Hay varios puntos donde la iglesia tiene la tendencia de aislar a los artistas y músicos.
Cuando tenía unos 13 años me gustaba escribir canciones. Componía canciones de alabanza o canciones que trataban con algún aspecto de mi relación con Dios.
Vivía en un internado para hijos de misioneros en Sudamérica. En una ocasión otro chico y yo íbamos a cantar algunas de nuestras canciones en un evento para nuestros compañeros. Pero antes de cantarlas para el público, formado por nuestros compañeros, tuvimos que pasar por un proceso de censura. La canción que yo había escrito no les parecía bien a los “censores” porque, aunque hablaba de Dios y de mi amor hacia Él, en ningún momento mencionaba la palabra “Dios” ni “Jesús” ni “Cristo”. La censura que hicieron me pareció un poquito absurda pero para poderla cantar metí la palabra “Dios” en vez de “Tú” en varias frases de la canción. De esta forma mi canción ya era aceptable.
Esto ocurrió en un ambiente muy conservador hace más de 30 años. Pero por desgracia, como iglesia hemos progresado muy poco en cuanto a nuestra perspectiva sobre el arte. Hay varios puntos donde la iglesia tiene la tendencia de aislar a los artistas y músicos.
1. EL USO DE LA METÁFORA
Por alguna razón parece que mucha gente dentro de la iglesia tiene miedo al uso de la metáfora. Parece que existe la necesidad de explicar todo hasta el punto de perder todo sentido de lo representado. Sin embargo vemos que muy pocas veces las parábolas de Jesús son explicadas en las escrituras. Esto les da un carácter de intriga y misterio que es cautivador para el lector.
Además, estas pequeñas viñetas son algunos de los textos más citados por la riqueza que tienen en los ambientes tanto religiosos o como no religiosos. Muchas de las parábolas son muy fáciles de entender a primera vista pero al examinarlas con más profundidad nos damos cuenta que tienen una infinidad de aplicaciones. Otras de las parábolas quizás no las entendamos hasta llegar al cielo.
Por otro lado, quizás como me pasó en el relato al principio del artículo, vemos la necesidad de aclarar —sin lugar a duda—que la pieza o canción u obra es “cristiana”.Por eso insistimos que haya una cruz o un pez en el dibujo, un versículo en el texto o alguna referencia para salir de la duda de que esto es “cristiano”.
Quizás sería más interesante si pudiéramos disfrutar de la belleza de una obra sin tener que entender todo o sin que todo tuviera que tener un gran significado. A veces debe bastar con que la obra evoque una emoción o nos lleve a reflexionar.
2. EL “ARTE CRISTIANO”
Este quizás es uno de los puntos más recurrentes en los que se aísla a los artistas o músicos por el hecho de que el arte es uno de los medios más eficaces para comunicar ideas. A muchos evangélicos les gustaría calificar el arte o la música como cristiana o no cristiana. Según mi punto de vista esto es un poco absurdo.
Por ejemplo: ¿cómo podríamos calificar la obra de un fontanero? ¿Es un tubo cristiano o no cristiano? Podría ser que el tubo estuviese en el edificio donde se reúne una iglesia, pero no por eso es cristiano el tubo. O el trabajo de un contable: ¿son sus cuentas cristianas? Podría ser que el contable ayudase en la iglesia pero las cuentas no son cristianas. Las personas son cristianas.
Sin embargo queremos música cristiana y arte cristiano. Creo que igual que el fontanero, el contable, la médico, la profesora o el enfermero, el artista como persona es cristiano y como consecuencia debe reflejar la persona de Jesús en su trabajo. Pero contiendo que el reflejo de Jesús se verá antes en como él o ella se relaciona con los demás y su entereza que en la creación de sus manos, en su música o en lo que escribe.
Sin embargo creo que lo que una persona crea va a representar lo que él o ella lleva dentro. Si lleva dentro el Espíritu Santo se verá el fruto plasmado en su creación —aunque no lleve un pez ni una cruz ni aparezcan palabras fácilmente reconocibles como religiosas/evangélicas.
Quizás para matizar este punto lo importante es que seamos verdaderos seguidores de Jesús independientemente del ámbito profesional en el que nos encontremos. Ser seguidor de Jesús es lo primero: un seguidor de Jesús que da la casualidad que es albañil, una seguidora de Jesús que da la casualidad que es profesora, un seguidor de Jesús que de la casualidad que es pastor, una seguidora de Jesús que da la casualidad que es guionista.
3. EL ARTE UTILITARIO
Muchas veces los artistas se han visto en situaciones donde han tenido que sacrificar la integridad de sus ideas para realizar trabajos utilitarios para la iglesia evangélica. Parece que existe una necesidad de defender el valor del arte en la iglesia evangélica especialmente si no sirve un propósito de evangelización o de enseñanza. Pero el arte es importante sencillamente por el hecho de ser bello. Quizás con sólo ser bello nos “sirva” de más utilidad que si lo trastornamos para darle un propósito. Sin embargo creo que muchas veces la iglesia ha querido utilizar al arte y a los artistas para comunicar su mensaje rigiendo cómo debe ser el arte para que sea válido.
El hecho es que el arte es digno sólo por ser arte. La música es digna por sólo por ser bella. La poesía es digna por darnos otra perspectiva de la vida. La fotografía es digna por darnos una ventana al alma del fotógrafo. El teatro es digno por los cuentos que nos narra. No tiene que evangelizar ni predicar ni exhortar en nuestro idioma evangélico.
Por otro lado soy de la opinión que en muchos casos el cine, el teatro, la pintura, la escultura, la poesía y la música predican, evangelizan y exhortan mucho mejor que la mayoría de los sermones que podemos escuchar en muchos púlpitos domingo tras domingo. El truco es dejar que lo hagan.
Finalmente, pienso que el arte en cualquiera de sus formas, cuando es realmente bello, alaba a Dios. Este hecho de alabar a Dios es independiente de las intenciones y creencias del artista. Toda la creación alaba a Dios—incluyendo los artistas. Aunque lo quieran o no, cuando los artistas crean o reflejan belleza están tomando de la belleza y grandeza de Dios y lo plasman en sus obras.
Es cierto que hay obras que son abiertamente sacrilegios o que alaban lo vil y despreciable. Claramente, estas obras no alaban a Dios. Pero quizás tenemos la vista muy estrecha si pensamos que a Dios se le alaba únicamente en nuestros cultos o por nosotros sus fieles.
4. RETICENCIA A ACEPTAR NUEVOS MEDIOS E IDEAS
Una característica importante del arte es que es su carácter profético. Cuando yo estudiaba en la facultad a mediados de la década de los 80 se hablaba del posmodernismo y de los artistas posmodernos expuestos en nuestra galería. Ya estas ideas llevaban tiempo en los círculos de los filósofos. Sin embargo, no fue hasta finales de los 90 que empecé a escuchar sobre la posmodernidad dentro de la iglesia y hoy, los filósofos y artistas ya están en otra onda: la hipermodernidad, supermodernidad y más cosas que se me escapan. Con esto sólo quiero decir que la iglesia está pensando unos 10 años (como mínimo) por detrás de la sociedad.
En su libro ¿Cómo debemos vivir entonces? ( How Should We Then Live? ) Francis Schaeffer traza el camino de las ideas en la sociedad empezando con los filósofos y seguidos inmediatamente por los artistas. Por esta razón creo que es importante dar una plataforma a los artistas dentro de la iglesia para ayudarnos a estar culturalmente conectados con la sociedad.
Pero no sólo son las ideas sino también los medios que utilizamos que a veces crean una desconexión cultural. Hace poco estaba hablando con un recién convertido de cuáles fueron sus primeras impresiones de la iglesia a la que asistía y en la que se convirtió. Me dijo que cuando él entró por primera vez en el culto de alabaza pensó, “Ah, no sabía que a los evangélicos les gustaba la música country .” Estrictamente hablando la música de alabanza no es country , pero mi amigo no tenía una referencia cultural para calificar la música que oyó en la alabanza porque no existía dentro de su cultura. Éste es un sencillo ejemplo de lo que nos ocurre por estar tan encerrados en nuestro pequeño mundo.
Por otro lado, el o la artista está continuamente mirando hacia afuera para descubrir nuevas formas más creativas. Su afán es innovar y cambiar. De esa forma captan a su público.
EN CONCLUSIÓN
Tristemente he visto repetida muchas veces la misma historia que yo viví a los 13 años. Lo he visto ocurrir más con jóvenes que con mayores. Pero le ha pasado a gente de todas las edades.
El final acaba siendo el rechazo de ideas nuevas, el rechazo de formas nuevas, la intención de reducir al arte a un utensilio, a “cristianizar” el arte o a explicar algo hasta que pierde la intriga. Me gustaría ver una iglesia en España culturalmente contextualizada que pueda aceptar a los artistas y crecer con ellos. Seguiré luchando por ello y por ellos.