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El papel de los profesores cristianos en la Gran Comisión

Stan Wallace 05 Jun 2024

Recientemente, el Movimiento de Lausana lanzó una nueva iniciativa, la Red Ministerio Académico y Educadores (AMEN), una red de personas llamadas a ministrar a y con académicos cristianos. El deseo es seguir avanzando en la visión del Compromiso de Ciudad del Cabo (IIA): «Dar testimonio de la verdad de Cristo en un mundo pluralista y globalizado», y específicamente en el ámbito académico. Si su ministerio incluye de alguna manera a profesores cristianos (por ejemplo, si usted está involucrado en la plantación de iglesias seguramente tiene profesores en sus iglesias), AMEN puede serle de utilidad. De esta manera podemos equipar más plenamente a estos profesores cristianos para que desempeñen un papel crucial en el cumplimiento de la Gran Comisión.

Pero ¿qué tienen que ver los profesores cristianos con el cumplimiento de la Gran Comisión? En realidad, mucho, ya que desempeñan un papel fundamental a la hora de influir en las culturas del mundo. Y a medida que estas culturas son influenciadas con la verdad, bondad y belleza de Dios, están más abiertas al evangelio y a la actividad misionera.

los profesores cristianos desempeñan un papel fundamental a la hora de influir en las culturas del mundo. Y a medida que estas culturas son influenciadas con la verdad, bondad y belleza de Dios, están más abiertas al evangelio y a la actividad misionera.

Es cierto que no solemos pensar así sobre el ministerio del evangelio o el cambio cultural. Sin embargo, creo que esto se debe a que pocos han estudiado la cuestión de cómo cambian realmente las culturas. Más bien, nuestras ideas se han desarrollado a partir de pruebas anecdóticas, suposiciones y conjeturas. Por lo tanto, la mayoría diría que las culturas cambian «una vida a la vez». En otras palabras, a medida que más y más personas creen en Cristo, eventualmente habrá una masa crítica, y el resto de la cultura será alcanzada con el evangelio. Como se suele decir, «las culturas cambian cuando cambian las personas». Se usa la analogía de un plato de sopa. A medida que se añade más y más sal, se llega a una masa crítica de sal, y toda la sopa sabe salada. Lo mismo ocurre con los cristianos en la sociedad: a medida que aumenta el número de creyentes, toda la cultura se ve afectada. O eso dice la historia.

Esta visión tradicional del cambio cultural es un supuesto tan extendido que a algunos les parecerá extraño incluso cuestionarlo. Pero ¿cuáles son las pruebas de que esta historia es la correcta? ¿Cómo podemos estar seguros de que ésta es la forma más eficaz de influir en una cultura para Cristo? ¿En qué se basa la suposición de que así es como veremos que el evangelio impregna todos los rincones de una sociedad?

No hace mucho se llevó a cabo una investigación para comprobar si realmente es así como cambian las culturas. La conclusión fue sorprendente porque iba en contra de nuestras ideas comunes. Señalaba una forma, a menudo olvidada, de ejercer una mayor influencia en nuestras culturas y en nuestro mundo en favor del evangelio.

El Dr. James Hunter es un profesor cristiano de la Universidad de Virginia (EE.UU.). Como sociólogo, estudia las culturas y su evolución. También dirige el Instituto de Estudios Avanzados en Cultura de la universidad, a cargo de explorar una amplia gama de temas que evalúan la influencia cultural. Así que varios años atrás el Dr. Hunter se puso a trabajar en esta cuestión, en parte para ayudar a los cristianos a reflexionar más profundamente sobre cómo involucrar a las culturas con el evangelio. Los resultados se publicaron en su obra To Change The World (Oxford University Press, 2010).

¿Qué descubrió? Hunter comienza por afirmar el profundo deseo que tenemos de cambiar nuestras culturas:

La pasión por interactuar con el mundo, por moldearlo y finalmente cambiarlo para mejor, parece ser una marca perdurable de los cristianos en el mundo en el que viven. Ser cristiano es estar obligado a involucrarse con el mundo, persiguiendo los propósitos restauradores de Dios sobre toda la vida, individual y corporativa, pública y privada. Este es el mandato de la creación (p. 4).

No obstante, observa que la mayor parte de la cultura estadounidense (su contexto y marco demográfico de investigación) rechaza el secularismo: “…hoy en día, solo entre el 12 y el 14% de la población se consideraría secularista. Esto significa que, en la actualidad, en Estados Unidos, entre el 86 y el 88% de la gente adhiere a algún compromiso de fe» (p. 19).

Por tanto, si la visión tradicional del cambio cultural es correcta, Estados Unidos debería estar muy «salado» con la fe. Sin embargo, Estados Unidos se está volviendo más secular, no menos: «Y, sin embargo, nuestra cultura… es intensamente materialista y secular» (p. 19). La visión tradicional no parece coincidir con los datos.

Por otro lado, tenemos ejemplos de pequeños grupos de personas que parecen tener una influencia generalizada en la cultura. Hunter ofrece dos ejemplos. El primero es la comunidad judía. Casi nunca han constituido más del 3,5% de la población estadounidense. A pesar de su reducido número, su influencia es de gran alcance en «la ciencia, la literatura, el arte, la música, las letras, el cine y la arquitectura… realizada en el contexto de un frecuente antisemitismo [restrictivo]» (p. 20).

Un segundo caso de estudio que ofrece Hunter es la comunidad LGBTQIA+, que representa aproximadamente el 3% de la población estadounidense. Pero esta pequeña minoría está teniendo una influencia sin precedentes en todos los niveles y aspectos de nuestra cultura. Hunter observa que, si la visión tradicional del cambio cultural fuera correcta, “…entonces la influencia de diversas minorías …sería relativamente insignificante. Pero, de nuevo, en estos casos y en muchos otros que podemos extraer de la historia, sabemos que no es así» (p. 21). Entonces, ¿qué es lo que tienen y aprovechan tan bien estas y otras culturas minoritarias para cambiar sus culturas?

Los grupos que cambian sus culturas tienen dos cosas en común. En primer lugar, valoran tener representantes en posiciones de influencia cultural. En segundo lugar, estas personas se unen en redes sociales para potenciar su influencia individual.

Hunter concluye que los grupos que cambian sus culturas tienen dos cosas en común. En primer lugar, valoran tener representantes en posiciones de influencia cultural. Contrariamente a la concepción tradicional del cambio cultural «de abajo arriba», Hunter sostiene que el cambio (al menos en la mayoría de los casos) se produce «de arriba abajo» a través de la influencia de un número relativamente pequeño de personas que ocupan posiciones de influencia.

En segundo lugar, estas personas se unen en redes sociales para potenciar su influencia individual. Como resultado, se producen cambios en la cultura, a veces a una velocidad vertiginosa (como ha sido el caso de la agenda social del colectivo LGBTQIA+ en Estados Unidos). Como resume Hunter, «[C]uando redes de élites en campos superpuestos de la cultura y esferas superpuestas de la vida social se unen con sus variados recursos y actúan con un propósito común, las culturas ciertamente cambian, y cambian profundamente (p. 43, cursiva añadida).

Y esto nos lleva al importante papel que desempeñan los profesores cristianos en la Gran Comisión, y al trabajo de la iniciativa AMEN de Lausana. Dios ha colocado a estos hombres y mujeres en las universidades, instituciones que ejercen una influencia inimaginable en nuestras culturas. Cada día los profesores conforman las impresionables mentes jóvenes de hombres y mujeres que serán personas influyentes en los negocios, los medios de comunicación, el derecho, la política y las artes. Así pues, aunque sean relativamente pocos, los profesores cristianos están en condiciones de ejercer una amplia influencia del evangelio en sus culturas.

Varios ministerios de todo el mundo tratan de trabajar en redes y dotar de recursos a profesores cristianos con el fin de «capacitarlos [a los profesores cristianos] para la obra de servicio [en el campus y en sus disciplinas], para edificar el cuerpo de Cristo» (Ef 4:12). La red AMEN conecta estos diversos ministerios académicos como una comunidad misional, para que todos podamos ser mejores en esta tarea. AMEN también busca servir a todas las demás personas involucradas con Lausana que tienen profesores cristianos en sus iglesias o ministerios y desean equiparlos mejor para ser “el aroma de Cristo” (2Co 2:15) en el campus.

En conclusión, mientras buscamos impregnar el mundo con las buenas nuevas no debemos descuidar a los “Esteres” que Dios ha puesto en nuestras universidades en todo el mundo “para un momento como este” (Est 4:14).

(Publicado originalmente como ‘Announcing The Society of Christian Scholars—Please Help Spread The Word!’ y modificado en consecuencia para la comunidad de Lausana.)

Biografía del autor

Stan Wallace

El Dr. Wallace ha estado en el ministerio universitario desde 1985, y el ministerio del profesorado desde 1991, incluido su servicio como Director Nacional del Ministerio del Profesorado de InterVarsity/USA y fundador de la Red de Académicos Emergentes de InterVarsity/USA. En 2010 se unió a Global Scholars y ha servido como su presidente desde 2014. La misión de Global Scholars es equipar a académicos cristianos que sirven en universidades pluralistas para que ejerzan una influencia redentora entre sus estudiantes, colegas, universidades y disciplinas académicas.

El Dr. Wallace, que obtuvo su Doctorado en Ministerio en Involucrar Mente y Cultura en Talbot School of Theology (EE.UU.), ha sido profesor adjunto de Filosofía en varias instituciones, ha publicado sobre cuestiones de integración de fe y erudición, y actualmente está contratado para publicar un libro cuyo título provisional es Have We Lost Our Minds? Neuroscience, the Soul, and Human Flourishing. El Dr. Wallace produce dos podcasts mensuales: College Faith: Exploring the Intersection of Christian Conviction and Higher Education y, con el Dr. J.P. Moreland, Thinking Christianly: Conversations in Pursuit of 'Faith Seeking Understanding'. El Dr. Wallace es co-catalizador de AMEN (Ministerio de Académicos y Educadores) para el Movimiento de Lausana.