El cristianismo tiene que entrar de una vez por todas en la era digital, pero lo debe hacer de una manera inteligible para sus contemporáneos.
Los acuerdos y compromisos de Ciudad del Cabo 2010 nunca han sido tan urgentes y acuciantes como en este primer cuarto del siglo XXI. En muchos sentidos, la Iglesia no ha comprendido la complejidad de su misión en un mundo globalizado, en el que la religión se ha convertido en un producto más de consumo. Detrás de cada cambio siempre hay una oportunidad y un peligro. Lo triste es cuando el peligro nos hace perder la oportunidad.
Internet, las redes sociales y la inmediatez de la información han creado un torrente vertiginoso de información, muchas veces poco contrastada, que inunda las cabezas y los corazones de los frágiles habitantes de nuestro planeta. La tecnología, siempre un medio y nunca un fin, fue demonizada por el mundo evangélico en sus comienzos. Grupos cristianos lucharon primero contra el cine, después contra la radio y la televisión, en los últimos años contra los videojuegos e internet. Ir contra corriente no significa suicidarse social e intelectualmente, ir contracorriente es mantener tus principios y valores cristianos en un mundo cada vez más paganizado.
La verdad en el mundo digital
Mario Escobar: «El Cristianismo tiene que entrar de una vez por todas en la Era Digital, pero lo debe hacer de una manera inteligible para sus contemporáneos, saliendo de nuestros guetos para una evangelización efectiva de la cultura, como C. S. Lewis explicó magistralmente en su libro «Mero Cristianismo». No necesitamos más escritores cristianos que escriban sobre “temas cristianos”, tampoco más web o redes sociales para cristianos.
“El siglo Bio-tech” se parece mucho al “Siglo de las Luces” en el que la llegada de inventos como la enciclopedia, pretendía poner el conocimiento al servicio de la gente. La gran diferencia es que la gigantesca biblioteca virtual que es internet no tiene un plan ni un desarrollo racional.
El cristianismo tiene que entrar de una vez por todas en la Era Digital, pero lo debe hacer de una manera inteligible para sus contemporáneos.
Yo siempre he sido un apasionado de la tecnología, hace casi catorce años realicé mi primera página web para promocionar una revista de historia del protestantismo, cuatro años más tarde la revista física dejó pasó a la digital. Con la primera alcanzábamos 300 suscriptores y doscientos lectores habituales,
el noventa y cinco por ciento de ellos españoles, cuatro años más tarde la revista había alcanzado
medio millón de visitas en todo el mundo. Aunque gracias a las nuevas tecnologías podemos salir de un pequeño gueto para crear un inmenso gueto global, en el que los cristianos nos sintamos cómodos, pero no seamos testigos del mensaje que predicamos.
La palabra testigo viene del latín testificare y está compuesta por las palabras testis (testigo) y facer (hacer). Curiosamente los latinos lo entendían como la tercera persona que puede confirmar algo, podríamos decir que es el testimonio definitivo. La Iglesia es testigo en las tecnologías cuando comunica el mensaje ya testimoniado por Cristo, que a su vez da testimonio de Dios. Por eso desde el liderazgo tiene que darse el mensaje claro del Evangelio, para que eso luego se transmita a través de los medios tecnológicos.
Es necesario para salir de nuestros guetos una evangelización efectiva de la cultura, como C. S. Lewis explicó magistralmente en su libro Mero Cristianismo. No necesitamos más escritores cristianos que escriban sobre “temas cristianos”, tampoco más web o redes sociales para cristianos, necesitamos impregnar la cultura de los valores cristianos.
Uno de esos hermosos ejemplos en los que fe y cultura se dan la mano es el de Francis Collins, que se hizo cristiano tras leer precisamente Mero Cristianismo. Collins es el encargado en Estados Unidos del proyecto del Genoma Humano y ha escrito un increíble libro sobre ciencia y fe titulado El lenguaje de Dios.
Los líderes y profesionales cristianos deben poner sus talentos al servicio de su fe, para ser testigos, el tercer testimonio que falta, el humano, ante una sociedad perdida, sin liderazgo y confusa.
Los seminarios y facultades de teología son el semillero de los futuros líderes cristianos de los países. En ellos se debe implementar la importancia de los medios tecnológicos para la difusión del mensaje cristiano. Es en estos centros educativos, en los que los jóvenes son mayoría, donde se puede adaptar de una manera más efectiva el lenguaje, su forma y medio de difusión.
Uno de los problemas a solucionar es la fusión entre diseñadores y creadores de contenidos. En muchos casos, algunos dan más importancia a la forma que a la función, en otros la forma impide que la gente disfrute del contenido. Técnicos e intelectuales cristianos deben trabajar unidos para difundir mucho más que una cultura concreta, el mensaje contra cultural y transcultural del Evangelio.
La creación de “think tanks” es una prioridad, pero intentando mezclar los grupos, en muchas ocasiones se separa a periodistas de historiadores, se pone en diferente foro a economistas y teólogos y la riqueza del mensaje está en mezclar estas disciplinas. Hoy, más que nunca, necesitamos una economía con bases teológicas, una prensa con profundad histórica o un derecho impregnado de justicia social. Los trabajos sectoriales se quedan muy cortos a la hora de dar respuestas a los problemas y retos de las nuevas tecnologías.
Nuestro papel no es santificar las redes sociales ni Internet, más bien es introducirnos como agentes de cambio y utilizar las nuevas tecnologías como instrumentos difusores de nuestros principios, creencias y valores. La importancia de crear películas, música, juegos y libros que lleguen a todos y que no estén pensados para un público cristiano.
Las tecnologías deben ayudarnos a lanzar las grandes preguntas del hombre, no tanto a responderlas de antemano. La prepotencia es la peor enemiga de la tecnología, ya que el mundo de las redes sociales es muy sensible al paternalismo y el sectarismo. Twitter, Facebook, Pinterest, YouTube, los blogs, los iTunes o el modelo Kindle de Amazon, son grandes instrumentos que otros grupos están utilizado mejor que nosotros. El problema es cuando estos medios como meros púlpitos desde los que lanzar un mensaje.
CONCLUSIONES
Nuestra visión de las “Bio-tech” debe ser muy diferente a la de las generaciones anteriores, que vieron en los medios de comunicación de masas un peligro y no una oportunidad.
Las nuevas tecnologías son un instrumento potenciador de nuestro mensaje, pero el mensaje es lo más importante. Nuestra habilidad para transmitirlo y envolverlo en un diseño adecuado, será lo que facilite la recepción del mensaje.
La evangelización de la cultura pasa por las nuevas tecnologías, no debemos dar respuesta a las preguntas del hombre, debemos sobre todo intentar que se haga esas preguntas y busque.
Los líderes y profesionales cristianos tienen que utilizar un lenguaje adecuado a estos medios y difundir los valores cristianos, sin añadidos culturales propios.
Los formadores tienen que dar las nuevas herramientas tecnológicas a los estudiantes en los seminarios, ya que ellos son el futuro del liderazgo cristiano.
La unión entre diseñadores y creadores de contenidos en fundamental para que forma y fondo sean adecuados.
La creación de “think tanks” tiene que ser multidisciplinar y abierta a nuevos caminos en lo social, económico y espiritual.
En definitiva, las “Bio-tech” son las herramientas de Dios para el siglo XXI. Seamos cartas abiertas, como dice el Apóstol Pablo a los corintios, pero para ser cartas abiertas debemos estar escritas en el lenguaje de nuestra generación.