La historia de la travesía mundial de los evangélicos hacia una comprensión y práctica integrales de la misión no puede contarse sin tener en cuenta el legado de un teólogo-activista norteamericano llamado Ronald J. Sider. Su fallecimiento el 27 de julio de 2022 a la edad de 82 años nos brinda la ocasión de celebrar una vida vivida significativamente y de reflexionar sobre el impacto duradero de su trabajo sobre la misión de la iglesia.
Aunque fue un distinguido profesor de teología, ministerio integral y política pública en Palmer Theological Seminary, cerca de Filadelfia, durante casi 45 años y fundador de Christians (antes Evangelicals) for Social Action, Sider nunca sirvió como misionero transcultural. Su investigación y su ministerio se centraron principalmente en su propio contexto, Norteamérica, ya que reclamaba un cristianismo integral que hablara tanto al alma como a la sociedad. Sin embargo, Norteamérica no pudo contener su mensaje: la influencia de Sider traspasó las fronteras continentales e influyó en la misión mundial de la iglesia.
Esto no fue puramente fortuito. Estuvo presente, por ejemplo, en los tres congresos internacionales de Lausana. Lo acompañé al Tercer Congreso de Lausana en Ciudad del Cabo en 2010. Entre el primer y el segundo congreso, Sider organizó dos consultas en 1980 sobre el estilo de vida sencillo y el desarrollo comunitario como parte de su trabajo con la Unidad de Ética y Sociedad de la Fraternidad Evangélica Mundial (ahora Alianza Evangélica Mundial). Así pues, aunque se centró en su propio contexto cultural, el panorama mundial estaba ciertamente dentro de su ámbito.
Con mucho, su huella más indeleble en la misión mundial fue el papel que desempeñó como catalizador del movimiento transformacional, que se ha manifestado en entidades tan duraderas como International Fellowship for Mission as Transformation (INFEMIT), Oxford Centre for Mission Studies, la revista Transformation (de la que fue su primer editor) y Regnum Books International.
El movimiento transformacional, o «misión como transformación», puede definirse como una red mundial informal de practicantes reflexivos de la misión integral, contextual y relacional, envuelta en la erudición teológica. Impulsados por una visión del reino de Dios de paz, justicia y salvación, los transformacionalistas “se rehúsan a entender la evangelización sin la liberación, el cambio de corazón sin un cambio de estructuras, la reconciliación vertical (entre Dios y personas) sin la reconciliación horizontal (entre personas y personas) y la plantación de iglesias sin la construcción de comunidades».[1]
Cuando uno escarba alrededor de las raíces y los frutos de este movimiento, se topa inevitable y regularmente con la persona de Ronald J. Sider. Por supuesto, no estaba solo; otros amigos y «co-conspiradores» de la «misión como transformación» serían René Padilla, Samuel Escobar, Vinay Samuel, Melba Maggay, Kwame Bediako y Peter Kuzmic.
Con una comprensión transformacional de todo el evangelio como fundamento y telón de fondo, consideremos cinco formas clave en las que Sider dio forma al movimiento de manera única.
Transformación y discipulado: no soy un activista social
El primer elemento es que una comprensión integral del evangelio es una cuestión de discipulado. Cuando la gente asocia a Sider con la justicia social, no se equivoca. Pero la respuesta de Sider era clara: «No soy un activista social».[2] Esta respuesta era tan desconcertante como declarativa. Porque si Sider no se consideraba un activista social, ¿entonces qué era? En sus propias palabras: «Soy un discípulo de Jesucristo, el Salvador y Señor del universo».[3] Su motivación para la transformación social no provenía del altruismo humanista, sino en última instancia del auténtico discipulado cristiano: un profundo deseo de seguir a Jesús fiel y radicalmente en el mundo.
Riqueza y pobreza: cristianos ricos en la era del hambre
Ya en su sexta edición, Cristianos ricos en la era del hambre figura entre los 50 libros que más han influido en el mundo evangélico, según Christianity Today. Solo a la luz de su impacto, pocos discutirían que Sider hizo más que nadie para que la vida económica ocupara un lugar central en la misión evangélica. La riqueza y su búsqueda son una vaca sagrada en las sociedades capitalistas, y cuestionarla sería por cuenta y riesgo propios. Sin embargo, Sider lo llamó por lo que es, un poderoso ídolo que obstaculiza la obra del evangelio. “El nivel de vida cada vez más opulento es el dios de la Norteamérica del siglo XXI, y el publicista, su profeta».[4]
La crítica de Sider se centró en el pueblo de Dios que persigue la riqueza sin cuestionamientos según las reglas del capitalismo y no según las reglas de la fe bíblica. Escribe: «En una época de opulencia y pobreza, la mayoría de los cristianos [. . .] están tentados de sucumbir a la herejía de seguir los valores materialistas de la sociedad en lugar de la verdad bíblica».[5] En el espíritu de los profetas bíblicos, Sider llamó a la iglesia a arrepentirse y empezar a vivir la economía del reino; en resumen, a volver a Jesús.
El llamado de Sider a los cristianos ricos a rendir cuentas ha tenido una enorme repercusión en la misión mundial de la iglesia. En primer lugar, se tradujo en un llamamiento a muchos cristianos (entre los que me incluyo) para que vendieran todo lo que tenían y entregaran lo recaudado a los pobres para seguir a Jesús, que reside entre los pobres, oprimidos, marginados y traumatizados (cf. Marcos 10:17-27; Mateo 25:31-40). Lo que sugiere esto es que nuestra riqueza es más un obstáculo que una ventaja para la misión. Mientras que el clásico de Jonathan Bonk Missions and Money[6] fue el argumento definitivo sobre las consecuencias de la opulencia para la labor misionera, Rich Christians de Sider ha servido de inspiración para una misión económicamente consciente, no solo para los llamados a trabajar directamente entre los pobres, sino para que la comunidad misionera en su conjunto reflexione de forma más crítica sobre su actitud y la gestión de los recursos materiales. Los abundantes recursos que se nos confían, ¿sirven al evangelio o a nosotros mismos?[7]
Estilo de vida sencillo: vivir como si nos importara
La advertencia de Sider sobre la búsqueda sin cuestionamientos de la riqueza y su compromiso práctico con los pobres convergieron en su llamado a un estilo de vida sencillo como elemento esencial de la fidelidad misional. La forma en que vivimos nuestra vida da testimonio de cómo verdaderamente amamos (o no amamos) a nuestros vecinos pobres de todo el mundo. Sider contribuyó significativamente a reforzar esta convicción en la comunidad evangélica mundial.
Se tomó a pecho El Pacto de Lausana, que dice: «Todos estamos impactados por la pobreza de millones de personas y afligidos por las injusticias que la causan. Quienes vivimos en situaciones acomodadas aceptamos nuestro deber de desarrollar un estilo de vida sencillo a fin de contribuir de manera más generosa, tanto para la asistencia como la evangelización» (Pacto pt-9). Convencido e inspirado por ello, Sider organizó dos consultas sobre el estilo de vida sencillo: una en 1979 en Nueva Jersey (EE.UU.) y otra en 1980 en Londres (Reino Unido). La pregunta que guio estos encuentros fue: «¿Nos atreveremos a medir nuestro estilo de vida por las necesidades de los pobres y los no evangelizados, en lugar de hacerlo por el nivel de vida de nuestros vecinos ricos?”.[8]
La sencillez consiste en vivir más con menos y ser más feliz por ello. Para Sider, la sencillez da credibilidad a la misión de la iglesia ya que demuestra solidaridad con los necesitados del mundo. Por cierto, inclina nuestros corazones hacia los pobres y necesitados. También nos prepara mejor para participar más plenamente en la misión con tiempo y recursos liberados. Y cultiva una orientación hacia las personas por encima de los productos.
Paz y no violencia: si Jesús es Señor
El compromiso de Sider con la no violencia proporciona otro contorno de misión del que es significativamente responsable. Famoso por su inquebrantable pacifismo, Sider definió la acción no violenta como «una confrontación activista con el mal que respeta la condición de persona, incluso del ‘enemigo’ y, en consecuencia, busca tanto poner fin a la opresión como reconciliar al opresor mediante métodos no violentos».[9] Su libro Nonviolent Action presenta ejemplos históricos de la eficacia de la no violencia para lograr el cambio social, como la Revolución del Poder Popular que derrocó a un cruel gobierno autoritario en Filipinas a mediados de la década de 1980.[10] Pero, en última instancia, Sider basaba su creencia en el señorío de Cristo.
A pesar de su compromiso absoluto con la no violencia, fue más allá del manido debate de pacifismo versus guerra justa y llamó a toda la iglesia a la pacificación. Una verdadera perspectiva de guerra justa sitúa el uso de la violencia al final de su lista táctica, lo que significa que deben probarse todas las posibilidades no violentas antes de recurrir a la violencia renuentemente. El llamado a la acción no violenta, por tanto, invita a pacifistas, teóricos de la guerra justa y a todos los demás a unir sus armas y «hacer la paz» en la tierra.
La política de Jesús: participación sociopolítica[11]
Por último, Sider instó a los cristianos a entrar en el ámbito público con la política de Jesús. Aunque se dirigió principalmente a creyentes del contexto norteamericano en relación con la participación sociopolítica, el mensaje es claro para la iglesia mundial: participar en el proceso político de sus respectivos contextos para abogar por los necesitados, decir la verdad al poder y ayudar a construir el tipo de sociedad que refleje la paz, la justicia y la rectitud de Dios.[12]
Esto cuestionaba la idea errónea entre los evangélicos de que no debían participar en política. También cuestionaba a algunos de sus compañeros anabaptistas cuya «ética social» se reducía a proporcionar una sociedad alternativa siendo simplemente la iglesia. Sider, que formó parte de un equipo de formuladores de políticas durante la administración Carter, era categórico al afirmar que ser la iglesia también significaba participar de forma proactiva en la política establecida en nombre de Jesús.
Dicho esto, Sider desalentaba la política partidista.[13] La participación sociopolítica de los cristianos debe trascender la afiliación política, porque nuestra ciudadanía del reino ya lleva consigo una política que no respeta las líneas partidistas. A menudo me decía: “Al, si consigues que la gente de ambos lados de la línea política se enoje, sabes que vas por el buen camino”. Se negaba a convertirse en ideológicamente cautivo o a seguir la línea del partido, y se esforzaba por ser fiel a «la política de Jesús». En sus palabras, este tipo de política es «pro-vida, pro-pobres, pro-familia, pro-justicia racial, pro-paz y pro-cuidado de la creación, ya que a Dios le importan todas esas cosas».[14]
Construir sobre una base sólida
En resumen, he destacado cinco elementos de la obra de Ronald J. Sider que han contribuido a configurar la misión evangélica mundial hoy. Como uno de los pioneros del movimiento transformacional que defendió un enfoque verdaderamente integral, contextual, relacional y teológico de la misión, Sider contribuyó significativamente, (1) situando la misión integral en el ámbito del discipulado; (2) centralizando las cuestiones de la riqueza y la pobreza en la agenda misionera; (3) contribuyendo más que nadie al desarrollo de la declaración del Pacto de Lausana sobre el estilo de vida sencillo; (4) abogando por la pacificación no violenta como parte de la labor de justicia de la iglesia en el mundo; e (5) instando a los cristianos a participar en el proceso político de sus respectivos contextos por el bien de los vulnerables así como del cambio social.
Tuve el privilegio de hablar en el funeral de Ron Sider. Hablé y lloré por todos los que han sido impactados por él cuando le di las gracias por dejarnos con muchos recursos para vivir de manera radical e intransigente por Jesús al servicio de todo el evangelio.
Notas finales
- Al Tizon, Transformation after Lausanne: Radical Evangelical Mission in Global-Local Perspective (Oxford et al: Regnum, 2008), 6.
- See Ronald J. Sider, I Am Not a Social Activist: Making Jesus the Agenda (Scottdale, PA: Herald, 2008).
- Sider, I Am Not a Social Activist, 21.
- Ronald J. Sider, Rich Christians in an Age of Hunger: Moving from Affluence to Generosity. Sixth edition (W Publishing, 2015), 28.
- Sider, Rich Christians, 25.
- Jonathan Bonk, Missions and Money. Revised and Expanded (Maryknoll: Orbis, 2006).
- Nota del editor: Ver el artículo “Un enfoque holístico para el alivio de la pobreza en Asia”, por Kumar Aryal en el Análisis Mundial de Lausana de julio 2022 https://lausanne.org/es/contenido/aml/2022-07-es/un-enfoque-holistico-para-el-alivio-de-la-pobreza-en-asia.
- Ronald J. Sider, ‘Introduction,’ in Living More Simply: Biblical Principles and Practical Models, ed. Ronald J. Sider (Downers Grove, IL: IVP, 1980), 16.
- Ronald J. Sider, Nonviolent Action: What Christian Ethics Demands but Most Christians Have Never Really Tried (Grand Rapids, MI: Brazos, 2015), xv.
- Sider, Nonviolent Action, 63-77.
- This section is adapted from ‘Leading Evangelicals for Social Action,’ in Religious Leadership: A Reference Handbook, ed. Sharon Henderson Callahan (Los Angeles et al.: Sage reference, 2013), 459-460. Used by permission.
- Nota del editor: Ver el artículo “Trabajar por la libertad en un mundo de explotación y trata”, por Marion L. S. Carson en el Análisis Mundial de Lausana de julio 2022 https://lausanne.org/es/contenido/aml/2022-07-es/trabajar-por-la-libertad-en-un-mundo-de-explotacion-y-trata.
- However, he was quite clear about his opposition to the elections and presidency of Donald J. Trump in the United States. But even in that rare occasion, he did not oppose the then-current president on the grounds of party affiliation. See The Spiritual Danger of Donald Trump: 30 Evangelical Christians on Justice, Truth, and Moral Integrity, ed. Ronald J. Sider (Eugene, OR: Cascade, 2020).
- Sider, I Am Not a Social Activist, 203.