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La vergüenza trastoca el propósito de Dios para el mundo. La misión de Dios involucra quitar la vergüenza y restaurar el honor. El honor y la vergüenza son inherentes al evangelio, y esenciales para la misión cristiana.

En el principio: nuestra historia familiar

Dios creó a los humanos con gloria y honor (Sal 8:6). Adán y Eva eran corregentes honrados. Aunque estaban desnudos, no sentían vergüenza (Gn 2:25). Entonces entró la vergüenza en la historia.

Después de desobedecer a Dios, Adán y Eva se escondieron y se cubrieron, los signos característicos de la vergüenza. La familia humana “perdió la cara” ante Dios y fue expulsada de su presencia. Para quitar esta deshonra, la gente manipula los sistemas culturales para “hacerse un nombre” (Gn 11:4).

La vergüenza no está limitada a contextos no occidentales. Las personas de todas las culturas se sienten indignas y temen el rechazo de otros, porque todos “estamos privados de la gloria de Dios” (Ro 3:23).

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Exponer la vergüenza occidental

El pensamiento occidental ha asociado por mucho tiempo la vergüenza con las culturas “precivilizadas”. Sin embargo, conversaciones en los medios están exponiendo la relevancia de la vergüenza dentro de culturas occidentales:

  • Las muy valoradas charlas TED de Brené Brown sobre la vergüenza tienen más de 30 millones de vistas.
  • El artículo de Andy Crouch, “The Return of Shame” (El regreso de la vergüenza), en la revista Christianity Today (marzo 2015) dice: “grandes partes de nuestra cultura están comenzando a parecerse a algo similar a una cultura posmoderna de fama-vergüenza”.[1]
  • Por lo menos cuatro libros cristianos distintos publicados en 2016 llevan por título Unashamed (Sin vergüenza).[2]
  • El tema de “avergonzamiento por Internet” está ampliamente discutido en artículos del New York Times, conferencias TED y libros exitosos.[3]

La cultura occidental se está orientando cada vez más hacia la vergüenza. Sin embargo, el cristianismo occidental enfatiza los aspectos legales de la salvación, como el perdón de los pecados y la inocencia. La misión en contextos occidentales debe ofrecer soluciones para personas que dicen: “Si soy inocente, no puedo dar la cara. ¡Lleno estoy de vergüenza!” (Job 10:15).

El rostro mundial de las culturas de honor-vergüenza

El honor y la vergüenza son prominentes en las culturas del Mundo Mayoritario, donde estos valores morales forman el “sistema operativo” de la vida cotidiana. Las personas evitan la deshonra y buscan el estatus a los ojos de la comunidad. Hay cuatro realidades mundiales que exigen un papel mayor para el honor y la vergüenza en la teología y la misión del siglo veintiuno:

  • Tipos culturales mundiales. Honor-vergüenza es el tipo cultural dominante para la mayoría de las personas del mundo, según lo indica el mapa de debajo de Global Mapping International.[4] La cultura moldea la experiencia del pecado (ej: culpa, vergüenza) y la noción de salvación (ej: perdón, honor) de las personas. En consecuencia, la misión cristiana debe tomar en cuenta este predominio mundial de las culturas de honor-vergüenza.

  • Migración mundial. Los estadounidenses y europeos se encuentran ahora con personas de culturas de honor-vergüenza. La ola de estudiantes internacionales, refugiados e inmigrantes ha cambiado el rostro de las poblaciones occidentales.[5] Entender el honor y la vergüenza ayuda a los cristianos a cumplir con el Gran Mandamiento de amar a sus prójimos de todo el mundo.
  • Cristianismo mundial. Una cantidad cada vez mayor de cristianos provienen de culturas de honor-vergüenza. Este cambio en el cristianismo mundial exige una contextualización continua. La iglesia mundial necesita articular una teología que equipe a los cristianos del Mundo Mayoritario para que sigan a Jesús en su propio contexto sociocultural, marcado por las realidades de honor-vergüenza.
  • Grupos poblacionales no alcanzados. El honor y la vergüenza permean la perspectiva cultural de la mayoría de los grupos poblacionales con acceso limitado o nulo al evangelio. Una misiología bíblica para los contextos de honor-vergüenza es estratégica para cumplir la Gran Comisión entre todas las naciones, especialmente las que están dentro de la “ventana 10/40”.

Esta preponderancia mundial del honor y la vergüenza exige una reflexión misiológica renovada. Timothy Tennent señala: “Una comprensión más bíblica de la identidad humana fuera de Cristo que está enmarcada por la culpa, el temor y la vergüenza, estimulará, a su vez, una apreciación más profunda e integral de la obra de Cristo en la cruz”.[6]

La solución del honor de Dios [7]

Dios desea bendecir a las naciones con honor y compartir su nombre con su pueblo. La restauración del estatus, que anhelan todas las personas, juega un papel vital en la misión de Dios a lo largo de la historia.
Dios llamó a Abraham a una vida de honor: una familia grande, un gran nombre, bendiciones y protección divina de la deshonra (Gn 12:1-3). Estas promesas del pacto se extienden a Israel. Una nación de esclavos despreciados se convirtió en la posesión preciosa de Dios, puesta “por encima de todas las naciones que ha formado, para que seas alabado y recibas fama y honra” (Dt 26:19). El pueblo de Dios es escogido para mediar el honor de Dios a todas las naciones.
El Hijo de Dios dejó la gloria del cielo para traer el honor salvador de Dios a todas las personas. Jesús dio testimonio del verdadero honor de Dios partiendo el pan con personas de afuera, sanando a marginados y avergonzando a avergonzadores. En la cruz —un símbolo de gran ignominia—, cargó con nuestra vergüenza y restauró el honor. Ahora, “todo aquel que en él [Jesús] creyere, no será avergonzado” (Ro 10:11), porque Jesús comparte su gloria con los suyos (Jn 17:22; Ro 8:14-18; Heb 2:10).

Honor y vergüenza en la misión contemporánea: sugerencias prácticas

Jesucristo desmantela la vergüenza y procura el honor para la familia humana. La iglesia continúa ahora la misión de Dios de bendecir a todas las naciones con el honor de Dios.

El honor y la vergüenza es una realidad socioteológica que afecta todas las facetas de la misión bíblica. El pueblo de Dios debe discernir cómo encarnar y proclamar el honor salvador de Dios en contextos específicos. Pablo, Pedro y Juan enfrentaron el mismo desafío mientras pastoreaban la iglesia primitiva. Sus escritos (especialmente Romanos, 1 Pedro y Apocalipsis) ofrecen ejemplos bíblicos de la misión en contextos de honor-vergüenza.

Lo que sigue son algunas sugerencias iniciales para incorporar el honor y la vergüenza a siete áreas de la misión contemporánea:

  • Evangelización. Las presentaciones del evangelio occidentales que enfatizan el perdón de la culpa tienen escaso impacto en personas afectadas por la vergüenza. El evangelio anuncia que todas las personas están en una posición de vergüenza ante Dios, pero Jesucristo ofrece un estatus honorable mediante la adopción a la familia de Dios. Las personas deben abandonar su búsqueda de honores mundanales y obtener su “renombre” de Dios. La fe bíblica significa honrar a Jesús con una lealtad total.
  • Discipulado. El honor y la vergüenza no son meras presiones culturales, sino nociones de valor y mérito que dan forma a la cosmovisión de una persona. Por lo tanto, el honor y la vergüenza son esenciales para el discipulado.[8] Seguir a Jesús significa adoptar el código de honor de Dios para todas las áreas de la vida, aprendiendo a valorar lo que Dios considera valioso. El honor imputado de Dios empodera a los cristianos para que resistan la deshonra cultural y vivan para la gloria del nombre de Dios, aun frente a la persecución vergonzosa (Hch 5:41; 1P 4:13-15).
  • Pacificación. En contextos de honor-vergüenza, restaurar el honor es un requisito previo para la reconciliación. Las personas rompen relaciones cuando sienten que le han faltado el respecto. Restaurar el buen nombre promueve la paz. Los enfoques occidentales de justicia punitiva exacerban la vergüenza al poner en evidencia al perpetrador. Sin embargo, la práctica de la “justicia restaurativa” enfatiza la reinserción en la comunidad, así que podría ser un enfoque más efectivo para la reconciliación en contextos sensibles a la vergüenza.[9]
  • Desarrollo y ayuda humanitaria. La pobreza implica aislamiento social y vergüenza tanto como hambre. Las dádivas intensifican la humillación. Los paradigmas de misión emergentes abordan la pobreza de manera más honorable. Los negocios como misión (BAM, por sus siglas en inglés) proveen trabajos con dignidad.[10] El desarrollo comunitario basado en recursos (ABCD, por sus siglas en inglés) reafirma el honor innato de las personas al comenzar con sus propios recursos. El desarrollo efectivo aumenta el capital social de las personas.
  • Colaboraciones. Los occidentales enfocan las colaboraciones ministeriales de una manera parecida a los contratos de negocios (ej: memorándum de entendimiento, objetivos definidos, acuerdos firmados). En contextos de honor-vergüenza, este enfoque confunde y ofende a los otros, ya que implica una relación mínima. Las relaciones financieras deben tomar en cuenta la dinámica del patrocinio: los ricos tienen la obligación moral de compartir de manera benévola, y los clientes corresponden con recursos no materiales, como honor y lealtad. El patrocinio puede ser utilizado de manera responsable para propósitos del reino.[11]
  • Ministerio carcelario. El psiquiatra médico James Gilligan señala: “Aún no he visto un acto serio de violencia que no haya sido provocado por la experiencia de sentir vergüenza, humillación, falta de respeto o ridículo, y que no haya representado el intento de impedir o deshacer esta ‘pérdida de cara’”.[12] Los criminales culpables viven como marginados infames antes y después del crimen. El ministerio carcelario debería tomar en cuenta la vergüenza en el ciclo de violencia.
  • Plantación de iglesias. La mayoría de las personas llegan a Jesús a través de un familiar creyente o la comunidad cristiana. En culturas de honor-vergüenza, las relaciones (más que los hechos) guían las decisiones de vida. Seguir a Jesús significa transferir la lealtad y obligaciones relacionales que uno tiene hacia la comunidad de Dios. Las personas experimentan de manera tangible el honor de Dios en la iglesia.

El honor y la vergüenza deberían informar de manera positiva otros aspectos de la misión cristiana (ej: aconsejamiento, ética, educación teológica, capacitación pastoral y cuidado médico) y sus destinatarios (ej: estudiantes universitarios, refugiados, pandilleros, LGBTQ, musulmanes).

Conclusión

La misión de Dios implica restaurar el honor a los que sufren vergüenza. Las realidades teológicas del honor y la vergüenza son esenciales para el evangelio y para la misión cristiana.

Notas finales

  1. Andy Crouch, ‘The Return of Shame’, Christianity Today, March 2015.
  2. Christine Caine, Unashamed: Drop the Baggage, Pick up Your Freedom, Fulfill Your Destiny (Grand Rapids: Zondervan, 2016); Tracy Levinson, Unashamed: Candid Conversations About Dating, Love, Nakedness and Faith (TBL Publishing, 2016); Lecrae Moore, Unashamed (B&H Books, 2016); Heather Davis Nelson, Unashamed: Healing Our Brokenness and Finding Freedom from Shame (Wheaton: Crossway, 2016).
  3. Jon Ronson, ‘How One Stupid Tweet Blew Up Justine Sacco’s Life’, The New York Times, February 12, 2015, http://www.nytimes.com/2015/02/15/magazine/how-one-stupid-tweet-ruined-justine-saccos-life.html; Jennifer Jacquet, Is Shame Necessary?: New Uses for an Old Tool (New York: Pantheon, 2015); ‘The Outrage Machine’, The New York Times, June 19, 2016, http://www.nytimes.com/video/us/100000004467822/the-outrage-machine.html; Monica Lewinsky, The Price of Shame, accessed June 22, 2016, http://www.ted.com/talks/monica_lewinsky_the_price_of_shame; ‘Shame on You(Tube)’, CBC News, accessed June 22, 2016, http://www.cbc.ca/radio/ideas/shame-on-you-tube-1.3086407.
  4. ‘Culture’s Color, God’s Light’, Global Mapping International, 2016, http://www.gmi.org/services/missiographics/library/honor-shame/. The data is based on the initial 8,500 results from http://theculturetest.com.
  5. Editor’s Note: See article by Sadiri Joy Tira entitled ‘Diasporas from Cape Town 2010 to Manila 2015 and Beyond’ in the March 2015 issue of Lausanne Global Analysis.
  6. Timothy Tennent, ‘Anthropology: Human Identity in Shame-Based Cultures of the Far East’, in Theology in the Context of World Christianity: How the Global Church Is Influencing the Way We Think about and Discuss Theology (Grand Rapids, MI: Zondervan, 2007), 92.
  7. For a fuller discussion of honor and shame in salvation-history and Christian theology, see Jayson Georges and Mark D. Baker, Ministering in Honor-Shame Cultures: Biblical Foundations and Practical Essentials (Downers Grove, IL: IVP Academic, 2016), 67–116.
  8. Jackson Wu, ‘Does the «Plan of Salvation» Make Disciples? Why Honor and Shame Are Essential for Christian Ministry’, Asian Missions Advance (January 2016), 11–17.
  9. Howard Zehr, The Little Book of Restorative Justice (Intercourse, PA: Good Books, 2015).
  10. Mats Tunehag, ‘Business as Mission’, Lausanne Global Analysis 2:5 (Nov 2013).
  11. Editor’s Note: See article by Phill Butler entitled ‘Is Our Collaboration for the Kingdom Effective?’ in the January 2017 issue of Lausanne Global Analysis.
  12. James Gilligan, Violence: Reflections on a National Epidemic (New York: Vintage, 1997), 110.
  13. Dietrich Bonhoeffer, Ethics (New York: Touchstone, 1995), 20.

Jayson Georges (MDiv, Talbot) ha vivido nueve años en Asia Central. Es autor de The 3D Gospel y Ministering in Honor-Shame Cultures (con Mark Baker, IVP). Es el fundador y editor de www.HonorShame.com