Atibaia, Brasil, 30 de marzo – 02 de abril de 2014
Introducción
Nosotros, los participantes de la Consulta de Lausana sobre la «Teología de la Prosperidad», reunidos en Brasil para discutir, debatir, y entender de mejor forma la creciente influencia y trabajo de la denominada Teología de la Prosperidad (TP) en nuestro mundo actual, como se relaciona a la pobreza y como afecta a la misión de ‘Toda la Iglesia llevando el Evangelio completo a todo el Mundo’
Hemos estudiado las Escrituras, orado juntos, escuchado historias y reportes de varias partes del mundo, y hemos trabajado para discernir la voz profética del Espíritu Santo para la Iglesia. Nos hemos reunido, motivados por nuestra pasión por el Evangelio de Jesucristo y en obediencia al mandato de compartir las buenas nuevas a través de palabras, hechos, y carácter, debido a una preocupación compartida de que la TP ofrece un evangelio superficial que reduce la plenitud de las buenas nuevas de Jesús. La plenitud del evangelio incluye un plan de salvación personal, que conduce a la vida eterna, en el contexto de la historia bíblica global de lo que Dios ha hecho para salvar a su creación completa a través de la muerte y resurrección de Cristo.
Entendemos que el término ‘Teología de la Prosperidad’ por si solo es impreciso. Existen variedad de teologías de la prosperidad, todas ellas están arraigadas, expresadas y adoptadas en contextos particulares. Reconocemos además la necesidad para un mejor entendimiento de los distintos contextos históricos, sociológicos, culturales, económicos, psicológicos, y teológicos donde las enseñanzas de la TP se han arraigado. Hemos reconocido que los asuntos planteados en esta consulta no serán exhaustivos o resueltos en pocos días, y que un más profundo entendimiento de la TP puede llevar a una respuesta más matizada a sus manifestaciones en diferentes partes del mundo. A pesar de las limitaciones, humildemente ofrecemos estas recomendaciones a la iglesia en su conjunto como un llamado a una mayor reflexión y acción de los evangélicos mientras trabajamos en conjunto para servir al Reino de Dios y para participar en la obra de Dios de reconciliar al mundo consigo mismo.
Esta consulta construye sobre trabajos y recursos anteriores dentro del Movimiento de Lausana. En particular, la ‘Declaración de Akropong’ (2008 – 2009) del Grupo de Trabajo de Teología de Lausana y la Sección IIE de El Compromiso de Ciudad del Cabo, ‘Llamar a la Iglesia de Cristo a volver a la humildad, la integridad, y la sencillez.’1 Alentamos a las iglesias y las organizaciones cristianas a estudiar y considerar cuidadosamente los desafíos planteados en esos documentos.
I. Un llamado a la confesión
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Reconocemos que el Movimiento de Lausana nació y permanece en gran medida en un contexto privilegiado. Este contexto forma nuestra visión del mundo, informa nuestras perspectivas sobre simplicidad, y limita nuestro entendimiento de las complejidades de la pobreza. Por lo tanto, el caminar en humildad debe incluir una profunda conciencia de las formas que cualquier llamado a la simplicidad o a un estilo de vida bíblico puedan ser irrelevantes, o más aun una carga, para aquellos que ya se encuentran oprimidos por la pobreza.
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Reconocemos que a menudo hemos sido demasiado rápidos para juzgar y hacer pronunciamientos sobre justicia, pobreza, o distribución de la riqueza, sin tomarnos el tiempo de escuchar y estar presente con aquellos cuyas vidas son influidas por la pobreza y la opresión. Confesamos que nuestro fracaso para vivir el evangelio es en algunos casos responsable de algunas de las aberraciones e injusticias.
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Reconocemos que hemos denunciado frecuentemente los excesos de la TP pero a la vez fallado en denunciar las formas en las que un evangelio terapéutico o de autoayuda han reemplazado la supremacía de Cristo en muchas de nuestras iglesias.
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Reconocemos que un entendimiento consumista de la vida cristiana está presente en muchas iglesias. Tal entendimiento nos ciega al sufrimiento, persecución, y opresión soportadas por muchos de nuestras hermanas y hermanos alrededor del mundo.
II. Un llamado a la Acción
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Justicia, misericordia y servicio:
Los cristianos son llamados a actuar justamente y a amar tiernamente. Estamos, aun más, llamados a servir a los otros y al hacerlo a reconocer a Cristo en la más pequeña de nuestras hermanas o hermanos. Servicio no es solamente para otros, sino es hecho con otros. Con el pobre, con el oprimido, con el vecino.
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Actos de servicio – tales como educación, salud, servicios de auxilio – y actos de justicia y defensa son una parte integral de testificar el evangelio. La explotación de la pobreza y las necesidades no tiene espacio en el evangelismo cristiano. Al testificar el evangelio a través del servicio y la defensa, los cristianos deben denunciar y abstenerse de la explotación de la pobreza, incluyendo el ofrecimiento de falsas esperanzas, enraizadas en un entendimiento mecanicista de las recompensas y bendiciones divinas.
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Éticas del poder y la riqueza:
Los Cristianos están llamados a denunciar las injusticias. En muchas partes del mundo los medios exponen escándalos de abuso y corrupción de líderes de movimientos de TP. Sean tales males públicos u ocultos, los cristianos deben desafiar (i) el abuso de poder, incluyendo poder espiritual; (ii) un ethos del ‘derecho a la riqueza’ que desalienta la rendición de cuentas y promueve recaudaciones de fondos no éticas; y (iii) prácticas que explotan y oprimen a aquellos que son más vulnerables.
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Los cristianos debemos confrontar cada enseñanza que mida su éxito en salud y riqueza material con una teología coherente de la creación, el pecado, redención Cristo-céntrica, y una esperanza futura para la creación.
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Generosidad y bendiciones:
Los cristianos somos llamados a dar nuestro propio ser y a compartir las bendiciones que Dios nos ha entregado. Reconocemos el empoderamiento que proviene de la entrega de estas bendiciones y de la importancia que nuestro Señor Jesús puso en, incluso, el más pequeño de los dones entregado sacrificialmente para el Reino. Actos de generosidad y bendición deben ser señales centrales de la iglesia cristiana.
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Justicia estructural y shalom:
Los cristianos no son solamente llamados a dar y compartir generosamente, sino también a trabajar por la disminución de la pobreza. Esto debería incluir el ofrecer formas éticas alternativas para la creación de riqueza y la mantención de negocios socialmente responsables que empoderen al pobre y provean de beneficio material, y dignidad individual y comunitaria. Ésto debe siempre ser llevado a cabo con el entendimiento que toda la riqueza y toda la creación en primer lugar y ante todo pertenecen a Dios.
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Reconocemos que existen lugares donde cambios estructurales deben llevarse acabo previamente a que fuentes alternativas de ingreso puedan ser creadas. En dichos casos los cristianos deben denunciar la corrupción y la opresión que limitan las opciones de aquellos atrapados en la pobreza y por consiguiente involucrarse en la búsqueda por estructuras políticas, económicas y culturales alternativas y justas.
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Sanidad y compasión: Como una parte integral de nuestra testimonio del evangelio, los cristianos ejercemos ministerios de sanidad y compasión. Somos llamados a tener gran discernimiento al llevar a cabo estos ministerios, respetando por completo la dignidad humana y asegurando que la vulnerabilidad de la gente y su necesidad de sanidad y/o compasión no son explotadas. Afirmamos la necesidad de evangelismo compasivo, sabiendo que el sufrimiento por el evangelio y llevar el dolor de otros son actos dignos del Reino de Dios y son formas genuinas de personificar a Cristo con aquellos que sufren.
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Construyendo relaciones: Los cristianos deben esforzarse en construir relaciones de confianza y respeto con todas las personas, buscando formas de conversaciones genuinas y verdaderas en las cuales las convicciones sean desafiadas y el evangelio sea expuesto claramente.
III. Un llamado a la vida en el Reino
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Afirmamos una visión bíblica para el bienestar de la humanidad y de toda la creación de Dios.
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Afirmamos que Dios desea lo mejor para sus hijos, y nosotros buscamos emular su deseo; pero reconocemos las formas que nuestras culturas distorsionan nuestros deseos y nos alejan de la plenitud de vida que es ofrecida a todos en Cristo Jesús. Materialismo y consumismo son dos formas primarias de la distorsión de estos deseos. Donde las enseñanzas de la TP manipulan y controlan, los cristianos deben ser una voz profética, ofreciendo justicia y esperanza genuina.
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Afirmamos la necesidad de distinguir entre una respuesta pastoral que cuida por los individuos y la denuncia profética del liderazgo responsable por cualquier forma de manipulación y opresión. Jesús tenía compasión por aquellos confundidos y perdidos debido a ser guiados en engaño, pero él ferozmente denunciaba a aquellos que ejercían ese liderazgo. Todo el liderazgo cristiano debe encarnar el modelo de servicio y sacrificio propio dado a nosotros por Jesucristo.
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Llamamos a que la Iglesia retorne a la vida en el Reino – vida marcada por el servicio, la humildad, y la integridad, donde nosotros hablamos la verdad a aquellos en el poder, denunciamos los falsos dioses de nuestra cultura y vivimos como seguidores de Cristo en la multiplicidad de nuestros contextos.
En obediencia a Dios el Padre, llamamos a la Iglesia a tener un mismo pensar, el pensar que está en Cristo Jesús; a compartir la vida en el Espíritu, vida en su plenitud, para así poder brillar como estrellas a fin de que el mundo pueda conocer el amor salvífico de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
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Un llamado a la reflexión
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Debemos responder a inmoderadas y sutiles manifestaciones de la TP utilizando cuidadosamente la totalidad de las Escrituras. Esto significa que debemos (i) utilizar la narrativa bíblica completa; y (ii) dar una clara expresión del evangelio, y una reflexión profunda de los supuestos hermenéuticos y las prácticas que informan las interpretaciones de la Biblia. No es suficiente simplemente proclamar que ‘la Biblia está de nuestro lado’, ya que Cristianos con diferentes convicciones, que también afirman la autoridad de la Escritura, harán la misma proclamación, apuntando a numerosos textos que ellos creen apoyan sus prácticas.
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Estamos llamados a participar en una conversación productiva sobre como la Biblia por completo debe formar las convicciones con respecto a la salud y la prosperidad, y como entendemos nuestros estilos de vida a la luz del acto salvífico de Dios en Jesucristo.
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¿Cómo involucramos a aquellos cuyas estrategias hermenéuticas son tan diferentes que una conversación fructífera sobre interpretación parece casi imposible?
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- Reconocemos que a veces Dios usa el sufrimiento para refinar la fe de las personas y para fortalecer a su pueblo. Más que a menudo la iglesia se enfoca en predicar un evangelio de bendiciones donde la proclamación del evangelio completo a todo el mundo requerirá que la iglesia tome adecuada consideración del lugar para el duelo y el lamento.
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¿Cuáles son los recursos bíblicos y las prácticas que necesitan ser aprendidas para que podamos involucrar y estar presentes con aquellos que sufren y están afligidos?
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Reconocemos que la pobreza es una compleja y multidimensional realidad. Incluye (i) falta de ingresos y recursos productivos suficientes para asegurar medios de vida sustentables; (ii) hambre y mal nutrición; (iii) mala salud; (iv) acceso limitado o no acceso a educación y otros servicios básicos; (v) aumento de la morbilidad y mortalidad debida a enfermedades; (vi) falta de vivienda y viviendas inadecuadas; (vii) ambientes inseguros; y (viii) discriminación social y exclusión. También se caracteriza por la falta de participación en la toma de decisiones y además en la vida civil, social y cultural. Esto afecta tanto al individuo como a la comunidad y tiene un amplio espectro de repercusiones en toda la creación.
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Como una realidad relacional, la pobreza tiene causas económicas, físicas, sociales, mentales y espirituales. ¿Cómo un evangelio bíblico y evangélico ofrece una respuesta a estas pobrezas?
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Reconocemos que, en la economía de mercado global, una de las más efectivas herramientas para la eliminación de la pobreza es el desarrollo económico, y aun así los evangélicos han muchas veces fallado en promover negocios motivados por valores para dar soluciones a la pobreza.
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¿Cómo podemos trabajar más efectivamente para el establecimiento de emprendimientos de negocios creativos, éticos y sostenibles para la lucha contra la pobreza (Ver sitio web BAM Think Tank [inglés])
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Hemos comprendido que muchas manifestaciones de la TP, incluso en sus expresiones más básicas y contractuales, ofrecen un lugar de pertenencia, un sentido de esperanza y una teología que desafía el status quo.
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¿Cómo podemos ofrecer una comunidad más profunda, una mejor esperanza y una teología que desafíe el status quo y la opresión a través de la personificación de la justicia y el amor? ¿Cuáles son los recursos bíblicos necesarios para desarrollar una antropología que incorpore las emociones, las experiencias religiosas, los sentimientos y los procesos de pensamiento de personas y comunidades en la multiplicidad de sus contextos?
Epílogo
Una Consulta como ésta a menudo plantea más preguntas que respuestas. Esperamos haber contribuido a dilucidar algunos de los desafíos que la TP trae. Al mismo tiempo esperamos que a través de una reflexión cuidadosa podamos reconsiderar las formas en las que pensamos sobre la riqueza y la pobreza y la relación que tienen éstas con un testimonio Cristiano ético.
Es nuestra oración que los Cristianos alrededor del mundo tomen este texto y lo utilicen sabiamente dentro de los distintos contextos en los cuales Dios nos ha puesto. Confiamos que inspirará predicación bíblica, enseñanzas y vidas que confronten los abusos de la TP, y que servirá para estimular a los Cristianos a liderar estilos de vida éticos que de hecho nos hagan portadores de una mejor esperanza, la esperanza que tenemos en Cristo Jesús.
Apéndice I: Akropong Statement (2008-2009) (en inglés).
Apéndice II: El Compromiso de Ciudad del Cabo (2010) Sección IIE-5: Andar en la sencillez, rechazando la idolatría de la avaricia
Cf. United Nations, ‘Programme of Action of the World Summit for Social Development’, Copenhagen1995, A/CONF.166/9 (en inglés).