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‘Un cristiano fiel no puede dividir su vida entre lo sagrado y lo secular, el culto y el trabajo. Nuestro llamamiento como cristianos es a hacerlo todo para la gloria de Dios, incluído (quizá especialmente) nuestro trabajo.’ – Ravi Zacharias

¿Qué está ocurriendo?

Cualquiera sea la terminología usada, Dios está haciendo algo en todo el mundo para poner en marcha un movimiento de «fe y trabajo». Algunos lo llaman «fe y trabajo», otros «negocios como misión», o «emprendedores del Reino», o «negocios misionales», o «empresas centradas en el evangelio» que es el término que usamos en Telos para referirnos a nuevas iniciativas empresariales que tienen a Dios como su punto de referencia.[1]

La simple puesta en marcha de este movimiento ya puede ser considerada de por si como un éxito, pero creo que nos encontraremos con más fracasos conforme avancemos.

No es que «fe y trabajo» no haya existido antes o que no haya ejemplos de éxitos, pero da la sensación de que estamos en las primeras etapas de un movimiento mundial, más allá de focos aislados de actividad.

Este movimiento se pone de manifiesto en iniciativas como:

Las diferentes terminologías arriba mencionadas implican diferencias, pero ese debate ha de quedar para otro momento. Este artículo busca ofrecer una vista panorámica general del tema «fe y trabajo», procurando discernir lo que podría estar por venir y cómo podemos alinear nuestros esfuerzos con lo que Dios ya está haciendo.

¿Por qué es importante?

Arriesgándome a simplificar excesivamente, entiendo que es importante porque para Dios lo es.

En Génesis 2:2 vemos cómo Dios terminó su trabajo (la creación) y descansó, dejándonos así el modelo para nuestro trabajo. Poco después, en Génesis 2:15, Dios puso al hombre en el jardín del Edén para trabajarlo y cuidarlo. O sea que Dios trabajó y a imagen suya trabajamos. Y todo lo que hacemos, incluyendo y quizá especialmente nuestro trabajo, como dice la cita anterior de Ravi Zacharias, hemos de hacerlo para la gloria de Dios (1 Cor 10:31).

Ya que en última instancia Dios es glorificado por lo que es nuestro propósito esencial (ser discípulos y hacer a otros partícipes de su amor) es lógico concluír que «fe y trabajo» forma parte del cumplimiento de la «gran comisión»; por eso es tan importante.

¿Qué es lo siguiente que va a suceder y por qué?

Dos de mis antiguos profesores en la UC Berkeley’s Haas School of Business, Mark Coopersmith y John Danner, están trabajando en la actualidad en un proyecto titulado “The Other ‘F’ Word”[4]. Mientras que la mayor parte de la investigación y las publicaciones se están centrando en las iniciativas empresariales exitosas, ellos se están dedicando a estudiar y aprender de las que han fracasado.

En Silicon Valley, por ejemplo, les llevó más de una década de varios niveles de fracasos con computadoras de bolsillo y tabletas antes de que Apple finalmente diera con un éxito duradero como el iPad—Go. Palm, Handspring, e incluso Apple misma (con la Newton) acabaron fracasando. No hay motivo para pensar que el movimiento de «fe y trabajo» vaya a poder evitar este tipo de fallos. Dios no nos promete que no vayamos a fallar; su promesa es que lo podemos soportar (1 Cor 10:13).

La simple puesta en marcha de este movimiento ya puede ser considerada de por si como un éxito, pero creo que nos encontraremos con más fracasos conforme avancemos. No es diferente de nuestro camino de fe personal, en el que el pecado lleva inevitablemente a fallar, pero esto a su vez nos lleva a la infalible redención:

  • Nos encontraremos con iniciativas empresariales que se vienen abajo, compañías que cierran e inversores que pierden dinero.
  • A través de cada una de estas experiencias aprenderemos a confiar más en Dios, seremos edificados y llegado el momento empezaremos a encontrarnos con más y más éxitos, porque habremos ido aprendiendo a permitir que Dios nos dirija.

¿Cuál es la perspectiva a largo plazo?

En Silicon Valley, donde tenemos la sede de Telos Ventures junto con mi cofundador, hay un ecosistema maduro y sin paralelo en elmundo para apoyar nuevas inicitivas.

Entre los componentes ineludibles de este intricado e integrado ecosistema están:

  • Capital (inversores amigos o capitalistas de riesgo)
  • Académicos (especialmente de las universidades UC Berkeley y Stanford)
  • Propulsores (como Y Combinator y 500 Startups)[5]
  • Servicios de apoyo (legal, banca de inversión y mercado de valores)
  • Grandes compañías tecnológicas como HP, Oracle, Facebook y Google que ofrecen capital y pericia y además compran nuevas empresas.

En la actualidad hay una gran fragmentación en las iniciativas de «fe y trabajo». Necesitamos, como ha ocurrido en Silicon Valley, crear un ecositema uniendo a todos, de toda lengua, tribu y nación.

En todo caso, cuando un movimiento finalmente tiene éxito, llega un momento en que deja de ser un movimiento. Lo que empezó, por ejemplo, con un puñado de inconformistas empresarios innovadores en Fairchild Semiconductor y Venrock Associates en los años 50 ha acabado siendo el centro mundial de negocios e innovación, Silicon Valley.[6] Y Jesús envió a los apóstoles a empezar un movimiento que acabaría siendo la iglesia mundial.

A largo plazo espero que desaparezcan cosas como «iniciativas centradas en el evangelio», «negocios como misión» y «fe y trabajo» porque la integración de nuestro trabajo y nuestra fe habrán llegado a ser una parte natural de lo que hacemos y lo que somos.

No puede haber una falsa separación entre lo sagrado y lo secular. Para que este movimiento deje de ser un simple movimiento y muera es necesario que sometamos todos los aspectos de nuestra vida (y por tanto, nuestro trabajo) a Cristo.

¿Cómo afectará esto a nuestro funcionamiento?

El movimiento de «fe y trabajo» debería cambiar la menera en que ministramos y discipulamos:

  • Los miembros de las congregaciones querrán servir de una manera diferente. Verán sus negocios y lugares de trabajo no sólo como campos de misión sino también como medios para su propio crecimiento espiritual. ¿Están preparados nuestros pastores para esto? Tendrán que aprender un nuevo lenguaje y nuevas competencias. Harán falta seminarios y otros recursos para preparar a nuestros líderes para equipar a otros para este contexto de ministerio.

Habrá misioneros que querrán ir al campo de misión de una manera diferente:

  • Hacer negocios, en vez de levantar fondos, resultará más atractivo, y no sólo con el objetivo de tener apoyo económico sino también como plataforma para compartir el evangelio. En su reciente estudio Does Donor Support Help or Hinder Business as Mission Practitioners? An Empirical Assessment (¿Ayuda o estorba a los involucrados en ´negocios como misión´ el apoyo de donantes? Una evaluación empírica),[7] el profesor Steve Rundle de Biola University llega a la conclusión de que los misioneros que van con «negocios como misión» tienen más éxito, tanto en los negocios como en el ministerio, que los que sólo levantan fondos y no generan ingresos de su trabajo.
  • La cuestión pendiente es si las agencias misioneras están preparadas para esto Tenemos que asegurarnos de que sean capaces de apoyar a esta nueva generación de misioneros empresariales.

Tendrá que haber sacrificios profesionales, económicos y personales: ejecutivos dispuestos a arriesgar su reputación profesional, empresarios dispuestos a arriesgar fondos e inversores dispuestos a arriesgarse a perder capital para que podamos avanzar dando prioridad al Reino.

Pero quizás el cambio más importante es que nuestras organizaciones vayan desarrollando una mentalidad del Reino. Para crear un ecosistema hemos de trabajar juntos: coordinando, colaborando, creando un lenguaje común y quizá consolidando iniciativas individuales. En la práctica muchos de nosotros estamos demasiado centrados en la propia supervivencia y crecimiento, pero para que el movimiento acabe teniendo éxito tenemos que romper las barreras y empezar a comunicar y cooperar entre todos nosotros.

¿Qué deberíamos hacer?

Necesitamos practicar la obediencia, el sacrificio y el amor.

Obediencia

La «gran comisión» nos ordena hacer discípulos enseñándoles a obedecer todo lo que Dios ha mandado: amarle, amar a nuestro prójimo y amarnos unos a otros. Pasamós más de la mitad de nuestras horas de vigilia trabajando. Esto nos obliga a plantearnos que si no estamos haciendo discípulos allí, ¿dónde lo estamos haciendo? Tenemos que obedecer los mandatos de Jesús, y hemos de hacerlo donde pasamos más tiempo que en ningún otro lugar. No es cuestión de si lo hacemos, es cuestión de cómo lo hacemos. Hemos de vivir nuestra fe en el trabajo.[8]

Sacrificio

En varios evangelios Jesús dice que quien encuentra su vida la perderá, pero que quien la pierde por causa de él la encontrará. Hemos de dejar atrás, como lo hicieron los discípulos, las cosas de este mundo y entregarnos completamente a Jesús.

Será necesario el sacrificio profesional, económico y personal: ejecutivos tendrán que arriesgar su reputación profesional, emprendedores sus finanzas e inversores su capital para ir adelante dando prioridad al Reino. Como vemos en el caso de los fariseos, habrá algunos que sorprendentemente (para nosotros) quizás no estén inicialmente dispuestos a unirse al movimiento. No es fácil integrar nuestro trabajo y nuestra fe. ¿Cuál es el sacrificio que Dios te está llamando a hacer personalmente?

Amor

Podemos hacer cualquier cosa, pero si no tenemos amor, no somos nada (1 Cor 13). Nuestra capacidad de amar procede de que Dios nos amó primero (1 Jn 4). La verdadera «fe y trabajo» no puede existir sin el fundamento del amor. Así que tenemos que entender y acoger lo mucho que Dios verdaderamente nos ama, no sólo para hacer algo sino, aún más importante, para ser alguien, en él.

En conclusión, pongamos juntos en marcha este movimiento… y después matémoslo.

Notas

  1. Gracias por este término a nuestroa amigos del Center for Faith and Work de la Redeemer Presbyterian Church de Nueva York
  2. Nota del editor: Ver ‘Business as Mission: Building a movement that can bring lasting societal transformation’ de Mats Tunehag en el número de noviembre de 2013 de Lausanne Global Analysis en https://lausanne.org/en/documents/global-analysis/november-2013.html.
  3. En ‘Crossing the Chasm’ (Saltar la brecha) Geoffrey Moore se refiere a la curva de adopción de innovación (curva de campana), que empieza con los «innovadores» (en el número más reducido) seguido por los «adoptadores tempranos» en un mayor número. En algún punto de esta parte de la curva es donde la innovación tiene que «saltar la brecha» para ser más ampliamente adoptada por los siguientes niveles de «mayoría temprana», «mayoría tardía» y «rezagados».
  4. http://newsroom.haas.berkeley.edu/article/haas-faculty-speak-entrepreneurship-cross-country-roadshow
  5. Los propulsores son agencias que reunen emprendedores y nuevas iniciativas empresariales y les facilitan el acceso a recursos, mentores y espacio para oficinas. A cambio de una participación, generalmente del 6%, la compañía recibe unos $25,000 de capital así como la oportunidad de aprender, crecer y competir para obtener más financiación.
  6. http://es.wikipedia.org/wiki/Capital_riesgo
  7. http://www.omsc.org/searchibmr/index.php? (buscar Steve Rundle en la lista de autores). Su charla en el BAM Global Congress está en http://crowell.biola.edu/blog/2013/dec/11/do-economic-incentives-help-or-hinder-business-mission-practitioners/.
  8. Nota del editor: Ver ‘Mission in the Workplace: Encouraging access and transformation through workplace ministry’ por Will Messenger en el número de junio de 2013 de Lausanne Global Analysis en https://lausanne.org/en/documents/global-analysis/june-2013.html.

Eric Quan es el fundador junto con David Kim de Telos Ventures, una comunidad, propulsora, consultoría, espacio de trabajo en colaboración y fondo de iniciativas empresariales de riesgo centrada en el evangelio y al servicio de empresarios con sede en Silicon Valley (California, EEUU).