Article

Declaración de la Delegación Mexicana

04 Jul 2012

DECLARACION DE LA DELEGACION MEXICANA

Cape Town, Octubre de 2010.

Introducción

Como miembros de la Iglesia de Jesucristo  en México asistentes al Tercer Congreso Internacional sobre Evangelización Mundial del Movimiento de Lausana, expresamos por medio de esta declaración, teniendo como base el Pacto de Lausana y el Manifiesto de Manila, originalmente firmados en 1974 y en 1989, respectivamente,  nuestra adhesión a  estos documentos  y nuestro compromiso público y  contemporáneo con el Evangelio del Reino de Cristo y sus propósitos para este tiempo y para la eternidad.

Como beneficiarios de la gracia de Dios en el Señor Jesucristo, declaramos que hemos sido llamados por Cristo y mediante Su obra y sacrificio único y suficiente en la cruz, hemos sido lavados y perdonados de nuestros pecados y hechos miembros de Su cuerpo y recipientes de todas sus bendiciones espirituales, en Cristo Jesús, y recreados por El mismo para toda buena obra. Por ello, lo alabamos por Su gran salvación y nos regocijamos en la comunión que nos ha dado consigo mismo y del uno para con el otro.

Reconocemos que como Iglesia Mexicana nuestra obediencia al mandato divino ha sido limitada e imperfecta y  que con frecuencia hemos fracasado en muchos de nuestros intentos de obediencia a la enseñanza profética y apostólica de dejar de hacer lo malo y aprender a hacer lo bueno.

Como parte de la nación mexicana reconocemos nuestra co-responsabilidad en la situación política, económica y social actual que atraviesa nuestro país.  Esta situación caracterizada por un fuerte estado de violencia, narcotráfico, bajos  o nulos niveles educativos, violencia y confusión  de género, abuso político, pobreza de gran parte de la población que convive con riquezas muchas veces inexplicables y a grados obscenos, crecimiento de la pobreza extrema, agudización del riesgo de vida de niños, ancianos y jóvenes, mujeres, etc. Todo esto, a tal grado que hemos llegado a ser una sociedad no convivencial que no cuida de la creación, donde la migración se produce frecuentemente con el consecuente desapego a su país, que ha construido sistemas democráticos incompletos que permiten monopolios radicales que imponen estados de opresión y abuso económico y social de la gente y donde la tecnología y los medios masivos de comunicación constituyen cada vez más  un sistema de control y sustituyen la vinculación cara a cara de las  personas de nuestros grupos sociales.

Por eso, arrepentidos, conscientes de la grandes bendiciones que hemos recibido  y desafiados por la inconclusa tarea de la evangelización, nos sentimos profundamente conmovidos por las cosas que Dios está haciendo en nuestros días. Creemos que el Evangelio es la buena nueva de Dios para todo el mundo, y por Su gracia, estamos decididos a obedecer la comisión de Cristo, de proclamarla a toda la humanidad, y hacer discípulos de todas las naciones.

AFIRMACIONES RELEVANTES:

Las siguientes afirmaciones forman parte de nuestra reflexión contemporánea con respecto a los diversos artículos que integran el Pacto de Lausana y el Manifiesto de Manila.

Sobre el  estado de la Iglesia en México

Por la obra de Cristo, pedimos a Dios que como iglesia tengamos pureza de intenciones y conducta en las obras que emprendemos bajo su glorioso Nombre.  Reconocemos que aunque hay muchos avances notorios, tales como muchos mexicanos como misioneros en diferentes continentes y mucho más involucramiento de la iglesia  en la proclamación y en la acción social; crecimiento de la presencia de la iglesia en muchos sitios, no obstante, en algunas ocasiones, en lugar de edificar el cuerpo de Cristo hemos edificado nuestra propia corporación, estatus y prestigio en esta tierra.

Sobre la naturaleza de la Evangelización

Necesitamos claridad y equilibrio bíblico con respecto a nuestro entendimiento de  la misión integral dado que se forman  algunas imprecisiones y polarizaciones que luego entran en nuestras discusiones del tema.

En el mundo evangélico y aún dentro de este congreso, hay gran variedad de perspectivas acerca de la misión, desde los que sólo consideran como misión las tareas de evangelizar y plantar iglesias, hasta los que hablan de la responsabilidad social casi sin mención de la proclamación del Evangelio.

En cuanto al tema de la polarización, creo que debemos recuperar el espíritu humilde y unificador del Pacto de Lausana en contraste con las recriminaciones y el orgullo que luego atienden algunas afirmaciones. Si bien un aporte importante de América Latina ha sido el énfasis en la responsabilidad social como parte de la misión, creo que es muy importante afirmar esta dimensión dentro el marco de una expresión equilibrada de la misión integral.
Sobre la responsabilidad social cristiana

Facilitar  procesos que permitan que todo el  Evangelio entre en las vidas de quienes viven en pobreza en México, respetando su identidad y cultura es muy importante. La evangelización de las personas en pobreza debe ser congruente con la necesidad de responder de manera balanceada a sus necesidades personales, relaciones y colectivas, tanto en sus aspectos físicos, espirituales y psicológicos, al mismo tiempo que  se establece con ellos una relación social basada en la justicia o en la búsqueda de ésta.

Sobre la iglesia y la evangelización

Como Cuerpo de Cristo nos urgimos a proclamar el Evangelio de Cristo de una manera unida, colaborativa y respetuosa. Nos animamos a tener una preocupación por alcanzar a todos los mexicanos donde quiera que se encuentren, al mismo tiempo que a la presentación de un evangelio integral, es decir completo, para toda la persona, para sus comunidades y sociedades donde vive.

No podemos descuidar la tarea del discipulado, por eso, nos recordamos, animamos y urgimos a la tarea educativa y formativa del creyente que es responsabilidad de la iglesia, dentro de un contexto de personas, relaciones, congregaciones y vínculos colectivos que viven en proceso de transformación total hacia una vida que agrada, honra y alaba.

Sobre la cooperación  en la evangelización.

Reconocemos que la iglesia se encuentra muy dividida en México y que aprendemos a mantener el vínculo de la paz buscando en Cristo aquello que nos une,

Desde esta paz y esta unión podremos reflejar al mundo los valores del Reino y el carácter de Dios expresado en la vida de Su pueblo. De esta manera las familias y las comunidades mexicanas verán que existe una esperanza verdadera en medio del sufrimiento.

Vivimos tiempo en que hay que mantener claro el amor al prójimo como fruto constante de

transformación que viene de la justicia del Reino de Dios y del amor que  Dios nos mostró en Jesucristo a reconciliarnos con El, aún siendo nosotros pecadores y estar muertos en nuestras transgresiones. Nos animamos a amar a todos, aún a los que son diferentes o que pensamos que han errado el camino de la vida, a los que recurren a la injusticia y a la opresión, a los que se declaran como nuestros enemigos, intercediendo constantemente para que sean alcanzados por la misma gracia del Señor que nos salvó a nosotros.

Sobre el Espíritu Santo

El Espíritu Santo nos pide a los asistentes de este Tercer  Congreso de Lausana III que nos examinemos en la luz y con la verdad en las que hemos nacido en Cristo para que podamos remontar las falsas seguridades de las tradiciones y podamos tener un encuentro donde reine Cristo, expresado y renovado en relaciones de confianza mutua a nivel global que fructifiquen en expresiones locales.

Que nos reconciliemos con Dios y con todos nuestros hermanos dejando atrás los muros de orgullo, prejuicio y sospecha que nos separan. Así nuestras relaciones se enriquecerán  con los dones, la experiencia en su uso y la vida en el servicio  que el Espíritu de Dios ha guiado y dado a los diversos asistentes a este congreso.

Sobre  el cuidado de la creación.

Nos recordamos que debemos aprender a amar lo que Dios ama, y El ama su creación. Desde un principio Dios ha puesto al hombre al cuidado de su creación y nosotros constantemente lo olvidamos y caemos en el abuso del ambiente, sus recursos, en el descuido de los ambientes de vida de otros y aún en el abuso y en destrucción de los ecosistemas. Por eso, Reconocemos que hemos fallado ante Dios al no dar educación desde la iglesia para el cuidado de la creación, para que exista de  parte de su iglesia  aprecio, amor, cuidado, protección, restauración  y denuncia del abuso con respecto a su creación. Esta es una agenda pendiente y urgente de la iglesia en México que se multiplica a la luz de los tala clandestina, el descuido de los bosques, la disminución y contaminación de los mantos acuíferos, la práctica de métodos de trabajo del campo que aumentan la erosión, entre otros.

Nuestro regreso a México

Podemos afirmar que todos los participantes mexicanos asistimos a este Tercer Congreso de Lausana por la gracia de Dios y no por méritos propios. Vinimos a este lugar por su propósito a aprender, compartir, discernir y reflexionar junto con hermanos de todo el mundo sobre la evangelización completa a la persona completa en todo el mundo y para ser, entonces medios para compartir a las iglesias y agencias en nuestro país sobre lo que pasó aquí y sobre la importancia de los temas considerados.

Nos comprometemos, entonces a desarrollar una estrategia que nos ponga en contacto con el liderazgo, las agencias y todo grupo cristiano en la República Mexicana y, aún fuera de ella,  para invitarlo a conocer y a reflexionar sobre este nuevo capítulo en la historia del movimiento de Lausana por la importancia que tiene para el avance del Evangelio, par que el Reino de Dios se establezca entre nosotros.

Hacemos nuestra la afirmación de Ruth Padilla de que:  “Al reunirnos aquí como representantes de la iglesia global durante Lausana III, y al regresar de aquí a nuestros países, ciudades y pueblos, Dios permita que nos veamos como frutos y agentes de Pax Christi, como una comunidad unida por la voluntad reconciliadora de Dios en Cristo y enviada como tal al mundo en el poder del Espíritu de Dios para encarnar sus buenos propósitos para el cosmos entero. Que demolamos los muros de auto-defensa, seguridad y prosperidad que han construido nuestra ambición, nuestro orgullo y nuestro prejuicio, y que corramos el riesgo de ser comunidades de bienvenida –aun para quienes son diferentes a nosotras y nosotros. Que juremos lealtad última no a los césares de nuestro día sino al Señor de la historia, al único Príncipe de Paz. Celebremos hoy –con profundo y arrepentido asombro y agradecido compromiso –que somos la vivienda de nuestro Dios. ¡Que así sea!” (Padilla DeBorst, 2010).

El Pacto de Lausana (1974)

El Manifiesto de Manila (1989)

* Padilla DeBorst, R. (2010) Efesios 2. Plenary I- Celebration of the Bible.  The third Lausanne Congress on World Evangelization. Cape Town.