Mientras Jesús sigue construyendo su Cuerpo, la iglesia mundial, se hacen más evidentes los desafíos y las oportunidades que plantean la diversidad, la etnicidad, las culturas, la comunicación y la colaboración. Como resultado, los líderes misioneros y los influenciadores de todo el mundo se ven obligados a abordar regularmente estas tensiones que existen en la iglesia.
Uno de los últimos términos que se ha hecho rápidamente popular en los círculos misioneros es la palabra «policéntrico». Describe el concepto de tener más de un centro.
Cuando se aplica al liderazgo, refleja un modelo en desarrollo de la diversidad en los equipos de líderes y en el liderazgo de la misión, un paradigma que solo se puede apreciar plenamente cuando llegamos a ver el diseño de Dios para su Cuerpo: aunque somos muchos, y no tenemos las mismas funciones o habilidades, somos uno en Cristo y cada miembro pertenece a todos los demás (Ro 12:4-5).
Cuando tocamos o cantamos diferentes notas musicales al mismo tiempo para obtener un sonido hermoso, lo llamamos «armonía». Cuando escuchamos una interpretación orquestal, la belleza de la armonía está en el coro de varias notas que se unen para formar un sonido melódico.
Es precisamente la tensión entre las notas individuales lo que capta nuestra atención. La orquesta ensaya junta hasta que colectiva cada parte individual ya no suena por sí sola, sino que hay una expresión de emoción. Ningún instrumento suena más que otro. Ningún instrumento es más fuerte que otro. Juntos, mientras se escuchan unos a otros y son guiados por el director, crean música. En el mundo interdependiente de hoy, el concepto de armonía musical proporciona un marco para entender el policentrismo y cómo puede ser un modelo eficaz de liderazgo.
En su oración registrada en el capítulo 17 de Juan, Jesús pidió «que todos sean uno. Padre, así como tú estás en mí y yo en ti… permite que alcancen la perfección en la unidad, y así el mundo reconozca que tú me enviaste y que los has amado a ellos tal como me has amado a mí” (Jn 17:20-23). La clave de la unidad no es la uniformidad, sino más bien escuchar humildemente las voces de los demás y apreciar los diferentes dones y perspectivas que cada uno aporta.
ArtÍCULO
Necesitamos un mejor tipo de polarización
El cristianismo es la única religión que no tiene un único lugar sagrado, una ciudad o un país al que atribuyamos un mayor significado espiritual o que represente nuestra fe. Tampoco existe un grupo étnico mayoritario o una cultura que represente nuestras creencias. Incluso las Escrituras fueron escritas por numerosos autores diferentes, procedentes de distintos lugares geográficos, y los relatos evangélicos de la vida de Jesús son una mezcla de diferentes relatos en una sola narración. La idea del policentrismo está integrada en el cristianismo.
¿Qué es el liderazgo policéntrico?
El término policéntrico proviene de dos palabras griegas: polús, que significa ‘muchos’, y kentrikós, que significa ‘centro’. Cuando hablamos de liderazgo policéntrico, nos referimos a un liderazgo que funciona a través de múltiples esferas de influencia, incluida la geografía, la etnia, la edad, la región, el género y la nacionalidad. El liderazgo policéntrico tiene muchos centros de autoridad o importancia. En otras palabras, es un liderazgo diversificado, de todas las personas y a todas partes.
En mi libro recientemente publicado, Polycentric Mission Leadership, yo (Joseph) muestro cómo el liderazgo misionero policéntrico se nutre de una rica diversidad de sabiduría para guiar el movimiento en la misión. A partir de cada uno de estos diversos pueblos y plataformas, se forma una comunidad enraizada en Cristo y en su triple identidad. Esta comunidad opera de forma colectiva, inspirada por el Espíritu Santo, empoderando y liberando los dones y el potencial de todos los miembros del movimiento.
El concepto de misiones policéntricas es un correctivo a la visión históricamente unicéntrica de las misiones, en la que la misión se origina en un lugar y se dirige a muchos lugares, evidenciado por frases como “de Occidente al resto”. Esta era (y a veces sigue siendo) una visión común.
Avanzamos cien años, y las cosas no funcionan de la misma manera. Hoy en día, la misión es policéntrica, lo que significa que se realiza desde todos los lugares a los demás, “de todas partes a todas partes”. Esto requiere que evaluemos y ajustemos nuestra estrategia de liderazgo misionero, sobre todo porque nos enfrentamos a un rostro diverso y cambiante del cristianismo mundial que tiene un aspecto muy diferente al de hace cien o incluso cincuenta años.
En lugar de operar desde una estructura de liderazgo centralizada, como en un paradigma piramidal descendente en el que hay unos pocos individuos que ostentan poder e influencia en la cima, o un enfoque descentralizado, en el que la influencia y el poder son completamente informales y carecen de estructura, una estructura policéntrica no es ni centralizada ni descentralizada. Es un híbrido de ambos que mantiene un nivel de estructura ascendente al tiempo que diversifica quién tiene el poder y toma decisiones dentro de una red de individuos. Estos individuos, que proceden de diversos contextos, hacen aportaciones desde su propio contexto y experiencia, al tiempo que tienen muy en cuenta los contextos de los demás, unidos por un único objetivo.
Académicos como Chris Wright han afirmado la verdad bíblica del concepto de misiones policéntricas. “La pluralidad de liderazgo es claramente el diseño de Dios tanto en el Israel del Antiguo Testamento (ancianos, jueces, sacerdotes y profetas, así como reyes), como en la iglesia del Nuevo Testamento», escribe. “Y la historia de la misión cristiana desde los primeros siglos ha demostrado ser policéntrica y multidireccional».
Además, los estudios sobre la misión han mirado a la Trinidad como fundamento de esta estrategia misionera. Al igual que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo dirigen de forma policéntrica (tres en uno), los líderes de la misión deben incorporar el liderazgo policéntrico. No hay jerarquía en la Trinidad, sino que cada Persona de la Divinidad opera desde la unidad perfecta.
Los académicos Kirk Franklin y Nelus Niemandt escriben: «La estructura de las relaciones trinitarias no se caracteriza ni por un dominio piramidal del uno [. . .] ni por una bipolaridad jerárquica entre el uno y los muchos [. . .], sino más bien por una reciprocidad policéntrica y simétrica de los muchos». Al emular este enfoque trinitario y tratar de ser más policéntricos en el liderazgo, confiamos en que Dios nos unifique.
Durante demasiado tiempo, la imagen moderna de la misión como unidireccional, centrada en Occidente y estructurada jerárquicamente ha dominado la escena de forma poco útil. El liderazgo misionero policéntrico consiste en romper ese paradigma, que nunca fue muy acertado para empezar.
ArtÍCULO
El Policentrismo Como Nuevo Paradigma Del Liderazgo
Seis temas comunes para un enfoque trinitario en el liderazgo de misiones
¿Por qué es importante en el liderazgo misionero actual?
En mi libro, analizo cómo este modelo —un enfoque colaborativo y comunitario del liderazgo que empodera a múltiples centros de influencia, así como a un conjunto diverso de líderes— es especialmente adecuado para abordar los problemas, retos y oportunidades de liderazgo a los que nos enfrentamos actualmente en el mundo.
El liderazgo policéntrico se basa en la colaboración dentro de equipos multiétnicos a través de múltiples centros de operación, con el fin de evaluar las diferentes brechas, oportunidades, líderes e influenciadores de cada sector y contexto cultural.
La visión de un movimiento basado en este modelo de liderazgo se forma a medida que los líderes operan bajo la guía del Espíritu Santo de forma comunitaria, utilizando los dones espirituales y el potencial de cada miembro. La diversidad de la comunidad les permite evaluar con precisión sus necesidades contextuales y dar voz a quienes frecuentemente se ven marginados.
Para que la diversidad sea un recurso eficaz, los individuos deben establecer relaciones en las que aprendan a valorarse unos a otros lo suficiente como para apreciar la cultura, la lengua y las experiencias de los demás y valorar las voces de los marginados. Con esto en mente, una buena comunicación y comprensión intercultural es esencial para todo líder, especialmente para los líderes de equipo.
Lausana está utilizando este proceso policéntrico en nuestra preparación para Seúl 2024. Estamos escuchando voces de todos los rincones del mundo e interactuando con ideas de todas las regiones de la tierra, con el fin de estar mejor informados sobre lo que nuestro mundo está enfrentando y cómo podemos llegar mejor a cada persona de manera significativa con el evangelio y acelerar la misión mundial juntos.
Que el liderazgo misionero policéntrico nos ayude a afinar nuestros oídos a la belleza de la armonía que se encuentra en el cuerpo de Cristo, y que nos ayude a desempeñar mejor nuestros papeles.