La terrible enfermedad de la lepra puede parecer antigua e irrelevante para nosotros hoy en día, pero todavía causa una penuria indecible a muchas personas en nuestro tiempo. Lo que he aprendido sobre la lepra es que es en realidad una enfermedad que daña el sistema nervioso del cuerpo. Como resultado el cuerpo no experimenta dolor cuando se le infligen heridas. Estas heridas incluyen rasguños, llagas abiertas, etc. Cuando la persona no es consciente de la presencia de estas heridas, las descuida y aparece la infección, produciendo finalmente graves daños al cuerpo.
Voy a sugerir en este artículo que gran parte del Cuerpo de Cristo alrededor del mundo parece estar sufriendo de lo que yo llamo “lepra spiritual”.
1 Corintios 12 nos enseña que, como seguidores de Cristo, estamos unidos como un cuerpo espiritual con Cristo Jesús como nuestra Cabeza. Se nos dice que si una parte del cuerpo sufre, cada parte sufre (1Co 12: 26).
Unos 365 millones de cristianos en todo el mundo sufren, no solo por su fe, sino también por la nuestra. ¿Cómo es posible que, para gran parte del cuerpo de Cristo, no sintamos el dolor de la persecución con nuestros hermanos y hermanas?
Puesto que sufren por nuestra fe, y somos parte del cuerpo de Cristo juntos, necesitan saber que nunca están solos. Para que eso suceda, necesitamos ser sanados de nuestra lepra espiritual. Mi oración es que este artículo pueda ser usado por el Señor, de alguna manera pequeña, hacia ese fin.
World Watch List 2024 ha sido publicada recientemente. Esta lista es producida por Open Doors International y contiene los 50 principales países del mundo donde nuestra fe resulta más difícil. Cinco áreas de persecución son evaluadas para cada país de la lista: vida privada, vida familiar, vida comunitaria, vida nacional y vida eclesiástica.
Por medio de la investigación que se realiza sobre el terreno en estos países y auditada independientemente, se asigna una puntuación de 1 a 100 a cada país. Solo hay una ocasión en los últimos 10 u 11 años en que Corea del Norte no ocupó el primer lugar. La excepción fue en 2022, cuando Afganistán era el número uno y Corea del Norte el número dos.
Testimonios e historias de la Iglesia Perseguida
Egipto
Mi primer viaje a la Iglesia Perseguida (IP) fue en, o alrededor de, 2006. Mi esposa y yo fuimos invitados a viajar con un equipo de la oficina sudafricana de Open Doors. Pasamos unos increíbles 12 días en Egipto visitando cristianos donde y cuando fue posible. Los creyentes que conocimos y los testimonios que compartieron nos han cambiado para siempre.
Considero un privilegio compartir con ustedes algunas de las historias de la Iglesia Perseguida. Un par de ellas serán de nuestra propia experiencia y una será una historia que hemos escuchado de otros que sirven a la IP.
Recuerdo haberme levantado muy temprano en nuestra primera mañana en Egipto, aunque no por elección propia. En las primeras horas, antes del amanecer, oímos la llamada islámica a la oración a todo volumen en esta antigua ciudad. Recuerdo que en esos momentos sentí una gran aprensión. Estábamos en medio de una guerra espiritual y la opresión era muy real. ¿Cómo íbamos a hacer una diferencia? ¿Qué creíamos que podíamos conseguir? Tan repentinamente como me había sentido abrumada por el mal, el engaño y la oscuridad del islam, empecé a experimentar una maravillosa sensación de paz y la presencia del Señor. Me vino a la mente un versículo de Habacuc. Porque se llenará la tierra con el conocimiento de la gloria del Señor así como las aguas cubren los mares (Hab 2:14). Este versículo se ha convertido en mi lema cuando oro por nuestros hermanos y hermanas en Cristo en la IP. Por oscura y difícil que parezca la tarea, podemos celebrar la fidelidad de Dios y nuestra victoria en Cristo. ¡Jesús reina!
Un día en este viaje, fuimos a visitar a un hombre de Dios que era un líder importante en su denominación. Cuando lo conocimos, se estaba recuperando de un horrible accidente de coche en el que había muerto uno de los ocupantes. No se trataba de un accidente normal, si es que existe tal cosa, sino de un atentado orquestado contra su vida. El motivo del ataque era que él defendía abiertamente a Cristo y capacitaba activamente a creyentes para que compartieran el evangelio con musulmanes.
Nuestro hermano en Cristo había sido gravemente herido, tanto que necesitó múltiples operaciones para reconstruir su cuerpo destrozado. Recuerdo que tuvo que someterse a una operación reconstructiva en el hombro derecho para recuperar algo de movilidad. Un miembro de nuestro grupo le preguntó si se encontraba mejor y si seguía sintiendo dolor. Sonrió y dijo que aún le dolía cuando giraba sobre el hombro lesionado por la noche. Pero luego añadió, con la misma sonrisa amable y cálida: «¿Por qué no habría de sufrir por Jesús?”.
Muchos miembros de la IP parecen compartir esta actitud y aceptan la realidad del sufrimiento por Cristo. Como dijo Pablo a Timoteo: «Así mismo serán perseguidos todos los que quieran llevar una vida piadosa en Cristo Jesús” (2Ti 3:12).
Me pregunto dónde nos sitúa esto a muchos de nosotros, en la llamada iglesia libre. Los que estamos infectados de lepra espiritual no tenemos ni idea de lo que significa sufrir por nuestro Señor Jesucristo.
Recuerdo haber escuchado una historia desgarradora acerca de una joven, creo que fue en Oriente Próximo. Se había convertido al cristianismo pero, por razones obvias, mantuvo su nueva fe oculta de sus padres musulmanes. Un día, su padre encontró su Biblia y se enfureció. Le dijo que tenía que sentarse en una estera en su habitación y no moverse. Si lo hacía, le daría una paliza tremenda. Solo le permitiría abandonar la estera si renunciaba a su fe en Cristo. Meses después, fue rescatada cuando se descubrió esta atrocidad. Esta joven había permanecido fiel a Jesús y se había quedado sentada en la estera. Los daños en sus extremidades fueron tan importantes que tuvo que volver a aprender a andar.
Sudeste asiático
En un viaje más reciente a la IP en el sudeste asiático, el grupo con el que viajé tuvo el increíble privilegio de pasar una tarde en el humilde hogar de una familia pobre. Son creyentes en Cristo y, a pesar de los peligros y la intimidación, asisten regularmente a una iglesia local. Un domingo, después del culto, algunos de los niños estaban jugando fuera del edificio de la iglesia mientras esperaban a sus padres. Dos atacantes en moto se acercaron y lanzaron un artefacto explosivo en medio de los niños.
La escena tras la explosión fue espantosa. Uno de los niños murió en el acto y los demás sufrieron lesiones traumáticas, incluidas quemaduras de tercer grado en gran parte de sus frágiles y pequeños cuerpos. El niñito que visitamos esa tarde ya había sido sometido a docenas de operaciones para reconstruirle la cara y sustituir las horribles quemaduras por piel sana de las zonas de su cuerpo que no habían quedado desfiguradas por la bomba. A pesar de haber sufrido tanto dolor, tanto por el atentado en la iglesia como por las decenas de operaciones (y las que vendrían después), estaba radiante del amor de Cristo y deseoso de hablar con nosotros.
Nunca olvidaré sentarme en aquella casa estrecha pero acogedora y escuchar a este niño cantar Bless the Lord, o my soul a todo pulmón en inglés, que no era su lengua materna, mientras su padre lo acompañaba con una vieja guitarra. Este joven se ha convertido en uno de mis héroes de la fe. Su joven vida me ha interpelado de un modo que todavía estoy procesando. Sigo orando por él, por sus padres y por las demás familias implicadas en el atentado que cambió sus vidas para siempre.
La cura para la lepra espiritual
Tenemos que viajar a la IP y reunirnos con nuestros hermanos y hermanas en Cristo. Debemos aprender a servirlos escuchándolos, orando con ellos y por ellos. Debemos concienciar a nuestras iglesias y comunidades sobre lo que les está ocurriendo a quienes Jesucristo ha llamado (Ro 1:6) junto con nosotros. Debemos levantar oraciones y apoyo financiero para la IP. Debemos hacer todo lo que podamos para que sepan de su familia en Cristo que, mientras ellos sufren por nuestra fe, nunca están solos.
Que, junto con la Iglesia Perseguida, oremos y anhelemos el día en que se llenará la tierra con el conocimiento de la gloria del Señor así como las aguas cubren los mares.
Créditos de Fotos
Graphic from Open Doors, edited.
Image by etanliam from Flickr, edited.
Image by Imagens Evangélicas from Flickr, edited.