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Diez preguntas que darán forma a 2050

Cómo podemos administrar la Gran Comisión en las próximas décadas

Matthew Niermann 06 Ene 2023

Como parte del proceso de Lausanna 4, oteamos horizonte y nos preguntamos cómo podemos administrar la Gran Comisión en las próximas décadas, entre ahora y el año 2050. Sin embargo, al hacerlo, debemos reconocer humildemente que vivimos en una dicotomía entre la certeza y la incertidumbre del futuro.

Tengo certeza de que las ideas que darán forma al año 2050 se están formando hoy en universidades, editoriales y salas de juntas así como en los escritorios y las mentes de influenciadores.

No obstante, no tengo certeza en cuanto a qué avances o acontecimientos concretos de nuestro mundo serán los catalizadores de nuestro futuro. Abundan predicciones futuristas descabelladas que vaticinan audazmente desde avances tecnológicos hasta rumores de guerras futuras, desde desarrollos sociales hasta el auge y la caída de formas eclesiásticas. Todas las predicciones específicas de causa y efecto son inciertas, y no es sensato dedicar nuestros esfuerzos a refinar ideas sobre lo incierto.

En su lugar, deberíamos propiciar un estudio cuidadoso de la cultura, una acción contextualizada y planes poco elaborados que permitan el movimiento del Espíritu. Supongamos que mantenemos los oídos abiertos a las preguntas que surgen en conversaciones en todo el mundo al tiempo que nos mantenemos atentos a la guía del Señor. En ese caso, estaremos preparados para compartir contextualmente las buenas nuevas del evangelio en un mundo que cambia dinámicamente.

Las siguientes 10 preguntas, sin ningún orden en particular, son preguntas clave que el mundo se hace hoy y seguirá haciéndose en los próximos treinta años. Las respuestas resultantes darán forma no solo al mundo en 2050, sino también a nuestros esfuerzos en la Gran Comisión.

Diez preguntas que darán forma al contexto de la Gran Comisión


¿Qué significa ser humano?

Las tendencias observables que vemos en el mundo actual incluyen avances en inteligencia artificial, ingeniería biomédica, edición de genes, nanotecnología, robótica, legislación sobre el aborto e identidad de género, sexual y racial. Estas tendencias emergentes clave revelan la pregunta subyacente que el mundo se plantea desde múltiples ángulos: «¿Qué significa ser humano?».

Cada una de estas tendencias tiene el potencial de cuestionar activamente el significado de la humanidad. Pero, al combinarlas, la pregunta “¿Qué significa ser humano?” pasa a ser fundamental para nuestra era; es una pregunta que cambiará el contexto del mensaje evangélico.

Al redefinir la humanidad, surgen muchas cuestiones secundarias para la Gran Comisión:

  • ¿Cómo compartimos la necesidad de la soberanía y la salvación de Dios cuando cualquiera puede simplemente eliminar mediante la “edición” los defectos percibidos en nosotros mismos y en nuestro entorno?
  • ¿Qué significa tener una identidad en Cristo cuando podemos crear nuestra propia identidad sociológica y biológica?
  • ¿Cómo comunicamos la singularidad del Dios cristiano en medio del auge de nuevos dioses pseudotecnológicos hechos a nuestra propia imagen?
  • Y, en última instancia, ¿cuál es la relación entre el hombre y Dios, criatura y Creador?

Esta pregunta sobre quiénes y qué somos estará en el centro de la proclamación contextual del evangelio y del discipulado en las próximas décadas.


¿Qué es una comunidad?

En las últimas décadas se ha producido una gran dislocación, que continuará en las siguientes. La pregunta “¿Qué es una comunidad?” marca la vida de muchas personas hoy en día, desde las multitudes forzadas a abandonar sus hogares y reubicarse en otra tierra, hasta vastas franjas de la población mundial que reubican voluntariamente su comunidad básica de vecinos físicos a comunidades digitales. Cuando pensamos en los esfuerzos misioneros de las próximas décadas, esta cuestión está redefiniendo activamente el “vayan” de “vayan y hagan discípulos a todas las naciones”.

¿Qué significa llegar a todas las naciones cuando las naciones están dispersas por todo el mundo, a medida que la migración, la inmigración y la diáspora alcanzan cifras sin precedentes?

Las comunidades de hoy en día están a menudo unidas ideológica y digitalmente sin haberse encontrado nunca personalmente. ¿Cómo responde la iglesia cuando la comunidad ya no está basada en la geografía? A la inversa, ¿cómo afecta esto a las comunidades arraigadas en la misma ubicación geográfica?

La comunidad y la proyección cristianas se dan en un mundo en el que la «comunidad» está cada vez más dislocada culturalmente, sin restricciones geográficas y con la ayuda de la tecnología, lo que crea un nuevo contexto para la Gran Comisión.


¿Qué es una distribución justa y equitativa?

Existe una brecha cada vez mayor en la distribución equitativa de bienes e influencia entre las regiones del mundo y dentro de los países. Aunque el acceso desproporcionado a recursos y sistemas no es históricamente un fenómeno nuevo, esta distribución desigual de la riqueza y la influencia aumenta la tensión en nuestro mundo. La historia nos dice que el desequilibrio sistémico admite un mayor agravamiento entre grupos y tiene una duración limitada.

El mundo se preguntará cada vez más: “¿Qué es una distribución justa y equitativa?”. Como defensora de “los más pequeños”, la iglesia ocupará un lugar central en los debates de las próximas décadas, preguntando:

  • ¿Cómo es accesible el mensaje del evangelio a los que “tienen” y a los que “no tienen”? ¿Tenemos estrategias activas para llegar a ambos grupos?
  • ¿Cómo puede la iglesia defender a “los más pequeños” de forma que no genere animadversión hacia la cultura o sus influenciadores?
  • Cuando se produzcan desavenencias relacionadas con la equidad, ya sea a escala local o mundial, ¿cómo hará brillar la iglesia la luz de Cristo?

ArtÍCULO

¿Se Está Contrayendo O Desplazando El Cristianismo?

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¿Cómo impulsarán el cambio los desplazamientos demográficos?

Es posible que las naciones y las regiones no tengan el mismo aspecto en 2050. Se prevé que la población de países como Japón disminuya, mientras que países como India experimentarán un increíble crecimiento demográfico.

Incluso dentro de un mismo país, se producirán cambios en la distribución por edades, con un mayor porcentaje de jóvenes o de adultos mayores. ¿Cómo presiona esto la dinámica social y a la jerarquía de determinadas civilizaciones?

En términos generales, la población mundial seguirá creciendo, causando un efecto dominó en gran parte de la infraestructura existente y provocando el crecimiento de ciudades y de poblaciones religiosas. La pregunta “¿Cómo impulsarán el cambio los desplazamientos demográficos?” es clave para los esfuerzos de la Gran Comisión.

Sabemos que los desplazamiento demográficos impulsarán el cambio, pero ¿cómo aprovechará la iglesia las brechas y oportunidades que vienen con esos cambios?

¿Están preparadas las organizaciones orientadas a la Gran Comisión para pivotar con estos cambios? ¿Están preparadas las organizaciones para llevar el evangelio a una población cada vez más joven, anciana o de clase media (dependiendo de la región)? ¿Están preparados los esfuerzos evangelísticos y de discipulado para reequilibrar los esfuerzos hacia poblaciones más urbanas o densas?

En última instancia, la iglesia debe ser consciente de los cambios que se producen fuera de sus muros para poder ser un testigo eficaz del cambio.


¿Cómo alcanzar la sostenibilidad?

La pregunta urgente “¿Cómo alcanzamos la sostenibilidad?” consiste en explorar cómo vivir de forma equilibrada en muchos sectores.

Los defensores del cuidado de la cultura llaman a la iglesia y a la sociedad a una existencia moderada para que la humanidad no explote la creación de Dios con fines desconocidos.

Los economistas moderados están dando la voz de alarma ante el creciente endeudamiento de familias y países, y piden un camino más sostenible.

Incluso la iglesia, en muchas regiones, se está replanteando su funcionamiento para buscar un camino más sostenible desde el punto de vista financiero y programático.

Con estas cuestiones urgentes de sostenibilidad en primer plano, la iglesia tendrá que preguntarse cómo su presentación del mensaje del evangelio responde a esta pregunta apremiante. ¿Habla el mensaje evangélico solo al escapismo individualizado hacia un reino celestial, o habla a la redención de toda la creación hacia el shalom?


¿Qué es una vida digital?

Para gran parte del mundo, los avances digitales y tecnológicos han alterado casi todos los aspectos de la vida. Desde las relaciones sociales al comercio económico, pasando por el trabajo virtual o el acceso a la información, vivimos vidas muy distintas a las de una generación anterior. Cada vez nos estamos volviendo más reflexivos con relación a estos cambios y nos preguntamos ahora: “¿Qué es una vida digital?”.

Del mismo modo que nos preguntamos “¿Qué es una vida digital?”, también debemos preguntar: “¿Qué aspecto tienen los esfuerzos de la Gran Comisión en una vida digital?”.

Al explorar esta cuestión, surgen otras preguntas:

  • ¿Cómo llegamos a las comunidades digitales con el evangelio?
  • ¿De qué manera las cámaras de eco de las redes sociales, creadas a partir de túneles algorítmicos, obstaculizan el mensaje del evangelio? ¿Y cómo cruzamos las fronteras de los túneles para difundir el evangelio?
  • ¿Cómo cambia el trabajo virtual a distancia la idea de vocación y el ministerio en el ámbito laboral?
  • ¿Qué aspecto tiene la plantación de iglesias en la era digital?
  • ¿Qué es el compromiso con las escrituras y el discipulado en la era digital?
  • ¿Llama la iglesia a las personas a volver a una existencia encarnada? ¿De qué manera?

A medida que el mundo redefine la naturaleza de la vida, los esfuerzos de la Gran Comisión deben equilibrar la contextualización para la vida digital con los principios básicos de una existencia no digital.

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¿Seguirá siendo el efecto visual el validador de la verdad?

Para gran parte del mundo, la imagen visual es más fuerte que las palabras, y la calidad de la producción habla más fuerte que la veracidad. Esta cultura visual ha cambiado radicalmente, o al menos aumentado, las transiciones filosóficas. Antes, la verdad se conocía y enraizaba en principios objetivos. Hoy, la verdad se valida principalmente por el nivel de respuesta emocional que genera o desalienta la calidad de los gráficos, las imágenes y la producción de vídeo.

El desplazamiento a la cultura visual ha provocado muchos cambios, pero la pregunta es: ¿continuará? ¿O habrá un punto de inflexión en el que esta tendencia cambie? Una pregunta clave para las próximas décadas es: “¿Seguirá siendo el efecto visual el validador de la verdad?”.

El desplazamiento a una cultura visual ha influido en los esfuerzos de la Gran Comisión y del testimonio evangélico. Pero la pregunta sigue siendo: ¿ha comprendido plenamente la iglesia la importancia de la cultura visual?

Además, en las próximas décadas, los esfuerzos de la Gran Comisión tendrán que discernir hasta qué punto adopta la cultura visual como una iniciativa de contextualización crítica frente a cuánto promueve la verdad objetiva.

¿Hasta qué punto están dispuestos el evangelicalismo y el protestantismo a confiar en sus artistas y diseñadores para liderar los esfuerzos de la Gran Comisión más allá de meros proyectos secundarios sin financiación o necesidades de comunicación organizativas?

¿Volverá la iglesia a liderar la curaduría de la cultura a través de su dedicación a la cultura visual, como ha hecho históricamente?

Estas preguntas son fundamentales para la percepción de la veracidad del mensaje evangélico.


¿Cuál es el fundamento de la confianza?

En un mundo cada vez más plural, la gente tiene muchas ideologías explicativas en las que pueden depositar su confianza. A medida que estas ideologías crecen en adhesión y número, la pregunta “¿Cuál es el fundamento de la confianza?” irá dando forma, cada vez más, a nuestro mundo.

¿Seguirán siendo la ciencia y el positivismo una fuente fiable de conocimiento? ¿O será la ética de la autenticidad y el emotivismo la norma de la verdad propia? ¿Cómo dan forma a países y regiones las ideologías religiosas en pugna? ¿Qué papel desempeñarán los medios de comunicación y la propaganda en la formulación o degradación de la confianza? ¿Puede la gente confiar en que sus líderes sean éticos y no corruptos?

Aunque estas preguntas están siendo planteadas a la cultura general, también son planteadas a la iglesia.

¿Es el cristianismo una fuente de conocimiento digna de confianza, distinta de otras ideologías explicativas competidoras? ¿Es fiable el mensaje del evangelio o es mera propaganda? ¿Puede la gente confiar en que los líderes de iglesia son éticos y no corruptos?

Las respuestas a estas preguntas socavarán o demostrarán significativamente la viabilidad del mensaje evangélico.


¿Dónde reside la esperanza?

La esperanza es una necesidad central de toda la humanidad. Sin embargo, de aquí a 2050, el abanico de opciones en las cuales depositar la esperanza se ampliará de formas dinámicas.

Los contendientes como fundamento de la esperanza más allá de la religión son los líderes políticos radicales, la autorrealización, el empoderamiento de las masas, la teoría crítica y otros. Sin embargo, a diferencia de nuestra época, las opciones para la esperanza no solo incluyen la esperanza utilitaria de ideas mundanas, sino que incluirán cada vez más la esperanza en el avance tecnológico como medio seudotrascendental para la curación y la vida eterna. “¿Dónde reside la esperanza?” es una pregunta crítica para el mundo y la plausibilidad del mensaje evangélico.

¿Está preparada la iglesia para comunicar la esperanza del evangelio como una opción persuasiva más allá de otras vías tradicionales de esperanza?

Y quizás, de manera más pertinente, ¿está la iglesia preparada para hablar de la singularidad de la esperanza del evangelio cuando los avances tecnológicos parecen ofrecer una vida eterna competidora? ¿Estará la iglesia preparada para hablar de la plenitud de una vida en Cristo cuando la Cuarta Revolución Industrial permite una vida al parecer totalmente personalizable en cada momento?

Dónde deposita el mundo su confianza y cómo trata a las ideologías opositoras es una cuestión central en las próximas décadas que dará forma a la Gran Comisión.


¿Cuál es la forma de la iglesia?

A la luz de las preguntas anteriores, la pregunta que sigue es: “¿Cuál es la forma de la iglesia?”.

Aunque el Movimiento de Lausana se ocupa principalmente de cuestiones relacionadas con la Gran Comisión, deberíamos considerar detenidamente esta pregunta en relación con las formas más amplias de la iglesia.

Sin duda, el propósito de la iglesia sigue siendo el mismo mientras el mundo cambia a su alrededor. No obstante, debemos plantearnos cuestiones relativas a la forma de la iglesia y al aspecto que podría tener en los próximos treinta años. La pandemia de Covid-19 planteó muchas preguntas sobre la forma de la iglesia, preguntas que continuarán en las próximas décadas.

¿Cómo dará forma la iglesia al mundo de 2050?

El futuro es fundamentalmente incierto pero, si esperamos a que se desarrolle, nos limitamos a la mera reacción. Mi intención es suscitar la conversación que pueda impulsar a la iglesia mundial a pasar de una postura de respuesta reactiva a otra que dé forma proactivamente al mundo de 2050. Empecemos a hablar.