un miembro del equipo que domine el idioma local y (3) usar estrategias adecuadas de comunicación oral o escrita, según si el grupo anfitrión prefiere lo oral o lo escrito para su aprendizaje. Se escogieron estrategias orales para mayor énfasis: “[…] ¡los equipos que entendieron las preferencias de aprendizaje (sean orales o escritas) de su grupo de personas y las incorporan a la estrategia de equipo fueron 340 por ciento más fructíferos (en términos de cantidad de comunidades plantadas)!” (2)

Otros obreros cristianos han informado de logros similares usando métodos orales también con grupos no musulmanes. El uso de estrategias orales apropiadas con aprendices orales lleva a una mejor comprensión y aceptación del evangelio. Contribuye a un mejor discipulado. Los métodos orales son esenciales para capacitar a aprendices orales como líderes en sus culturas. Debido a esta creciente conciencia de la importancia de las estrategias orales, la organización The Missions Exchange, que representa a unas 100 organizaciones misioneras que apoyan a más de 20.000 misioneros, dio su premio Innovación en Misiones 2009 al movimiento de oralidad.

La oralidad es confianza en la palabra hablada

Estos informes plantean preguntas: ¿Qué es esto que se llama oralidad? ¿Qué métodos orales contribuyen a producir más fruto?

“Oralidad” es un término poco conocido. Cuando lo uso, las personas me miran enigmáticamente y me dicen “¿Moralidad?”. “No”, contesto, “oralidad”. Una definición sencilla sería: “La oralidad es la dependencia en la comunicación hablada antes que la escrita”. Antes que se inventara la escritura, todos se manejaban con la comunicación hablada, o sea la oralidad. No leían nada, no tomaban notas y nunca buscaban información.

Algunas culturas remotas, poco conocidas, aún no saben nada de la lectura y la escritura. El estudioso Walter Ong llamó a estos grupos “culturas orales primarias” y llamó su forma de comunicación “oralidad primaria”. Hoy, sin embargo, la mayor parte de la población mundial sabe que existe la lectura y la escritura, aun cuando ellos mismos no puedan leer y escribir.

Las personas que no saben leer casi siempre dependen de la palabra hablada. (3) Tienen que depender de la palabra hablada porque no pueden usar la palabra impresa. Son comunicadores orales por necesidad. Los comunicadores orales obtienen su información de la conversación con amigos y familiares, no de la lectura de periódicos o revistas. Tal vez escuchen la radio o vean televisión. Los comunicadores orales aprenden de ver a otra persona hacer una tarea y realizarla junto con esa persona. No consultan guías para usuarios escritas. Las comunidades donde las personas se manejan principalmente con la palabra hablada se llaman “culturas orales”.

Muchas personas que aprenden a leer y escribir en la escuela no disfrutan de la lectura. Prefieren intercambiar historias, cantar con sus amigos, usar dichos populares para comentar sucesos actuales, recitar poesías y hablar de sus experiencias. Gravitan hacia la comunicación oral cada vez que sea posible. Muchas personas no usan regularmente sus capacidades de lectura después de salir de la escuela; como resultado, se reafirma su oralidad. Estas personas son comunicadoras orales por su tradición cultural y su preferencia personal, aun cuando hayan aprendido a leer. Tex Sample ha llamado a esta clase de personas “comunicadores orales tradicionales” (4) Ong usa la expresión “oralidad residual” para referirse a este fenómeno. (5) Esta es una situación muy frecuente.

Hablé de este fenómeno en una clase de la universidad donde había una estudiante de posgrado africana. Uno o dos días después ella fue a una reunión de mitad de semana de su iglesia. Casi treinta africanos asistieron a la reunión, todos estudiantes o graduados universitarios. Cuando los encuestó, todos dijeron que preferían formas de comunicación orales. Su respuesta es comprensible: La cultura africana es fuertemente oral. Sus formas de comunicación oral son estética y relacionalmente gratificantes. Así que estos africanos prefieren decididamente formas de comunicación orales antes que la comunicación basada en el texto impreso, aun cuando son estudiantes y graduados universitarios.

La Biblia contempla la presentación oral

La Biblia surgió en un entorno oral. Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo Testamento fueron escritos en tiempos en que la enorme mayoría de las personas no sabían leer. “La tasa de alfabetización de esas culturas bíblicas parece haber estado entre 5% y 20%, dependiendo de la cultura y el subgrupo dentro de la cultura al que nos referimos. Por lo tanto, no es sorprendente que todos los pueblos de la antigüedad, alfabetizados o no, prefirieran la palabra viva, que es la palabra hablada”. (6) La Biblia muestra claras evidencias de sus orígenes orales. Por ejemplo, los relatos conforman casi la mitad de las Escrituras, y la poesía constituye alrededor de otro tercio. (7) Esto no es sorprendente, porque tanto las historias como la poesía son formas de arte orales tradicionales. Los proverbios y las canciones son también formas tradicionales de arte oral, y también los encontramos en la Biblia.

Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo, indican que era habitual que una persona leyera las Escrituras a un grupo en voz alta. Moisés instruyó a los sacerdotes que leyeran la ley a todo el pueblo al final de cada siete años (Dt. 31:10-13; comparar Jos. 8:33-35). Esdras leyó la ley al pueblo de Israel reunido (Neh. 8:1-3). Pablo instruyó que sus cartas fueran leídas entre las iglesias. (8) Varias de sus cartas parecen haber sido dictadas oralmente a un escriba. (9) Por lo tanto, aun las cartas del Nuevo Testamento tienen un carácter más oral que el que un lector casual podría reconocer.

En Apocalipsis 1:3 se pronuncia una bendición sobre “[…] el {singular} que lee, y los {plural} que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas […]”. Esta referencia y las otras nos recuerdan que la mayoría de las personas del Nuevo Testamento descubrieron la palabra de Dios escuchándola antes que leyéndola. Las únicas copias de los escritos del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento fueron manuscritas. Eran caras y estaban fuera del alcance de la gente común. La práctica de leer silenciosamente una Biblia impresa se desarrolló 1500 años después, cuando la imprenta de Gutenberg hizo que los libros impresos fueran baratos y de esa manera ampliamente disponibles.

Este análisis histórico nos recuerda que Dios esperaba que muchas personas oyeran Su palabra proclamada en vivo, audiblemente. La Biblia fue inspirada y escrita con ese encuentro oral/auditivo en mente. Donde está disponible la Biblia impresa, entonces, por supuesto, los cristianos deben ser alentados a leerla regularmente para sí mismos. Donde no está disponible, debemos hacer que lo esté. En ese proceso, los equipos de traducción deben tener en mente que la Biblia es un libro que Dios quiso que fuera oído, además de leído silenciosamente para beneficio personal. Su Palabra es para el oído además del ojo.

Las historias de la vida y las enseñanzas de Jesús circularon en forma oral durante una generación antes que fueran escritos los Evangelios de Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Durante ese tiempo, testigos oculares contaban lo que habían visto y oído. El cristianismo creció dramáticamente durante ese período. La iglesia se extendió desde Judea y Galilea a los alrededores del mar Mediterráneo y el interior de Asia, África y Europa. Estos nuevos seguidores de Jesús venían de una gran diversidad de trasfondos étnicos, culturales y religiosos. El evangelio se extendió rápida y vigorosamente durante un período en que el principal medio disponible fue la transmisión oral. Por cierto, la lectura pública del Antiguo Testamento jugó un papel importante en la iglesia primitiva. Tal vez algunos testigos oculares tomaron notas escritas de las acciones y las palabras de Jesús. Pero la transmisión oral fue sumamente importante para hacer conocer la verdad de Dios.

Los creyentes comunes podían contar las historias que conocían. Las usaban para explicar quién era Jesús, por qué ellos lo seguían y por qué, como seguidores de Jesús, vivían de manera diferente. Si bien los líderes judíos consideraban a los seguidores de Jesús “hombres sin letras y del vulgo” (Hch. 4:13), Sus seguidores fueron notablemente eficaces. Guiados por el Espíritu de Dios, transformados por haber “estado con Jesús”, fueron por todas partes contando las historias que habían oído y las experiencias que habían tenido con Dios. Celso, un crítico del cristianismo del segundo siglo, describió a los primeros cristianos como “trabajadores de la lana y el cuero, y bataneros [lavanderos], y personas del carácter más iletrado y rústico”. Se quejaba de que este tipo de personas tan comunes fueran tan eficaces en guiar a personas a seguir a Cristo. (10) Estos ejemplos nos recuerdan el potencial que tienen los cristianos comunes para aprender, internalizar y contar historias bíblicas y otras porciones como formas de proclamar su fe. Pueden ser tremendamente eficaces. Los que no han sido educados formalmente pueden y deben jugar aún un papel activo en la proclamación del evangelio. Jesús no los excluyó.

Mientras el movimiento de Lausana se reúne en torno a una visión de “toda la iglesia llevando todo el evangelio a todo el mundo”, hay varias implicaciones de la oralidad que deben considerarse.

Las implicaciones de la oralidad para toda la iglesia

Gran parte del crecimiento de la fe cristiana en las últimas décadas ha sido entre grupos culturales orales en América Central, América del Sur, África Subsahariana y Asia. Su familiaridad con las tradiciones orales puede ser una ventaja para hacer conocer a Cristo entre las personas que aún no han oído el evangelio, porque la mayoría de los que no han oído el evangelio también viven en culturas orales. Los cristianos de culturas fuertemente orales ya entienden el valor de comunicarse a través de historias, canciones, proverbios y danzas. Pueden compartir su conocimiento y experiencia con personas que están imbuidas de otras formas de comunicación. Los cristianos de culturas orales pueden promover el valor de aprender siendo aprendices en el ministerio, especialmente para aprendices orales. Pueden insistir amablemente para que los procesos de capacitación para líderes de iglesias den plena consideración a las necesidades de los aprendices orales.

Por otro lado, los cristianos de tradiciones eclesiásticas y culturas orientadas hacia el texto impreso necesitan valorar más el uso de diversos métodos de comunicación oral y desarrollar las capacidades correspondientes. Parte de ese cambio pasa por la actitud; involucra valorar las artes orales en la Biblia y en las culturas. Este cambio significará frecuentemente aprender de personas conocedoras de las artes orales tradicionales de su cultura. Asociados con artistas orales, los cristianos orientados hacia el texto impreso pueden descubrir qué artes orales usa la cultura misma y cuáles son mejores para la verdad bíblica. Lo que es más importante, los cristianos de culturas orientadas hacia el texto impreso necesitan decidir que se esforzarán al máximo para asegurarse que nadie quede excluido de la plena participación en Cristo y Su iglesia por falta de alfabetización.

Las implicaciones de la oralidad para todo el evangelio

Nuestro deseo de comunicar el mensaje bíblico entre pueblos que tienen una cultura oral puede llevarnos a valorar partes de la Biblia que quizá hayamos pasado por alto. Si hemos dedicado gran parte de nuestro tiempo a las cartas del Nuevo Testamento, esto puede darnos un nuevo aprecio de los relatos del Antiguo Testamento, los Evangelios y Hechos. Podríamos aprender a hacer encajar las enseñanzas de las cartas del Nuevo Testamento en la línea narrativa de Hechos de una forma que beneficie nuestra comprensión de ambos, además de hacerlos accesibles para los aprendices orales. El servicio entre comunicadores orales tradicionales puede llevarnos a valorar más Salmos, Proverbios y las partes poéticas de la Biblia. Si desarrollamos una familiaridad más amplia e íntima con toda la Biblia, no podemos sino mejorar nuestra comprensión de todo el evangelio.

Nuestra preocupación por todo el evangelio tiene implicaciones prácticas cuando se trata de poner el evangelio a disposición de las personas que nunca lo han oído. Significa que cualquier panorama inicial de historias bíblicas necesita ser seleccionado cuidadosamente de modo que las historias compiladas incluyan los temas teológicos esenciales. También significa que debemos intentar entender cada cultura donde proclamemos a Cristo. Cuanto más plenamente queramos que todo el evangelio influya en una cultura, más plenamente debemos intentar entender la cultura. En caso contrario podríamos proclamar el evangelio basándonos en ideas erróneas acerca de las creencias y los valores de la cultura.

Nuestro compromiso con la proclamación de todo el evangelio tiene implicaciones para las estrategias de traducción de la Biblia y de participación en su estudio. Casi en todos los casos, los grupos humanos que no tienen la Biblia son también aprendices orales cuya lengua materna no está escrita. En cada comunidad idiomática, los creyentes dentro del grupo y sus socios en las organizaciones que traducen la Biblia deben determinar la mejor forma de hacer accesible a ellos todo el evangelio. Esfuerzos recientes para reflexionar de manera más precisa en lo que significa hacer “accesibles” las Sagradas Escrituras han llevado a algunos grupos a reconsideraciones provechosas de sus estrategias. El simple hecho de completar e imprimir traducciones no las hace accesibles para los no lectores. Una estrategia sensata de participación en el estudio bíblico toma en cuenta a los no lectores y sus preferencias en cuanto al uso de medios. Los progresos tecnológicos han creado muchas nuevas oportunidades para presentar la verdad bíblica a través de la radio y grabaciones de audio y video. Muchos de estos medios ya han demostrado ser tremendamente eficaces para alcanzar a aprendices orales. Es imposible predecir todas las posibilidades de vincular la tecnología con las estrategias orales en los próximos años, pero ¿quién puede dudar que su impacto será enorme?

Las organizaciones que traducen la Biblia han comenzado a prestar atención adicional a la oralidad de las comunidades que no tienen las Sagradas Escrituras. Han comenzado a usar métodos de narración bíblica para presentar a traductores de la lengua madre las Escrituras y afianzarlos en la idea general de la Biblia antes que empiecen a traducir porciones individuales. Les ha resultado muy útil hacer borradores orales de unidades narrativas completas de la Biblia. Este proceso fortalece el sentido natural de las traducciones resultantes (tanto orales como impresas) y las hace más comprensibles y atrayentes. Las pruebas prácticas de estas versiones orales por medio de su uso en grupos pequeños también han demostrado ser prometedoras en varias formas. (11) Obtener cada vez más porciones bíblicas disponibles en formatos accesibles y útiles para comunidades orales es un paso clave en la proclamación de todo el evangelio a quienes no lo han oído.

Las implicaciones de la oralidad para todo el mundo

Llevar el evangelio a “todo el mundo” significa presentarlo de una forma comprensible para todo hombre, mujer, niño y niña. Al menos mil millones de hombres, mujeres y niños son aprendices orales por necesidad, por el analfabetismo o el analfabetismo funcional. Aproximadamente tres veces esa cifra son aprendices orales por preferencia.

Según cálculos conservadores de la UNESCO, (12) uno de cada seis adultos, 759 millones de hombres y mujeres, son analfabetos. Dos tercios de estos son mujeres (95). Se estima que 72 millones de niños de edad escolar no están inscriptos en una escuela primaria. Además, 71 millones de adolescentes no están inscriptos en una escuela secundaria (Note que “el problema de los niños no escolarizados es dos veces mayor de lo que suele informarse” [73]). La totalidad de estos 902 millones de personas analfabetas requieren la verdad de Dios en forma oral si es que han de entenderla.

Muchas personas que completan la escuela primaria o más siguen siendo fuertemente orales por necesidad, aun cuando su gobierno los contará como alfabetizados. Completar una educación primaria o secundaria no garantiza que los alumnos tengan habilidades funcionales de alfabetización.

Millones de niños emergen de la escuela primaria cada año sin haber adquirido habilidades alfabéticas y matemáticas básicas. Incapaces de formular o leer una simple oración, estos niños están mal preparados para hacer la transición a la escuela secundaria, y mucho menos ingresar a los mercados de empleo. Los problemas se extienden a las escuelas secundarias, donde muchos niños –a veces la mayoría– no alcanzan un nivel mínimo de competencia (104).

Esto no se limita a un puñado de naciones de las más pobres económicamente. “Los niveles absolutos de logro en aprendizaje son excepcionalmente bajos en muchos países” (104). El desempeño educativo de las minorías étnicas y lingüísticas suele ser peor que los promedios nacionales. Los cristianos que evangelizan a minorías étnicas y lingüísticas deberían tomar nota de esto.

El bajo alfabetismo no es sólo un problema en el mundo en desarrollo. Los países industrializados ricos también tienen poblaciones considerables con habilidades alfabéticas limitadas. En Estados Unidos, por ejemplo, “el 14% de la población [adulta] carece de las habilidades alfabéticas para realizar tareas sencillas y cotidianas como comprender artículos de periódicos y manuales de instrucción” (96). Existen situaciones similares en otros países desarrollados. La Encuesta Internacional sobre la Alfabetización de Adultos (IALS), realizada en 22 naciones y regiones, la mayoría de ellas en el mundo desarrollado, verificó directamente las habilidades alfabéticas de los participantes. La investigación del IALS descubrió que en promedio, casi la mitad de los adultos de esos países tenían habilidades alfabéticas limitadas. (13) Estos adultos, que pueden leer pero no pueden hacerlo competentemente, comprenden una porción considerable de los tres mil millones de personas (estimados) que prefieren la comunicación oral.

No podemos esperar mejoras sostenidas en los niveles de alfabetismo global. A pesar de un esfuerzo global sin precedentes desde 2000, los expertos advierten que: “Existe el peligro inminente de que, luego de una década de avances alentadores, el progreso hacia las metas de Educación para Todos se estanque o aun retroceda, frente a la creciente pobreza, el crecimiento económico más lento y la presión cada vez mayor sobre los presupuestos de los gobiernos”. (14) Mejorar los niveles de alfabetismo de un país en varios puntos porcentuales cada década es un desafío importante. Adoptar estrategias orales ahora es más sabio que esperar que el mundo pronto se vuelva lo suficientemente alfabetizado como para beneficiarse de las actuales estrategias basadas en la letra impresa.

Conclusión

Procuramos comunicar el mensaje de Dios de forma tal que las personas comunes y corrientes puedan entenderlo, responder a él, compartirlo con otros y vivirlo plenamente. En la medida que nuestro público aprenda mejor con medios orales, debemos ajustar nuestra comunicación para brindar estos medios. Nos obliga la fidelidad al ejemplo de Jesús, además de la posibilidad de un mayor fruto en Su servicio. Las iglesias y organizaciones misioneras de todo el mundo han visto una creciente eficacia durante las últimas dos décadas, al experimentar con el uso de estrategias orales que luego han abrazado aun más plenamente. Las personas que han estado marginadas en la fe cristiana por falta de alfabetización ahora pueden volver a ser plenos participantes del cuerpo de Cristo.

© The Lausanne Movement 2010

  1. “Para el encuentro Fruitful Practices Track, se reunieron 280 practicantes de 37 nacionalidades y de 57 organizaciones. Pertenecían a equipos que habían plantado 738 comunidades, y evaluaron 94 prácticas que habían sido tomadas de encuestas realizadas a 5.800 trabajadores de campo”. J. Dudley Woodberry, ed., From Seed to Fruit: Global Trends, Fruitful Practices, and Emerging Issues among Muslims (Pasadena, CA: William Carey Library, 2008), viii.
  2. Woodberry, Fruitful Practices, 221. Más del 70% de los encuestados dijeron que habían trabajado con culturas orales. Ver también el informe técnico en el CD suplementario incluido con el libro.
  3. Los sordos son una excepción notable. Ellos también confían en la comunicación no impresa, pero su elección es el lenguaje de señas, no la palabra hablada. Como comunicadores de la palabra no impresa, los sordos tienen muchas de las mismas características culturales que las personas de la palabra oral: preferencia por la comunicación cara a cara, pensamiento concreto-relacional, fuerte identidad grupal, etc.
  4. Tex Sample, Ministry in Oral Cultures, (Louisville: Westminster/John Knox, 1994), cap. 1.
  5. Walter J. Ong, Orality and Literacy (London and New York: Routledge, 1982).
  6. Ben Witherington, III, New Testament Rhetoric: An Introductory Guide to the Art of Persuasion in and of the New Testament, (Eugene, OR: Cascade Books, 2009), p. 1.
  7. El estudioso del Antiguo Testamento Douglas Stuart dice que más del 40% del AT es narración, y que el AT constituye el 75% de la Biblia. Por lo tanto, la narración del AT ocupa más del 30% del total de la Biblia. Si consideramos que los Evangelios y Hechos son narración, entonces más de la mitad del NT es narración. Dado que el NT es aproximadamente el 25% del total de la Biblia, entonces alrededor del 13% del total de la Biblia es narración del NT. Así que, basándonos en estos cálculos aproximados, los relatos tanto del AT como del NT constituyen casi la mitad de la Biblia. Si consideramos a Apocalipsis como una narración, el porcentaje sería superior.
  8. Col. 4:16; 1 Ts. 5:27; ver 1 Ti. 4:13.
  9. Ro. 16:22; 1 Co. 16:21; Col. 4:18; 2 Ts. 3:17; ver 1 P. 5:12.

10.  Orígenes: Origen Against Celsus, III, 55, en Ante-Nicene Fathers.

11.  Estos cambios se describen con mayor detalle en Grant Lovejoy: “Orality, Bible Translation, and Scripture Engagement”, Beekman Lecture dada el 17 de octubre de 2009 en la Conferencia sobre Traducción de la Biblia 2009, Dallas, Texas, EE.UU. de Norteamérica.

12.  Ver UNESCO, Reaching the Marginalised, Education for All Global Monitoring Report 2010 (Oxford University Press, 2010) para la información estadística de esta sección, a menos que se indique lo contrario. Los autores reconocen que muchas estadísticas provistas por gobiernos tienden a sobreestimar las tasas de alfabetismo adulto (96-97), la inscripción en escuelas primarias (57-58) y los logros educativos (105-107). Para más información sobre las dificultades para medir con precisión el alfabetismo y estimaciones aproximadas de la extensión de la oralidad, ver Grant Lovejoy, “The Extent of Orality”, Dharma Deepika: A South Asian Journal of Missiological Research 25 (Junio de 2007): pp. 24-34; publicado en línea nuevamente en Journal of Baptist Theology and Ministry 5 (Primavera de 2008): 121-33.

13.  Literacy in the Information Age: Final Report of the International Adult Literacy Survey, (Paris: OECD, 2000), p. 17.

14.  Reaching the Marginalised, p. 3.