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El Instituto de Estudios sobre Oriente Medio (Institute of Middle East Studies – IMES) es un departamento del Seminario Teológico Bautista Árabe (Arab Baptist Theological Seminary – ABTS), que se encuentra en Beirut, Líbano. El mandato de IMES es “producir una transformación positiva en el pensamiento y la práctica entre cristianos y musulmanes en Oriente Medio y más allá”.

El propósito de la Consulta sobre Oriente Medio (Middle East Consultation – MEC) de IMES, realizada anualmente, es equipar a los participantes para que participen y respondan proféticamente y al modo de Cristo a los muchos desafíos que enfrentan los cristianos y los musulmanes en Oriente Medio y África del Norte (Middle East and North Africa – MENA) y más allá. Las últimas consultas han explorado los desafíos y las oportunidades para el discipulado en la región (MEC 2014) y la compleja cuestión de la identidad de los nuevos seguidores de Cristo (MEC 2015):

  • Uno de los importantes desafíos para el discipulado que se identificó en 2014 fue el de la eclesiología, especialmente en lo relacionado con las comunidades de discípulos de Jesús que provienen de múltiples trasfondos religiosos.
  • Esta perspectiva, junto con la realidad actual de la crisis de refugiados, fue la base de nuestro pensamiento con relación al desarrollo del tema para MEC 2016.

MEC 2016

El propósito de MEC 2016 fue explorar las implicaciones de largo plazo de la importante cantidad de refugiados de múltiples trasfondos religiosos que actualmente tienen comunión habitual con otros miembros del cuerpo de Cristo. Al hacer esto, MEC 2016 buscó alentar prácticas saludables entre y dentro de las diferentes expresiones de la iglesia local en MENA, Europa y más allá.

MEC 2016 buscó crear un espacio para reflexionar sobre los desafíos y las oportunidades que enfrenta la iglesia de MENA en el presente y en los años por delante, producto de los actuales cambios demográficos. Además, fue una oportunidad para que líderes de la iglesia y de ministerios dieran un paso atrás y reflexionaran no solo sobre lo que Dios ha estado haciendo en y a través de la iglesia en tiempos recientes, sino que visualizaran la iglesia del futuro dentro y más allá de la región de MENA.

La crisis de refugiados 

Solo los efectos colaterales de la guerra en Siria han causado la mayor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial:[1]

  • Hay, actualmente, 4.839.350 refugiados sirios registrados en Líbano, Jordania, Iraq y Turquía.
  • Hay una cantidad innumerable de otros refugiados que no están registrados en estos países o están emprendiendo viajes arriesgados para intentar encontrar seguridad en Europa o en otros lugares.
  • Líbano alberga actualmente no menos de 2 millones de personas que huyen de la guerra en los países vecinos de Siria e Iraq. La población de Líbano de 4,5 millones de personas previa al conflicto ya incluía a más de 12% de refugiados palestinos.

Muchos han sido reubicados también en otros países alrededor del mundo. La mitad de la población de 23 millones de personas preguerra de Siria ha muerto, ha sido desplazada internamente, ha sido convertida en refugiados o buscadores de asilo o está en necesidad desesperada de ayuda humanitaria.[2]

Sin embargo, ésta es solo una de las fuentes de la crisis de refugiados mundial. La cantidad de personas que huyen de guerras, conflictos armados, amenazas de genocidio o de alguna forma de persecución u otra no tienen precedentes. Según figuras de la ONU, 65,3 millones de personas fueron desplazadas en 2015. ¡Una de cada 113 personas en el mundo hoy es una refugiada![3]

Los refugiados y la iglesia

Los refugiados, independientemente de su trasfondo religioso, están llegando a las puertas de iglesias en Siria, en Líbano, en toda Europa y en todo el mundo, a menudo en cantidades importantes. En muchos casos, han escuchado historias acerca de la acogida que otros han recibido de cristianos. Otros simplemente no saben adónde más ir. En muchos casos han encontrado una comunidad acogedora, dispuesta a ayudar, aunque incierta sobre cómo hacerlo.

IMES proporcionó un contexto único para reflexionar sobre algunos de los desafíos y oportunidades que enfrenta la iglesia local, regional y mundial. Durante la consulta escuchamos voces de todo MENA, Europa, Norteamérica y más allá, que describían cómo la iglesia ha estado proveyendo apoyo material y no material (social, emocional y espiritual) a sus nuevos vecinos, considerados como extraños o aun enemigos a ser temidos por muchos. Como resultado, muchas iglesias están creciendo significativamente, no solo en números sino también en su comprensión de la misión holística o integral.

Testimonio práctico y verbal

Durante la consulta, hubo diversas visiones sobre la relación entre el testimonio verbal y práctico de la iglesia. Reconociendo que ambos son importantes, la tensión surgió acerca de cuál debería tener la prioridad, si hubiera que elegir. Una visión frecuente era que el evangelio requiere tanto el cuidado y apoyo tangibles para los débiles, marginados, oprimidos y refugiados, como una clara proclamación de Cristo.

Algunas iglesias están suministrando apoyo material en forma de alimento, frazadas, provisiones médicas, etc. Otras están proveyendo educación, servicios de defensoría, mentoreo, estudios bíblicos y un lugar para que sus nuevos vecinos se reúnan en una comunidad acogedora. Muchas iglesias buscan hacer ambas cosas, descubriendo cómo la fe puede ser implementada de nuevas formas. Sin embargo, algunos sostuvieron la visión de que la ayuda material debería ser mantenida completamente diferenciada de todo sentido de apoyo espiritual.

Hubo un amplio reconocimiento de que, cuando la iglesia provee apoyo material con integridad, dentro del contexto de una relación sin ninguna condicionalidad (ej: asistencia a la iglesia o estudio bíblico, o la conversión), esto en sí mismo representa una poderosa encarnación del testimonio de la iglesia. La iglesia sostiene la dignidad humana o la imago Dei cuando suple las necesidades materiales y no materiales de la totalidad de la persona.

Transformación y desafíos

En medio de una gran crisis humanitaria, hemos escuchado y visto que Dios está muy presente, ¡y en movimiento! Como resultado, hay iglesias que están siendo transformadas y e inspiradas con una nueva vida al descubrir una visión renovada de quiénes son llamadas a ser. También se están formando colaboraciones mundiales entre iglesias para apoyar la creciente necesidad.

Quedan importantes desafíos. Para muchos dentro y más allá de MENA, los altos niveles de temor siguen siendo una barrera para cualquier forma de integración social o comunitaria. En entornos de inestabilidad económica y política, la cantidad adicional de personas en necesidad desesperada de provisión material agrega una presión enorme a contextos que ya son frágiles. Esto se exacerba aún más por el temor del terrorismo que está aumentando en todo el mundo.

La aceptación o falta de aceptación de comunidades de refugiados se ha politizado mucho, lo que ha producido condiciones rápidamente cambiantes en el terreno. Ésta es un área en la que la iglesia debe hablar proféticamente —como contadores de la verdad—, dispuestos a contrarrestar la retórica deshumanizadora y violenta en lo que puede ser denominado un paisaje mediático y político posverdad.

Hospitalidad y shalom

Teniendo en cuenta estas nuevas realidades, hay preguntas que deben hacerse no solo acerca de lo que la iglesia hace en tales circunstancias, sino sobre quién y qué es la iglesia, y cómo la iglesia se expresa dentro de diferentes contextos.

Un tema recurrente que surgió fue que la hospitalidad es un rasgo central de lo que constituye la iglesia. Un orador, basándose en su lectura de Hechos 2:42-47, definió a la iglesia como una “comunidad enviada para encarnar la hospitalidad de Dios”:

  • La iglesia es misional en cuanto es enviada por Dios.
  • Es encarnacional al encarnar el reino de Dios dentro de su localidad.
  • Es hospitalaria al abrirse al “otro”, afirmando tanto su propia identidad como la del “otro”, mientras comparte el evangelio, dentro de dicha comunidad tan hospitalaria y como resultado de esa comunidad.

El tema de la paz, o el shalom bíblico, también fue recurrente. Cuando la iglesia realmente es iglesia, es una comunidad acogedora, en la que el shalom —sanidad, restauración, reconciliación, bienestar, pertenencia, comunidad, salud, salvación— puede ser vivido para todos. También se convierte en un testimonio vivo dentro del mundo que la rodea.

También se reconoció que el shalom se puede encontrar en lugares inesperados, y que muchas personas en las fronteras físicas y metafóricas de las sociedades están buscando paz. Cruzamos fronteras para encontrarnos con el “otro”, y el otro cruza fronteras para encontrarse con “su otro”. Y es precisamente dentro de estos espacios liminares que frecuentemente cada uno es interrumpido y perturbado. En estos espacios a veces es posible ver el rostro de Cristo en los que aparecen inicialmente como tan diferentes. Se requiere una presencia pacífica allí, mientras las personas practican cuidadosamente cómo escucharse y vivir uno al lado del otro.

Preguntas eclesiológicas

Hubo dos importantes preguntas eclesiológicas que fueron centrales para mucho de lo que se discutió. Estos surgieron de la experiencia de muchas iglesias en el contexto de MENA que han respondido con hospitalidad a sus nuevos vecinos:

  • Desde una perspectiva teológica, bíblica y sociológica, ¿en qué medida los refugiados de trasfondos con múltiples creencias necesitan ser integrados a la iglesia previamente establecida?
  • ¿Cómo podría una expresión bíblica de la iglesia —constituida por discípulos de Jesús de trasfondos de múltiples creencias— ser fomentada, de modo que florezca dentro de contextos donde la iglesia no ha existido en la historia reciente?

Un diverso rango de perspectivas fue compartido por aquellos involucrados directamente en el ministerio con y para las comunidades de refugiados:

  • Por un lado, el deseo de unidad en el cuerpo de Cristo fue subrayado como un rasgo definidor de una iglesia saludable.
  • Por otro lado, el deseo de la comunidad anfitriona de acoger al nuevo vecino no debe ser visto como un medio de minar la identidad social, cultural y religiosa existente del recién llegado.
  • Buscar encuadrar con “nuestros marcos eclesiológicos conocidos” lo que Dios podría estar haciendo con y a través de las expresiones emergentes de la iglesia también fue subrayado como problemático.

La consulta reflexionó sobre la afirmación de Rosebeth Moss-Kanter relacionada con la forma en que nos involucramos con los miembros de la comunidad de refugiados: “Cuando hacemos el cambio en las personas, lo experimentan como violencia; cuando las personas hacen el cambio ellas mismas, lo experimentan como liberación”.[4]

La relación anfitrión-nuevo vecino 

La naturaleza de la relación entre la comunidad anfitriona —los que están en una posición de privilegio y poder relativos— y sus nuevos vecinos fue otra parte central de las discusiones. Además, los riesgos asociados con una mentalidad de “proyecto” o “ministerio” recibieron un claro enfoque, ya que nuevos amigos que han huido de la guerra en Siria compartieron francamente sus experiencias, tanto dentro de la zona de conflicto como una vez que habían sido rotulados como “refugiados”. En ocasiones, ciertas prácticas, lenguaje, actitudes y creencias (como la idea de que Dios está usando la guerra en Siria para hacer crecer la iglesia local y alcanzar a personas para Cristo) fueron sumamente dolorosos y ofensivos.

El uso del término “refugiado” mismo también fue difícil. El hecho mismo de que las personas hayan experimentado un desplazamiento forzado y hayan recibido la “condición de refugiadas” se convirtió en una fuente adicional de su dolor. Como tales, ser rotulados continuamente como refugiadas reduce la humanidad de las personas a una identidad única, incompleta y dolorosa. Las comunidades anfitrionas pueden ir más allá de esto cuando reconocen la humanidad de las personas y las comunidades, escuchan sus historias, preguntan acerca de la vida que tenían antes del conflicto y sus esperanzas y sueños, y comparten sus vidas juntos. Centrarse exclusivamente en los problemas que enfrentan los recién llegados, en vez de focalizarse en las capacidades que poseen, continúa un ciclo negativo de dolor y desesperanza.

Quedó claro que cualquier respuesta o compromiso relacionados con personas que huyen de tales horrores —ya sea en relación al apoyo material o no material— deberían estar basados en relaciones de dar y recibir mutuos. Lila Watson y el grupo de activistas aborígenes en Queensland lo describen correctamente:

Si has venido para ayudarme, estás perdiendo el tiempo. Pero si has venido porque tu liberación está atada a la mía, entonces caminemos juntos.[5]

Implicaciones para la iglesia mundial

La realidad es que las condiciones que causan niveles tan altos de movimientos de personas, forzadas o no, no muestran ningún indicio de amainar. Esto será un problema para gobiernos, comunidades y la iglesia para el futuro previsible. Sin embargo, cuando los medios transmiten mensajes alarmistas acerca de “ser desbordados por migrantes”, y cuando la presión de los gobiernos para ajustar los controles migratorios crece, ¿qué papel debe jugar la iglesia?

Respuestas sugeridas 

Una amplia variedad de sugerencias surgió durante la semana acerca de cómo las iglesias deberían estar respondiendo a sus nuevos vecinos:

  • Se está volviendo cada vez más importante que la iglesia busque derribar las fronteras y los muros entre diferentes grupos y culturas que tienen el potencial de generar enemistad. Incluyen la etnicidad, nacionalidad, religión, edad y afiliación política.
  • La iglesia debería estar encarnando la hospitalidad de Dios. La hospitalidad involucra una acogida genuina del extranjero, incluyendo la ayuda para encontrar una casa y empoderarlo para tomar sus propias decisiones.
  • Cuando la iglesia practica la hospitalidad, permite nuevas expresiones de la iglesia. Si bien esto puede ser incómodo para algunos, debería existir la libertad para explorar estas expresiones con actitudes de gracia, amor y esperanza.
  • La iglesia debería tratar de abordar el temor generalizado al islam. Desarrollar amistades con miembros de las comunidades musulmanes locales y explorar formas en las que nuestras confesiones atraen a los seguidores hacia el amor a Dios y al prójimo es un punto de partida positivo.
  • La iglesia debería buscar ir más allá de simplemente suplir las necesidades inmediatas de sus nuevos vecinos, y encontrar formas de abordar las causas fundamentales del conflicto y la injusticia que han producido una migración tan masiva.
  • La iglesia debería estar trabajando con refugiados, no para refugiados. Esto solo será posible cuando el amor incondicional se demuestre a través de la escucha auténtica de sus historias, entre otras cosas.
  • En contextos polarizados y politizados, la iglesia debería ser una voz profética, guiada por el Espíritu Santo y no por los medios o la idea política del momento. Como resultado, la iglesia debería ser proactiva más que reactiva.
  • La iglesia necesita una teología que valorice la dignidad humana para todos, y no solo para los que pertenecen a ciertos grupos. Esta teología debería impulsar todas sus acciones al responder a las necesidades de los marginados.
  • Hay temas complejos de derechos humanos en cualquier situación que involucra a refugiados. Incluyen la condición de apátridas, los derechos y libertades religiosos (incluyendo la inscripción religiosa) y el matrimonio entre diferentes confesiones. Las iglesias deben estar abiertas a ser guiadas a abogar por los derechos humanos de los que están dentro y más allá de su propia tradición de fe.
  • La iglesia debe ser la iglesia, y no simplemente un ONG más. La presencia encarnacional de una comunidad liderada por el Espíritu tiene el potencial de proveer apoyo espiritual, emocional y relacional, además de asistencia material. Como sugiere Craig Greenfield, “Jesús nos mostró en su vida y ministerio que la sanidad y la transformación fluyen de la relación, no de la provisión del servicio”.[6]
  • Las iglesias de MENA siguen enfrentando importantes desafíos debido a la migración forzada, la guerra, el terrorismo y la persecución. Enfrentan elecciones muy difíciles a diario acerca de cómo responder de la mejor forma a muchos de estos desafíos. Necesitan una comunión amorosa con la iglesia mundial, en pie de igualdad.

La Consulta sobre Oriente Medio de 2017 se realizará en Arab Baptist Theological Seminary, Beirut, Líbano, del 19 al 23 de junio. El tema de la consulta probablemente se centre en “una teología de la persecución”. Se publicará más información en el blog de IMES: IMESLebanon.wordpress.com.

Notas finales

  1. Nota del editor: Ver el artículo titulado “La crisis en Siria: Cómo están respondiendo las iglesias y cómo Dios está actuando”, de un pastor sirio, en el número de enero 2016 del Análisis Mundial de Lausana.
  2. Nota del editor: Ver el artículo titulado “La emigración de cristianos desde Oriente Medio”, de Gina A Zurlo, en el número de julio 2014 del Análisis Mundial de Lausana.
  3. Edwards, Adrian. ‘Global Forced Displacement Hits Record High’. UNHCR News. 20 June 2016. http://www.unhcr.org/news/latest/2016/6/5763b65a4/global-forced-displacement-hits-record-high.html. Accessed 1 July 2016.
  4. ‘Sustainable Community Development: From What’s Wrong to What’s Strong’. TEDxExeter. 18:07. 16 May 2016. https://youtu.be/a5xR4QB1ADw.
  5. Cited in: Greenfield, Craig. Subversive Jesus: An Adventure in Justice, Mercy, and Faithfulness in a Broken World. Grand Rapids: Zondervan, 2016. 119.
  6. Greenfield, Craig. Subversive Jesus: An Adventure in Justice, Mercy, and Faithfulness in a Broken World. Grand Rapids: Zondervan, 2016. 123.

Arthur Brown es Director Asociado de Iniciativas Juveniles y Coordinador de la Consulta sobre el Oriente Medio de Institute of Middle East Studies (IMES) en Arab Baptist Theological Seminary (ABTS), en Beirut, Líbano. Arthur tiene una Maestría en Ministerio Juvenil y Educación Teológica (Kings College, London) y un Doctorado en Ministerio (Teología) de University of Chester, Reino Unido.