Editor's Note
El presente Texto Previo para Ciudad del Cabo 2010 fue escrito por Antoine Rutayisire como una reseña del tema a debatirse en la sesión Plenaria Matutina sobre “Cómo edificar la paz de Cristo en nuestro mundo dividido y quebrantado”. Los comentarios a este texto realizados a través de la Conversación Global de Lausana serán remitidos al autor y a otras personas para ayudar a dar forma a su presentación final en el Congreso.
En su libro The Wounded Healer [El sanador herido], Henri Nouwen habla acerca de ministrar en un mundo herido y dislocado, poblado por una generación de “hombres desesperados”, sin raíces, ministrados por un “sanador herido”. En el capítulo que se refiere al “ministerio de un ministro solitario”, Nouwen escribe: “Debido a que su tarea es mostrar a otros los rudimentos de la liberación, debe tener cuidado de vendar sus propias heridas a fin de estar preparado para cuando se lo necesite. Está llamado a ser el sanador herido, aquel que debe cuidar de sus propias heridas pero al mismo tiempo estar preparado para sanar las heridas de otros. Es a la vez el ministro herido y el ministro que sana […]” (pág. 82). Esta es una descripción adecuada del ministerio de la reconciliación en la iglesia. En cada nación donde se necesita reconciliación, los “ministros sanadores” forman parte de la población y también están heridos. Pero es solo cuando han sido sanados que pueden ministrar sanación a otros al compartir con ellos la experiencia de una vida sanada. Eso es lo que intentaré hacer en este texto previo. El contenido de este texto no está tomado de una perspectiva académica sino que surge de la experiencia de 16 años de participación activa en la sanación de una nación quebrantada, primero como cristiano y predicador, y también como miembro de la Comisión para la Unidad y la Reconciliación Nacional en Rwanda en las secuelas del genocidio de 1994.
Contradicciones en el escenario cristiano: Iglesias florecientes y heridas supurantes
Muchos escritores cristianos de la actualidad concuerdan en que el epicentro del cristianismo se ha desplazado hacia el hemisferio sur. Pero, ¿cómo conciliar este fenómeno con la contradicción que representan las guerras tribales, los enfrentamientos étnicos y los genocidios? ¿Cómo conciliar el gozo de tener las iglesias de crecimiento más veloz con la tristeza de la peor de las historias de matanzas y guerras intestinas? La mayoría de los países africanos con una presencia cristiana dominante se encuentran profundamente heridos. Aunque su apariencia es normal, la sanación es superficial y las heridas supuran bajo la superficie como un volcán a punto de explotar. Lo cubrimos, lo disimulamos, pero las circunstancias continuamente nos demuestran que no estamos sanados. Tenemos iglesias que crecen, pero también tenemos las peores guerras y hasta los peores genocidios. ¿Cómo podemos ser cristianos y aun así vivir con odio e ira? ¿Cómo podemos ser cristianos y convivir con la esclavitud, la segregación racial, el odio étnico y racial, la disfunción familiar y el divorcio? ¿En qué fallamos en nuestra evangelización y discipulado cristianos? ¿Qué podemos hacer para ser “embajadores de reconciliación”? El clamor en este texto previo es por un redescubrimiento del “evangelio de la reconciliación”.
Fracaso y éxito: Rwanda como caso de estudio
El censo general de población de 1991 mostró que Rwanda era 89% cristiana, con una gran proporción de católicos romanos (62%), seguida por denominaciones protestantes (27%), un 8% de tradicionalistas, algunos musulmanes (1.5%) y otras religiones (0.5%). Los Padres Blancos, los primeros misioneros católicos que llegaron a Rwanda, tenían la misión específica de crear “un reino cristiano en el corazón de África”, un sueño largamente acariciado por su fundador, el Cardenal Lavigerie. El cristianismo llegó a Rwanda en 1901. Para 1941 era bautizado el rey de Rwanda. Todos los jefes y personalidades influyentes siguieron su ejemplo, haciendo de Rwanda el epítome de un sueño cumplido. Los misioneros protestantes también tuvieron éxito a pesar del impedimento que significó la despiadada oposición de los misioneros católicos que se habían hecho de la tajada más grande. A comienzos de la década de 1930 comenzó un avivamiento en la Misión Anglicana de Gahini, encendiendo a los países de África del Este y extendiéndose aún más allá. Uganda, Tanzania, Kenya, Burundi y otros países aún celebran los frutos de aquel poderoso avivamiento. El himno “Tukutendereze” aún se canta con nostálgico embeleso.
Pero entre 1959 y 1963, la cuna del avivamiento fue sacudida por una sangrienta masacre étnica que condujo a muchos tutsis al exilio. Los caminos, en otro tiempo transitados por misioneros y equipos de avivamiento, eran ahora hollados por refugiados que corrían para salvar sus vidas. Mientras la iglesia seguía creciendo y trabajaba codo a codo con el gobierno, se establecían políticas discriminatorias que aun las iglesias cumplían. Entre 1990 y 1994, la tensión étnica crecía visiblemente hasta culminar en el genocidio de 1994 contra los tutsis, en el cual más de un millón de personas fueron brutalmente masacradas (a menudo dentro de los edificios de iglesias y, en muchos casos, con la participación de clérigos). ¿En qué falló nuestra fe cristiana?
Una autopsia del fracaso de la iglesia
Existen muchas razones que pueden explicar la situación, pero haremos referencia a la más obvia antes de extraer lecciones para el futuro.
El contenido del mensaje: Un evangelio parcial y selectivo
Resulta muy claro que el mensaje predicado no fue contextualizado para responder a las necesidades y problemas de la nación. A su llegada, los misioneros hallaron una nación unificada compuesta de tres grupos: los hutus, los tutsis y los twas, con el poder en manos de la monarquía tutsi. Estos grupos, más que grupos étnicos eran clases sociales. Sin embargo, ya había plantadas algunas malas semillas en su relación a futuro (tales como desigualdades en la distribución del poder, estereotipos sociales negativos, desprecio por los pobres y otros males sociales). En lugar de corregir las injusticias y parcialidades sociales negativas, las autoridades coloniales y los misioneros edificaron sobre ellas, favoreciendo a los tutsis por sobre los otros dos grupos. El evangelio predicado nunca abordó esos problemas sociales para corregirlos. En algunos casos, hubo atisbos de lo que se podría haber hecho cuando, durante el avivamiento, las personas se arrepentían del desprecio y falta de amor entre los diferentes grupos étnicos y aun entre los misioneros y la población local.
Los métodos de predicación: Lo intelectual en contraste con la experiencia
La espiritualidad africana en general y la de Rwanda en particular tienen su base en la experiencia, siempre ligadas a la vida personal, familiar y nacional. En la espiritualidad africana también todo está conectado: los vivos y los muertos, y el reino animal con el mundo inanimado. El mundo es uno solo. No existe una dicotomía entre lo material, físico y visible, y lo espiritual e invisible. La manera en que fue predicada la fe cristiana no tuvo en cuenta esta realidad: fue una predicación intelectual, con memorización de versículos y catecismo, pero la mayor parte del tiempo sin ninguna conexión con la realidad diaria. Como resultado, muchas personas adoptaron el cristianismo pero continuaron buscando respuestas a los problemas cotidianos en la religión ancestral, basándose en sus nociones tradicionales para definir las identidades y relaciones étnicas, raciales y tribales. No debe causar sorpresa entonces, que en tiempos de conflicto las personas no se apoyaran en su fe cristiana sino en “lo que sus padres les habían dicho”.
El problema de los mensajeros: Hablar de amor y crear divisiones
Los mensajeros no constituían buenos modelos de relaciones. Cuando los alemanes perdieron la Primera Guerra Mundial, los misioneros luteranos en Rwanda fueron perseguidos por los misioneros católicos en su objetivo de impedir el avance de otras denominaciones cristianas en el país. Esto creó más divisiones y animosidad entre las personas que no veían al cristianismo como un factor unificador sino, por el contrario, como otra importación colonial. ¿Qué ocurre en la actualidad? ¿Ha cambiado la situación? ¿Están estableciendo nuestras iglesias y denominaciones un modelo para las relaciones fraternales? ¿No estamos más bien exacerbando las divisiones?
La relación entre la iglesia y la política
Desde el período colonial, la iglesia de Rwanda, especialmente la Iglesia Católica Romana, ha trabajado codo a codo con el liderazgo político, a menudo influenciando sus decisiones. Esto les impidió mantener una distancia crítica para poder alzar una voz profética. ¿Ha cambiado la situación en la actualidad? ¿No estamos alineándonos con los gobiernos sobre la base de nuestros prejuicios raciales, étnicos y tribales en lugar de hacerlo sobre la base de la verdad?
Redescubrir el evangelio de la reconciliación
Después del genocidio de 1994, la iglesia se cubrió de vergüenza y se sentó en el banquillo de los acusados con una lluvia de preguntas arrojadas contra ella. ¿Cómo pudo ocurrir algo así en un país que era en casi un 90% cristiano? ¿Se ha convertido el cristianismo en una práctica obsoleta que debe ser eliminada? Lo asombroso es que a pesar de las preguntas, la fe cristiana continuó creciendo en Rwanda. Solo ocho años después del genocidio, el censo general de población de 2002 demostró que los cristianos habían aumentado al 94%, los musulmanes solo habían crecido al 1,8% y las demás religiones compartían el restante 4%. La pregunta hoy día es: ¿Ha cambiado algo? ¡Sí y no! Sí, porque ahora conocemos el mensaje que debemos predicar para sanar las heridas de nuestra nación. No, porque no muchas personas están predicándolo, y quienes lo hacen, no lo están haciendo intencionalmente (es decir, ¡predicando hasta ver un cambio!). Algunos aspectos del mensaje sanador que hemos reintroducido incluyen:
1. Una nueva perspectiva del pecado y el distanciamiento: Génesis 3
¡Las divisiones son el resultado del pecado! Cuando el pecado entró en el mundo, produjo cuatro niveles de distanciamiento:
- Distanciamiento de Dios: problemas espirituales
- Distanciamiento de nosotros mismos: problemas psicológicos
- Distanciamiento de los demás: problemas sociales
- Distanciamiento de la naturaleza: problemas ecológicos
Un evangelio completo, total, será un evangelio que analice continuamente la situación en que se encuentra cada comunidad en relación con estos cuatro niveles de distanciamiento y entregue un mensaje relevante hasta que se produzcan cambios.
2. Una nueva perspectiva de la predicación del Cristo crucificado: Isaías 53:4-6
- Cristo: el que carga con nuestro dolor: A menudo predicamos a Cristo como aquél que carga con nuestro pecado para llamar a las personas al arrepentimiento, pero rara vez llamamos a las personas a dejar sus dolores, frustraciones, ira, odio y amargura en la cruz. Éste es el mensaje que el ofendido debe oír para ser sanado. Solo cuando las personas han sido sanadas pueden perdonar.
- Cristo: el que carga con nuestro pecado: Esto se predica a menudo pero sin hacer referencia a los problemas de los perpetradores y los ofensores. Cuando se lo predica de manera pertinente, este mensaje lleva al ofensor a confesar y arrepentirse, facilitando el acercamiento.
- Cristo: nuestro reconciliador: Efesios 2:11-22. Es solamente cuando el ofensor confiesa y pide perdón, y cuando el ofendido está sano y dispuesto a perdonar, que se produce la verdadera reconciliación. Y la cruz de Jesucristo es el lugar ideal para que esto ocurra.
3. Una nueva perspectiva de nuestra identidad: 2 Corintios 5:17
Ayudar a las personas a conocer sus raíces y ver las influencias que hicieron de ellas lo que son (los legados de su condición humana, el continente, país, región y familia en los cuales nacieron, como así también de sus problemas personales) proporciona una nueva perspectiva sobre su identidad. Son nuestras antiguas raíces de amargura las que producen los más amargos frutos de la carne (Gá. 5:19-21). Sin embargo, cuando somos injertados en Cristo, nos convertimos en una nueva creación y producimos el fruto del Espíritu (Gá. 5:22).
4. Una nueva perspectiva de la misión de la iglesia: 2 Corintios 5:18
Una vez que la iglesia ha comprendido este mensaje y ha comenzado a predicarlo, nos convertimos en embajadores de reconciliación no solo entre Dios y los hombres, sino también de los hombres entre sí. “Él nos dio el ministerio de la reconciliación”.
5. Una nueva perspectiva de las relaciones sociales: La nación santa de Dios
Las divisiones raciales y de género son todas contrarias al espíritu del evangelio. Gálatas 3:26-28.
6. Una nueva perspectiva del poder de nuestra unidad: Misión y reconciliación
Cuando la iglesia de Cristo viva en amor y unidad ocurrirán grandes cosas en nuestras naciones.
- Las personas conocerán que somos discípulos de Jesús: Juan 13:34-35.
- Las personas lo aceptarán como su Salvador: Juan 17:20-21.
- Ocurrirán grandes cosas cuando oremos: Mateo 18:18-20.
“Porque allí envía Jehová bendición” Salmo 133.
Conclusión:
¿Qué lecciones podemos aprender de la experiencia de Rwanda?
- Necesitamos reexaminar la evangelización y el discipulado de nuestras naciones. Así, la solución puede nacer de los púlpitos de nuestras iglesias. Un buen análisis de nuestras comunidades y naciones nos permitirá desarrollar un programa para la enseñanza de la iglesia que conduzca a la sanación y la reconciliación.
- Necesitamos ser intencionales en redescubrir el mensaje de reconciliación como está en el evangelio, y predicarlo.
- Necesitamos aceptar nuestro llamado como “ministros de reconciliación” y aceptar la culpa y el reproche si predicamos y aun así nuestras comunidades permanecen heridas y llenas de odio.
- En términos prácticos, las iglesias que se encuentran en naciones y comunidades heridas necesitan unirse. Debemos ser modelos del amor y la paz que deseamos ver en los lugares en los cuales ministramos. Debemos trabajar juntos para recuperar el mensaje y el ministerio de sanación y reconciliación.
© The Lausanne Movement 2010
Referencias
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