La epístola a los Romanos suele considerarse una de las mejores y más estimulantes exposiciones del evangelio.
Agustín, uno de los primeros padres de la iglesia, se convirtió leyendo este libro. Martín Lutero tuvo una epifanía al leer la epístola, lo que provocó su renovación personal y, finalmente, la Reforma protestante. Y cuando Juan Wesley escuchó la lectura del comentario de Lutero sobre Romanos en un culto vespertino en la calle Aldersgate de Londres, tuvo una poderosa experiencia espiritual.
El teólogo suizo Frédéric Godet, en su comentario sobre Romanos, llegó a decir que «todo gran avivamiento espiritual de la iglesia estará relacionado como efecto y causa con una comprensión más profunda de este libro».
Sin duda, la epístola a los Romanos ha bendecido ricamente a la iglesia durante 2.000 años. Pero ¿por qué escribió esta carta el apóstol Pablo? ¿Cuál fue una de sus principales motivaciones para escribirla? La respuesta es sorprendente.
Pablo mismo describe parte de la razón por la que escribió la carta en el primer capítulo. Deseaba impartir algún don espiritual para fortalecer a los creyentes de Roma (1:11-12) y darles una explicación detallada del evangelio (1:15).
Pero recién en el capítulo 15 llegamos a comprender otra razón clave por la que Pablo escribió esta epístola: recaudar fondos.
En el momento de escribir su carta a los Romanos, Pablo ya había predicado el evangelio en todas las regiones circundantes y deseaba ir a España, donde aún no se había predicado el evangelio. Para ello, pidió a los creyentes de Roma que lo ayudaran económicamente. En Romanos 15:24 escribe: «Tengo planes de visitarlos cuando vaya rumbo a España. Espero que, después de que haya disfrutado de la compañía de ustedes por algún tiempo, me ayuden a continuar el viaje”.
El hecho de que una carta de recaudación de fondos haya bendecido tan rica y profundamente a la iglesia durante 2.000 años ofrece un gran estímulo a quienes recaudan fondos para las misiones de primera línea hoy en día, y también a quienes prestan su apoyo generosamente.
Tanto los que recaudan fondos como los que los apoyan pueden sentirse alentados por el libro de Romanos, un ejemplo notable de cómo Dios honra nuestra fidelidad tanto al recaudar fondos como al darlos.
La gran historia de la redención
La epístola romana nos recuerda que Dios sigue escribiendo su gran historia de la redención. En la gracia de Dios, nuestra fidelidad en la misión y nuestra fidelidad en la generosidad son dos fuerzas poderosas que dan forma a los contornos del arco de la redención de Dios.
Es hermoso que algunos den un paso adelante en la misión con valentía y que otros den un paso adelante en la generosidad con sacrificio. Pero, como ocurría en la iglesia de Roma, es aún más glorioso cuando las historias de los que van y las historias de los que dan se entretejen en la providencia de Dios.
Dios es el gran tejedor, que teje con maestría un tapiz exquisito uniendo a los que ha llamado a la evangelización fiel y a las misiones con los que ha llamado a la generosidad y a la administración financiera. Al tejer cada vez más colaboraciones de este tipo, las generaciones serán eternamente bendecidas. Cada una de nuestras historias en este gran tapiz, ya sea como misionero, donante o beneficiario, es preciosa a los ojos de Dios.
A menudo, la recaudación de fondos se considera meramente como una tarea necesaria. Se ve como algo que debemos hacer para poder dedicarnos al trabajo real de las misiones y el ministerio.
Pero lo que Dios ha hecho a través de la carta de «recaudación de fondos» de Romanos cuestiona esta falsa narrativa. La recaudación de fondos no es una tarea adicional, ajena al ministerio. Es un componente integral del ministerio principal por tres razones:
- La recaudación fiel de fondos es una de las mejores maneras de reclutar personas para que participen en la historia mundial de la redención de Dios. Ofrece a la gente la oportunidad de participar en misiones de las que de otro modo no podrían formar parte.
- La recaudación de fondos puede ser una forma de discipulado. A menudo, el que recauda recursos para la misión de Dios discipula a las personas a las que pide recursos para esa misión.
- La recaudación de fondos ayuda a la santificación tanto del que da como del que recibe, ayudando a ambos a pasar de la autosuficiencia a la dependencia de Dios.
La historia bíblica también ofrece una fuerte conexión entre una visión de Dios y la recaudación de fondos. En otras palabras, si Dios realmente le ha dado una visión, es muy probable que también lo haya llamado a recaudar los fondos necesarios para esa visión. Por ejemplo, en el libro del Éxodo, Dios le da a Moisés la visión de un tabernáculo. Y Moisés luego tiene que recaudar los fondos necesarios para construirlo (Éx 35).
Otro ejemplo es la construcción del primer templo. Muchos suponen que todos los recursos para construir el primer templo en tiempos de Salomón y David procedían de la riqueza personal de los reyes. La Biblia nos dice otra cosa. Cuando tuvo una visión para el primer templo que su hijo Salomón finalmente construyó, David dio de su riqueza personal, pero también recaudó fondos (1Cr 29:1-6) de otros líderes de Israel.
Obviamente, David era lo suficientemente rico como para haber financiado el templo que construyó Salomón. Pero quizás comprendió que pedir a sus líderes que también dieran era parte de su desarrollo como líderes y adoradores.
Otros ejemplos bíblicos de un estilo colaborativo en la recaudación de fondos son el tabernáculo, el primer templo, el segundo templo, el ministerio de Jesús, la iglesia primitiva y los viajes misioneros de Pablo. Todos estos fueron financiados por las fieles ofrendas de muchas personas. Este es el designio de Dios.
En la historia bíblica, Dios entreteje el trabajo fiel de unos con la generosidad fiel de otros para construir su reino. El ministerio de unos y la generosidad de otros siempre van de la mano. Las personas llamadas a recaudar fondos para el ministerio harían bien en aceptarlo como una parte integral e importante del llamado de Dios a sus vidas.
Los beneficios no obvios de la recaudación de fondos
El beneficio más obvio de la recaudación de fondos es que las misiones y los ministerios obtienen los recursos necesarios. Pero también hay muchos otros beneficios prácticos que a menudo pasan desapercibidos.
En primer lugar, la recaudación de fondos ayuda a los ministros a crecer en la mayordomía, perfeccionando su capacidad para aclarar los objetivos del ministerio y separar lo esencial de lo no esencial. Incluso cuando un misionero o ministerio carece de ciertos recursos, estos momentos pueden ser una invitación a crecer en la dependencia de Dios.
Cada insuficiencia es una oportunidad para evaluar el plan del ministerio, de modo que los recursos se asignen sabiamente y se minimice cualquier gasto inútil. De la misma manera, en la providencia de Dios, el éxito en la recaudación de fondos puede ser una forma de confirmar un llamado o aclarar el momento de su ejecución.
En segundo lugar, el proceso de recaudación de fondos —preparar y hacer presentaciones, comunicar necesidades, etc.— también ayuda al ministro a comprender e interiorizar mejor la visión que Dios ha puesto en su corazón. Cada potencial socio financiero hará y deberá hacer preguntas antes de unirse a la misión. Estas preguntas ayudan al ministro a pensar mejor la misión. A menudo, su proyecto resulta más sólido gracias a las preguntas y aportes de los posibles donantes.
En un mundo caído, tristemente vemos varios modelos erróneos, egoístas y no bíblicos de recaudación de fondos en esferas cristianas. Tampoco son infrecuentes la incorrección financiera y la gobernanza fallida. Estos hechos deben servir como fuertes advertencias, pero no tienen por qué desalentar la recaudación de fondos fiel y de acuerdo con Dios.
Por último, no solo los ministros necesitan esta teología de la recaudación de fondos. Los donantes actuales y potenciales también harían bien en permitir que su generosidad sea informada y moldeada por el mandato bíblico para la recaudación de fondos.
Sí, la generosidad debe fluir de la compasión, la mayordomía y el agradecimiento por todo lo que Cristo ha hecho por nosotros. Pero la generosidad es también el camino a través del cual quienes están llamados a dar encuentran su lugar y realización en la historia de la redención de Dios.