Nota del editor: El presente Texto Previo para Ciudad del Cabo 2010 fue escrito por Dewi Hughes como una reseña del tema a debatirse en la sesión Multiplex sobre “Etnicidad e identidad”. Los comentarios a este texto realizados a través de la Conversación Global de Lausana serán remitidos al autor y a otras personas para ayudar a dar forma a su presentación final en el Congreso.
Cuando una sesión sobre etnicidad comienza pidiendo a los asistentes que escriban las primeras palabras que vienen a la mente cuando escuchan las palabras “étnico”, “etnicidad” o “identidad étnica”, la palabra que surge más frecuentemente, por lo general, es “conflicto”. De hecho, la mayoría de las palabras que vienen a la mente son negativas. Así que no sorprende que muchos escritores evangélicos consideren que la etnicidad es una parte peligrosa y/o divisiva de la identidad humana a la que se le debe restar importancia o que incluso debe ser ignorada. Y, sin embargo, muchos cristianos aman su identidad étnica y la consideran un regalo de Dios.
Antes de investigar lo que dice la Biblia sobre la etnicidad, pueden resultar útiles algunas definiciones.
Definición de etnicidad: Las siguientes definiciones reflejan el pensamiento actual:
La transliteración del plural de la palabra griega etnos es etne, que en la Biblia se traduce como “naciones” o “gentiles”. Usaremos las palabras “etnia” y “etnias” respectivamente, como sustantivos españoles en este artículo.
Etnia – Un tipo de comunidad consciente de ser un pueblo distinto de todos los demás, con las siguientes características:
- un nombre propio común;
- una creencia en una ascendencia común;
- una historia y recuerdos compartidos de un pasado común;
- elementos de una cultura común, como ser idioma, costumbres, cultura material, religión;
- un vínculo con una patria;
- un sentido de solidaridad.
“Minorías étnicas” – Etnias que por diversas razones, como migración o transporte forzado (esclavitud), son diseminadas en un estado.
“Minorías nacionales” o “pueblos autóctonos” – Etnias que han sido oprimidas o marginadas en su territorio ancestral.
A la luz de estas definiciones, el término “nación” se vuelve problemático, especialmente en el contexto de su uso habitual. Por ejemplo, muchos llaman al Reino Unido una “nación”, en tanto que, según las definiciones anteriores, se trata de un país o estado constituido por tres minorías nacionales: pueblos autóctonos, una mayoría nacional dominante y muchas minorías étnicas. Según estas definiciones, difícilmente exista una “nación-estado”, en el sentido de un estado que gobierna sobre una única nación. Corea (del Norte y del Sur) y Lesoto son ejemplos raros de estados que son prácticamente coincidentes con una única etnia.
La abrumadora mayoría de los estados del mundo tienen muchas etnias, si bien en muchos estados multiétnicos una etnia es dominante. Para ilustrar lo que significan las definiciones para un estado individual, podría ser útil considerar el siguiente ejemplo típico de un estado poscolonial:
Uganda: Tiene más de 50 etnias, en cuatro divisiones importantes. La mayor división son los bantúes de la mitad sur del país, que constituyen más del 60% de la población y representan casi la mitad de las etnias del país. La etnia más grande son los baganda, que dominan la región que rodea a la capital, Kampala, si bien representan menos de un quinto de la población del país. Los baganda duplican largamente en número a cualquiera de las otras etnias bantúes tomadas individualmente, si bien algunas de ellas –como los bankole, los bakiga y los basoga– alcanzan un número de entre uno y dos millones de personas. La segunda división en tamaño son los nilote, que se encuentran concentrados en la mitad norte del país y constituyen alrededor de la cuarta parte de la población, dividida entre dieciocho etnias, que incluyen a los iteso, los acholi y los karamajong. La tercera división, que representa sólo el 5% de la población, son las etnias sudanesas del noreste. Pero aun éstas se dividen en ocho etnias. La última división, de alrededor del 2%, está formada por inmigrantes de países vecinos y una creciente comunidad asiática.
Las etnias en el pensamiento moderno
Según los historiadores modernistas y los filósofos políticos occidentales, el patrón de naciones-estado que caracteriza al mundo moderno surgió en el siglo XVIII, cuando se puso en práctica la filosofía política del Iluminismo durante la formación de los Estados Unidos de Norteamérica y la Francia post-revolucionaria. La libertad y la igualdad que ofrecían estas nuevas naciones-estado eran la igualdad para participar en el proceso político y la libertad para participar en la actividad económica. Se consideraba que la renuncia a las distinciones étnicas era parte del precio que debía pagarse por esta libertad y esta igualdad. Por lo tanto, en los Estados Unidos de Norteamérica, la libertad y la igualdad fueron denegadas a los nativos norteamericanos como tales. En Francia, los bretones y los vascos, por ejemplo, que habían preservado su identidad dentro del estado monárquico francés, fueron reprimidos brutalmente por la hermandad de los revolucionarios. El mismo patrón fue adoptado a medida que otros estados europeos adoptaban el patrón del Iluminismo. En el Reino Unido hubo un nuevo intento de suprimir la identidad irlandesa, escocesa y galesa.
Hasta mediados del siglo XX, se consideraba altruista la eliminación de las singularidades étnicas. Se creía que la diversidad era un estorbo para el desarrollo de una sociedad democratizada e industrializada que generaría más prosperidad y felicidad para una mayor proporción de ciudadanos. Subyacía a esta idea la convicción de que las principales necesidades de las personas eran físicas, y que una vez que la gente viera los beneficios de la uniformidad, no dudarían en desechar su identidad étnica. Este credo político modernista predecía con mucha seguridad la desaparición de la identidad étnica como consecuencia de su énfasis en los derechos de igualdad para cada uno de los ciudadanos del estado, independientemente de su identidad étnica, y el correspondiente crecimiento en prosperidad material para cada uno de esos ciudadanos. Sin embargo, no fue lo que ocurrió.
Este fue el credo político que sirvió de fundamento para la creación de los estados post-coloniales, cuya independencia se basaba en la eliminación de las singularidades étnicas. Con esta premisa, no sorprende que el fracaso de muchas de las naciones-estado poscoloniales se haya atribuido al etnocentrismo o al tribalismo.
Sin embargo, desde mediados del siglo XX, el paradigma modernista, especialmente en los países occidentales, ha estado cambiando. El multiculturalismo, que tiene una actitud mucho más positiva hacia la singularidad étnica, pasó a ser la política de estado en muchos países. En Europa, esto ha llevado al otorgamiento de cierta autonomía a algunas etnias autóctonas como los catalanes en España y los escoceses en el Reino Unido. Esto podría ser el comienzo de un paradigma posmodernista de la nación-estado en Occidente.
Las etnias en la historia bíblica de la misión de Dios
El libro bíblico de los orígenes (Génesis 1-11) finaliza con un relato de los orígenes de las etnias (Génesis 10:1-11:9). En Génesis 10, la existencia de las etnias se ve como un resultado directo de las consecuencias de la orden de Dios a los seres humanos originales de multiplicarse y llenar la tierra. (1) El cumplimiento de este mandato se interrumpe dos veces. La primera interrupción es el Diluvio que destruye la mayor parte de la humanidad. Luego del Diluvio, Dios reafirma su orden a la humanidad de procrear abundantemente en la tierra, y multiplicarse en ella. (2) La evidencia de que este mandato fue eficaz está en la tabla de naciones en Génesis 10. Al volverse más numerosos los hijos de Noé, diversas presiones sociales, económicas y de otra clase impulsaron a algunos clanes a buscar un nuevo lugar donde les fuera mejor. Muy temprano en la historia de la humanidad, algunos llegaron a cruzar el mar en esta búsqueda (3) de modo que, con el tiempo, llegaron a existir diferentes pueblos que se extendieron a sus territorios “cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones”. (4)
En la discusión académica contemporánea sobre el tema, es interesante que las “naciones” de Génesis 10 se correspondan muy estrechamente con las principales características de las etnias. Muchos de los nombres de Génesis 10 están en algún punto entre un nombre propio para un grupo étnico y el nombre de un ancestro. Por ejemplo, el hijo de Jafet, Gomer, es un nombre propio de un pueblo indoeuropeo que vivió en el sur de Rusia, y Madai o Medes es el nombre propio de un pueblo indoiranio. (5) En los versículos 8 a 12 hay un corte en la genealogía para contar la historia de Nimrod, uno de los descendientes de Cus, el hijo de Cam, que fue el fundador de Babilonia y Nínive. Este es un buen ejemplo del tipo de recuerdo histórico que forma una identidad étnica. La diversidad de idiomas que siguió a la dispersión se menciona luego de la genealogía de cada hijo de Noé, en tanto que varios nombres de las listas son también nombres de territorios. Mizraim/Egipto, Seba, Havila y Dedán son todos ejemplos de territorios conocidos. La única característica de la lista que no aparece claramente en Génesis 10 es un sentido de solidaridad, pero donde existen los otros cinco factores, la solidaridad es inevitable.
El relato de la formación de las etnias de Génesis 10 se completa con la historia de la torre de Babel en Génesis 11:1-9. Los sucesos de Babel nos cuentan que lo que parecía ser un proceso perfectamente “natural” en Génesis 10 estuvo, en realidad, profundamente afectado en todo momento por la maldad humana.
La construcción de la torre de Babel es la segunda interrupción en la historia de la dispersión de la humanidad. A principios de su historia después del Diluvio, encontramos a seres humanos con un idioma común, que se dirigen hacia el este desde Ararat hasta que llegan a la amplia y fértil llanura de Mesopotamia. Se establecen en allí y multiplican su número y sus habilidades. A fin de hacerse un nombre, se ponen a construir una torre que llegue al cielo. Esta es probablemente la primera proclamación de un imperio en la historia humana, en este caso con una ciudad que busca dominar al resto de la humanidad y, en este proceso, intentando usurpar una posición que le corresponde sólo a Dios. La ciudad y su torre también tenían el propósito de ser un centro de poder magnético que impidiera a la gente separarse unos de otros para llenar la tierra como Dios quería. Al ver que una humanidad unida y con un idioma tendría una capacidad interminable de rebelión, Dios confundió su idioma, lo cual obstaculizó su capacidad para comunicarse libremente y cooperar entre sí en oposición a la voluntad de Él. Afectada su capacidad de entender y comunicarse, su capacidad para resistir a Dios y Su voluntad quedó debilitada. Sin entendimiento, la colaboración era imposible. Así que la torre fue abandonada mientras la humanidad se dispersaba en todas las direcciones “sobre la faz de toda la tierra”. El resultado final fue lo que Dios había querido originalmente para la raza humana, es decir, que toda la tierra fuera llena de pueblos étnicamente diversos. De la reflexión conjunta sobre Génesis 10 y 11 uno puede concluir que la formación de las diferentes etnias fue parte de la providencia de Dios, pero que este proceso fue dañado por el pecado, como todo lo demás desde la caída.
Hay un marcado contraste entre la historia de la torre de Babel y el comienzo de la historia de la redención en el llamado y la vida de Abraham. Los babelitas se propusieron engrandecer su propio nombre y estuvieron dispuestos a obstaculizar el desarrollo de las etnias para lograr su cometido. Dios engrandecería el nombre de Abraham y, al hacerlo, traería bendición a las naciones. La opresión o eliminación de etnias es el modo de Babel, y la antítesis completa de la bendición que Dios desea para ellas a través de la simiente de Abraham, Jesús.
Pasajes como Deuteronomio 2:9-12, 19-23; 32:8; Jeremías 18:1-10 y 27:1-7 dan testimonio del control soberano de Dios sobre las etnias. (6) En el Nuevo Testamento, Pablo afirma en su sermón a los intelectuales atenienses del Areópago que todas las naciones descienden en última instancia de Adán, y que Dios ha supervisado y continúa supervisando su formación, extensión geográfica y desaparición. (7) La soberanía de Dios sobre las etnias significa primero que, a largo plazo, las naciones no son entidades permanentes. Nacen, crecen, florecen, declinan y mueren, como los seres humanos. Por lo tanto, no hay lugar para la absolutización idolátrica de la etnia, como ocurre en el nacionalismo ideológico. Segundo, Dios tiene un propósito moral en su trato con las etnias/naciones. Por ejemplo, el arrepentimiento puede salvar a una nación de la inconsciencia (Jeremías 18:7-10; Jonás 3), y una nación puede ser usada por Dios para castigar a otra nación por su pecado, si bien esta última idea nunca debe ser usada por una nación para justificar sus acciones de agresión o de guerra contra otro pueblo (Deuteronomio 9:4-5). (8)
El Nuevo Testamento dedica atención a dos temas adicionales con raíces en el Antiguo Testamento. Por un lado, las naciones son invitadas recibir las buenas nuevas del reino de Dios, que luego aceptan, presentadas proféticamente en Deuteronomio 2, donde habla de las naciones que irían multitudinariamente a Sion en los últimos días para presentar sus regalos a Dios. (9) El clímax de esta profecía del Antiguo Testamento aparece luego en la visión neotestamentaria de Juan de la gloria celestial en Apocalipsis 21:24-22:5. Por otra parte, como tema de contrapunto, las naciones conspiran entre ellas para destruir el reino de Dios. El libro de Apocalipsis, de nuevo haciéndose eco de una profecía del Antiguo Testamento, lo describe como la batalla de Armagedón, una lucha final entre un imperio terrenal que destruye las etnias y el reino del Cordero que bendice las etnias. Hasta ese conflicto final, no debe haber ninguna duda acerca de nuestras aspiraciones como seguidores del Cordero: debemos dedicarnos a bendecir y no destruir las etnias.
En Apocalipsis 7:9 tenemos un hermoso cuadro de la esencia de lo que la Biblia enseña acerca de las naciones. Juan ve personas de toda nación, tribu, pueblo y lengua vestidas con ropas blancas, paradas ante el trono del Cordero. Todas las etnias serán unidas en Jesús y su justicia/rectitud. Pero esta unidad no destruirá la singularidad de ellas, porque serán honradas y distinguidas como integrantes de distintas naciones/etnias. En Jesús el Mesías tenemos una unidad que no destruye la diversidad, y una diversidad que no destruye la unidad.
Las etnias en la moderna teoría y práctica misionera evangélica
No hay ninguna concepción bíblica coherente sobre la etnicidad/nacionalidad en la misionología evangélica actual. Lo que tenemos por un lado es una aceptación acrítica de la filosofía política modernista y, por otro, algunas prácticas misioneras que la contradicen. La frecuente condena del nacionalismo/tribalismo por parte de líderes evangélicos es evidencia de la aceptación de la filosofía política modernista, mientras que el esfuerzo continuo por traducir la Biblia a todos los idiomas es un ejemplo clave de la práctica misionera que trasciende completamente esta filosofía.
En una moderna nación-estado, se supone que la diversidad étnica debería desaparecer como consecuencia de la igualdad humana y la prosperidad material. Por lo tanto, no es de extrañar que aun muchos cristianos consideren que los denominados conflictos étnicos explican por qué el milagro económico de la industrialización no ha ocurrido y que muchos estados, especialmente en África, permanecen estancados en la pobreza. Pero la causa del problema puede ser la filosofía política moderna más que la identidad étnica. Esto no es una afirmación del etnocentrismo, sino un rechazo de él. El etnocentrismo está en los fundamentos de la nación-estado modernista. Por eso aun en un país como Uganda, el estado sólo puede funcionar manteniendo el inglés como un idioma oficial, porque encuentra que el etnocentrismo residual del opresor colonial es más aceptable que el etnocentrismo de cualquiera de las etnias ugandesas. No parece haberse considerado la posibilidad de construir un estado basado en el respeto mutuo de las etnias.
La estrategia misionera protestante evangélica de traducción de la Biblia trasciende completamente la visión modernista de la nación-estado. Esta estrategia afirma que comunicar el evangelio en el propio idioma de la persona es crucial para un evangelismo eficaz. Aun cuando el pragmatismo sea la fuerza impulsora para algunos misioneros, el simple hecho de aprender el idioma de una persona a fin de poder comunicar un mensaje importante, es un reconocimiento de la dignidad y la importancia de una característica clave de la identidad étnica. Poner por escrito un idioma y traducir la Biblia es un acto increíblemente ennoblecedor de la identidad étnica. Los libros de gramática, los diccionarios y los libros en general han jugado una parte vital en la formación y la supervivencia de etnias/naciones. ¡Los traductores de la Biblia brindan a las etnias, por pequeñas que sean, una mayor posibilidad de sobrevivir y de crecer hacia una plena nacionalidad!
Las etnias, la iglesia y la misión: Preguntas candentes para el debate
v ¿Cómo puede la iglesia ejemplificar el principio bíblico de la unidad en la diversidad en el contexto de la diversidad étnica?
v ¿Cómo pueden las designaciones de la iglesia reflejar la unidad étnica en la diversidad?
v ¿Cuán importante debe ser la identidad étnica en la capacitación de los líderes de la iglesia?
v ¿Deberían los cristianos insistir en que la educación inicial de todos sea en su lengua materna?
v ¿Deberían las iglesias pensar más profundamente en la relación entre identidad étnica y pobreza?
v Si establecer una iglesia en una etnia ayuda a crear un mayor sentido de nacionalidad, ¿qué deberían hacer a) la iglesia y b) la agencia misionera, cuando esto lleva a un deseo de mayor autodeterminación política?
v Una nación-estado con un modelo económico de mercado libre, ¿legaliza el despojo de una etnia pobre por parte de una etnia rica?
v ¿Cómo se aplica la preferencia bíblica por la protección de los más débiles en el contexto de la identidad étnica (Deuteronomio 7:7)?
v ¿Cómo se aplica “ama a tu prójimo [étnico] como a ti mismo” en un paradigma del reino de relaciones interétnicas?
© The Lausanne Movement 2010
- Gn. 1:28
- Gn. 9:7
- Gn. 10:5 “De éstos se poblaron las costas […]”
- Gn. 10:5, ver 10:20, 31, 32.
- Gordon J.Wenham, Genesis 1-15 Word Biblical Commentary vol. 1, Waco: Word Publishers, 1987, pp.216-7.
- Para un buen análisis del pasaje en Dt. 2, ver Christopher Wright, New International Biblical Commentary, Deuteronomy, Carlisle: Paternoster, 1996, p. 36. Algunos otros pasajes que dicen lo mismo son Dt. 26:19; Job 12:23; Sal. 22:27-28; 47:8; 86:9; Dn. 12:1; Hch. 17:26-28.
- Hch. 17:26-27.
- op.cit. p. 133.
- Is. 60:1-11.