Lausana y el evangelicalismo mundial: distintivos teológicos e impacto misionológico

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Este artículo aparece como un capítulo del libro “The Lausanne Movement: A Range of Perspectives (Oxford: Regnum Books, 2014)”, y se publica aquí con permiso. El autor escribe a título personal, y las ideas no representan necesariamente las del Movimiento de Lausana. Conozca más acerca del libro de Regnum.

El Comité de Lausana para la Evangelización Mundial (LCWE), conocido popularmente como el Movimiento de Lausana, es un movimiento evangélico mundial que surgió como parte del Congreso Internacional de Evangelización Mundial, en 1974. A este evento, realizado en Lausana, asistieron unos 2.700 delegados de más de 150 países. Organizado por Billy Graham y John Stott, el Movimiento de Lausana es responsable de varias consultas estratégicas mundiales, que incluyeron el evento de Lausana, en 1974, además de eventos importantes en Manila, Filipinas (1989), y Ciudad del Cabo, Sudáfrica (2010). El propósito de este capítulo es analizar los distintivos teológicos clave del Movimiento de Lausana, así como su impacto misionológico. El capítulo comenzará con una discusión de los distintivos teológicos clave, seguido por una exploración del impacto misionológico mayor del Movimiento como un todo.

Distintivos teológicos del Pacto de Lausana

Uno de los legados teológicos más perdurables del Movimiento de Lausana ha sido los documentos —el Pacto de Lausana, el Manifiesto de Manila y el Compromiso de Ciudad del Cabo—, que fijan los distintivos teológicos del Movimiento. [109] El Pacto de Lausana es ampliamente considerado como uno de los documentos teológicos más importantes del movimiento evangélico. En una ceremonia conmovedora al final del Congreso de Lausana de Evangelización Mundial, en 1974, Billy Graham, junto con líderes clave de la iglesia mundial, firmaron el documento que se difundió rápidamente por todo el mundo. En pocos años, el documento se había convertido en la declaración de fe rectora de incontables iglesias, nuevos movimientos cristianos, seminarios y organizaciones misioneras en todo el mundo.

El Pacto de Lausana contiene quince Artículos que fijan los distintivos teológicos centrales. Analizaremos a continuación cada una de las afirmaciones centrales del documento.

El propósito de Dios (Artículo 1)

El primer Artículo, llamado El propósito de Dios, afirma que el Dios trino es un Dios misionero, que nos ha llamado a participar con alegría en su misión redentora en el mundo. Busca clarificar que la misión es, ante todo, acerca de Dios y su propósito e iniciativa redentores en el mundo, independientemente de toda acción, tarea, estrategia o iniciativa que emprenda la iglesia. Dicho claramente, la misión tiene que ver más con Dios y quién es él que con nosotros y lo que hacemos. En breve, la misión no es principalmente un subconjunto de la doctrina de la iglesia que busca crecer y extender su alcance e influencia en todo el mundo. Es, más bien, la historia de la acción redentora de Dios en el mundo, que precede la vida de la iglesia. El documento declara que: “Él nos ha estado llamando fuera del mundo para que seamos un pueblo para él, y ha estado enviando a su pueblo de vuelta al mundo para ser sus siervos y testigos, para la extensión de su reino, la edificación del cuerpo de Cristo y la gloria de su nombre”. Por supuesto, reconocemos que Dios ha llamado a su iglesia a participar plenamente en su misión en actos de obediencia, proclamación y servicio específicos en el mundo, pero esto debe surgir dentro del marco más amplio de la misión de Dios. Esto permite que la iglesia evite el triunfalismo, y hace que nuestro testimonio se mantenga centrado en Dios.

La autoridad y el poder de la Biblia (Artículo 2)

El segundo Artículo resalta otro distintivo teológico importante del Movimiento de Lausana, a saber, el papel central de las escrituras en la evangelización mundial. El Movimiento de Lausana afirma la inspiración divina, la veracidad y la autoridad, tanto de las escrituras del Antiguo como del Nuevo Testamento, en su totalidad, como la Palabra de Dios, “sin error en todo lo que afirma, y como la única e infalible regla de fe y práctica”. [110] La belleza de esta afirmación es que evita dos potenciales problemas que en ocasiones han influido de manera negativa en la forma en que la iglesia ha entendido las escrituras. Por un lado, el Movimiento de Lausana se coloca firmemente con la gran corriente histórica de la fe cristiana, al afirmar el poder y la eficacia de la palabra de Dios. El no permanecer firmes en la autoridad de las escrituras es la causa fundamental de gran parte de la declinación en muchas ramas de la iglesia. Por otro lado, es importante reconocer que el poder de las escrituras está arraigado, en última instancia, en Dios mismo. Esto no erosiona el hecho de que la Palabra de Dios, tal como la hemos recibido, está libre de errores y es proposicionalmente verdadera. Pero debemos recordar también que leemos y proclamamos las escrituras en la presencia del Cristo resucitado mismo, y en continuidad con la iglesia viviente a lo largo de las edades. Las escrituras son “inspiradas por Dios” y, por lo tanto, siempre fluyen de su autoridad divina como el Señor del mundo y de la iglesia, que es su cuerpo.

El carácter único y universal de Cristo (Artículo 3)

El tercer distintivo teológico importante del Movimiento de Lausana es la centralidad de Jesucristo, “el único rescate para los pecadores” y “el único mediador entre Dios y las personas”. Lausana afirma la singularidad de Jesucristo, el único que ha muerto por nuestros pecados. [111] El Pacto de Lausana rechaza la idea de que Dios habla por igual a través de todas las religiones, o que otras religiones pueden ofrecer la salvación de manera anónima a través de Cristo. Antes bien, la iglesia es llamada a proclamar a toda la raza humana el poder de Cristo, y a llamar a hombres y mujeres a arrepentirse de sus pecados y a poner su fe y confianza de manera explícita en Jesucristo. Por lo tanto, el Movimiento de Lausana rechaza tanto el universalismo tradicional como diversas formas cristocéntricas del universalismo (como el inclusivismo), al insistir, no solo en la supremacía de Jesucristo, sino también en la importancia del llamado al arrepentimiento explícito y a la fe en Jesucristo para salvación.

La naturaleza de la evangelización / Iglesia y evangelización (Artículos 4 y 6)

El Movimiento de Lausana es, fundamentalmente, una red de cristianos comprometidos con la evangelización del mundo. Esto no significa que esperamos que cada persona del mundo responda al evangelio, sino que es nuestro deber sagrado asegurarnos de que cada grupo-pueblo del mundo tenga la oportunidad de escuchar el evangelio y ver el testimonio vivo del evangelio transmitido a través del testimonio de la iglesia. Mientras que el cuarto Artículo se centra en la evangelización, el sexto Artículo deja en claro que la tarea de la evangelización del mundo está centrada en la iglesia. Por cierto, el documento proclama que “La iglesia está en el centro mismo del propósito cósmico de Dios y es el medio que él ha designado para difundir el evangelio”. A veces se considera que la iglesia tiene solo un propósito instrumental en el mundo, es decir, la tarea de proclamar el evangelio. Sin embargo, el Movimiento de Lausana ve a la iglesia con un propósito ontológico más profundo, que está relacionado íntegramente con la consumación final del Reino. [112] En otras palabras, no se trata meramente de que la iglesia es el instrumento a través del cual Dios proclama el evangelio; más bien, la iglesia es lo que Dios está construyendo en el mundo. La iglesia no debe ser equiparada con el Reino, pero el Reino no se consuma aisladamente del pueblo redimido de Dios que ha sido llamado fuera de una vida de pecado a la comunión gozosa de la iglesia, la compañía de los redimidos. La iglesia no solo proclama el poder de la cruz, sino que está llamada a estar “marcada ella misma por la cruz”. El evangelio no es meramente un mensaje de palabras independiente, sino un mensaje que está encarnado de hecho en una comunidad de fe viviente en todo el mundo. En consecuencia, la iglesia no es meramente la suma total de los individuos redimidos o, aún menos, la suma de todas las diversas instituciones eclesiásticas en todo el mundo sino, más fundamentalmente, la comunidad del pueblo de Dios que trasciende todas las culturas, los sistemas sociales o políticos, y las ideologías.

Responsabilidad social cristiana / Libertad y persecución (Artículos 5 y 13)

El Movimiento de Lausana lideró el movimiento evangélico mundial en prestar oídos a las voces de muchos cristianos en todo el mundo que sentían que la iglesia no había demostrado suficiente solidaridad con las personas a las que se les ha denegado justicia y han sido marginadas de varias formas. Por lo tanto, el Movimiento de Lausana afirma la preocupación de Dios por la justicia y la liberación de toda forma de opresión. La iglesia ha tenido dificultad en ocasiones para articular la relación de la evangelización con la acción social en el mundo. El compromiso con la proclamación del evangelio ha sido reducido a veces a campañas evangelísticas, sin una preocupación concomitante por los pobres, los desamparados y los desposeídos. La iglesia ha reconocido el testimonio dinámico, tanto de Billy Graham como de la madre Teresa, por ejemplo, pero no siempre ha sabido cómo se relacionan entre sí ambos testimonios. Algunos evangélicos ven la acción social como un puente para la evangelización. Otros la conceptualizan como una consecuencia natural de la evangelización. Todavía otros tratan de ver a ambos como socios complementarios. [113]

Hay tres características clave del Movimiento de Lausana que merecen ser destacadas. Primero, ubica correctamente la acción social en un contexto teológico, vinculándola con las doctrinas de Dios, la reconciliación, la justicia, y el hecho de que todos los hombres y mujeres son creados a la imagen de Dios. Segundo, la declaración afirma que la evangelización y la acción social no son “mutuamente excluyentes”, con lo cual establece el fundamento para una visión integrada de cómo la persona y la obra de Cristo se reflejan en la vida y el testimonio de la iglesia. Finalmente, en el corazón del Pacto de Lausana hay una expresión de metanoia, o arrepentimiento, porque la iglesia no ha vivido de manera consistente con el testimonio bíblico sobre la acción social y la lucha por la justicia a favor de los oprimidos.

El Movimiento de Lausana se ha alineado teológicamente también con la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Es importante reconocer que la acción social no solo se necesita para el mundo no creyente, sino también para millones de cristianos que están presos injustamente y sufren persecución. El Pacto de Lausana afirma la importancia de abordar tanto las expresiones personales del mal como los males estructurales que niegan la libertad religiosa a millones de personas.

Cooperación en la evangelización e iglesias en asociación evangelística (Artículos 7 y 8)

Uno de los grandes sellos distintivos del Movimiento de Lausana es su deseo de trascender temas que han dividido a la iglesia y encontrar nuestra unidad más profunda en el mensaje central del evangelio. El Movimiento de Lausana es, a la vez, un movimiento evangélico y también profundamente ecuménico. Como parte del movimiento ecuménico, Lausana se encuentra en la tradición de la Alianza Evangélica Mundial y el Consejo Mundial de Iglesias, pero Lausana ha prosperado, en parte, porque es un movimiento, más que una organización per se. No hay ninguna “sede central” oficial de Lausana, y la red es sostenida por un reducido personal pago, y apoyado por docenas de voluntarios dispersos por todo el mundo. El Movimiento de Lausana ha proporcionado una plataforma común para un impresionante conjunto de cristianos de cientos de culturas e idiomas, todos los cuales comparten un compromiso evangélico común con la evangelización del mundo. Precisamente porque el Movimiento de Lausana no es una organización o una institución en el sentido formal, encuentra su alegría más profunda en ayudar a hacer crecer el fruto en los árboles de incontables otros cuerpos cristianos. Afirma osadamente que “quienes compartimos la misma fe bíblica debemos estar unidos estrechamente en la comunión, el trabajo y el testimonio”. El Movimiento de Lausana ha brindado una plataforma mundial sobre la cual movimientos cristianos a menudo ignorados de todo el mundo han podido reunirse y formar asociaciones viables en la evangelización mundial. El Movimiento, si bien está centrado en la iglesia, ha ayudado también a vincular una gran cantidad de organizaciones paraeclesiásticas dedicadas a la traducción de la Biblia, la educación teológica, la distribución de literatura y la evangelización, para nombrar solo unas pocas.

La urgencia de la tarea evangelística (Artículo 9)

El Movimiento de Lausana ha fomentado una mayor conciencia de cuántos grupos étnicos no tienen acceso suficiente al mensaje del evangelio o a expresiones viables de la iglesia. En consecuencia, el Movimiento de Lausana ha ayudado a promover toda una nueva ola de investigación dedicada a comprender las barreras sociales, lingüísticas y de castas que con frecuencia impiden que las personas escuchen el evangelio de una forma que sea comprensible y culturalmente aplicable. Han surgido diferentes criterios con relación a cómo definir qué es exactamente un “grupo-pueblo no alcanzado” y exactamente qué porcentaje de un grupo dado necesita ser cristiano antes de que el grupo pueda ser declarado como “alcanzado”. Esto ha producido diferentes números, que van de 4.000 a 6.000 grupos no alcanzados distintos. [114] Sin embargo, el Movimiento de Lausana es conocido por su énfasis teológico en la urgencia de la tarea y la importancia de que la iglesia se asegure de que cada grupo-pueblo del mundo tenga acceso al evangelio. El Pacto de Lausana llega al punto de convocar a los cristianos de los países más ricos a adoptar estilos de vida más sencillos y a contribuir más generosamente a la tarea de la evangelización mundial. Es, también, crucial que esta tarea no sea vista como una iniciativa de “Occidente alcanzando al resto”, sino más bien como una responsabilidad compartida por todos los cristianos de cada continente, tanto de enviar como de recibir misioneros y testigos transculturales para la causa de Cristo.

La evangelización y la cultura (Artículo 10)

Otro distintivo teológico del Movimiento de Lausana ha sido una afirmación de la cultura humana. Si bien cada cultura manifiesta evidencia del poder del pecado, también es cierto que cada cultura es “rica en belleza y bondad”. El Movimiento de Lausana afirma que Dios es la fuente y el sustentador, tanto de la cultura física como de la social. En virtud de su realidad trina, Dios es intrínsecamente relacional, y las relaciones humanas, otorgadas por él en la creación, son un reflejo de su presencia en la creación misma. La creencia cristiana de que Dios está más allá de todas las culturas humanas y, sin embargo, ha escogido revelarse dentro de todas las particularidades de las culturas humanas es una afirmación distintiva de Lausana. Dios ha escogido revelarse dentro del contexto de las culturas humanas y, por lo tanto, debemos resistir actitudes que presuponen que una cultura es superior a otra. El evangelio tiene el poder de elevar a cada cultura, y todas las realidades de la Nueva Creación que irrumpe pueden ser expresadas en las plenas y polifacéticas realidades de cada cultura.

Al comunicar el evangelio, la iglesia tiene una larga historia de contextualización del mensaje, de forma que las verdades inmutables del evangelio puedan ser entendidas y recibidas. El depósito histórico del evangelio es inmutable, pero la contextualización reconoce la necesidad de “traducir” el mensaje a formas que son “significativas y aplicables a pueblos en sus entornos culturales separados, de modo que sean comunicados el mensaje y el impacto originales del evangelio”. [115] El compromiso con la contextualización apropiada protege al evangelio de ser comunicado solo a través de una lente monocultural, y también de una separación excesiva de la historia real. Las verdades del evangelio son inmutables, y no están determinadas culturalmente, pero esas verdades no pueden ser experimentadas, celebradas o comunicadas sin estar encarnadas culturalmente. Toda comunicación del evangelio, incluyendo el Nuevo Testamento mismo, es un suceso contextual. Aun una afirmación tan sencilla como “Jesús es Señor” debe ser comunicada en un idioma particular a algún entorno cultural particular. La contextualización, por lo tanto, garantiza que las dimensiones objetiva y subjetiva de la revelación no puedan distanciarse.

Educación y liderazgo (Artículo 11)

El Movimiento de Lausana ha sido pionera en ayudar a la iglesia a entender que la evangelización no puede limitarse a “decisiones por Cristo” o a ninguna visión reduccionista de la salvación que se equipara a la doctrina de la justificación. En cambio, la evangelización incluye fundamentalmente la formación de creyentes discipulados y toda una nueva generación de líderes cristianos con formación teológica. El papel de la iglesia, los seminarios y las organizaciones dedicadas al discipulado es crucial para el crecimiento a largo plazo y la sostenibilidad de la iglesia en el mundo. Toda nación y cultura debería tener acceso a la educación teológica, y todo cristiano debería tener oportunidades de crecer en el discipulado y el servicio. Esto no significa exportar formas occidentales de educación teológica a todo el mundo, sino descubrir toda una gama de estrategias efectivas para capacitar a todo el pueblo de Dios, ordenados y laicos.

Conflicto espiritual (Artículo 12)

Uno de los distintivos teológicos más importantes que surge de colocar a las misiones dentro de la obra mayor de la misión de Dios en el mundo es el reconocimiento de que el avance de la iglesia no es, en última instancia, una tarea logística o institucional, sino está arraigada en un conflicto espiritual cósmico que debe ser enfrentado mediante la oración y el reconocimiento de la naturaleza de la guerra espiritual. La iglesia no está simplemente luchando contra las fuerzas de la teología liberal, ideologías peligrosas o expresiones religiosas no cristianas. En última instancia, estamos involucrados en una guerra espiritual contra principados y poderes de maldad que buscan frustrar a la iglesia e impedir el progreso de la evangelización del mundo. Por lo tanto, el Movimiento de Lausana ha abrazado la importancia de pedir pureza en la iglesia, fidelidad en la oración y el reconocimiento de las fuerzas espirituales alistadas contra nosotros. En definitiva, Jesucristo, la Palabra de Dios y una iglesia fiel y en oración son los elementos más importantes de la evangelización del mundo.

El poder del Espíritu Santo (Artículo 14)

Algunas expresiones de la iglesia han sido plenamente cristocéntricas, pero no siempre han abrazado la centralidad del Dios trino en la tarea mayor de la evangelización del mundo. El Movimiento de Lausana afirma que el Padre es el gran iniciador, enviador y meta de todas las misiones. El Hijo es la encarnación redentora de la misión de Dios. El Espíritu Santo es la presencia empoderadora de Dios en su misión que se despliega en el mundo. Sin el poder y el testimonio del Espíritu Santo nadie será convencido de pecado, nadie podrá poner su fe en Cristo y nadie podrá crecer en la fe cristiana. Es el Espíritu quien renueva a la iglesia, y quien nos empodera y permite ser sus testigos efectivos en el mundo. El Espíritu también permite a la iglesia manifestar todas las realidades de la Nueva Creación en medio de un mundo cautivo al pecado y a la muerte. Los dones y los frutos del Espíritu son esenciales para la vida y el testimonio de la iglesia.

El regreso de Cristo (Artículo 15)

Finalmente, el Pacto de Lausana abraza una fuerte visión de la historia que está enmarcada por una perspectiva escatológica, donde el regreso glorioso y visible de Jesucristo pondrá fin a la historia humana, consumará su plan salvífico, juzgará al mundo y consumará su reino eterno. Por lo tanto, la misión de la iglesia ha estado enmarcada por Dios como algo que ocurre entre la ascensión y el regreso de Cristo. Lausana no imagina la emergencia de una utopía mundial o que el reino de Dios se llegue a consumar plenamente aparte de su intervención final en los últimos tiempos. En última instancia, la plena manifestación de la justicia y la paz será el resultado de la iniciativa y la acción finales de Dios. Esto es un recordatorio constante de que todas nuestras acciones y actos de obediencia en el mundo deben estar finalmente enmarcados dentro de su iniciativa de dar comienzo al plan de redención, además de llevarlo a su consumación final. Por cierto, nuestro ministerio eficaz en el mundo no puede ser comprendido plenamente aparte de este marco teológico mayor, en el cual la iglesia sirve y obedece.

Fue al final del Congreso de 1974 que Ralph Winter, un destacado misionólogo, explicó públicamente por primera vez cómo, aun cuando toda la iglesia estuviera involucrada en la evangelización efectiva, solo produciría unos mil millones de nuevos cristianos. Todavía quedarían uno dos mil millones de personas más que estaban fuera del alcance del evangelio sin un testimonio transcultural intencional. [116] Esto dio como resultado, como se analizará después, un esfuerzo mucho más grande por atravesar las fronteras transculturales con el evangelio de Jesucristo.

Distintivos teológicos del Manifiesto de Manila y el Compromiso de Ciudad del Cabo

El Manifiesto de Manila

El segundo Congreso Internacional de Evangelización Mundial se realizó en Manila, Filipinas, en 1989. A veces se lo llama “Lausana II”. Más de 4.000 líderes cristianos se reunieron de todas partes del mundo para discutir el avance de la evangelización del mundo, y para reflexionar sobre cómo el mundo y el contexto de las misiones había cambiado desde el Congreso de 1974. Como el primer Congreso, el encuentro de Manila culminó en la publicación de lo que llegó a conocerse como el Manifiesto de Manila. Es importante entender que tanto el Manifiesto de Manila de 1989 como el Compromiso de Ciudad del Cabo de 2010 no fueron concebidos como reemplazos del Pacto de Lausana o como iniciadores de cambios importantes en los distintivos teológicos históricos del Movimiento de Lausana. Más bien, el propósito de estos documentos es edificar sobre el fundamento del Pacto de Lausana y destacar nuevos desafíos que la iglesia estaba enfrentando, o temas teológicos que requerían una mayor clarificación basada en una reflexión adicional sobre el Pacto de Lausana.

El Manifiesto de Manila está organizado alrededor de 21 Afirmaciones iniciales que reafirman, en su mayor parte, la sustancia del Pacto de Lausana. Esto es seguido por doce Artículos y una conclusión final que profundizan con relación a desafíos teológicos, culturales y eclesiásticos particulares que impiden la evangelización mundial. En las Afirmaciones iniciales hay dos distintivos que no estaban presentes explícitamente en el Pacto de Lausana. Primero, la Afirmación de que el Jesús de la historia es el mismo que el Cristo de la gloria (Afirmación 5). Esta declaración profundiza la preocupación de Lausana acerca de varios intentos teológicos por separar la obra salvadora de Cristo de su manifestación histórica en la Encarnación, según se revela en la historia. La idea de que Cristo puede ser experimentado implícitamente a través de otras religiones o a través de diversos movimientos culturales no es abrazada por el Movimiento de Lausana. Este punto es explicado con mayor profundidad en el Artículo 3, que renuncia explícitamente a la idea de que el pueblo judío puede ser salvado a través de un pacto separado, aparte de su respuesta personal a Jesucristo. Por implicación, esto se aplicaría claramente también a los musulmanes, hindúes y budistas, entre otros.

El segundo distintivo teológico del Manifiesto de Manila, que se encuentra en la Afirmación 18, es el llamado a invertir más tiempo en estudiar la sociedad, a fin de entender mejor sus “estructuras, valores y necesidades”, como parte de la tarea mayor de desarrollar una estrategia misionera. Esta Afirmación implica una aceptación más robusta del trabajo de la antropología cultural y social para ayudar a la iglesia a cumplir mejor su misión.

Otros distintivos teológicos que surgieron del Manifiesto de Manila incluyeron una Afirmación explícita del papel de la apologética en la evangelización del mundo. El congreso estuvo más consciente de una ola creciente de desafíos intelectuales al evangelio cristiano que requieren una respuesta evangélica más coordinada. La declaración también se apoyó en la afirmación del Pacto de Lausana de la Declaración Universal de Derechos Humanos al afirmar explícitamente la importancia de defender la libertad religiosa en todo el mundo. Finalmente, en el Artículo 8, el Manifiesto de Manila dedica muchísima más atención a la importancia de capacitar, equipar y empoderar a los laicos para la evangelización del mundo.

Si bien no aparece en el Manifiesto de Manila, fue en el Congreso de 1989 que Luis Bush introdujo el concepto que en 1990 fue descrito como la “ventana 10/40”. Esto se refiere al área del mundo de 10 a 40 grados al norte del ecuador donde vive dos tercios del mundo y que está marcada por los mayores niveles de pobreza y el menor acceso al evangelio. Esto ha hecho que docenas de agencias misioneras e iglesias centren el trabajo misionero en esa región particular del mundo, que representa el corazón del mundo islámico, hinduista y budista.

El Compromiso de Ciudad del Cabo

En 2010 se realizó el tercer Congreso de Lausana de Evangelización Mundial en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Se reunieron más de 4.200 líderes evangélicos de 198 países para reflexionar sobre el progreso de la evangelización del mundo. El Congreso fue precedido por tres años de estudio y de escuchar a la iglesia mundial, a fin de discernir cuáles eran los temas teológicos y culturales clave que necesitaban ser abordados por la iglesia mundial. El documento resultante, el Compromiso del Ciudad del Cabo, representa, por un lado, una afirmación clara de todos los distintivos teológicos del Pacto de Lausana, mientras que, por otro lado, ofrecía un reencuadre completo de cómo el evangelio podría ser proclamado más efectivamente al mundo. Más que emitir nuevos distintivos teológicos, el Compromiso de Ciudad del Cabo busca reencuadrar la discusión de una forma que pueda ser realizada y aplicada en un sinnúmero de nuevos contextos mundiales. El encuentro de Ciudad del Cabo fue el primer congreso al que asistieron más cristianos del “mundo mayoritario” que cristianos del mundo occidental. Fue, indudablemente, uno de los encuentros de cristianos más diversos que se haya realizado jamás en la historia del mundo.

El Compromiso de Ciudad del Cabo reorganizó las afirmaciones básicas del Pacto de Lausana y del Manifiesto de Manila alrededor del tema del amor de Dios. Sin desmerecer el logro monumental del Pacto de Lausana al fijar los distintivos teológicos centrales del Movimiento, el amor de Dios se menciona una sola vez en todo el documento. Se volvió cada vez más claro que las verdades del Pacto de Lausana debían ser retenidas, pero comunicadas dentro del contexto mayor del amor de Dios. El Compromiso de Ciudad del Cabo reencuadra todo el trabajo teológico del Movimiento alrededor del amor de Dios. El documento está dividido en dos partes principales. La primera parte está organizada alrededor de diez temas centrales, como “Amamos porque Dios nos amó primero”, que es una nueva presentación del Artículo 1 del Pacto de Lausana. El documento sigue con Artículos que afirman que “amamos al Dios vivo, amamos a Dios el Padre, amamos a Dios el Hijo, amamos a Dios el Espíritu Santo, amamos la Palabra de Dios, amamos el mundo de Dios, amamos el evangelio de Dios, amamos al pueblo de Dios y, finalmente, amamos la misión de Dios”. Éste es el distintivo teológico más importante del Compromiso de Ciudad del Cabo.

La segunda parte del documento identifica seis temas clave que vuelven a afirmar muchos de los temas clásicos del Movimiento de Lausana. Se enfatizaron varios elementos nuevos en el Compromiso de Ciudad del Cabo, que incluyeron el cuidado de la creación (Parte II, 5) y una fuerte crítica de la idolatría del evangelio de la prosperidad (Parte V, 4). El documento es un toque de trompeta para que la iglesia se mantenga fiel aun en medio de un mundo roto que es cada vez más hostil al evangelio. El documento es, también, mucho más consciente de la creciente diversidad de la iglesia y la necesidad de niveles aún mayores de colaboración y de auténtica asociación que permitirá a la iglesia cumplir con el tema original del Congreso de Lausana, en Lausana, a saber, “toda la iglesia llevando todo el evangelio a todo el mundo”.

Impacto misionológico

La segunda parte de este capítulo busca explorar el impacto misionológico más amplio del Movimiento de Lausana. Esto será analizado bajo cinco temas.

La recuperación de la misionología trinitaria y la “missio Dei”: El Dios de la misión y la iglesia de las misiones

Según se señaló en los Artículos 1 y 14 del Pacto de Lausana y de forma aún más explícita en los documentos subsiguientes, Lausana ha llevado al movimiento misionero mundial evangélico a un marco más plenamente trinitario. No alcanza con simplemente proclamar a Cristo. Nuestra proclamación central debe ser conceptualizada nuevamente dentro del marco mayor de la misión de Dios (missio Dei) y con la obra empoderadora del Espíritu Santo. Esta frase definidora, missio Dei (misión de Dios), como una forma de conceptualizar la misión, fue acuñada originalmente por el misionólogo alemán Karl Hartenstein, en 1934. Más tarde, en 1952, en una importante conferencia patrocinada por el Consejo Misionero Internacional realizada en Willingen, Alemania, se estableció el énfasis teológico de que la acción redentora de Dios precede a la iglesia, aun cuando no usaron explícitamente la frase missio Dei. La frase fue popularizada más tarde por Georg Vicedom como un concepto clave en las misiones, con la publicación en 1963 de su libro emblemático, The Mission of God: An Introduction to the Theology of Mission. Vicedom conceptualizó de manera perspicaz a la misión como nuestra participación en la misión del Padre de “enviar al Hijo”. Vicedom declaró que “el movimiento misionero del cual somos una parte tiene su origen en el Dios trino mismo”. [117] Sin embargo, la aplicación de este concepto desconectó cada vez más a la iglesia de la misión de Dios. El resultado fue un foco en el mundo como el escenario de la actividad redentora de Dios, lo cual marginó a la iglesia y su proclamación redentora. El papel de la iglesia, en el mejor de los casos, era simplemente señalar dónde la sociedad estaba luchando por la humanización o dónde estaba surgiendo el shalom de Dios en el mundo.

Hubo un período importante en que los cristianos evangélicos evitaban la frase missio Dei, porque había quedado asociada con la separación de la obra de Dios de la vida y el testimonio de la iglesia. El Movimiento de Lausana ayudó a volver a utilizar el concepto de missio Dei y a volver a conectar la teología de la missio Dei con el claro entendimiento de que la iglesia es fundamental para la forma en que la misión de Dios se desarrolla en el mundo y, por cierto, que la iglesia es la meta redentora de Dios. Para ser justos, as probable que esta reconexión de la missio Dei con la eclesiología no haya sido la intención de los líderes de Lausana, pero se convirtió en el resultado lógico de cientos de líderes de iglesia que se reunían regularmente para hablar de misiones en los encuentros regionales y las consultas temáticas, que han sido la columna vertebral del Movimiento de Lausana.

El énfasis en el acceso al evangelio: De grupos-pueblos a patrones de inmigración mundiales

El avance misionológico más importante del siglo XX fue la conciencia de que los textos de la Gran Comisión tenían que ver con el discipulado de naciones enteras y llevar el evangelio a cada grupo-pueblo de la tierra. La palabra “naciones” en el Nuevo Testamento es una traducción de la palabra griega ethne, que significa “grupos-pueblos” o “grupos étnicos”. La tarea de Ralph Winter en liderar el concepto de un grupo-pueblo no alcanzado y de Luis Bush con la ventana 10/40 son dos perspectivas vitales que fueron abrazadas ampliamente por las iglesias dentro del Movimiento de Lausana y ayudaron así a hacer de estos énfasis una parte del legado de Lausana.

Esto ha producido, no solo una base teológica más profunda para las misiones mundiales, sino que se ha traducido en millones de nuevos cristianos y decenas de miles de nuevas iglesias en grupos-pueblos que hasta ahora no habían tenido ningún acceso viable al evangelio cristiano. A fines del siglo XIX, solo 10% de los protestantes del mundo se encontraban fuera de Occidente, y la enorme mayoría de todos los cristianos se encontraban en Occidente. Hoy, la iglesia de Jesucristo es el movimiento más diverso de la historia del mundo. Hay más personas, en más países, usando más idiomas, confesando el nombre de Jesús que en cualquier otro momento de la historia. El Movimiento de Lausana jugó un papel importante en la generación de tantos nuevos movimientos de plantación de iglesia en todo el mundo, incluyendo nuevos movimientos en Occidente, muchos de los cuales usan el Pacto de Lausana como su declaración de fe.

La asombrosa obra del Proyecto Josué, la iniciativa Adopte un Pueblo, AD 2000 & Beyond, la amplia investigación de la Junta de Misiones Internacionales de los Bautistas del Sur, World Christian Database, entre otros, no estarían donde se encuentran hoy sin el trabajo de Lausana.

Como alguien que ha seguido a Lausana desde el inicio del Movimiento, probablemente sea justo observar que Lausana se ha focalizado más en la praxis de las misiones, a veces en detrimento de la buena reflexión teológica y misionológica. En el período de formación, John Stott y Billy Graham representaban una asociación única de claridad teológica y praxis ministerial. Ambos entendían profundamente el papel importante que jugaba cada uno en el éxito y la sostenibilidad del movimiento más amplio. Con el avance del tiempo, el Movimiento de Lausana se volvió más globalizado, más diverso y menos centralizado. Por cierto, solo en los últimos diez años Lausana pudo decir realmente que era un Movimiento representativo a nivel mundial. Pero, en el proceso, el foco ha estado cada vez más en la práctica de la misión y en el valor general de desarrollar relaciones transculturales en el movimiento cristiano mundial. Sin embargo, si Lausana ha de continuar como una fuerza dinámica, los fundamentos teológicos del movimiento y el llamado a una reflexión misionológica más profunda deben permanecer en la vanguardia.

La aparición de un nuevo ecumenismo: el rostro cambiante del cristianismo mundial y el colapso del “paradigma Occidente alcanzando al resto”.

Tan cerca como en el año 1990, cuando la revista Christian History hizo una lista de los cien sucesos más importantes de la historia del cristianismo, no había una sola referencia a algún suceso que hubiera ocurrido en el Mundo Mayoritario o iniciado por cristianos del Mundo Mayoritario. A veces nos olvidamos, desde nuestra posición ventajosa de hoy, cuán lenta ha sido la iglesia en reconocer los dramáticos acontecimientos mundiales de la iglesia cristiana en todo África, Asia y América Latina. La práctica misionera permaneció enmarcada mayormente dentro de un paradigma que suponía una iglesia occidental vital movilizada para alcanzar a un mundo no occidental con el evangelio. Fue el Movimiento de Lausana quien dio voz y, muy literalmente, la plataforma a docenas de nuevas expresiones en el cristianismo mundial. El Movimiento de Lausana ha patrocinado varias conferencias importantes dedicadas a identificar líderes mundiales emergentes. Fue en la consulta de 2004 en Pattaya, Tailandia, que reunió a 1.500 líderes de todo el mundo, que Lausana realmente comenzó a volverse más intencionadamente mundial en términos de su liderazgo, representación en reuniones y el abordaje serio de muchos de los desafíos estructurales, lingüísticos y culturales que tratan de impedir que el Movimiento se globalice plenamente.[118]

El crecimiento de movimientos cristianos autóctonos independientes, de solo 8 millones de integrantes. al principio del siglo XX. a 423 millones al final del siglo, era reconocido finalmente como uno de los cambios demográficos más importantes de afiliación cristiana en la historia. Los escritos de Philip Jenkins en libros como The Next Christendom, The New Faces of Christianity y God’s Continent popularizaron lo que se ha convertido en una realidad en el Movimiento de Lausana. En un período relativamente corto, la iglesia occidental finalmente comenzó a reconocer que estaba situada en un campo misionero emergente, y que muchos de los movimientos cristianos dinámicos y crecientes se encontraban en lugares que durante siglos habían sido considerados como el campo misionero. Hoy es impensable que la evangelización del mundo sea siquiera posible sin la plena colaboración de “toda la iglesia llevando todo el evangelio a todo el mundo”.

El redescubrimiento de un evangelio mayor: Un evangelio holístico para todo el mundo

El movimiento evangélico, en las primeras décadas del siglo XX, estaba peligrosamente lejos de reconocer nuestro compromiso más amplio de servir a los pobres, luchar contra injusticias, y encarar los males estructurales mayores que tienen atrapadas y privadas de derechos a las personas. Un evangelio más holístico, por supuesto, fue siempre el legado del evangelicalismo, y pocos estuvieron tan comprometidos con este evangelio como los que estaban en el movimiento misionero. Sin embargo, la polémica fundamentalista-modernista a fines del siglo XIX y principios del siglo XX tendió a polarizar la evangelización y la acción social de formas que eran históricamente ajenas a la vida de la iglesia. Hablando en términos generales, el fundamentalismo tendió a truncar el evangelio, reduciéndolo a un mensaje de salvación personal. En contraste, los modernistas tendían a equiparar el evangelio con el testimonio más amplio, colectivo y social, con un menor énfasis en el arrepentimiento personal y la fe en Jesucristo. El evangelio, por supuesto, involucra a ambos. Fue el Movimiento de Lausana quien ayudó a dar forma y organizar a la iglesia alrededor de una misión redentora más amplia. La consulta de 1982 de Lausana sobre la relación entre la evangelización y la acción social fue uno de varios eventos que ayudaron a reencuadrar este tema para la iglesia. Hoy, millones de cristianos que han sido moldeados por el Movimiento de Lausana están abordando temas que van de la trata de personas a la pobreza y al cuidado de la creación. De hecho, el Movimiento de Lausana ha patrocinado docenas de consultas a lo largo de los años sobre cientos de temas que han permitido a los cristianos pensar mejor sobre temas que eran el legado legítimo del testimonio cristiano.

Una colaboración más profunda con toda la iglesia: Un nuevo entendimiento de la asociación

Uno de los temas que unen a todos los principales documentos de Lausana analizados anteriormente es el llamado a una colaboración más profunda con la iglesia mundial, especialmente reuniendo a la “familia evangélica” más amplia de la iglesia mundial. El Movimiento de Lausana, especialmente en las primeras décadas del Movimiento, tendía a evitar la colaboración con los grandes cuerpos conciliares de cristianos. Sin embargo, con el avance del tiempo, el Movimiento de Lausana abrió puntos de diálogo significativos entre iglesias católico romanas, ortodoxas orientales y protestantes tradicionales, especialmente cuando quedó claro que estos movimientos contenían a muchos cristianos dinámicos que compartían el compromiso central de Lausana con la evangelización del mundo. Lausana ha luchado también para mantenerse como un “movimiento” más que una “organización”. Como movimiento, brinda una plataforma única para una amplia variedad de grupos para que se reúnan y colaboren alrededor de un compromiso común con la evangelización del mundo. Como organización, Lausana puede crear confusión respecto de otras organizaciones de muchos años, como la Alianza Evangélica Mundial. Lausana debe trabajar duramente para seguir siendo una “plataforma” para una gran cantidad de otras organizaciones, comunidades cristianas y movimientos eclesiásticos.

Lausana cumple mejor su propósito cuando ayuda a facilitar asociaciones en la realización práctica de misiones a nivel de base en todo el mundo. El Movimiento de Lausana facilitó discusiones clave que se centraron específicamente en nuevos entendimientos del concepto de asociación. Por ejemplo, en el Foro de Evangelización Mundial de 2004, en Pattaya, Tailandia, más de 1.500 líderes mundiales se reunieron para discutir 31 temas que habían sido identificados como obstáculos para la evangelización. Uno de los temas más importantes discutidos en Pattaya fue el de las asociaciones saludables. Quedó claro que mucho de lo que se describía como asociación aún retenía relaciones malsanas debido a diferencias de poder que surgen inevitablemente cuando hay poder y dinero involucrados. Hubo conversaciones sinceras y abiertas que tuvieron un impacto significativo en la práctica efectiva de las misiones en todo el mundo. Se reconoció finalmente que las iglesias que se encontraban en las regiones más pobres del mundo aportan elementos sustanciales a la iglesia mundial que no pueden ser cuantificados monetariamente.

Conclusión

El Movimiento de Lausana sigue siendo una fuerza fuerte y dinámica que contribuye a la evangelización del mundo. Los convocantes originales de Lausana, allá por el 1974, difícilmente podrían haber imaginado el asombroso movimiento mundial que estaban iniciando. El legado teológico de Lausana ha sido una de sus contribuciones más perdurables a la iglesia mundial. Sin duda, la fe cristiana histórica, que resuena tan claramente desde el Movimiento de Lausana es, de hecho, la base misma de su igualmente poderoso impacto misionológico. Por lo tanto, los distintivos teológicos y el impacto misionológico no son dos cosas separadas, sino una sola cosa entendida desde dos perspectivas. Está claro que toda la gloria y el honor son para Dios por convocar un movimiento tal que, a pesar de sus muchas deficiencias, ha proporcionado incontables bendiciones a millones de nuevos cristianos en todo el mundo. Es difícil imaginar que la iglesia mundial pudiera reunirse en lugares tan destacados para la adoración y la discusión, y colaborar con tantas iniciativas mundiales con un fruto tan asombroso, sin la plataforma de Lausana. En definitiva, Lausana no tiene que ver con documentos o encuentros mundiales. Lausana tiene que ver con cristianos que trabajan y oran juntos en un compromiso compartido para que podamos vivir para ver, en nuestra generación, que “todo el evangelio es llevado por toda la iglesia a todo el mundo”.[119]

 

[109]Los tres documentos fundacionales del Movimiento de Lausana pueden encontrarse en lausanne.org. Todas las citas de este capítulo son de los tres documentos, el Pacto de Lausana, el Manifiesto de Manila y el Compromiso de Ciudad del Cabo, a menos que se indique lo contrario.

[110] Para profundizar sobre un entendimiento evangélico de la autoridad de la Biblia, ver John R. W. Stott, The Authority of the Bible (Grand Rapids, MI: InterVarsity Press, 1999). El Movimiento de Lausana ha acogido tanto a los que entienden que la expresión “sin error” se refiere a inerrancia en cada detalle como los que afirman un inerrancia limitada, que reconocen que la Biblia es plenamente confiable, aun cuando los escritores no siempre eran técnicamente precisos en ciertos datos históricos o científicos menores, o cuando surgen detalles diferentes o resúmenes amplios de múltiples testigos del mismo suceso.

[111] Ver John R. W. Stott, The Cross of Christ, edición de estudio (Grand Rapids, MI: InterVarsity Press, 2010).

[112] Para una discusión adicional sobre la relación entre la eclesiología y la naturaleza de la evangelización, ver Simon Chan, Liturgical Theology (Grand Rapids, MI: IVP, 2006).

[113] Para un trato más detallado de las discusiones evangélicas sobre la relación entre la evangelización y la acción social, ver Timothy C. Tennent, Invitation to World Missions: A Trinitarian Missiology for the 21st Century (Grand Rapids, MI: Kregel, 2009), 387-406.

[114] Hay diferentes criterios que se usan por organizaciones misioneras para definir “grupo-pueblo” (people group) y luego determinar si ha sido “alcanzado” o “no alcanzado” con el evangelio. Las tres bases de datos públicas más importantes (cada una usa criterios diferentes) pueden encontrarse en www.joshuaproject.net y http://imb.org/globalresearch/ y en Para un tratamiento completo del papel de Lausana en la discusión sobre grupos-pueblos no alcanzados, y cómo este tema se ha desarrollado en los últimos cuarenta años, ver Timothy C. Tennent, Invitation to World Missions, 354-386.

[115]Bruce J. Nicholls and David Hesselgrave, Communicating Christ Cross-Culturally, 143, 144.

[116] El texto completo de la exposición de Ralph Winter, que incluye el escrito enviado a todos los delegados anticipadamente al Congreso de 1974, junto con la exposición efectiva dada por Winter en Lausana, está disponible en lausanne.org/documents.

[117] Georg Vicedom, The Mission of God: An Introduction to the Theology of Mission; traducido por Gilbert A. Thiele y Dennis Hilgendorf (Saint Louis, MO: Concordia Publishing House, 1965), 5. Vicedom cita a Hans Hartenstein.

[118] Todos los escritos de los grupos de trabajo que se reunieron en Pattaya han sido publicados en tres volúmenes. Ver David Claydon (ed), A New Vision, A New Heart, A Renewed Call (Pasadena, CA: William Carey Library, 2005). Muchos de esto escritos están disponibles también en lausanne.org/documents.

[119] La conocida frase de Lausana, “toda la iglesia llevando todo el evangelio a todo el mundo” se refiere al gran mandato misionológico de la iglesia mundial. Este mandato no puede ser logrado solo por quienes están conectados con el Movimiento de Lausana, o ninguna denominación, organización o movimiento. Más bien, ésta es una frase visionaria que apunta a esa gran meta colectiva del pueblo de Dios de todos los tiempos y edades, que solo será consumada plenamente con el regreso de Cristo.