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El propósito de Dios en el liderazgo intergeneracional

Por qué la iglesia mundial necesita amistades intergeneracionales

Micaela Braithwaite 05 Jul 2023

En la reciente Conversación de Generaciones de Lausana (LGC23), me sentí renovada y profundamente animada, además de desafiada, por el enfoque del encuentro que rápidamente se hizo evidente para mí: que el propósito misional de Dios está trabajando en cada generación, en particular a través del liderazgo intergeneracional. La forma en que encaramos la misión se enriquece cuando podemos apreciar lo que las diferentes generaciones tienen que ofrecer, incluida la mía. Pero cuando recién llegué a la LGC23, tenía mis dudas.

Del 31 de mayo al 3 de junio de 2023, casi 100 líderes de 41 países que representaban a cinco generaciones (de 18 a 81 años) se reunieron en Biola University, en La Mirada, California, para la LGC23. Junto con los llamados de escucha mundial, los llamados de grupos de enfoque y los encuentros regionales que conforman el viaje de Lausana 4, la LGC23 ayudó a informar nuestra escucha activa en preparación del congreso Seúl 2024 y más allá.

Llegué a la LGC23 como participante, y confieso que al principio pensé que no tenía mucho que ofrecer. Soy joven —todavía no he cumplido 30 años— y no tengo un ministerio lo suficientemente grande como para llamar la atención internacionalmente. No tengo décadas de experiencia a mis espaldas ni un doctorado en misiones. ¿Qué experiencia, sabiduría o consejo podría compartir, honestamente?

Una receta para el estímulo mutuo

En el relato del evangelio de la alimentación de los 5.000, un muchacho ofrece lo que tiene: cinco panecillos y dos pececillos. No eran gran cosa a ojos humanos, pero bastaron para que Jesús los multiplicara y miles de vidas fueran tocadas por el Pan de Vida. El paso de obediencia de este muchacho llevó a adorar a otras personas mayores y más sabias que él.

Cuando Jesús nos llama a servir a su iglesia mundial, no nos exige un currículum impresionante. Todo lo que pide es que llevemos humildemente lo que tenemos y que lo compartamos con los demás

Cuando Jesús nos llama a servir a su iglesia mundial, no nos exige un currículum impresionante. Todo lo que pide es que llevemos humildemente lo que tenemos y que lo compartamos con los demás. Esta es la receta para el estímulo mutuo.

Esta postura se puso de relieve en repetidas ocasiones a lo largo de la LGC23, ya fuera formalmente en momentos de discusión y participación o simplemente entablando amistades intergeneracionales durante el almuerzo o durante largos paseos entre las sedes. Para mí, como líder joven, este tiempo sentado a los pies de la riqueza de sabiduría, experiencia y aliento que ofrecen líderes mayores fue de un valor incalculable.

Del mismo modo, creo que mi perspectiva más joven y fresca, mi entusiasmo y mi apertura al aprendizaje contribuyeron a nuestro estímulo mutuo. Como observó uno de los líderes mayores que conocí: “Es en la diversidad —entre edades y culturas— donde puede lograrse y demostrarse la auténtica unidad, reflejando de ese modo al Dios al que servimos».

LGC23 participants pose at Biola University in La Mirada, California.

Participantes de la LGC23 posan en Biola University en La Mirada, California.

Cada participante de la LCG23 fue seleccionado estratégicamente de entre toda la iglesia mundial para representar a cinco generaciones vivas y diversos intereses misionales. Asignados a grupos de mesa, participamos en el compromiso con las escrituras a través del libro de los Hechos y luchamos con preguntas de discusión, actividades de resolución de problemas y estudios de casos, mientras dábamos regularmente retroalimentación al grupo mayor. 

Este enfoque resultó muy atractivo y eficaz para lograr una amplia participación de todos los grupos y edades. Fue maravillosamente refrescante escuchar los puntos de vista de líderes jóvenes y en crecimiento, complementados por los de líderes más veteranos y experimentados, unidos por la visión común de ver cumplida la Gran Comisión. Parecía que empezábamos a realmente oír las voces de la iglesia mundial al unísono.

The LGC23 programme planning team

El equipo de planificación de la LGC23: Ramez Atallah, Khara Collymore, Allen Yeh, Lindsay Olesberg y Sam Couper.

La esencia del liderazgo intergeneracional se reflejó también en el propio equipo del programa de la LGC23. El equipo abarcaba cinco generaciones, desde el miembro más joven, Sam Couper, representante de la Generación Z, que nunca había asistido a un encuentro de Lausana, hasta el miembro más veterano, Ramez Atallah, que estuvo presente en el primer encuentro de Lausana en 1974. Otros miembros del equipo del programa fueron Khara Collymore, miembro de la Junta de Lausana, en representación de la Generación Y (también conocida como millennials), el autor y profesor Allen Yeh, en representación de la Generación X, y Lindsay Olesberg, presidenta de escrituras y oración de la GLJ. La reciprocidad mostrada y facilitada por el equipo del programa es uno de los pilares de una colaboración intergeneracional eficaz.

Amistad y reciprocidad: pilares de la colaboración intergeneracional

La mejor forma de fomentar la colaboración intergeneracional es a través de amistades intergeneracionales y reciprocidad. Estos son dos de los pilares que la LGC23 presentó a través de la Pirámide de Liderazgo Intergeneracional, construida sobre el fundamento de la visión bíblica y el llamado misional.

La amistad intergeneracional va más allá del mentoreo. Mientras que el mentoreo generalmente adopta un enfoque descendente con el objetivo de desarrollar al compañero más joven, el verdadero liderazgo intergeneracional hace hincapié en las amistades misionales, que son codo con codo, mirando hacia el exterior mediante la participación en intereses comunes hacia un objetivo común.

La Pirámide de Liderazgo Intergeneracional presentada en la LGC23

Este tipo de amistad es mutuamente beneficiosa. Cuando ambas partes fomentan intencionadamente la confianza, la humildad, el respeto, la empatía y la reconciliación, el puente relacional puede llegar a ser lo suficientemente fuerte como para sostener conversaciones difíciles en lugar de fomentar un empoderamiento superficial. Esto puede conducir a auténticas colaboraciones intergeneracionales para la misión mundial, porque la misión se beneficia de lo que cada uno tiene que ofrecer.

Al fin y al cabo, fue la amistad de Billy Graham y John Stott la que suscitó la idea del Primer Congreso Internacional de Evangelización Mundial en 1974. Podemos reflexionar sobre lo importante que fue su amistad para la identidad colaborativa pero catalizadora que Lausana sigue encarnando hasta el día de hoy. Así como «el hierro se afila con el hierro», nuestras amistades, especialmente con aquellos que son diferentes a nosotros generacionalmente, culturalmente o de otro modo, afilan nuestro enfoque y nos permiten ser lo suficientemente indulgentes como para ver a través de otro punto de vista.

Durante un tiempo de reflexión en grupos de mesa, compartí algo, sin saber que animaría a un líder mayor que comentó que poner en práctica mi sugerencia fortalecería su enfoque en el ministerio con jóvenes. Aprendí que, mediante la escucha activa, las distintas generaciones pueden apreciar lo que cada una tiene que ofrecer.

Sabemos que la colaboración tiene como objetivo reducir la duplicación, y por esta razón los líderes jóvenes necesitamos aprender de la experiencia de líderes veteranos que han resuelto problemas y sorteado retos con los que aún no nos hemos encontrado. De manera similar, vivimos en un mundo que cambia rápidamente, y algunos de los problemas de hoy y los retos de mañana probablemente sean mejor abordados por quienes están más cerca de ellos: las generaciones jóvenes. Esto requiere un nivel de humildad que debe ser fomentado en todas las generaciones.

Escuchar es una forma de demostrar esta humildad. Hubo momentos en nuestro grupo de mesa en los que el miembro de más edad del grupo se contuvo y escuchó. Aunque tenía más experiencia en el ministerio que toda mi vida, estaba dispuesta a escuchar los pensamientos y las ideas de los líderes jóvenes. Cuando hablaba, lo hacía con sabiduría, pero invitaba a los demás a participar en la conversación, lo que demostraba que no había dejado de aprender. Esta curiosidad requiere más intencionalidad y paciencia de la que a menudo estamos dispuestos a dar.

La colaboración exige transigencia e invita a una tensión entre el producto deseado y el proceso deseado.

La colaboración exige transigencia e invita a una tensión entre el producto deseado y el proceso deseado. Durante el programa, realizamos una serie de actividades que apuntaban a esta observación. Aunque la vía de la colaboración no suele ser la más eficaz, los líderes deben estar abiertos a aceptar que a veces el desarrollo que se produce en el proceso es más importante que el resultado.

Conocer los dones que cada miembro aporta al equipo y sacarlas a relucir para utilizarlas y desarrollarlas ayuda en el proceso de colaboración. Cuando anteponemos el producto al proceso, podemos perdernos la plena expresión de los dones invertidos en el equipo, y el resultado final puede no ser tan rico como su pleno potencial. En esencia, acercarse al equipo con la actitud de «¿Cómo puedo servirlos mejor?», en lugar de una actitud de «¡Sírvanme!» da como resultado un proceso mucho mejor.

De una generación a otra

En el discurso de apertura, Nana Yaw Offei Awuku, Director Adjunto Mundial para Generaciones de Lausana, compartió algunas ideas sobre el tema de las generaciones en las escrituras. Concluyó con una observación de Mateo 28:18-20, un pasaje que conocemos bien como la Gran Comisión. Nana destacó el hecho de que la Gran Comisión tiene un elemento temporal que a menudo se pasa por alto. Jesús no solo ordenó a sus discípulos que hicieran discípulos de todas las naciones, sino que su presencia fortalecedora estaría con ellos «hasta el fin del mundo», es decir, hasta todas las generaciones.

Una y otra vez, Dios promete extender sus propósitos a y mediante cada generación. Esto significa que cada generación tiene un papel que desempeñar en el cumplimiento de la Gran Comisión. Las generaciones jóvenes tienen tanta responsabilidad de participar como las mayores, y no deberíamos esperar a haber alcanzado un cierto hito para empezar a explorar nuestros dones e invertir en la iglesia.

no deberíamos esperar a haber alcanzado un cierto hito para empezar a explorar nuestros dones e invertir en la iglesia.

Del mismo modo, los líderes experimentados pueden bendecir a los líderes emergentes animándolos, empoderándolos y abriéndoles puertas. Las palabras de aliento de un líder mayor fueron para mí como pepitas de oro. En los cinco minutos que tuve con ellos, me sentí tan vista, reconocida y amada por Dios. Ojalá hubiera tenido más tiempo para empaparme de su sabiduría y de su humilde manera de compartir la riqueza de su experiencia. Es mi esperanza y oración haber podido ser un estímulo mutuo para ellos, de modo que juntos podamos fortalecernos en la prosecución de la misión de Dios.

Salmos 145:4 dice: “Cada generación celebrará tus obras y proclamará tus proezas”.

Terminamos nuestro tiempo en la LGC23 loando y declarando juntos las maravillas de Dios en adoración. Todas las frustraciones, tensiones o preguntas sin respuesta se desvanecieron al unificarnos en el terreno llano ante la cruz. Mientras adorábamos juntos en nuestras lenguas maternas y comulgábamos juntos, sentí una fuerte sensación de unidad en medio de la diversidad que, sin duda, solo Cristo puede aportar. En este mundo fragmentado, el cuerpo de Cristo a través de todas las generaciones se necesita mutuamente más que nunca, y estoy deseando ver cómo el fruto de la LGC informará nuestros esfuerzos de colaboración.