En la historia de la República Popular China, el presidente Xi Jinping es el primer líder supremo en dar importancia a la religión en palabras y hechos. En un discurso significativo en 2016, Xi pidió la “sinización de la religión”. Señaló que, dado el crecimiento de la religión entre el pueblo chino, el Partido Comunista de China (PCCh) debe “guiar la adaptación de las religiones a la sociedad socialista”. En su sentido académico, la “sinización de la religión” se refiere a la indigenización de la creencia, la práctica y el ritual religiosos en la cultura y la sociedad chinas. Para Xi, sin embargo, la “sinización” es profundamente política. Requiere que los líderes y las instituciones religiosos abracen de manera demostrable el socialismo de estado y el liderazgo del PCCh.
Ideológica, legal y burocrática, la “sinización” de Xi forma parte de una campaña generalizada de reeducación y remodelación ideológica que recuerda las campañas de los años 50 y 60 para anclar firmemente la identidad nacional china dentro de la ideología y el gobierno del PCCh. Entre los grupos religiosos donde la primacía de esa identidad es resistida, la “sinización” incluso ha significado el encarcelamiento de un gran número de musulmanes uigures, kazajos y hui, así como líderes cristianos intransigentes. En consecuencia, la “sinización” no es un simple eslogan, sino una política religiosa para imponer tres prioridades clave del PCCh:
racionalizar la burocracia para una supervisión y control eficientes de todas las esferas e instituciones ajenas al Partido;
revivir la influencia de la ideología del Partido sobre todos los aspectos de la vida en China; y
eliminar cualquier “contradicción” que pueda desafiar la ideología y el gobierno del Partido.
Control del Partido
En marzo de 2018, la Asamblea Popular Nacional de China y la Conferencia Consultativa Política del Pueblo Chino (CCPPC) establecieron la estructura ideológica, legal y burocrática necesaria para imponer la «sinización» de la religión. Redujo la plétora de departamentos oficiales que se habían multiplicado con el crecimiento de seguidores religiosos e iglesias, mezquitas y templos afiliados. Para los protestantes, el Consejo Cristiano de China (CCC), el Movimiento Patriótico de las Tres Autonomías (MPTA), la Oficina de Asuntos Religiosos (OAR) y la Administración Estatal para Asuntos Religiosos (AEAR) han visto transferidos sus poderes de supervisión al Departamento de Trabajo del Frente Unido (DTFU) del Partido.
Esto ha limpiado de manera efectiva la burocracia diversa y superpuesta que había difundido y disminuido la capacidad del estado para controlar el crecimiento y la influencia cristiana. Bajo la nueva política religiosa, las viejas burocracias siguen vivas, pero ahora solo de nombre, ya que sus poderes sobre las iglesias y sus líderes están ahora firmemente en las manos del DTFU.
Con el control de todas las instituciones no partidarias bajo el DTFU, el estado ahora tiene una vía directa para imponer rápidamente las políticas y el control, o incluso terminar cualquier relación con personas y organizaciones del extranjero que considere una amenaza para la ideología oficial, la seguridad o el control estatal. Esto ha permitido al DTFU imponer la supervisión religiosa a nivel local y así cortar las conexiones nacionales e internacionales que habían sido fomentadas a través de los auspicios del MPTA y el CCC. De este modo, las iglesias registradas queden controladas localmente o, en el mejor de los casos, regionalmente, con poco acceso a las redes cristianas internacionales. Por lo tanto, aun cuando el DTFU imponga ahora la política religiosa nacional, su control se impondrá directamente en lugares específicos.
Entonces, ¿por qué ahora?
Detrás del impulso de Xi por “sinizar” la religión, se encuentra la “contradicción” más grande para el PCCh en el florecimiento de la sociedad civil. Después de la Liberación, el PCCh necesitaba la ayuda de las clases medias urbanas instruidas, pero no confiaba en su lealtad. Las brutales campañas ideológicas fueron eficaces, pero erosionaron cada vez más la economía china hasta que, en 1978, Deng Xiao Ping dio rienda suelta a la burguesía, los capitalistas e intelectuales no partidarios que habían sobrevivido a la “reforma del pensamiento” de Mao para revivir la economía.
Esto requería que el DTFU acomodara a una burguesía cada vez más independiente. Desde entonces, legiones de empresarios, académicos, grupos religiosos, chinos que estudian en el extranjero, abogados y otros han formado asociaciones y han adoptado nuevos sistemas de creencias que consideran a la ideología del PCCh como irremediablemente trillada. Con la entrada a raudales en China de corporaciones chinas multinacionales y de ultramar, muchos chinos ahora tienen jefes extranjeros y pueden ignorar los apparátchik del Partido. Se mueven libremente tanto dentro como fuera de China por negocios, lejos de la supervisión y el control del gobierno.
El resultado ha sido el surgimiento de comunidades intelectuales, religiosas, empresariales, literarias y artísticas que solo asienten a regañadientes a la ideología del Partido. Esto ha demostrado ser una bendición y una maldición para las fortunas del PCCh. La fuerte economía amortigua el disenso, pero el auge de la sociedad civil disminuye e incluso cuestiona la influencia ideológica del PCCh.
Viejas soluciones a nuevos problemas
Mao temía la infiltración de “fuerzas extranjeras hostiles” ocultas dentro de las asociaciones no partidarias y especialmente las iglesias. El trabajo del DTFU era identificar a los “enemigos”, eliminarlos y, al hacerlo, presionar a los líderes religiosos para que se sometieran al decreto del PCCh y adoptaran la ideología del Partido. Con la reciente ascensión del DTFU y el sello personal de Xi sobre la «sinización», ahora parece que el período de acomodación de Deng ha llegado a su fin. De hecho, estos cambios demuestran la convicción de Xi de que, para que el gobierno del Partido sobreviva, debe instigar una renovación ideológica radical.
Xi y el Partido ven la implosión de la Unión Soviética como el resultado de la incapacidad soviética de usar las palancas del gobierno para defender el marxismo y el leninismo y subyugar a sus rivales ideológicos, muchos de los cuales yacían ocultos en vestimentas religiosas. Por lo tanto, para el PCCh, el auge de la religión, especialmente el cristianismo y el islam, representa una amenaza existencial para su salud política, y la “sinización” es el remedio necesario.
La seriedad de esta movida de Xi para controlar la religión y la sociedad civil no debe subestimarse. Su impacto ya está siendo percibido por empresas extranjeras, intelectuales, artistas, líderes religiosos y sus instituciones, tanto dentro como fuera de China.[1] Al igual que las purgas y el encarcelamiento de presuntos enemigos políticos en la década del 50, la ‘sinización’ es ahora la ideología y la política que impulsa el encarcelamiento masivo de hasta dos millones de musulmanes uigures, hui y kazajos en los campos de reeducación de Sinkiang, así como los detención y reeducación de pastores cristianos chinos. Además, la restauración del DTFU original es un intento de restaurar la influencia ideológica del PCCh a través de la “reforma del pensamiento” y la sofocación de la influencia religiosa internacional.
Sinización, iglesias chinas y misión
Por lo tanto, como ideología y política, la “sinización” está detrás de las recientes incursiones en iglesias no registradas, el arresto y encarcelamiento de sus pastores, y la destrucción de iglesias y cruces en intervenciones calculadas para recordar a los cristianos que el PCCh no tolerará rivales ideológicos.[2] La «sinización» se encuentra en el centro de la presión sobre las iglesias registradas para que expresen abiertamente su lealtad al gobierno. Los reemplazos de cuadros de Jesús con retratos de un benevolente “Tío Xi” en las iglesias son una señal de que el culto del Estado y el Partido está ahora en orden. El llamado a nuevas traducciones de la Biblia y la eliminación o revisión de versículos que desafían la hegemonía última del estado ponen de relieve hasta dónde llegará el Partido para llamar al orden al floreciente movimiento cristiano en China.
¿Funcionará?
La «sinización», como una parte de un amplio intento del PCCh de frenar el crecimiento y la influencia de la sociedad civil, conlleva enormes riesgos para Xi y el Partido. China hoy es muy diferente del país de la década de 1950. En ese entonces, las limitaciones de los medios de comunicación impresos, una «Cortina de Bambú» impuesta que permitía que solo un puñado de funcionarios viajen fuera de China, y el abrazo exuberante del PCCh «Liberación» por parte de la población, hicieron que sofocar la disidencia e imponer la conformidad ideológica fueran relativamente sencillas.
Hoy en día, los vínculos internacionales de China, tanto públicos como privados, no solo son vastos, sino que son necesarios para el continuo crecimiento y fortaleza económica del país. Además, tratar de asimilar una burguesía diversa, tecnocrática y expansiva corre el riesgo de atenuar las mismas comunicaciones, conexiones internacionales e iniciativa empresarial necesarias para impulsar el motor económico de China. Aunque el encarcelamiento masivo de musulmanes kazajos y uigures no ha suscitado ninguna crítica seria por parte de los líderes políticos musulmanes, a medida que la Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda de Xi gana fuerza, la «sinización» del islam podría ser un obstáculo grave.
Por otro lado, la tecnología avanzada hace que sea más fácil para la Oficina de Seguridad Pública monitorear y aplastar el disenso:
El software de reconocimiento facial junto con el omnipresente monitoreo de video permite a los servicios de seguridad identificar y rastrear los movimientos de un individuo y tomar nota de las personas con las que se relaciona y en qué lugares.
La recopilación de datos biométricos, escáneres de teléfonos inteligentes, análisis de voz y sistemas de rastreo satelital para vehículos permiten la vigilancia las 24 horas del día.
La introducción de la tecnología 5G solo mejorará la capacidad de monitorear todos los aspectos de la realidad vivida, no solo en China sino en todo el mundo.
En el pasado, las iglesias no registradas habían podido desaparecer en el paisaje urbano masivo de las ciudades de China. Con la nueva tecnología, la capacidad de “esconderse” disminuirá considerablemente, y con ella la capacidad de evadir los efectos de la «sinización» en la iglesia y la misión.
No obstante, cuando se trata de suprimir el cristianismo, la tecnología es un arma de doble filo. Las iglesias de China hoy no son las iglesias campesinas de antaño. Las iglesias de China hoy en día no son las iglesias campesinas de antaño. El crecimiento exponencial en los principales centros urbanos ha atraído a miembros de iglesia jóvenes, instruidos y conocedores de la tecnología, que, hasta ahora, se han abierto camino en el mundo virtual siempre cambiante de la Internet mundial. Tanto las iglesias registradas como las no registradas están ahora conectadas internacionalmente, y ha sido difícil para el gobierno aislar a China de la comunicación a través de la web mundial.
Incluso si el gobierno fuera capaz de aventajar a las personas, corre el riesgo de que el intento mismo de controlar las conexiones y comunicaciones internacionales del país con el mundo exterior disminuya la influencia internacional, el crecimiento económico y el poder de China, que este país busca exportar en Asia y en todo el mundo. Por lo tanto, el uso de la tecnología para detener la participación tecnológica puede, a la larga, hacer que el motor que impulsa el auge económico de China se ahogue y quede rezagado con respecto a sus competidores internacionales.
De hecho, el uso de tecnología satelital alertó a organizaciones de noticias occidentales sobre el creciente archipiélago de campos de internamiento/reeducación chinos en áreas remotas de Sinkiang. Al principio, las autoridades chinas negaron la existencia de los campos, solo para argumentar más tarde que estaban siendo utilizados para controlar el terrorismo en la región.
Misiones cristianas en China
Durante los últimos 30 años, Pekín ha permitido cada vez más autonomía a las iglesias chinas, aun permitiendo que las iglesias no registradas se reúnan abiertamente, e incluso cuestionen el gobierno del PCCh. La política de Xi de «sinización» ya está obligando a las iglesias no registradas a revivir reuniones clandestinas más pequeñas para evitar el panóptico del Estado. La «sinización» parece ser aún más problemática para las iglesias cristianas oficialmente reconocidas, ya que los cristianos relativamente evangélicos de China recurren a iglesias no registradas en busca de la enseñanza cristiana ortodoxa.
Dado lo anterior, el efecto real de la «sinización» bien podría ser nutrir la misma autonomía religiosa que fue diseñada para aplastar. Además, dada la desaparición burocrática del MPTA y el CCC, cortará efectivamente el mismo compromiso chino que ha servido a la propaganda oficial de que garantiza la libertad de religión y que sus representantes internacionales son auténticos representantes del cristianismo chino. En cambio, los medios de comunicación internacionales recurrirán a informes provenientes de disidentes cristianos que continuarán sensibilizando al mundo sobre la persecución persistente de cristianos fieles en China.
Panorama
Ciertamente, el intento actual de controlar la religión en China cambiará la forma de vida de las iglesias cristianas chinas, pero es poco probable que interrumpa su continuo crecimiento e influencia. Dada su capacidad, y la de la sociedad civil, para adaptarse rápidamente, es dudoso que los intentos de asimilación del DTFU hagan más que forzar la lealtad de labios para afuera, pero no de corazón, del pueblo chino.
Notas
- Nota del editor: Ver el artículo de Joann Pittman “La nueva normalidad para el cristianismo en China”, en el número de mayo 2019 del Análisis Mundial de Lausana https://lausanne.org/es/contenido/aml/2019-05-es/la-nueva-normalidad-para-el-cristianismo-en-china
- Nota del editor: Ver el artículo de David Ro “Las señales contradictorias de China”, en el número de enero 2016 del Análisis Mundial de Lausana https://lausanne.org/es/contenido/aml/2016-01-es/las-senales-contradictorias-de-china