Introducción
En el pasado, los hospitales de misión dirigidos por misioneros extranjeros eran el escenario más habitual de las misiones sanitarias. Estos esfuerzos por mejorar la salud de personas en circunstancias muy difíciles precedieron a cualquier esfuerzo por parte del mundo no religioso en casi 100 años (¡sin tener en cuenta el ministerio de salud y sanación de la Iglesia desde los tiempos de Jesús en adelante!). Pero el mundo ha cambiado, y está cambiando rápidamente. Esto es evidente en términos de la salud mundial, pero también, y lo que es más importante, en el ámbito de las misiones en general, donde el centro del cristianismo también se ha desplazado. De modo que debemos preguntarnos: ¿cómo deben responder los profesionales y organizaciones cristianos sanitarios de las misiones? Para responder a esta pregunta, debemos conocer mejor la situación de la salud y asistencia sanitaria en el mundo.
Misiones sanitarias en el siglo XXI
Algunos tal vez crean que las misiones sanitarias significan que los cristianos utilizan el cuidado de la salud simplemente como una plataforma para evangelizar. Sin embargo, muchos de nosotros creemos que [las misiones sanitarias] tienen que ver con que los cristianos utilicemos las habilidades que Dios nos ha dado como profesionales de la salud en una zona necesitada, proporcionando servicios sanitarios de alta calidad, al tiempo que demostramos el amor, la compasión, la gracia, la misericordia y la sanidad del Dios trino y viviente, y, cuando sea apropiado, compartamos explícitamente el mensaje salvífico de este Dios. En resumen, se trata de una tarea compleja en un mundo complejo, ¡y no debe tomarse a la ligera!
En el siglo XXI, un misionero sanitario puede no trabajar necesariamente en un hospital de misión, sino en un trabajo secular, a menudo en zonas menos sofisticadas que su lugar de origen. Cualquier jerarquía entre «verdaderos misioneros» y «solo fabricantes de tiendas» es poco útil.
Comprender la complejidad del reto
La salud en el mundo ha mejorado mucho en las últimas décadas, pero siguen existiendo problemas de larga data, y han surgido otros nuevos.
Las enfermedades infecciosas, como la diarrea y la neumonía,[1] el VIH,[2] la malaria[3] y la tuberculosis,[4] siguen matando innecesariamente a millones de personas, sobre todo a las más vulnerables. Se ha avanzado mucho, pero queda una enorme tarea pendiente. Las enfermedades tropicales desatendidas (como la lepra, la leishmaniasis, la esquistosomiasis, la oncocercosis y la filariasis linfática)[5] seguirán causando sufrimiento, discapacidad y muerte prematura hasta que se realicen esfuerzos concertados para erradicarlas.
Las enfermedades no infecciosas, como la diabetes, la hipertensión, los infartos de miocardio, los accidentes cerebrovasculares y las enfermedades pulmonares crónicas (a menudo causadas por el tabaquismo) matan de forma desproporcionada la población de países de menores ingresos.[6] Las lesiones por accidentes de tráfico son la causa más frecuente de discapacidad y muerte en personas de 10 a 49 años en todo el mundo, y afectan de forma desproporcionada a los países de menores ingresos.[7] Las tasas de cáncer están aumentando en los países de menores ingresos, pero las opciones de tratamiento a menudo no han aumentado proporcionalmente.[8] Además, cada vez se sabe más que muchos cánceres y otras enfermedades no infecciosas pueden prevenirse con cambios en el estilo de vida, pero la prevención es más difícil para quienes tienen menos recursos materiales.
La deficiente salud mental,[9] las discapacidades[10] y las enfermedades terminales[11] son algunos de los ámbitos de atención sanitaria que más problemas plantean y que requieren más servicios y una mayor concienciación de la comunidad en casi todos los países, pero especialmente en los de menores ingresos.
Además de las enfermedades, están los determinantes sociales,[12] políticos[13] y comerciales[14] de la salud que deben tenerse en cuenta y abordarse, mientras que la guerra,[15] la contaminación ambiental[16] y el cambio climático[17] tienen efectos perjudiciales para la salud que requieren soluciones innovadoras. Los cambios demográficos, como la migración,[18] la urbanización[19] y el envejecimiento de la población,[20] también afectan a las necesidades sanitarias de las comunidades. La emigración de profesionales sanitarios de los países de menores ingresos a los de mayores ingresos[21] hace que los sistemas sanitarios débiles sean menos capaces de satisfacer las necesidades sanitarias.
Los gobiernos, los sistemas sanitarios y las instituciones educativas están respondiendo a estos retos: entre 2000 y 2014 se crearon ochocientas nuevas facultades de medicina en todo el mundo,[22] y los gobiernos de los países de ingresos bajos y medios siguen aumentando sus inversiones en sus sistemas sanitarios.[23] Miles de millones de dólares de ayuda oficial al desarrollo (ayuda exterior) son entregados por gobiernos individuales a otros gobiernos,[24] además de miles de millones de dólares de donaciones de grandes organizaciones filantrópicas privadas que financian la atención sanitaria y la investigación en salud. En resumen, sigue habiendo muchos problemas complejos en el mundo, pero ya se han destinado muchos recursos a resolverlos, aunque siempre se necesitan más
Desarrollo de sistemas sanitarios fuertes
Los sistemas sanitarios débiles hacen que las personas no puedan recibir la atención sanitaria que necesitan, y sus causas pueden ser una dirección o gobernanza débiles, una financiación insuficiente, una prestación de servicios inadecuada, un personal sanitario deficientemente capacitado, cadenas de suministro débiles y sistemas de información sanitaria ineficaces.[25] Por lo tanto, para proporcionar una mejor atención sanitaria a una comunidad, rara vez hay una solución sencilla, sino que puede ser necesario fortalecer varias de estas áreas en el sistema sanitario existente.
Fortalecer un sistema sanitario desde dentro, trabajando en colaboración con las personas y servicios existentes, podría incluir un enfoque de mentoreo para fortalecer la dirección, proporcionando capacitación para mejorar las habilidades del personal y brindando experiencia para mejorar un sistema de información sanitaria, en lugar de traer a un equipo externo para instaurar un sistema alternativo que solo beneficie a unos pocos. En algunas situaciones, puede ser conveniente plantearse la creación de un nuevo centro sanitario para cubrir las brechas del sistema (por ejemplo, una nueva clínica de misión). Pero quienes deseen hacerlo deben asignar suficientes conocimientos y recursos a todas las áreas del minisistema sanitario que están creando, y asegurarse de que esté bien conectado con el sistema sanitario local más amplio.
Mejora de la calidad de la atención sanitaria
Las investigaciones demuestran que en el mundo mueren más personas por mala calidad de la atención sanitaria que por falta de acceso a servicios sanitarios.[26] En el pasado, el objetivo de los misioneros solía ser proporcionar asistencia sanitaria allí donde no la había, a menudo de la mejor forma que podían; en otras palabras, se centraban en el acceso, más que en la calidad. Hoy en día, mejorar la calidad de la atención sanitaria es un objetivo incluso en los países con menores ingresos, y las organizaciones seculares se centran en la calidad de la atención sanitaria en entornos con recursos limitados, por lo que los cristianos deberían avergonzarse de no hacer lo mismo. Por decirlo sin rodeos, si vamos a prestar asistencia sanitaria en nombre de Jesús, ¡debemos hacerlo bien!
Una asistencia sanitaria de alta calidad requiere muchos recursos, pero puede lograrse en países con niveles de ingresos relativamente bajos.[27] Esto puede incluir la capacitación de profesionales sanitarios individuales para que sean competentes, la garantía de recursos apropiados y la motivación para que los profesionales sanitarios se desempeñen bien de forma sistemática, y una buena dirección. Las directrices clínicas hacen posible la calidad y deben seguirse, incluso en entornos con recursos limitados. Una buena investigación, que puede no ser compleja, que determine objetivamente las mejores soluciones para los problemas, también puede ser una parte importante para conseguir una asistencia sanitaria de alta calidad. Un médico por sí solo rara vez puede lograr buenos resultados sin la aportación de otros profesionales sanitarios, administradores, gestores y analistas de datos, educadores, expertos en comunicación, además de una comunidad y una familia fuertes que proporcionen apoyo psicosocial-espiritual. Así pues, la misión sanitaria podría incluir legítimamente esas diversas funciones.
¿Cristianos en la vanguardia de la salud mundial?
La «salud mundial» se ha convertido en un término popular en los últimos 10-20 años, pero los misioneros cristianos han estado en la vanguardia de la salud mundial durante siglos, y podría decirse que las misiones sanitarias cristianas fueron las precursoras del actual movimiento de salud mundial. No obstante, en la actualidad los cristianos ya no suelen estar a la vanguardia de la salud mundial, sino organizaciones y personas seculares. Aunque muchos misioneros cristianos y organizaciones sanitarias cristianas de todo el mundo siguen haciendo una gran labor sanitaria en circunstancias difíciles, todavía hay muchos que siguen modelos tradicionales que quizá eran más apropiados hace unas décadas, y algunos pueden tener un impacto limitado. Al mismo tiempo, hay muchos profesionales seculares de la salud mundial que son muy innovadores y realizan una labor de gran impacto; la mayoría probablemente está haciendo la obra de Dios, aunque a menudo no en su nombre. Por tanto, los cristianos harían bien en aprender de esas mejores prácticas cuando trabajen bajo organizaciones misioneras formales, o bien no avergonzarse de unirse a los esfuerzos de organizaciones seculares eficaces.
Misiones sanitarias modernas
En algunos lugares, un hospital de misión puede seguir siendo apropiado, con misioneros extranjeros a largo plazo que proporcionen dirección y atención clínica. Sin embargo, en muchos lugares, los cristianos harían bien en ir más allá de ese modelo. Las siguientes son algunas de las características de las misiones sanitarias contemporáneas que son importantes:[28]
- Cualquier programa debe ser eficaz y sostenible, capacitando a la comunidad, en lugar de adoptar un enfoque caritativo que cause dependencia.
- Trabajar dentro de sistemas complejos, y no esperar que una intervención produzca resultados positivos inmediatos.
- Enviar expertos, en lugar de personas entusiastas pero sin experiencia.
- Calidad (proporcionar atención de primera calidad), no solo acceso (cualquier cosa es mejor que nada), con las mejores prácticas para garantizar la calidad (por ejemplo, seguimiento y evaluación).
- Atención clínica de apoyo (por ejemplo, enseñanza, tutoría, asesoramiento) en lugar de atención clínica directa.
- Reforzar las habilidades necesarias para los sistemas sanitarios (p. ej., investigación, dirección, gestión de datos).
- Asociarse con organizaciones seculares, incluidos los gobiernos, o trabajar en el seno de las mismas.
- Es posible que los misioneros individuales y sus familias no necesariamente estén en el campo misionero a largo plazo (por ejemplo, períodos de 1 a 3 años, y no toda la vida), pero si lo están, no deben perder vigencia en el país de origen (por ejemplo, visitas regulares al país de origen, manteniendo la licencia/registro de especialista en el país de origen).
- Las zonas desatendidas de los países de altos ingresos pueden estar casi tan necesitadas como las de los países de bajos ingresos.
- Equipar adecuadamente a los cristianos para servir como misioneros de manera eficaz en organizaciones seculares sin descuidar sus conocimientos teológicos y su práctica espiritual, y tener un enfoque encarnacional como misionero (por ejemplo, aprender el idioma local, vivir como un lugareño, mostrar cuidado y preocupación por el bienestar psico-socio-espiritual, así como físico, de sus vecinos).
- Tal vez no sea posible predicar explícitamente el mensaje cristiano (por ejemplo, ser expulsado de un país o ir en contra del código de conducta de un empleador secular), pero sí vivir el evangelio para ganarse el derecho a ser escuchado [29] y probablemente hacerlo en un entorno privado.
Conclusión
Muchos jóvenes cristianos sueñan con seguir los pasos de los médicos misioneros que se pasaron la vida trabajando en hospitales de misión en países lejanos. Sin embargo, en el siglo XXI, el mundo es mucho más complejo de lo que era incluso hace unas décadas, y ese modelo «tradicional» de misiones ya no es pertinente en la mayoría de los lugares. Más bien, se necesitan profesionales de la salud que sean seguidores comprometidos de Cristo, bien equipados con habilidades profesionales avanzadas, para resolver problemas complejos, a menudo en organizaciones seculares especializadas, para llevar la sanidad de Dios, en el nombre de Cristo.[30]
Endnotes
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- Nota del editor: Ver el artículo “Fe, salud y amor colaborativo: una alianza pandémica para los profesionales de la salud y la iglesia” de Ted Lankester en el número de enero 2021 del Análisis Mundial de Lausana, https://lausanne.org/es/contenido/aml/2021-01-es/fe-salud-y-amor-colaborativo
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